domingo, 2 de noviembre de 2025


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Juventud y Antiimperialismo: 

entre la precariedad y la lucha organizada


Isabel Vileya





“Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos,

desmoralizaremos y la pervertiremos.”


( Allen W.Dulles / El Arte de la Inteligencia)


 

Una página en blanco puede suponer un desafío insalvable y a un tiempo puede ofrecer un sin fin de oportunidades. La juventud y la revolución son por demás páginas en blanco en el libro de la historia. Si conjugamos la juventud revolucionaria como parte de la enmienda del futuro inmediato y, por tanto, de un plan superior para la emancipación de la humanidad.


La fase imperialista del capitalismo en nuestros días es, en contradicción , a la blanca esperanza inmaculada de la juventud revolucionaria; un capítulo emborronado de la historia que amenaza con ensombrecer las vidas de quienes en esta etapa histórica deberían forjar un nuevo y esperanzador horizonte a la vez que se desarrolla su tránsito a la edad adulta.


La depauperación absoluta de la clase trabajadora, adquiere su dimensión más crítica en los elementos, que en rigor sufren más la exposición bajo el sistema capitalista en su fase superior. A lo largo de la historia de la humanidad, las generaciones más jóvenes han representado, no solo por cuestiones morales, sino por la propia lógica natural, el recambio en el avance del pensamiento y las transformaciones sociales. En nuestros días, esto no es menos cierto, aunque se observan pautas de retrocesos en distintos ámbitos, que anuncian dificultades en superar los efectos del imperialismo neoliberal.


El empobrecimiento relativo y el absoluto, condenan objetivamente y sin conmiseración a millones de seres humanos a la miseria y la opresión. Esta situación, aunque en lo general es indiscriminada, es particularmente más dura para quienes tienen limitadas las herramientas sociales. En el caso de los jóvenes, la falta de experiencia y de perspectivas se unen a la paulatina desarticulación de los sistemas de contención social que han precedido a esta nueva etapa imperialista. Los jóvenes de nuestra época están condenados a ser la generación que vivirá en condiciones materiales, morales, sociales y políticas, peores que sus padres.


No se puede rescindir solamente a la depauperación económica en desmedro de nuestra juventud, sino que, más allá de ser infinitamente mas pobres que sus padres o abuelos, los jóvenes de hoy, no solo no serán propietarios de nada o casi nada y vivirán su madurez en una incertidumbre transversalmente mayor, sino que además la decadencia de los valores, la desestructuracion social, la desarticulación del régimen electoral burgués o la amenaza de la guerra, confieren al cuadro actual de condiciones en las que estas generaciones que deberán relevarnos, deberán desarrollar sus personalidades y alcanzar la edad adulta sometidos a una complejidad más angustiante.


Para Lenin, el imperialismo era una fase del capitalismo donde este sistema decantaba varias contradicciones y direccionaba el modo de producción hacia escenarios de súper acumulación contrapuestos a la extrema miseria.


La sobreposición de las transnacionales y multinacionales a los Estados, es otro de los ejes en los que bascula la apreciación justa, para que Lenin definiera que el Capitalismo de nuestra época, ha dejado de ser el sistema de intercambio mercantil primitivo de la revolución industrial y ha dado lugar a un concepto mucho más elaborado, dónde la economía ha generado toda una superestructura de pensamiento basada en el caos y la descomposición moral como método efectivo de manipulación de las masas por agotamiento de perspectivas y frustración. La desesperación como arma de dominación.


Las viejas estructuras del poder burgués se han desarrollado hasta perfeccionar formas estatales y supraestatales de dominación capitalistas desvinculadas de las concepciones clásicas del Estado. El imperialismo no sustituye a los estados en todas sus dimensiones, sino que los instrumentaliza a modo de ejecutores de una planificación concreta dentro de la división internacional del trabajo. En cada territorio, la intensidad y las características del estado, así como las formas de gobierno adquieren dimensiones diferenciadas en función de las necesidades e intereses del capital transnacional.


Para el relevo generacional que está convocado a construir el futuro de la humanidad, el escenario que se dibuja es bien siniestro, aunque existen diferencias sustanciales en las condiciones que viven los jóvenes en cada latitud o territorio. En resumen, se puede decir que la depauperación de los desposeídos de todo el planeta son, en términos absolutos, mucho más severas y en términos relativos se puede decir que también. El horizonte para la juventud es de condiciones materiales infinitamente más precarias que las de las generaciones precedentes y en relación con la correlación de fuerzas políticas de las clases oprimidas con respecto a la burguesía imperialista, mucho mas agudas.


No obstante y atendiendo a una serie de consideraciones como el agravamiento de las condiciones objetivas, el repunte de las ideologías fascistas o la amenaza cada vez más tangible de la guerra total, es necesario reconocer que se aprecia un repunte en el nivel de conciencia de los jóvenes. El Genocidio cometido contra la población palestina en represalia a la operación "Diluvio de Al-Aqsa" han detonado una reacción multitudinaria protagonizada espontáneamente en su mayoría por colectivos e individuos jóvenes a lo largo de todo el mundo.


El salto de una sociedad dominada por la pasividad y la inacción, si bien no se puede decir que esté concluido, si se ha iniciado con la noción transversal que las masas han adquirido acerca de conceptos como la violencia, la impunidad, el imperialismo, el derecho a la legítima defensa, entre otros.


