miércoles, 30 de noviembre de 2022

 

896

 

LA COLUMNA DE LA MUERTE

El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz

 

Francisco Espinosa Maestre

 

[ 024 ]

 

 

2

LA TOMA DE BADAJOZ

 

(…)

 

El saqueo de la ciudad

 

¿Cómo vivieron estos hechos los que estaban dentro de la ciudad? Veamos dos testimonios inmediatos de personas que pudieron huir. El primero anónimo:

 

Al entrar las fuerzas en el Campo de San Juan y Plaza de San Juan fusilaron 78, posteriormente fusilaron a don Luis y don Carlos Pla, el dentista sr. Vives, al sr. Campini y todos los redactores de Vanguardia, el inspector del Hospital Provincial sr. Cabeza, al dr. Comandante sr. Villa, ignorándose el paradero del dr. don Alejo García, todos de izquierdas, entre otros muchos que se ignora el paradero de ellos suponiendo que estén también fusilados. Después fusilaron al coronel del Regimiento sr. Cantero, al comandante sr. Alonso y al sr. Vega de la Guardia Civil. Después saquearon todos los comercios de significados izquierdistas de la Capital, vendiendo los moros por las calles los géneros como querían comprárselos sin mirar los precios. Posterior a todo esto, como en la frontera de Portugal hay dos o tres mil personas los moros vienen en camionetas y se los llevan por levas y no se vuelve a saber de ellos, este señor puede garantizar que ha visto tres camionetas que van a Portugal (frontera de Caia) y los que los fascistas indican como reos son transportados en la misma y trasladados a Badajoz sin saber lo que les haya podido pasar, estos viajes los hacen diariamente. En Almendralejo fusilaron 1200 hombres y 200 mujeres. En Mérida se calcula que hayan muerto, dicho a mí mismo por los médicos que acompañan a la Columna del Sr. Castejón, unas 2000 personas, asimismo se calcula en Badajoz unas 4/4500 personas. Le han prendido fuego al teatro López de Ayala, estando completamente en ruina. Estas son las noticias que no muy detalladas puede dar el Sr. (nombre tachado), pero que mañana por correo y certificado enviará más detalles de suma importancia para una información interesante.

 

Y el segundo, del doctor Francisco Riudavetz, uno de los que pudieron llegar a zona republicana a bordo del Nyassa:

 

El ataque por parte de los facciosos de la gran columna con moros y legionarios procedentes de Andalucía comenzó con una tan terrible preparación de artillería y aviación y con un bombardeo tan horroroso y prolongado que la población, aterrorizada y cogida casi por sorpresa, se dejó dominar por el pánico entregándose a los invasores. La entrada de éstos en Badajoz fue algo terriblemente espantoso. El saqueo, los atropellos de toda clase a la población civil, los asesinatos de gente indefensa, etc., fueron la nota constante. Esta ignominia culminará con el fusilamiento de centenares de obreros en la plaza de toros por los falangistas, tal como ha explicado la prensa mundial.

 

Hubo una matanza inicial en la que cayeron milicianos, carabineros, militares y todo vecino que se puso a tiro. Como narró en sus memorias Amet Handi Hassen Bey, uno de los enlaces de Asensio, el cuartel de carabineros estaba «repleto de cadáveres». Paralelamente se efectuaron numerosos registros y cientos de detenciones. Los que no eran eliminados in situ fueron enviados a la Plaza de Toros, pero no al ruedo sino a los espacios interiores que existían en tan particular construcción, incrustada en uno de los baluartes de la muralla. El exterminio de los recluidos y el trasiego del traslado de cadáveres al cementerio comenzó la misma noche del día 14. Puesto que de allí no había otra forma de salir que el aval de alguien bien situado, muchos familiares se movilizaron para salvar a los suyos, buscando quien los pudiera amparar. Miguel Pérez Blasco, el director de la prisión Provincial, por ejemplo, fue acusado unos meses después de «sacar» de la plaza de toros a muchos ferroviarios de la ciudad. Según otro testimonio,

 

en la plaza de toros de Badajoz, los nacionales metían a todos los dudosos, el que era acreditado por alguien, quedaba en libertad. Días después, ya en la cárcel, suponemos una vez realizada esta depuración, sacaban cada día a cien presos y los fusilaban…

 

Sabemos algo de lo ocurrido tras la ocupación de la ciudad por la información ordenada desde la II División para esclarecer la desaparición de objetos robados. Como se ha dicho antes, las fuerzas invasoras dedicaron la tarde del día 14 a arramplar con todo lo que pudieron rapiñar de casas, bares y comercios. Cada uno cogió lo que pudo. Según se lee en El fascismo sobre Extremadura, empezaron por San Juan,

 

lugar donde está emplazado el mejor comercio de la población, y saquearon el bar «El Águila», centro de reunión de izquierdistas, la relojería de Buiza, de la que se llevaron más de 800 000 pesetas en relojes, el establecimiento de ropas La Paloma, el de tejidos de Villarreal, el bar Ideal, El Salón Mainú, … el comercio de Las Delicias, todos los estancos, la relojería de Carvajal y todas aquellas tiendas donde sospechaban que pudiera haber objetos de valor o dinero. Saquearon, asimismo, la Casa del Pueblo, el Centro Obrero y dos casas de cambio…

 

A este saqueo de Yagüe y sus hombres no olvidemos que Yagüe se apropió del mejor automóvil del Garage Pla— siguió durante la noche el de la masa anónima. El panorama de la ciudad en la mañana del día 15 era pavoroso. A los cadáveres que todavía quedaban por las calles se añadían, esparcidos por doquier, muebles abandonados y enseres de todo tipo, mezclado todo ello con los cristales y objetos de los escaparates de la zona comercial. Ese día, y los que siguieron hasta su marcha el 18 de agosto, moros y legionarios aprovecharon para montar tenderetes y vender todo el material. El día anterior, el 17, concluida la venta, el gobernador civil designado por Yagüe, el comandante de Infantería Marciano Díaz de Liaño Facio, publicó un bando exigiendo la devolución en la Comandancia Militar de todos los objetos de «mala procedencia», bajo la amenaza de aplicar el bando a los que no lo cumplieran. La marcha de Yagüe y los suyos, los únicos exentos del cumplimiento del bando, coincidió con el inicio de la campaña de devolución. Según Díaz de Liaño, la orden de Yagüe era que entre él y Manuel Barrena Gragera, presidente de la Cámara de Comercio, se encargarían de clasificarlo todo, pero esto no se llegó a hacer. Aunque en ese momento nadie se atrevía a rechistar, ciertos sectores de la ciudad en teoría cercanos a los sublevados, vivieron aquellos hechos con gran pesar y quedó en ellos —como propietarios y por tanto como primeras víctimas del expolio— un sentimiento de agravio consentido y sufrido que llevó dos años después, en septiembre de 1938, a instruir un expediente informativo sobre el destino de todo aquello que se devolvió. La razón era simple: no sólo se produjo el saqueo sino que para colmo todos los objetos devueltos desaparecieron otra vez sin dejar rastro.

 

Al instructor, el teniente de la Guardia Civil Alejandro Chamorro Vargas, que comenzó indagando sobre el origen de aquellos objetos, le resultó imposible diferenciar los objetos procedentes del saqueo de los que habían salido de los registros practicados, «en busca de armas», tanto en la ciudad como en las barriadas de la Estación y San Roque. Era evidente que al saqueo inicial se superponían luego los realizados en los domicilios de rojos y sospechosos Igualmente tampoco era posible separar los objetos que procedían de compraventa de los simplemente robados o de los que fueron recogidos de la calle. A lo largo de la instrucción saldrán dos nombres como responsables últimos del destino de aquellos objetos: el del teniente coronel Manuel Pereira Vela y el del teniente Manuel López Verdasco, uno como máximo responsable y otro como el que intervino más directamente. El último había muerto unos meses antes en lucha con los huidos de la Sierra de Monsalud. Según parece nunca se hizo inventario, pero todos recordaban que había relojes, alhajas, aparatos de radio, máquinas de escribir y de coser, muebles de todo tipo, montones de ropa y toda clase de tejidos, etc. Nadie sabía explicar quién había ordenado el traslado del material desde la Comandancia Militar al cuartel de la Guardia Civil, aunque sí recordaban que lo más valioso fue metido en el pabellón del comandante Vega Cornejo, cuya llave quedó en poder del teniente Verdasco, que fue el encargado de atender a quienes acudían con la intención de recuperar lo suyo. El sr. Buiza, por ejemplo, recuperó varios relojes de pared que le fueron robados de su tienda; y el dueño del bar «El Aguila» recuperó todo su mobiliario. Por el cuartel pasó muchísima gente en cuestión de días buscando sus cosas. Pero no había pasado ni una semana cuando varios camiones se llevaron todo «para las hermanitas de los pobres y los asilados» y «para centros benéficos», según dijeron. Tampoco en este caso se supo la procedencia de las órdenes. El instructor se cansó de tomar declaraciones de unos y otros y nada claro obtuvo: nadie sabía nada. Lo cierto es que en la segunda quincena de agosto del 36 desapareció el fruto del saqueo de Badajoz.

