martes, 29 de noviembre de 2022

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 044 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL EUROCENTRISMO

(DE LA II INTERNACIONAL A TONI NEGRI)

 

 

Toni Negri y el reciclaje aggiornado del marxismo eurocéntrico

 

(…) Pero los pueblos de los países dependientes —obreros, campesinos y demás clases subalternas— no sólo son expoliados por estas burguesías metropolitanas. También son explotados por sus "socios menores": las propias burguesías locales de los países periféricos. De allí que en una formulación clásica, André Gunder Frank haya caracterizado al desarrollo económico social de los países dependientes como "lumpendesarrollo" y a las burguesías locales periféricas como "lumpenburguesías". (Dicho sea de paso: en Argentina, Silvio Frondizi y Milcíades Peña no estaban lejos de allí cuando, impugnando a estos socios locales del imperialismo, plantearon su hipótesis del desarrollo capitalista argentino entendiéndolo como una seudoindustrialización).

 

La principal consecuencia de todo este planteo (como hace ya largo tiempo habían aclarado Ruy Mauro Marini, Vania Bambirra378 o el propio André Gunder Frank) consiste en que no necesariamente la teoría de la dependencia equivale al populismo burgués y nacionalista. Homologación sobre la que, erróneamente, se asienta todo el relato y la impugnación eurocéntrica de Imperio.

 

Si el populismo nacionalista culmina de algún modo exculpando y legitimando a las burguesías latinoamericanas, el planteo de Negri, por oposición, conduce a diluir la responsabilidad estructural de los Estados Unidos y las principales potencias imperialistas en el atraso latinoamericano. Las corrientes políticas más radicales que han empleado las categorías de la teoría marxista de la dependencia, en cambio, cuestionan al mismo tiempo a las burguesías nativas de los países latinoamericanos y a Estados Unidos como baluarte del imperialismo.

 

En tercera instancia, todo este planteo histórico de Imperio se apoya en un vicio metodológico de origen: el eurocentrismo. Para legitimarlo, Negri construye un Marx a su imagen y semejanza.

 

Justo cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) ejercen un poder despótico en todo el orbe, Negri  vuelve a reactualizar un planteo historiográfico, económico y sociológico teórica y cronológicamente anterior a la teoría de la dependencia. Imperio hace suyo un tipo de abordaje que se encuentra mucho más cercano a las formulaciones iniciales de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) o incluso a las tesis de la sociología norteamericana estructural—funcionalista de los primeros años '50 (y su lamentable teoría del "despegue"), por no mencionar los crasos errores metodológicos de los reformistas precursores de la Segunda Internacional. Todas estas corrientes atribuían el atraso latinoamericano a la falta de modernización, a la falta de capitalismo y... (aquí está lo fundamental) ¡sólo veían diferencias de grado, meramente cuantitativas, entre la periferia y la metrópoli!. Esa es precisamente una de las tesis centrales de Imperio...

 

Afirmar —como hace Negri— que entre Estados Unidos y Brasil, la India y Gran Bretaña "sólo hay diferencias de grado"... implica retroceder cuarenta años en el terreno de las ciencias sociales. Más allá de la intención subjetiva de Negri al redactar Imperio, eso conduce objetivamente a desconocer olímpicamente todo lo acumulado en cuanto al conocimiento social —académico y político— del desarrollo desigual del capitalismo y de las asimetrías que éste genera invariablemente. Negri comete este enorme desacierto en su impugnación contra la teoría de la dependencia al intentar descentrar el papel principal que Estados Unidos mantiene actualmente en su dominación mundial.

 

¿De dónde extrae Negri la comparación entre sociedades tan disímiles como Estados Unidos y Brasil, India y Gran Bretaña? Pues de un texto central de la tradición marxista clásica. Aunque es más que probable que sus apologistas mediáticos lo ignoren y sus adherentes populistas lo desconozcan, Negri extrae ese ejemplo puntual del prólogo que León Trotsky redacta para su libro La revolución permanente. Obviamente, en Imperio, Negri no lo dice explícitamente...