La reacción de la juventud antiimperialista y revolucionaria ante hechos de tremenda transcendencia histórica como el exterminio cometido por el sionismo y el imperialismo contra el pueblo palestino, ha supuesto un paso a la reconstrucción de una masa crítica con un sistema que pretendía ser totalizador, con un discurso dominante sin fisuras. La inmoralidad de las atrocidades cometidas contra Palestina, no sólo coronan una etapa decadente del capitalismo, además, obligan a la juventud a revisar toda la retorica imperialista, sus objetivos e intereses y en definitiva, conducen a la construcción de una vanguardia que cuestione todo el modo de producción capitalista con el fin de determinar la raíz de todo el sistema que tiene como expresión máxima de su siniestro origen la aniquilación de un pueblo porque simplemente es necesario para la reproducción del capital.


El imperialismo solo puede tener como resultado consecuencias aberrantes, no se pueden dar efectos diferentes a la muerte y la destrucción cuando la causa que mueve un sistema entero es la acumulación de riqueza de unos pocos. Y frente a este hecho está colocada una juventud que ha sido privada del relato dialéctico de la lucha y la organización revolucionaria a escala internacional por la descomposición ideológica y política de sus antecesores.


La interrupción del relevo histórico de lucha y organización, ha obligado a nuestros hijos a despertar por la vía de la violencia de la lucha de clases y más allá de eso, por la necesidad del imperialismo de mantener el esquema colonial. Nuestros jóvenes, tienen la tarea antes que otras cosas, de anteponer la realidad descarnada a sus necesidades de reafirmación generacional, los hemos acomodado y acostumbrado a no tolerar la frustración cuando lo que debíamos hacer era prepararlos para la vida y la realidad.

-Nuestros jóvenes como la mayoría de los jóvenes a lo largo de la historia, terminarán por superar los obstáculos, pero debemos reconocer que muchísimos de los obstáculos que encontrarán dependen absolutamente de la carencia de herramientas que les hemos legado. Las renuncias ideológicas que hemos hecho, suponen un lastre para los muchachos que se tienen que incorporar a la lucha. La recuperación teórica de los clásicos, es el primer paso para la restauración de los principios revolucionarios que tendrá que hacer el recambio juvenil. Esto, no es tan sencillo, pero solo puede ser abordado por quienes deben ser protagonistas de los cambios sociales.


¿Como puede el torrente juvenil que se incorpora a la insurgencia revolucionaria antiimperialista conducir la voluntad y los intereses populares de las masas?


La perspectiva de acometer cambios en el sistema con procesos de reformas, ha dejado de ser una opción absoluta gracias a los jóvenes, pero aún así, el mayor impedimento para conseguir cambios cualitativos en la realidad actual, sigue siendo la incapacidad de organización articulada.


La construcción partidaria sigue estando muy alejada de las posibilidades reales de nuestros movimientos políticos y sociales. El reformismo ha suplantado, no sólo en discurso, sino en praxis o mas bien en ausencia de praxis revolucionaria, los conceptos tradicionales de expresiones organizadas de la lucha de clases. El Partido revolucionario de nuevo tipo, sigue resultando utópico para una juventud que desconoce profundamente que el único instrumento para la emancipación de su clase, es la construcción de la herramienta revolucionaria del Partido y la unidad de los revolucionarios.


Los años de dominación ideológica del bloque imperialista desde la descomposición de la URSS, han legado al imaginario colectivo un reflejo de militancia testimonial y de mitificación e idealización de la lucha revolucionaria que disocia el concepto de partido revolucionario de nuevo tipo de la realidad tangible inmediata.


La ilusión del reformismo socialdemócrata, es una pesada carga para nuestra juventud contra la que está obligada a luchar. A su vez, la influencia enemiga en nuestras filas, ha relegado al abandono concepciones y métodos revolucionarios probados con éxito en el pasado calificándolos de obsoletos e inservibles, vanalizándolos, amputándolos, corrompiéndolos, prostituyéndolos con la determinación de extirpar la posibilidad del socialismo del imaginario colectivo de la clase obrera.


La burguesía, con todo su aparato de "ingeniería social" , sigue sin comprender, que en tanto exista la lucha de clases, no desaparecerá nunca la necesidad y la posibilidad del socialismo y la construcción de la sociedad comunista, como tampoco puede entender que el ser humano, por su condición, tiende naturalmente a establecer vínculos comunitarios y que es en la juventud, cuanto más intensa y mayor la construcción de estructuras relaciones sociales entre los pares.


Para la juventud actual, desarrollar y establecer conexiones y reconocerse como parte de un todo mucho mayor, tiene un marcado factor de precariedad y desesperación como seña de identidad y es a partir de este reconocimiento objetivo del denominador común, que debemos alentar la construcción e identificación de elementos palanca de la conciencia de la clase.


Para que ser joven en nuestra época no suponga una condena a la incertidumbre y la desesperanza, sólo podemos encomendarnos a la tarea de construir organizaciones sociales y políticas que restauren y superen las viejas prácticas olvidadas y la tradición marxista leninista. Pero, eso sí, asumiendo que los muchachos que continuarán la tarea, tienen grandes aportes e innovaciones que quizás nosotros tendremos que aprender y estaremos obligados a incorporar. Conservar la esencia sin perder la frescura.

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