 

La única declaración que arrojó un poco de luz sobre el asunto fue la del guardia civil Luis Carroza Alfonso, uno de los encargados del traslado del material desde la Comandancia Militar al cuartel de la Guardia Civil. Carroza manifestó que el primer camión que cargaron fue llevado al Palacio Episcopal, donde «dos señoras» esperaban para hacerse cargo de todo; el segundo —por el contrario— partió para el cuartel y todo el contenido se entregó al teniente Verdasco. Carroza aseguró que no se elaboró inventario alguno. Isaac Márquez, empleado del Obispado y en representación del Vicario, recordaba el camión lleno de telas, géneros y efectos diversos —un espejo enorme, por ejemplo— que llegó un día al Obispado. Según el testimonio de otro guardia presente en el traslado de objetos desde el cuartel al Hospital Civil, intervino el funcionario de dicho hospital Tomás Caldito Ruiz en nombre de sus superiores. Fue recibido por López Verdasco, quien lo condujo a una dependencia repleta de objetos y le dijo que podía llevarse lo que quisiera.

 

Cuando el instructor Chamorro elevó su informe al Delegado de Orden Público llegó a la sospechosa conclusión de que el personal de la Guardia Civil no se había beneficiado de nada y de que aunque era imposible concretar quién impartió las órdenes que decidieron el destino de todos los objetos devueltos a consecuencia del bando de Yagüe, todo parecía indicar que procedían del jefe de la Comandancia Manuel Pereita Vela. Lo que no había tenido en cuenta el instructor era la personalidad del delegado de Orden Público, el temible Manuel Gómez Cantos, protegido de Queipo, y sus relaciones con Pereita. Gómez Cantos anotó en el mismo expediente junto a las conclusiones: ¡Qué vergüenza! ¿Dónde fueron los efectos depositados en el Obispado? ¿Y los muebles que vieron en la Sala de Oficiales? ¿Cómo es posible no se averigüe el origen de las órdenes?. Entonces devolvió el expediente al instructor y ordenó que se practicasen nuevas diligencias. Por primera vez se tomaría declaración a los empleados de una de las empresas más afectadas, los almacenes «La Paloma», cuyas pérdidas ascendían a seiscientas o setecientas mil pesetas. Estos contaron que cuando, con el respaldo de Manuel Barrena Gragera, presidente de la Cámara de Comercio, se personaron con un camión en el cuartel de la Guardia Civil para recoger lo suyo, un guardia civil les informó de que todo había sido entregado a centros benéficos. Una de las declaraciones más interesantes fue la de Asunción Delgado Serrano, sobrina del dueño de «La Paloma», que declaró haber visitado el pabellón del coronel, «una habitación inmensamente grande» y «llena hasta los topes», antes del desalojo. Asunción Serrano narró su visita a la tienda en la mañana del día 15:

 

… únicamente existía en él cartones y cristales rotos, que los géneros desaparecidos del indicado comercio no sabe dónde los llevaron pero que le consta por registros efectuados con la Guardia Civil a la que acompañó la declarante con un hermano suyo llamado Luis Delgado, apoderado del repetido establecimiento, y de los dependientes antes citados, que en algunas casas de la calle Encarnación de esta capital y de la barriada de San Roque existían géneros procedentes de dicho establecimiento.

 

Entonces los Serrano intentaron llevarse sus cosas de la Comandancia Militar pero ya era tarde, pues los géneros habían sido trasladados al cuartel de la Guardia Civil y a algún sitio más. Pero cuando llegaron al cuartel se les comunicó que nada podían llevarse pues debía autorizarlo el presidente de la Cámara de Comercio. El círculo se había cerrado. Cuando dicho presidente les dio el permiso para coger sus cosas ya era demasiado tarde, dándose la circunstancia de que cuando después de varios intentos la Guardia Civil, tras mil pretextos a cual más absurdo, accedió a entregarles lo suyo, lo que recibieron fue un sombrero enorme. El nuevo informe del instructor Chamorro no sólo no aclaraba nada sino que planteaba el interés personal en el asunto de Asuncion Delgado Serrano como sobrina del dueño, Pablo Delgado, un hombre soltero y de bastante edad.

 

En su informe a la División el delegado Gómez Cantos consideraba un «atropeyo» [sic] lo ocurrido con «La Paloma», «pues como Ley de guerra se puede autorizar solamente el saqueo en los primeros momentos de locura a la entrada en la Plaza». Según Gómez Cantos, el instructor Chamorro no era fiable por su relación anterior con Pereita. Conociendo al personaje llama la atención su interés por el dueño de «La Paloma», de quien decía que estaba en la ruina y con diversos pagos pendientes. Y añadía:

 

El Bando del teniente coronel Yagüe fue únicamente para el elemento civil y el beneficio pleno para el señor Pereita que públicamente se sabe que su capital estaba completamente mermado y en la actualidad tiene sus campos, sus viñas y sus terrenos con lujo y lleno de ganado, vendiendo partidas importantes en el matadero de Mérida.

 

En la actualidad se está tramitando por esta Delegación otra información sobre venta de ganado del fusilado señor Pla que sin expediente ni orden fue vendido al completo por el señor Pereita, cobrando todo su importe su Secretario y contable el sargento Piña, estafador de coches, no entregando a los compradores recibo de ninguna cantidad.

 

 

Como está demostrado que el señor Pereita dispuso de géneros, muebles, radios, relojes sin previa autorización, pues hasta el gobernador civil lo demuestra en su reducida e incongruente declaración, y puede con el capital beneficiado de ganado, gasolina empleada en sus máquinas, azufre requisado en la provincia para sus viñas, reintegrar a los perjudicados en sus pérdidas por ser el único responsable, me permito proponer a V. E. le imponga la sanción gubernativa militar que crea conveniente y multa de resarcimiento y así igualmente a su secretario contable de negocios, estafas y robos de guerra, sargento Piña, que en la actualidad está pendiente del fallo de V. E. por el robo de tres coches y venta de uno de ellos con un motor completo extraído del Parque de Automovilismo, habiendo sido absuelto por un consejo de guerra que en período rojo convivió con los marxistas y con dicho Sargento que ocupaba el cargo de encargado de la oficina de la Comandancia del funesto Vega Cornejo.

 

Es necesario en esta provincia y en estos casos claros concretos de estafa y robo la mano justiciera de V. E.

 

Badajoz, siete de octubre de 1938.

III AÑO TRIUNFAL.

 

EL DELEGADO DE ORDEN PÚBLICO.

 

 

La respuesta, anotada manualmente por el entonces teniente coronel Cuesta Monereo en el margen de un telegrama de Gómez Cantos, enviado desde Marbella (cuyo texto era: «TERMINADA MISIÓN JUSTICIERA CON EJEMPLO MÁXIMO EN OJÉN SALGO PARA MÉRIDA. DETALLES CORREO») decía: «A Bohórquez [Auditor de la II División]: ojo con este tío que está loco y a ver si nos arma un lío cargándose a la intemerata de gente. Ten cuidado con esto. Estoy mejor, mañana iré por allí». Efectivamente, Cuesta sabía lo que se decía. El resultado fue que poco después alguien anotó en la portada del expediente: «Durmiente, orden Sr. Auditor»…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Francisco Espinosa Maestre. “La columna de la muerte” ]

 

 

*


martes, 29 de noviembre de 2022

 

895

 

NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 044 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL EUROCENTRISMO

(DE LA II INTERNACIONAL A TONI NEGRI)

 

 

Toni Negri y el reciclaje aggiornado del marxismo eurocéntrico

 

(…) Pero los pueblos de los países dependientes —obreros, campesinos y demás clases subalternas— no sólo son expoliados por estas burguesías metropolitanas. También son explotados por sus "socios menores": las propias burguesías locales de los países periféricos. De allí que en una formulación clásica, André Gunder Frank haya caracterizado al desarrollo económico social de los países dependientes como "lumpendesarrollo" y a las burguesías locales periféricas como "lumpenburguesías". (Dicho sea de paso: en Argentina, Silvio Frondizi y Milcíades Peña no estaban lejos de allí cuando, impugnando a estos socios locales del imperialismo, plantearon su hipótesis del desarrollo capitalista argentino entendiéndolo como una seudoindustrialización).