 

Allí Trotsky discutía la visión cerradamente nacionalista de Stalin. Por oposición a este último, sostenía que las particularidades nacionales de estas cuatro sociedades y su evidente asimetría recíproca eran "el producto más general del desarrollo histórico desigual".

 

Precisamente Negri hace caso omiso de ese desarrollo histórico desigual —con sus asimetrías y sus relaciones de poder a nivel internacional— para terminar analizando el capitalismo a nivel mundial como si fuera una superficie plana, llana y homogénea.

 

Pero este desacierto no es accidental. En la escritura de Imperio constituye un obstáculo sistemático. Proviene de un fundamento más profundo: la ideología del eurocentrismo.

 

El déficit eurocéntrico del joven Negri (el que militaba en Poder Obrero-POTOP y, luego, el que trabajaba en Autonomía Obrera, organizaciones que jamás se plantearon como estrategia una alianza con sectores revolucionarios que no fueran europeos...) se reproduce de manera ampliada en la madurez del autor italiano. Este obstáculo tiene una pesada carga teórica. Ésta no sólo atañe a la debilidad de las estrategias anticapitalistas que Negri se plantea en su libro. También impregna sus intentos de periodización de la sociedad moderna y el capitalismo.

 

En Imperio se sostiene que el pasaje de la fase histórica marcada por el imperialismo a esa "nueva lógica" que emergería con el nacimiento del Imperio, coincide exactamente con el tránsito de la modernidad a la posmodernidad. Negri enhebra dos debates que se han desarrollado hasta ahora en terrenos diversos. Por un lado, la discusión económica sobre las etapas del capitalismo y el problema de cómo clasificar la situación mundial actual. Por el otro, la discusión filosófica, arquitectónica y estética sobre si estamos o no en la posmodernidad. Negri amalgama ambos problemas dentro de un mismo trazo, traduciendo muchos de los términos filosóficos y estéticos al ámbito económico y viceversa. Esa es sin duda una de sus habilidades más brillantes. Imperio está repleto de estas traducciones (por cierto, ya empleadas por autores como Fredric Jameson o David Harvey).

 

¿A partir de qué criterio periodizar ambos pasajes —el inicio de la posmodernidad y el del Imperio—? ¿Desde qué ángulo abordar esas transiciones? ¿Qué segmentos sociales y geográficos habría que tomar como referencia para lograr una periodización correcta? Nuevamente, en este rubro Negri es taxativo, extremadamente arriesgado, altanero y provocador:

 

"La genealogía que seguiremos en nuestro análisis del pasaje desde el imperialismo hacia el Imperio será primero europea y luego euro– americana, no porque creamos que estas regiones son la fuente privilegiada y exclusiva de ideas nuevas e innovaciones históricas, sino simplemente porque este es el principal camino geográfico que siguieron los conceptos y prácticas que animan al Imperio desarrollado actualmente".

 

Es decir que en Imperio se plantea una periodización de alcance mundial pero... el criterio metodológico utilizado ¡sólo se sustenta en un ángulo regional y provinciano! Negri lo reconoce explícitamente cuando sostiene que "la genealogía del Imperio es eurocéntrica". También cuando señala que "el concepto de Imperio propone un régimen que abarca la totalidad espacial del mundo «civilizado»".

 

¿Acaso Negri piensa que lo que primero se produce en Europa Occidental y Estados Unidos luego se repite, se prolonga y extiende de manera ampliada a nivel periférico? Esa era la base teórica de la sociología estructural—funcionalista que entró en crisis en los '60 a partir de la teoría de la dependencia... y, cronológicamente mucho más atrás, de las teorizaciones socialimperialistas de la Segunda Internacional.

 

A pesar de que más adelante Imperio define al eurocentrismo como una "contrarrevolución a escala mundial", el criterio elegido y utilizado por Negri para periodizar el tránsito del imperialismo al Imperio y de la modernidad a la posmodernidad continúa siendo eurocéntrico.