 

La principal consecuencia de todo este planteo (como hace ya largo tiempo habían aclarado Ruy Mauro Marini, Vania Bambirra378 o el propio André Gunder Frank) consiste en que no necesariamente la teoría de la dependencia equivale al populismo burgués y nacionalista. Homologación sobre la que, erróneamente, se asienta todo el relato y la impugnación eurocéntrica de Imperio.

 

Si el populismo nacionalista culmina de algún modo exculpando y legitimando a las burguesías latinoamericanas, el planteo de Negri, por oposición, conduce a diluir la responsabilidad estructural de los Estados Unidos y las principales potencias imperialistas en el atraso latinoamericano. Las corrientes políticas más radicales que han empleado las categorías de la teoría marxista de la dependencia, en cambio, cuestionan al mismo tiempo a las burguesías nativas de los países latinoamericanos y a Estados Unidos como baluarte del imperialismo.

 

En tercera instancia, todo este planteo histórico de Imperio se apoya en un vicio metodológico de origen: el eurocentrismo. Para legitimarlo, Negri construye un Marx a su imagen y semejanza.

 

Justo cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) ejercen un poder despótico en todo el orbe, Negri  vuelve a reactualizar un planteo historiográfico, económico y sociológico teórica y cronológicamente anterior a la teoría de la dependencia. Imperio hace suyo un tipo de abordaje que se encuentra mucho más cercano a las formulaciones iniciales de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) o incluso a las tesis de la sociología norteamericana estructural—funcionalista de los primeros años '50 (y su lamentable teoría del "despegue"), por no mencionar los crasos errores metodológicos de los reformistas precursores de la Segunda Internacional. Todas estas corrientes atribuían el atraso latinoamericano a la falta de modernización, a la falta de capitalismo y... (aquí está lo fundamental) ¡sólo veían diferencias de grado, meramente cuantitativas, entre la periferia y la metrópoli!. Esa es precisamente una de las tesis centrales de Imperio...

 

Afirmar —como hace Negri— que entre Estados Unidos y Brasil, la India y Gran Bretaña "sólo hay diferencias de grado"... implica retroceder cuarenta años en el terreno de las ciencias sociales. Más allá de la intención subjetiva de Negri al redactar Imperio, eso conduce objetivamente a desconocer olímpicamente todo lo acumulado en cuanto al conocimiento social —académico y político— del desarrollo desigual del capitalismo y de las asimetrías que éste genera invariablemente. Negri comete este enorme desacierto en su impugnación contra la teoría de la dependencia al intentar descentrar el papel principal que Estados Unidos mantiene actualmente en su dominación mundial.

 

¿De dónde extrae Negri la comparación entre sociedades tan disímiles como Estados Unidos y Brasil, India y Gran Bretaña? Pues de un texto central de la tradición marxista clásica. Aunque es más que probable que sus apologistas mediáticos lo ignoren y sus adherentes populistas lo desconozcan, Negri extrae ese ejemplo puntual del prólogo que León Trotsky redacta para su libro La revolución permanente. Obviamente, en Imperio, Negri no lo dice explícitamente...

 

Allí Trotsky discutía la visión cerradamente nacionalista de Stalin. Por oposición a este último, sostenía que las particularidades nacionales de estas cuatro sociedades y su evidente asimetría recíproca eran "el producto más general del desarrollo histórico desigual".

 

Precisamente Negri hace caso omiso de ese desarrollo histórico desigual —con sus asimetrías y sus relaciones de poder a nivel internacional— para terminar analizando el capitalismo a nivel mundial como si fuera una superficie plana, llana y homogénea.

 

Pero este desacierto no es accidental. En la escritura de Imperio constituye un obstáculo sistemático. Proviene de un fundamento más profundo: la ideología del eurocentrismo.

 

El déficit eurocéntrico del joven Negri (el que militaba en Poder Obrero-POTOP y, luego, el que trabajaba en Autonomía Obrera, organizaciones que jamás se plantearon como estrategia una alianza con sectores revolucionarios que no fueran europeos...) se reproduce de manera ampliada en la madurez del autor italiano. Este obstáculo tiene una pesada carga teórica. Ésta no sólo atañe a la debilidad de las estrategias anticapitalistas que Negri se plantea en su libro. También impregna sus intentos de periodización de la sociedad moderna y el capitalismo.

 

En Imperio se sostiene que el pasaje de la fase histórica marcada por el imperialismo a esa "nueva lógica" que emergería con el nacimiento del Imperio, coincide exactamente con el tránsito de la modernidad a la posmodernidad. Negri enhebra dos debates que se han desarrollado hasta ahora en terrenos diversos. Por un lado, la discusión económica sobre las etapas del capitalismo y el problema de cómo clasificar la situación mundial actual. Por el otro, la discusión filosófica, arquitectónica y estética sobre si estamos o no en la posmodernidad. Negri amalgama ambos problemas dentro de un mismo trazo, traduciendo muchos de los términos filosóficos y estéticos al ámbito económico y viceversa. Esa es sin duda una de sus habilidades más brillantes. Imperio está repleto de estas traducciones (por cierto, ya empleadas por autores como Fredric Jameson o David Harvey).

 

¿A partir de qué criterio periodizar ambos pasajes —el inicio de la posmodernidad y el del Imperio—? ¿Desde qué ángulo abordar esas transiciones? ¿Qué segmentos sociales y geográficos habría que tomar como referencia para lograr una periodización correcta? Nuevamente, en este rubro Negri es taxativo, extremadamente arriesgado, altanero y provocador:

 

"La genealogía que seguiremos en nuestro análisis del pasaje desde el imperialismo hacia el Imperio será primero europea y luego euro– americana, no porque creamos que estas regiones son la fuente privilegiada y exclusiva de ideas nuevas e innovaciones históricas, sino simplemente porque este es el principal camino geográfico que siguieron los conceptos y prácticas que animan al Imperio desarrollado actualmente".

 

Es decir que en Imperio se plantea una periodización de alcance mundial pero... el criterio metodológico utilizado ¡sólo se sustenta en un ángulo regional y provinciano! Negri lo reconoce explícitamente cuando sostiene que "la genealogía del Imperio es eurocéntrica". También cuando señala que "el concepto de Imperio propone un régimen que abarca la totalidad espacial del mundo «civilizado»".

 

¿Acaso Negri piensa que lo que primero se produce en Europa Occidental y Estados Unidos luego se repite, se prolonga y extiende de manera ampliada a nivel periférico? Esa era la base teórica de la sociología estructural—funcionalista que entró en crisis en los '60 a partir de la teoría de la dependencia... y, cronológicamente mucho más atrás, de las teorizaciones socialimperialistas de la Segunda Internacional.

 

A pesar de que más adelante Imperio define al eurocentrismo como una "contrarrevolución a escala mundial", el criterio elegido y utilizado por Negri para periodizar el tránsito del imperialismo al Imperio y de la modernidad a la posmodernidad continúa siendo eurocéntrico.

 

No resulta por ello casual que en Imperio y también en sus libros anteriores el filósofo señale el '68 italiano (en Europa) como inflexión histórica mundial sin dar cuenta de: (a) la guerra de Vietnam (en Asia), (b) la revolución cubana y su influencia (en América Latina) ni de (c) la guerra e independencia de Argelia (en África).

 

Para Negri, como en su época lo fue para Eduard Bernstein, Van Kol y otros exponentes del eurocentrismo "marxista". el mundo "civilizado" continúa recluido en Europa occidental y, a lo sumo, alcanza a Estados Unidos...

 

A la hora de legitimar semejante planteo eurocéntrico, como si estuviéramos todavía en los tristes y bochornosos debates de la II Internacional de 1907 sobre las colonias, Negri apela a la herencia más "progresista" y eurocéntrica de... Karl Marx. ¡Un Marx a su imagen y semejanza...!

 

Por ello sostiene que

 

"La cuestión central es que Marx podía concebir la historia fuera de Europa sólo como moviéndose estrictamente a lo largo del camino ya recorrido por la propia Europa".

 

¿Qué Marx es éste que en Imperio Negri cita con tanto entusiasmo y frenesí? Pues el Marx que escribió la serie de artículos para el periódico estadounidense New York Daily Tribune en 1853 acerca del gobierno británico en la India. Allí Marx cuestiona en el terreno de la ética las brutalidades más atroces de la dominación británica sobre la colonia India pero prácticamente festeja el avance colonial inglés. Por entonces —insistimos: 1853— consideraba que éste conllevaría una especie de "progreso" para la colonia y promovería un potencial desarrollo de las fuerzas productivas para la India.

 

Esta visión eurocéntrica no había sido demasiado diferente a la ya planteada en el célebre Manifiesto del partido comunista [1848] cuando Marx y Engels sostenían:

 

"Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta las más bárbaras [...] Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente a Occidente".

 

En la misma tonalidad, dos años más tarde, Marx sostiene que:

 

"El oro californiano se vierte a raudales sobre América y la costa asiática del Pacífico y arrastra a los reacios pueblos bárbaros al comercio mundial, a la civilización".

 

La presencia del eurocentrismo en estos escritos de Marx de la segunda mitad de la década de 1840 y primera mitad de la década de 1850 ha sido ampliamente analizada y cuestionada por los propios marxistas durante los últimos años. Los estudiosos del problema también demostraron que el Marx maduro, el de las décadas de 1860, 1870 y sobre todo los primeros años de la de 1880 cambió rotundamente su visión del asunto. Ese Marx maduro realiza un notable viraje que lo conduce a revisar muchos de sus propios juicios anteriores en torno a la periferia del sistema mundial: por ejemplo sobre China, India y Rusia e incluso sobre los países atrasados, coloniales y periféricos dentro mismo de la Europa del siglo XIX como España e Irlanda.

 

Toni Negri, un pensador sumamente erudito y notablemente informado sobre los debates académicos de las últimas décadas, no menciona ni uno sólo de los escritos periodísticos o las hoy célebres cartas de Marx —como la que le envía en 1881 a Vera Zasulich— que giran en torno al mismo problema. En estos materiales Marx reflexiona sobre vías alternativas y distintas a las europeas occidentales de desarrollo histórico, concibiendo a este último de una manera mucho más matizada y totalmente ajena al determinismo evolucionista. También cuestiona su propia visión de 1853 sobre el colonialismo supuestamente "progresista" de Gran Bretaña en la India. En esa carta de 1881 llega a afirmar que, a partir del avance inglés, no sólo la India no fue "para adelante" sino que incluso se encaminó hacia atrás.

 

Negri pasa olímpicamente por alto estos numerosos escritos de Marx, a pesar de que han sido traducidos, editados, analizados y ampliamente discutidos en las principales universidades europeas y latinoamericanas durante los últimos años.

 

Al apoyarse en la supuesta "autoridad" de Marx para festejar y celebrar el carácter avasallante y arrollador del capitalismo globalizado (como en su época lo hicieron Van Kol o el mismo Bernstein con fases anteriores del mismo capitalismo), Negri no puede hacer otra cosa que desconocer y obviar esos escritos donde el propio Marx cuestiona la centralidad absoluta de la sociedad moderna euro-norte-americana y la idea de "progreso necesario" que supuestamente traería la expansión mundial del capitalismo...

 

De allí que en Imperio Negri termine dibujando un Marx de almanaque, caricaturizado y deshilachado, a imagen y semejanza de su propio planteo. Sólo partiendo del pensamiento del último Marx —el más maduro y el más decidido crítico del eurocentrismo— se podría periodizar con mayor rigor el desarrollo del capitalismo desde un horizonte auténticamente mundial, no segmentado, provinciano o regional.

 

En cuarto lugar, la periodización del capitalismo y "sus modos de regulación" propuesta por Negri en Imperio, aunque pretende poseer un rango y un alcance universal, en realidad se sustenta en un marco de referencia exclusivamente europeo, estrechamente local y provinciano (el norte de Italia...).

 

En Imperio, se intenta homologar tres procesos diferentes en un mismo trazo: el pasaje del imperialismo al Imperio, la transmutación de la modernidad en postmodernidad —como si una viniera cronológicamente después de la otra y sus procesos no fueran coexistentes y combinados— y, finalmente, el agotamiento del fordismo reemplazado por el postfordismo. Lo sorprendente y llamativo del caso reside en el universo empírico y el criterio elegido por Negri para periodizar estos tres pasajes.

 

El antiguo militante radical devenido profesor moderado adopta como parámetro exclusivo de la inflexión de cada etapa a la siguiente: (a) el auge de las luchas del 68 italiano, (b) la siguiente década italiana que llega hasta la derrota de 1977, signada por la autonomía y (c) la innovación de las grandes empresas capitalistas italianas.

 

Esto significa que Negri intenta describir y explicar un fenómeno universal —la generalización y expansión del modo de producción capitalista para el conjunto del orbe— partiendo de un criterio exclusivamente local, circunscripto... ¡ni siquiera a toda Europa occidental o al menos a toda Italia, sino tan sólo a las ciudades italianas del norte industrial! La consecuencia no deseada de su planteo (que se origina en un balance maduro de su propia experiencia política anterior, marcada por la derrota del obrerismo y la autonomía) es la limitación provinciana de lo que debería ser, según su propósito inicial, un marco de análisis mundial destinado a periodizar la lógica general que adquiere el capitalismo globalizado en todo el planeta.

 

Obviamente, no está mal que Negri haya partido de su experiencia vital para pensar el problema. Lo que resulta incorrecto es que haya generalizado esa experiencia biográfica como si correspondiera a "la historia mundial"...

 

De este modo, en medio de las luces farandulescas del mercado editorial y la fama efímera que proporcionan los grandes multimedios, la obra de Negri vuelve a instalar en la lectura de Karl Marx y el desciframiento del capitalismo contemporéno antiguos lugares comunes eurocéntricos, ácidamente impugnados tanto por la oleada revolucionaria de los años '20 que siguió al triunfo bolchevique en Europa como por la segunda oleada radical que a partir de los años '60 se extendió por América Latina a partir del triunfo de la revolución cubana. Dando la espalda a esas dos décadas radicales y desconociendo el descentramiento del europeísmo que experimentó la tradición emancipatoria inspirada en Marx, Negri constituye el último grito de una vieja cantinela, un intento (astuto, erudito y sin duda atractivo) por volver a otorgar credibilidad a las viejas apologías legitimantes del eurocentrismo. Todo en nombre de Marx pero en realidad contra Marx…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

*


lunes, 28 de noviembre de 2022

 

894

 

LA COLUMNA DE LA MUERTE

El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz

 

Francisco Espinosa Maestre

 

[ 023 ]

 

 

2

LA TOMA DE BADAJOZ

 

(…)

 

 

La caída de Badajoz. Mito y realidad

 

 

Un poco antes de que se produjeran esos hechos, a las cuatro y media ya de ese viernes 14 de agosto, Yagüe envió un nuevo radiotelegrama preguntando con cuántos aviones podría contar y durante cuántas horas. Franco le respondió que habría un aparato constantemente en el aire. El ataque sobre la ciudad comenzó exactamente a las cinco y treinta y cinco, momento en que Yagüe, una vez más, pidió «ayuda intensa de la aviación». Efectivamente, a las cinco sale de Sevilla un avión que a las seis se encuentra actuando sobre Badajoz, y ya hay otro preparado para sustituirlo si fuera necesario. Sobre las seis y media el propio Yagüe felicita al jefe de Aviación por los vuelos que un Junker estaba realizando sobre los tejados de Badajoz. Levantan «enormemente la moral de las tropas», dice. A las siete y media se comunica a Franco que la operación va bien, que el enlace entre aviación y columna es correcto y que la resistencia está localizada en el Gobierno Civil, el cuartel y las murallas del Este. «La columna va rodeando para ocupar las entradas de la ciudad». Una hora más tarde, sobre las ocho y diez, y después de comunicar a Franco la presencia de dos cazas enemigos, ordena que parta de Mérida a Badajoz un convoy con material de repuesto, escoltado por una compañía de regulares. Este convoy no podrá salir a causa del contraataque republicano a Mérida que tiene lugar en la mañana del día 14. A las ocho y veinticinco Yagüe pide «urgente acción de aviación en la brecha este, en la brecha sur, cuartel que está al lado de esta brecha y en murallas próximas a estas brechas» es decir, en torno a Puerta Pilar. La orden es cursada de inmediato a Tablada. Entonces se produce el ataque final al cuartel de la Bomba, cuyo acceso fue franqueado a las fuerzas de Castejón por algunos de los militares encargados de su defensa. Tras un duro bombardeo por tierra y especialmente por aire, con la intervención de diversas escuadrillas —unas procedentes de Tablada y otras de Elvas— sobre las diez y media y las once de la mañana del día 14, numerosos militares se pasan a las filas de Castejón, siendo suplidos de inmediato por milicianos, cuya resistencia será vencida definitivamente dos horas después por los regulares de Ceuta. Entre las doce y la una del mediodía, los hombres de Castejón se adentraron en la ciudad. Mientras tanto la artillería y la aviación no han dejado de machacar las defensas de la ciudad. El testimonio del capitán Leopoldo García Rodríguez, realizado en la temprana fecha del 17 de agosto, nos aclara algunos puntos de la entrada de las fuerzas de Castejón:

 

A las primeras horas de la mañana del día que entraron las columnas en Badajoz viendo que la situación no se resolvía favorablemente al Movimiento acordamos unirnos a la columna en el Cuartel de Menacho, haciéndolo de esta forma bajo un fuego intensísimo de la fuerza que mandaba el teniente (ilegible), del baluarte de Menacho, y de una ametralladora que según me he enterado después era manejada, según decían, por el capitán de [sic] Miguel.