 

No resulta por ello casual que en Imperio y también en sus libros anteriores el filósofo señale el '68 italiano (en Europa) como inflexión histórica mundial sin dar cuenta de: (a) la guerra de Vietnam (en Asia), (b) la revolución cubana y su influencia (en América Latina) ni de (c) la guerra e independencia de Argelia (en África).

 

Para Negri, como en su época lo fue para Eduard Bernstein, Van Kol y otros exponentes del eurocentrismo "marxista". el mundo "civilizado" continúa recluido en Europa occidental y, a lo sumo, alcanza a Estados Unidos...

 

A la hora de legitimar semejante planteo eurocéntrico, como si estuviéramos todavía en los tristes y bochornosos debates de la II Internacional de 1907 sobre las colonias, Negri apela a la herencia más "progresista" y eurocéntrica de... Karl Marx. ¡Un Marx a su imagen y semejanza...!

 

Por ello sostiene que

 

"La cuestión central es que Marx podía concebir la historia fuera de Europa sólo como moviéndose estrictamente a lo largo del camino ya recorrido por la propia Europa".

 

¿Qué Marx es éste que en Imperio Negri cita con tanto entusiasmo y frenesí? Pues el Marx que escribió la serie de artículos para el periódico estadounidense New York Daily Tribune en 1853 acerca del gobierno británico en la India. Allí Marx cuestiona en el terreno de la ética las brutalidades más atroces de la dominación británica sobre la colonia India pero prácticamente festeja el avance colonial inglés. Por entonces —insistimos: 1853— consideraba que éste conllevaría una especie de "progreso" para la colonia y promovería un potencial desarrollo de las fuerzas productivas para la India.

 

Esta visión eurocéntrica no había sido demasiado diferente a la ya planteada en el célebre Manifiesto del partido comunista [1848] cuando Marx y Engels sostenían:

 

"Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta las más bárbaras [...] Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente a Occidente".

 

En la misma tonalidad, dos años más tarde, Marx sostiene que:

 

"El oro californiano se vierte a raudales sobre América y la costa asiática del Pacífico y arrastra a los reacios pueblos bárbaros al comercio mundial, a la civilización".

 

La presencia del eurocentrismo en estos escritos de Marx de la segunda mitad de la década de 1840 y primera mitad de la década de 1850 ha sido ampliamente analizada y cuestionada por los propios marxistas durante los últimos años. Los estudiosos del problema también demostraron que el Marx maduro, el de las décadas de 1860, 1870 y sobre todo los primeros años de la de 1880 cambió rotundamente su visión del asunto. Ese Marx maduro realiza un notable viraje que lo conduce a revisar muchos de sus propios juicios anteriores en torno a la periferia del sistema mundial: por ejemplo sobre China, India y Rusia e incluso sobre los países atrasados, coloniales y periféricos dentro mismo de la Europa del siglo XIX como España e Irlanda.

 

Toni Negri, un pensador sumamente erudito y notablemente informado sobre los debates académicos de las últimas décadas, no menciona ni uno sólo de los escritos periodísticos o las hoy célebres cartas de Marx —como la que le envía en 1881 a Vera Zasulich— que giran en torno al mismo problema. En estos materiales Marx reflexiona sobre vías alternativas y distintas a las europeas occidentales de desarrollo histórico, concibiendo a este último de una manera mucho más matizada y totalmente ajena al determinismo evolucionista. También cuestiona su propia visión de 1853 sobre el colonialismo supuestamente "progresista" de Gran Bretaña en la India. En esa carta de 1881 llega a afirmar que, a partir del avance inglés, no sólo la India no fue "para adelante" sino que incluso se encaminó hacia atrás.

 

Negri pasa olímpicamente por alto estos numerosos escritos de Marx, a pesar de que han sido traducidos, editados, analizados y ampliamente discutidos en las principales universidades europeas y latinoamericanas durante los últimos años.