 

Todos estos hechos que se vienen comentando sobre la actitud de tantos militares del interior serán reconocidos incluso en la propia sentencia de la Causa 693/37, en la que se dice que la ciudad fue tomada al asalto

 

 

venciendo la resistencia que al amparo de su recinto amurallado le opusieron principalmente carabineros y milicianos, pues aunque también hubo unidades de Castilla defendiendo accesos y baluartes, éstas se comportaron pasivamente, rehuyendo cuanto les fue posible hacer armas contra los asaltantes.

 

Pero volvamos a Yagüe. Sobre las nueve y cuarto advierte a Franco —confirmando su teoría de la cobardía de la aviación republicana— de la aparición de una patrulla enemiga que huye ante un trimotor propio. A las nueve y media ordena que, dado que ya ocupan el exterior de la muralla, los aviones sólo bombardeen el interior de la ciudad. Franco le pide entonces que le aclare qué zona de la muralla ha ocupado y cuál debe bombardear del interior, a lo que Yagüe, a las once menos cuarto, responde:

 

No tengo nada ocupado de la muralla. Al sur de la población hay una brecha de 150 m por la que entra la carretera del cementerio. Esta brecha esta entre dos edificios grandes. Conviene aplastar el del este. Al este de la población y frente a vértice que forma carretera de Sevilla y Mérida, junto a un bosque de pinos, hay una brecha en la que hay parapetos, necesito batirlos.

 

A las once menos cinco y a las once y cuarto Yagüe comunica que un avión enemigo ha bombardeado la columna. Esta nota, en la que no menciona que una de las bombas de ese avión ha estado a punto de acabar con su vida, es la última con la que contamos. A falta de otros mensajes de Yagüe informando de la marcha de las operaciones entre esa última hora y la del asalto definitivo —casi cuatro horas, precisamente cuando acceden los demás a la ciudad por Puerta de Carros y Puerta Pilar— hay que recurrir a otras fuentes.

Sabemos por su propio relato —Martínez Bande reconoce que no sabe ni la hora en que ocurrieron estos hechos— las andanzas de Alberto Serrano Montaner, al mando del I Tabor de Tetuán, de la columna de Tella. Antes de penetrar en la ciudad por la Puerta de Carros siguiendo el curso del Rivillas, se le presentaron los falangistas Antonio Almeida Segura y Manuel Ramallo Thomas, quienes le servirán de guías. Calleja sitúa esto sobre las once de la mañana e identifica como el guía que condujo a los regulares a la Puerta de Carros al «nativo Almeida», oficial de Marina. En la Puerta de Palmas también se presentan a Serrano varios militares, entre los que se encuentra el teniente de Infantería Patrocinio Carretero, que se ofrece para guiar a las fuerzas al cuartel de San Agustín, donde están los guardias civiles apresados, y a la prisión Provincial; pero la misión recae sobre Almeida, por lo que Carretero se adentra con sus hombres por la Plaza Alta «haciendo detenciones y cacheos, y llevando a la cárcel 48 individuos, entre ellos el comandante de Carabineros [Julio Ugarte Chinchilla)». Mientras las fuerzas de Asensio toman posiciones frente a la Puerta Trinidad, a Serrano y sus hombres se les encomienda la misión de liberar los presos de la prisión Provincial y de ocupar el Hospital Militar, situado en el castillo y cercano a la Torre de Espantaperros. Los regulares que llegan al hospital son recibidos por el alférez José Cano Pulido —huido del edificio de Correos—, el comandante Rafael Fiol Paredes, el capitán José Torres Pérez y el alférez Diego Rodríguez Repiso. Algunos de los milicianos y soldados heridos e incluso ciertos médicos, como Florencio Villa y Joaquín Vives, son llevados de inmediato a la plaza de toros; los cuarenta y tres heridos que quedaron fueron trasladados al mismo lugar el seis de septiembre y asesinados de un tiro en la nuca a las tres de la madrugada. Muchos izquierdistas huyen entonces hacia Portugal o hacia el norte. A continuación, ya con fuerzas de la V Bandera, Serrano se dirige a la cabeza del puente de la Puerta de Palmas para cortar toda posibilidad de salida a los milicianos. Calle por calle, casa por casa, sacando a la gente al exterior, parten algunos de sus hombres hacia el centro de la ciudad:

 

En la calle hay una enorme algarada. La recorren grupos de legionarios y moros que son obsequiados en las casas. De cuando en cuando unos tiros. Es que son descubiertos algunos rojos. En las calles se apilan montones de cadáveres. Terminado todo lo mío me voy a ver si ceno.

 

Otra visión sería la de Juan José Calleja:

 

Los marxistas no rindieron con facilidad sus armas y, excluyendo a un contingente de fugitivos que intentó pasar a Portugal, se defendieron en la parte alta de las casas y en las encrucijadas de las calles, prolongando en algunos sectores la angustiosa ansiedad del vecindario, que escuchó, consternado, en sus hogares la orgía de sangre de los combates, el clamor de los vencidos, las cerradas y secas descargas que retumbaban en los portales, el lamento de los heridos en las aceras y calzadas.

 

Ninguna fuerza humana era ya capaz de contener la ciega pasión del legionario combativo, al que la pérdida de sus camaradas sacó de quicio la razón y el sentimiento. Atacaba de cualquier forma y posición, ya con bombas de mano o a la bayoneta, con el cuchillo en la boca o con pistolas ametralladoras.

 

En la lucha callejera, ¿cómo identificar, en la masa aterrada que huía, a pacíficos vecinos, incluso a los que fueron empujados a la muralla por las autoridades republicanas? Quizá, sí, quizá debieron los inocentes en esforzarse por darse a conocer, por gritar, juntando, suplicantes, las manos, pero el paroxismo de la guerra no entendía ese lenguaje. El Tercio y los Regulares únicamente reconocían ante sus ojos el bulto de un enemigo físico, peligroso, torvo. Ni siquiera la catedral, donde, al decir del rumor público, se habían entremezclado con la población varios republicanos, estuvo indirectamente exenta de los horrores de la lucha.

 

Sólo en la Plaza de San Juan y calles adyacentes se recogieron cerca de cien muertos de los mil hombres que cayeron en la batalla…

 

Sin embargo, debido a la desorganización y absoluta falta de conexión entre unas y otras fuerzas, y sin duda por el pésimo trabajo de los enlaces, mientras moros y legionarios se encuentran ya por la ciudad «castigando de modo ejemplar los crímenes contra la Patria» —como se lee en el «Historial del II Tabor de Ceuta»—, Yagüe no sólo yerra informando a Franco de que no tiene ocupado nada sino que, en la creencia de que sus fuerzas no han penetrado aún en la ciudad, mantiene la operación prevista sobre la Puerta Trinidad. El mencionado historial es uno de los pocos documentos donde se reconoce el error de Yagüe:

 

Más de media hora llevaban ya en la ciudad los legionarios y regulares cuando Yagüe, por vicio exclusivo de los enlaces, aún estaba empeñado en abrir una brecha en la Trinidad, para ver de introducir por aquel lugar los legionarios de la 16 Compañía.

 

Como siempre, conocemos con detalle los movimientos del grupo de Asensio. Ocupada la barriada obrera de San Roque en la tarde anterior, casa por casa, calle por calle y a sangre y fuego, en las primeras horas del día 14 tomaron unas casas situadas a la izquierda de la carretera al objeto de ubicar allí armas automáticas que facilitaran el avance de la IV Bandera y del II Tabor de Tetuán a través de las barricadas de la Puerta Trinidad; mientras tanto, como ya se ha dicho, el I Tabor de Tetuán se dirigía sobre las once hacia el norte para ocupar el Castillo, encontrándose con las defensas establecidas entre ambos lugares. Calleja escribe en su obra que «no teniendo el puesto de mando noticias del progresivo movimiento de las tropas de Castejón en el interior, Yagüe mantuvo la orden de asaltar la Brecha de la Muerte». Finalmente, la gran ofensiva, con gran aparato de la artillería y de la aviación, comenzó a las tres de la tarde. Los legionarios y regulares, cantando sus himnos y lanzando sus terroríficos gritos de lucha, se lanzaron entonces desde la barriada de San Roque al asalto en varias oleadas y lograron entrar en la ciudad entre las tres y media y cuatro de la tarde, no por Puerta Trinidad, sino, como se ha dicho, por el cercano ensanche abierto unos años antes para la construcción de una avenida, el lugar conocido dentro de los lugares de la memoria franquista como «Brecha de la Muerte». Y fue precisamente la 16.ª Compañía de la IV Bandera de Vierna, con el blindado del capitán Fuentes Ferrer en cabeza, la que por las características de la zona de la Puerta Trinidad, por la distribución de las defensas y por la referida desorganización, tuvo la misión más absurda y complicada: tomar una puerta de una ciudad que ya había sido ocupada. Posteriormente la lucha continuó por todo el casco urbano a lo largo de la tarde y noche. La última resistencia se concentró en la catedral y fue reducida con enorme violencia. Las calles quedaron sembradas de cadáveres. La acción, base de la leyenda que llega hasta hoy, quedará fijada para siempre por la fantasía del periodista Sánchez del Arco:

 

Noventa hombres de la 16.ª Compañía se lanzaron al asalto, por pelotones que sucesivamente fueron barridos por los rojos. Los legionarios seguían su avance, saltando sobre los caídos, en los labios el Himno del Tercio, para el que escribían una nueva página gloriosa. El capitán, un cabo y catorce legionarios fueron los únicos que alcanzaron la gloria de penetrar en Badajoz, restos de la 16.ª Compañía, encargados de franquear la brecha de la Puerta de la Trinidad.

 

Según el propio cabildo catedralicio el

 

ejército salvador entró glorioso y triunfador en la capital en la tarde del día 14, bajo el mando del teniente coronel Yagüe y el comandante Castejón, que se vieron obligados a bombardear y atacar con nutrido fuego de fusilería el templo Catedral…

 

Como nos ha contado Francisco Pilo, el miliciano que manejaba la ametralladora emplazada en la torre de la catedral, el joven de 23 años Enrique del Amo Montes, presidente de las Juventudes Socialistas, fue arrojado a la plaza desde arriba y murió en el acto. En todo ese tiempo, según señala Asensio, la aviación republicana sólo bombardeó en una ocasión. Luego legionarios y regulares actuaron a su antojo, saquearon casas particulares y todos los comercios del centro de la ciudad, empezando por la calle San Juan, y montaron puestos callejeros donde vendieron desde relojes a máquinas de coser pasando por los tejidos del principal almacén de la ciudad, «La Paloma». Los detalles de esta acción serían conocidos internacionalmente a través de las memorias del impresor sevillano Antonio Bahamonde Sánchez de Castro con motivo de su pase a zona republicana en 1938 después de trabajar al servicio de Queipo. Como se comprenderá, en este contexto, cobra un sentido muy diferente el hecho de que cuando el oficial que mandaba la 16.ª Compañía llegó con sus hombres al centro de la ciudad —un lugar  repleto de moros y legionarios moviéndose entre docenas de cadáveres— enviara un mensaje a Yagüe diciéndole que no necesitaba refuerzos. ¿Para qué había de quererlos? El extrañado sería Yagüe, allí aislado en su puesto de mando, sin noticias de sus hombres y sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. Un testimonio oral de un falangista recoge esta situación:

 

Para entonces, nuestras fuerzas ya estaban entrando en Badajoz, en cuyo interior se luchaba. Al cuartel general de la «Huerta de don Victoriano», llegaron diversos partes en los que nuestras fuerzas comunicaban que estaba ardiendo el teatro, o que había muerto el coronel del regimiento, etc. Entonces, serían las 6 o las 7 de la tarde, cuando Yagüe me mandó, en el coche, para que fuese a enterarme de si podía entrar él ya en Badajoz. Vinieron conmigo en el coche mi tío Luis Marzal y un alférez de la Guardia Civil. Llegamos a la brecha de la muralla. En la ciudad proseguía un intenso tiroteo. Marzal y el alférez se apearon y me mandaron con el coche a por Yagüe…

 

Mientras tanto, Tella quedó al cuidado de Mérida y en contacto con Cáceres con el objeto de conservar Navalmoral. Cuando se desarrollaba el ataque contra Badajoz se reaccionó desde Madrid enviando a Mérida una columna de dos trenes —cada uno de cinco unidades— cargados de milicianos con la finalidad de recuperar la ciudad. Habían llegado por la carretera de Madrid (Granja Girbal) con una batería de artillería y aviación intentando ocupar Mérida y fueron rechazados por la I Bandera y por fuerzas del Batallón Argel. La lucha duró desde las diez de la mañana hasta las seis y media.

 

Los republicanos dejaron 25 muertos. Les acompañaban fuerzas de Asalto al mando del capitán Rodríguez Medina. Se dijo, aunque ni tenemos constancia de ello ni parece probable, que ese día se acercó Margarita Nelken a Mérida. De inmediato Tella ordenó que fuesen voladas las vías y permaneciese en Mérida el Tabor que iba a ser enviado a Navalmoral. Más tarde, con sus fuerzas y otras procedentes de Cáceres, logró rechazarlos y les causó numerosas bajas —Sánchez del Arco y la Historia de la Cruzada hablan de 107 muertos— y les hizo prisioneros. Las bajas de la 2.ª Agrupación fueron de un muerto y cinco heridos. Ese mismo día Tella pediría que le fuesen enviados desde Cáceres los guardias civiles de Badajoz que se encontraban allí. A causa de los numerosos grupos de huidos existentes en las cercanías de la ciudad y en la sierras próximas, los servicios ferroviarios de los alrededores de Mérida no serían restablecidos hasta el día 19 de agosto. Contamos con la versión de uno de los que formó parte de la columna republicana, el vecino de Don Benito Emilio Berrocal Rodríguez:

 

En Don Benito prepararon un contraataque para recuperar Mérida. De Ciudad Real, Pozoblanco y Puertollano salió un tren blindado a la manera de la época cargado de los que llamaban los cuervos por vestir todo de negro, de tendencia anarquista. De Don Benito salieron dos camiones con un grupo muy numeroso. … [Pablo Aliseda Olivares, el responsable de milicias] mandó demorar los dos camiones, que llegaron donde se encontraban las fuerzas para intervenir, pero como no teníamos un mando único cada grupo maniobraba a su manera y el resultado fue nulo. … Al anochecer todo el mundo se retiró al tren y Mérida quedó en poder del enemigo por falta de coordinación en la dirección de la operación. Al perder Mérida abordamos Santa Eulalia…

 

Por su parte, la Sección de Información del Ministerio de la Guerra, en el resumen habitual de cada jornada, se limitó a anotar lo siguiente:

 

Una columna enemiga procedente de Mérida con la cooperación de la aviación de Sevilla ha atacado Badajoz. La aviación propia ha contribuido eficazmente a la defensa. La columna leal de Don Benito ha atacado a su vez Mérida, donde los rebeldes se han hecho fuertes y sin que hasta el momento haya noticias del resultado del combate…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Francisco Espinosa Maestre. “La columna de la muerte” ]

 

*


viernes, 25 de noviembre de 2022

 

893

 

NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 043 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL EUROCENTRISMO

(DE LA II INTERNACIONAL A TONI NEGRI)

 

 

Toni Negri y el reciclaje aggiornado del marxismo eurocéntrico

 

Casi una década después de la caída del muro de Berlín, cuando las clásicas lecturas stalinistas y socialdemócratas de la herencia de Karl Marx se encuentran notablemente devaluadas y desprestigiadas en el mundo actual de las ciencias sociales, nuevamente reaparece el intento, sumamente equívoco por cierto, de fundamentar a partir de la apelación a la autoridad de Karl Marx un eurocentrismo reciclado, aggiornado y adaptado a los tiempos contemporáneos. Su principal protagonista es el afamado y renombrado Toni Negri.