 

Al apoyarse en la supuesta "autoridad" de Marx para festejar y celebrar el carácter avasallante y arrollador del capitalismo globalizado (como en su época lo hicieron Van Kol o el mismo Bernstein con fases anteriores del mismo capitalismo), Negri no puede hacer otra cosa que desconocer y obviar esos escritos donde el propio Marx cuestiona la centralidad absoluta de la sociedad moderna euro-norte-americana y la idea de "progreso necesario" que supuestamente traería la expansión mundial del capitalismo...

 

De allí que en Imperio Negri termine dibujando un Marx de almanaque, caricaturizado y deshilachado, a imagen y semejanza de su propio planteo. Sólo partiendo del pensamiento del último Marx —el más maduro y el más decidido crítico del eurocentrismo— se podría periodizar con mayor rigor el desarrollo del capitalismo desde un horizonte auténticamente mundial, no segmentado, provinciano o regional.

 

En cuarto lugar, la periodización del capitalismo y "sus modos de regulación" propuesta por Negri en Imperio, aunque pretende poseer un rango y un alcance universal, en realidad se sustenta en un marco de referencia exclusivamente europeo, estrechamente local y provinciano (el norte de Italia...).

 

En Imperio, se intenta homologar tres procesos diferentes en un mismo trazo: el pasaje del imperialismo al Imperio, la transmutación de la modernidad en postmodernidad —como si una viniera cronológicamente después de la otra y sus procesos no fueran coexistentes y combinados— y, finalmente, el agotamiento del fordismo reemplazado por el postfordismo. Lo sorprendente y llamativo del caso reside en el universo empírico y el criterio elegido por Negri para periodizar estos tres pasajes.

 

El antiguo militante radical devenido profesor moderado adopta como parámetro exclusivo de la inflexión de cada etapa a la siguiente: (a) el auge de las luchas del 68 italiano, (b) la siguiente década italiana que llega hasta la derrota de 1977, signada por la autonomía y (c) la innovación de las grandes empresas capitalistas italianas.

 

Esto significa que Negri intenta describir y explicar un fenómeno universal —la generalización y expansión del modo de producción capitalista para el conjunto del orbe— partiendo de un criterio exclusivamente local, circunscripto... ¡ni siquiera a toda Europa occidental o al menos a toda Italia, sino tan sólo a las ciudades italianas del norte industrial! La consecuencia no deseada de su planteo (que se origina en un balance maduro de su propia experiencia política anterior, marcada por la derrota del obrerismo y la autonomía) es la limitación provinciana de lo que debería ser, según su propósito inicial, un marco de análisis mundial destinado a periodizar la lógica general que adquiere el capitalismo globalizado en todo el planeta.

 

Obviamente, no está mal que Negri haya partido de su experiencia vital para pensar el problema. Lo que resulta incorrecto es que haya generalizado esa experiencia biográfica como si correspondiera a "la historia mundial"...

 

De este modo, en medio de las luces farandulescas del mercado editorial y la fama efímera que proporcionan los grandes multimedios, la obra de Negri vuelve a instalar en la lectura de Karl Marx y el desciframiento del capitalismo contemporéno antiguos lugares comunes eurocéntricos, ácidamente impugnados tanto por la oleada revolucionaria de los años '20 que siguió al triunfo bolchevique en Europa como por la segunda oleada radical que a partir de los años '60 se extendió por América Latina a partir del triunfo de la revolución cubana. Dando la espalda a esas dos décadas radicales y desconociendo el descentramiento del europeísmo que experimentó la tradición emancipatoria inspirada en Marx, Negri constituye el último grito de una vieja cantinela, un intento (astuto, erudito y sin duda atractivo) por volver a otorgar credibilidad a las viejas apologías legitimantes del eurocentrismo. Todo en nombre de Marx pero en realidad contra Marx…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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