 

Pocas veces un teórico y filósofo, con pretensiones de izquierda, ha conquistado en tan poco tiempo tantos lectores a nivel mundial (tal vez Louis Althusser pueda parangonarse con él, pero ni siquiera aquel tuvo tanto éxito mediático). En esta última década Toni Negri ha hecho furor. Imperio, escrito en el cambio de siglo con la colaboración de su discípulo estadounidense Michael Hardt —aunque en esta parte de la investigación nos referiremos sólo a Negri por economía de lenguaje— se ha vuelto de una semana para la otra en incuestionable bestseller. A lo largo de la década la euforia que generó esta obra ha despanzurrado librerías y ha vendido incontables copias. En New York y en París, en Madrid y en Buenos Aires, en Londres y en México DF, en Berlín y en São Paulo, muchos son los que discuten y opinan sobre sus provocativas tesis. El encuentro con Imperio o con sus comentarios (porque las adhesiones y los rechazos viscerales no siempre han venido acompañados de la paciente lectura del texto...) han desatado en poco tiempo las polémicas más crispadas que se recuerden de los últimos tiempos.

 

Ecologistas y marxistas, feministas y economistas neoliberales, posmodernos y postestructuralistas de variado pelaje, todos al unísono, se sienten desafiados e interpelados por Imperio. Este texto genera odio o adhesión inmediata. Rechaza las medias tintas y los matices. Sus lectores no pueden quedar pasivos luego de transitarlo. Su prosa es taxativa y terminante (en este rubro Negri ha aprendido muchísimo de las altanerías y las petulancias que caracterizaron el estilo y las imposturas de su maestro Althusser). Fuerza los argumentos de tal manera que los hace rendir frutos hasta el límite. Siguiendo también en esto a Althusser, los planteos de Negri se proponen invariablemente como tesis, afirman posiciones, dictaminan sentencias. Quizás por eso su texto sea tan provocador y haya generado instantáneamente tanto aleteo en el mundo de las ciencias sociales, la filosofía, la política y la cultura de la última década.

 

Para los grandes medios de comunicación que lo han apoyado, alabado y promocionado hasta el aburrimiento, la figura de Negri adquiere un carácter "inocente" y digerible cuando se subraya su docencia universitaria pero se desdibuja cuando se recuerda que el autor de Imperio fue un militante (no es el caso de Hardt). Para los parámetros ideológicos que manejan estos medios se trata de "salvar a Negri" de sí mismo, a costa de su antigua militancia radical, sacrificando la fuente principal de la que se nutren invariablemente sus controvertidas reflexiones.

 

Desde nuestro punto de vista, Imperio constituye el balance maduro de su agitada biografía política. Sus fórmulas contienen —a veces en forma abierta, otras implícita— el beneficio de inventario que Negri aplica sobre toda su experiencia política italiana anterior. El nexo teórico inmanente entre las propuestas y análisis de Imperio y la biografía de Negri (autor marcado a fuego por la derrota de sus proyectos políticos juveniles) ha sido sistemáticamente ocultado, soslayado, o directamente desconocido, por los grandes medios de comunicación.

 

Entre los numerosos análisis conceptuales que contiene Imperio, al menos en cinco problemáticas podemos detectar la huella indeleble de la trayectoria político-biográfica de su autor:

 

(a) El cuestionamiento de toda "vía nacional" al socialismo (en este ítem se deja sentir la antigua polémica del joven Negri con la dirección del ex PCI —Togliatti a la cabeza— y su propuesta iniciada en 1956 en pos de una "vía nacional al socialismo" que buscaba diferenciarse del modelo soviético promovido por el Partido Comunista de la Unión Soviética -PCUS).

 

(b) El rechazo de todo "compromiso histórico" con el Estado–nación y sus instituciones (aquí emerge al primer plano la polémica de Negri en contra del "compromiso histórico" de 1974 entre la Democracia Cristiana Italiana-DCI y el ex PCI en tiempos del liderazgo de Enrico Berlinguer).

 

(c) El reexamen autocrítico del fabriquismo y el obrerismo (explícitamente mentados a lo largo de Imperio).

 

(d) La actualización de los postulados de la corriente autobautizada como Autonomía (fundamentalmente en el reemplazo de la noción de "obrero social" por el concepto mucho más laxo, genérico e indeterminado de "multitud").

 

(e) La reflexión sobre el fracaso de la confrontación radical con el Estado y la lucha armada posterior al '68 (principalmente en lo que atañe al movimiento de las Brigadas Rojas y las polémicas de Negri con el principal líder de aquellas, el sociólogo de la Universidad de Trento: Renato Curcio).

 

Paradójicamente, ninguna de estas cinco problemáticas son estudiadas ni por sus entusiastas comentadores académicos ni por los promotores periodísticos de Imperio. En la mayoría de los periódicos, se ha tratado apologéticamente a la obra como si fuera la tesis académica de un profesor apolítico o aséptico y no como el pensamiento maduro de un militante derrotado que hace un balance tardío —desde ya polémico, repleto de equívocos y muchas veces errado, desde nuestro punto de vista— a partir de sus propios fracasos políticos y sus propias derrotas de los años '60 y '70.

 

Si Imperio posee un atractivo, éste consiste en haber intentado poner al día la crítica política del capitalismo, la filosofía del sujeto y su (supuesta) crisis postmoderna, la sociología del mundo laboral y la historización de la sociedad moderna occidental; todo al mismo tiempo y en un mismo movimiento holista. Esta pretensión absolutamente totalizante, tan a contramano de las filosofías del fragmento y de lo micro que hasta ayer nomás se encontraban a la moda —y a las que paradójicamente Negri y Hardt tanta pleitesía le han rendido y le siguen rindiendo— constituye uno de los elementos más sugerentes de todo el polémico texto. Después de décadas de pensamiento en migajas y de un desierto de polémicas intelectuales que se asemejó demasiado a la mediocridad, hoy hay sed de ideología. Se palpa, se siente. Imperio pretende llenar ese vacío. Quizás por eso logró tan repentina repercusión a inicios del nuevo siglo y milenio. Al volver a poner en el centro de la escena la necesidad de contar con una "gran teoría" o —en la jerga posmoderna que le gustaba utilizar a Gianni Vattimo antes de su último libro— con "categorías fuertes", que realmente se propongan explicar, ha removido el avispero en las ciencias sociales. No obstante sus tesis erróneas y sus desaciertos políticos o filosóficos.

 

En esta sección de la investigación y en nuestro intento por repensar la obra de Karl Marx desde la actualidad nos proponemos tan sólo presentar algunas hipótesis críticas acerca de Imperio para identificar en la obra núcleos problemáticos y tensiones abiertas que, desde nuestro punto de vista, permanecen irresueltos por su autor y contribuyen a reintalar el corroido eurocentrismo de la socialdemocracia y el stalinismo en el seno de la tradición socialista y en la disputa contemporánea sobre la herencia de Karl Marx.

 

En primer lugar, aunque Negri pretende eludirlo, cuando analiza la globalización, su libro Imperio vuelve a caer en el viejo (y vituperado) determinismo.

 

Por ejemplo, Negri plantea:

 

"Durante las últimas décadas, mientras los regímenes coloniales eran derrocados, y tras el colapso final de las barreras soviéticas al mercado capitalista mundial, se ha producido una irresistible e irreversible globalización de los intercambios económicos y culturales"; "Junto con el mercado global y los circuitos globales de producción ha emergido", agregan Negri y Hardt, "un nuevo orden, una nueva lógica y una nueva estructura de mando —en suma, una nueva forma de soberanía: el Imperio. Este tipo de sociedad que se estaría desarrollando ante nuestro ojos sería el sujeto político que regula efectivamente estos cambios globales, el poder soberano que gobierna al mundo".

 

¿Dónde reside el carácter problemático de estas atribuciones? En que todo el pensamiento político de Negri siempre ha rechazado de plano, en forma categórica y terminante, la corriente filosófica del determinismo. Así lo ha hecho en sus intervenciones juveniles de los '60, en tiempos del obrerismo italiano; en sus teorizaciones de los '70, en defensa del autonomismo; y también en sus textos maduros del segundo exilio en París.

 

En muchos de sus libros anteriores Negri rechaza categóricamente el determinismo y polemiza con él. En ellos sostiene que el desarrollo de la sociedad capitalista no tiene nada que ver con el desarrollo de un organismo natural. En la sociedad capitalista las regularidades sólo expresan el resultado contingente —nunca necesario ni tampoco predeterminado— de los antagonismos sociales y de las intervenciones colectivas de los sujetos enfrentados en esos antagonismos.

 

Para Negri no existen leyes de la sociedad a priori —previas a la experiencia—, ni hay inteligibilidad precedente de los procesos sociales e históricos: sólo hay verdad a posteriori de lo que vino a pasar. En varios de sus polémicos escritos el pensador italiano sostiene que la posición determinista enmascara y encubre el antagonismo y la contradicción. A contramano del determinismo, Negri insiste una y otra vez en que los mecanismos de la acción humana son impredecibles. El resultado de las luchas está siempre abierto. Cada nueva fase de la historia humana no revela entonces ningún destino escrito de antemano. ¡La historia está abierta!

 

Este argumento que atraviesa todos los ensayos filosóficos y políticos de Negri pertenece, seguramente, a lo más brillante, rico y estimulante que produjo este pensador. En él nos convoca a sus lectores a intervenir en la realidad, a no quedarnos pasivos ni dormidos, a incidir sobre la historia.

 

Por lo tanto, la dificultad aparece en el primer plano cuando Imperio comienza sosteniendo como tesis central que la globalización y la constitución del Imperio —en tanto nueva forma de mando del capital a nivel mundial— tienen como características centrales la "irreversibilidad" y sobre todo la "irresistibilidad". Al afirmar esto, el hilo conductor del argumento de Negri cae en una afirmación determinista, contradiciendo el espíritu general que había animado sus publicaciones anteriores. Un argumento que se parece demasiado a los argumentos con que el socialista holandés Van Kol analizaba, desde la II Internacional, la expansión mundial del capitalismo...

 

De manera problemática y hasta contradictoria con toda su producción teórica juvenil, la nueva fase del capitalismo mundial que Negri describe utilizando el concepto de "Imperio" —por oposición a la época de los imperialismos— tendría un carácter ineluctable. En otras palabras: no se puede modificar, no hay vuelta atrás. No hay posibilidad alguna de revertir este proceso y, lo que es más grave: ¡ni siquiera de resistirse a él!

 

En segundo lugar, la visión apologética que Imperio proporciona de la globalización (y su crítica de la teoría de la dependencia) conducen a Negri a ser escandalosamente indulgente con la actual hegemonía mundial de Estados Unidos.

 

Tras la caída de la Unión Soviética y el derrumbe del sistema "socialista real" de Europa del Este, el american way of life se ha generalizado por todo el orbe (como bien ha apuntado Jameson). Los Estados Unidos se han convertido en la principal potencia mundial. Son datos difícilmente cuestionables. Tanto la guerra del golfo pérsico — contra Irak— como la intervención "humanitaria" en Kosovo, pasando por la invasión de Afganistán y las amenazas contra Irán y Corea del Norte, además del doble juego ante el golpe de estado en Honduras, el hostigamiento a Cuba, Venezuela, Bolivia, etc. constituyen pruebas de una supremacía mundial sin parangón en la historia moderna y contemporánea. Lo mismo se podría afirmar de los bombardeos y la reciente intervención militar directa en Colombia (que aumenta y multiplica las incontables bases militares que EEUU posee en América Latina y en otros continentes del mundo). El Pentágono y la Casa Blanca, por ejemplo, se dan el lujo de bombardear la embajada de la República Popular China en la ex Yugoslavia y no sucede absolutamente nada. Algo impensable en los tiempos en que todavía debían disputar en forma tediosa con la Unión Soviética...

 

Sin embargo, a lo largo de Imperio, Negri insiste una y otra vez en que Estados Unidos ya no constituye un país imperialista. Esta tesis va a contramano de los principales teóricos de la política internacional contemporánea, de los más importantes críticos culturales y de las numerosas organizaciones disidentes del "nuevo orden mundial". Pero por sobre todo, va en contra de la evidencia empírica al alcance de cualquiera que no tenga anteojeras.

Provocativamente y contra todos, Negri plantea que:

 

"Muchos ubican a la autoridad última que gobierna el proceso de globalización y del nuevo orden mundial en los Estados Unidos. Los que sostienen esto ven a los Estados Unidos como el líder mundial y única superpotencia, y sus detractores lo denuncian como un opresor imperialista. Ambos puntos de vista se basan en la suposición de que los Estados Unidos se hayan vestido con el manto de poder mundial que las naciones europeas dejaron caer. Si el siglo diecinueve fue un siglo británico, entonces el siglo veinte ha sido un siglo americano; o, realmente, si la modernidad fue europea, entonces la posmodernidad es americana. La crítica más condenatoria que pueden efectuar es que los Estados Unidos están repitiendo las prácticas de los viejos imperialismos europeos, mientras que los proponentes celebran a los Estados Unidos como un líder mundial más eficiente y benevolente, haciendo bien lo que los europeos hicieron mal. Nuestra hipótesis básica, sin embargo, que una nueva forma imperial de soberanía está emergiendo, contradice ambos puntos de vista. Los Estados Unidos no constituyen —e, incluso, ningún Estado—nación puede hoy constituir— el centro de un proyecto imperialista".

 

El eco tardío del "ultraimperialismo" (es decir, postimperialismo) de Karl Kautsky increíblemente vuelve a sonar aquí...

 

¿A quién alude elípticamente Negri cuando, con sorna e ironía, hace referencia a "la crítica más condenatoria a Estados Unidos"? Obviamente a Edward Said, intelectual palestino residente en Nueva York (recientemente fallecido). Said, crítico literario y cultural, constituye uno de los impugnadores más agudos de la política exterior de Estados Unidos en el mundo contemporáneo. En Orientalismo (1978), en Cultura e imperialismo (1993) y en otros de sus excelentes libros, reportajes y entrevistas, Edward Said ha señalado que toda la actual cruzada norteamericana contra el mundo árabe y musulmán no constituye más que una nueva modalidad de la vieja política imperialista y eurocéntrica de las grandes potencias occidentales de dominación sobre sus "áreas de influencia". En esta política imperialista se inscribe su campaña "contra el terrorismo", fundamentada en una retórica "humanitaria" y pretendidamente universalista.

 

Aunque en Imperio Negri alaba a Said como "uno de los más brillantes intelectuales bajo el sello de la teoría poscolonial", rechaza terminantemente su visión antiimperialista del "nuevo orden mundial", agudamente crítica del eurocentrismo. De igual modo que con Said, Negri repite exactamente la misma operación cuando analiza las críticas de Samir Amin e Immanuel Wallerstein al proceso de la llamada globalización. Exactamente lo mismo vale para su superficial descarte de la teoría marxista de la dependencia. En todos estos casos, Negri defiende a capa y espada una concepción del capitalismo contemporáneo donde las categorías de "imperialismo", "metrópoli" y "dependencia" ya no tienen eficacia ni lugar. Bajo un ropaje nuevo y aggiornado vuelve a retomar muchas de las viejas nociones que sobre el orden social mundial mantenía la socialdemocracia de la II Internacional.

 

Negri no acepta la opinión del crítico cultural palestino cuando Said afirma que "las tácticas de los grandes imperialismos europeos que fueron desmantelados tras la primera guerra mundial, están siendo replicadas por los Estados Unidos". ¿Por qué, cuestionando a Edward Said, Negri se niega a aceptar que en el mundo contemporáneo los Estados no son equivalentes o intercambiables? ¿Por qué rechaza con semejante vehemencia las categorías de "metrópoli imperialista" y de "periferia dependiente"? El discurso sustentado en la pareja de categorías "metrópoli imperialista" y "países semicoloniales y dependientes" había sido central en la teoría marxista de la dependencia.

 

Aunque no todos los partidarios de la teoría de la dependencia coincidían entre sí —como muchas veces se afirmó, apresuradamente, desde alguna literatura de divulgación sociológica norteamericana—, sí es cierto que todos llegaban a una conclusión similar. Para ellos el atraso latinoamericano y periférico no resulta una consecuencia de una supuesta falta de capitalismo" sino, por el contrario, un efecto de su abundancia. Es precisamente el capitalismo, entendido como sistema mundial, el encargado de producir una y otra vez —es decir, de reproducir— esa relación de dependencia de la periferia en provecho del desarrollo y la acumulación de capital en los países capitalistas más adelantados.

 

Según esta teoría (por lo menos en la versión marxista de Ruy Mauro Marini), las burguesías de los países capitalistas desarrollados acumulan internamente capital, expropiando la plusvalía excedente de los capitalismos periféricos a partir de la superexplotación de las clases trabajadoras de los pueblos del tercer mundo. De este modo —como también reconoció Ernest Mandel— impiden, obstaculizan o deforman su industrialización…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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