sábado, 4 de enero de 2025



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DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL

 

Andrés Piqueras

 

(25)

 

 

 

 

PARTE II

Del in-politicismo teórico-práctico

 

 

 

 

 

NUEVA LECTURA DE MARX

 

(…) El poco interés mostrado por ahondar en esta imbricación forma-contenido hace que cuando se lee un libro de la Nueva Lectura de Marxquedemos normalmente sin saber nada de la realidad presente; es difícil encontrar un análisis de situación que nos explique qué está pasandoen concreto. Las abstracciones de calado en que basa su análisis, imprescindibles para llegar a las bases constitutivas de la sociedad, resultan insuficientes para calibrar su permanente movimiento(haciendo una analogía física, diríamos que si nos centramos en el punto o elemento, se nos pierde la onda o movimiento –de la sociedad). 

 

Esto se corresponde con la propia definición que Ramas hace de su Escuela:

“En la Nueva Lectura de Marx, el foco pasa de la teoría de la explotación y la teoría cuantitativa de los valores y precios –propias del marxismo economicista tradicional– al estudio de la forma peculiar de constitución de sociedad mediante la abstracción del valor, la cosificación y el fetichismo. Es en este horizonte de lectura que la mía se inscribe. Desde aquí trato de explicar en qué consisten estos conceptos de fetichismo y mistificación, sus formas, y en qué medida constituyen el núcleo del proyecto de Marx de una crítica de la sociedad moderna. No por casualidad el tema del fetichismo ha sido de los más recuperados en las reflexiones actuales sobre el capitalismo, digamos post-Mayo del 68: Debord, Debray, Clouscard, Foucault, Lipovetsky, Houellebecq, Dufour. Conocer el planteamiento del fetichismo en Marx es esencial para comprender el capitalismo actual, cómo se articulan en él deseo y poder, y qué traducción política tiene todo ello” [Ramas, 2018]

 

Entiéndase, no es que la mistificación y el fetichismo no sean de suma importancia para desentrañar las claves de la sociedad capitalista y, hay que añadir, sobreponerse a ellas poniendo en marcha procesos de desalienación (vengo hablando de ello en todo el libro y he concedido mérito a su planteamiento en los primeros capítulos, con referencias y citas de esta Escuela), pero si desligamos esos procesos de la explotación y vemos a esta última como un mero anclaje “cuantitativo” del valor, perdemos la tierra de la que brotan aquéllos. El valor existe también como una definida magnitud que condiciona beneficios, políticas, posibilidades democráticas, formas de sociedad, capacidades adquisitivas y la plasmación del conjunto de precios, como vimos en la primera parte del libro. La explotación en forma de plusvalía es lo que crea al capital y constituye el leitmotivdel Sistema al que éste da vida,  el que sustenta y confiere sentido a sus dinámicas fetichistas y mistificadoras, cuya misma razón de ser es posibilitar la explotación inscrita en la reproducción ampliada del capital. 

 

Es por eso que el principal teórico de esta Escuela, Michael Heinrich, no ve la incontestable crisis interna del capital, llevado probablemente por su desconsideración de esos elementos “cuantitativos” en los que se traduce el valory que a la postre son indicativos de su propia salud, como la tasa media de ganancia. De hecho, los principales puntos en los que incide este autor van por el camino contrario, y son:


1) Negar la propuesta nodal de Marx para el análisis de la propensión a la degeneración del modo de producción capitalista: la caída tendencial de la tasade ganancia(CTTG), (Heinrich).

Los pasos concretos de esa negación son: 1– La ley de Marx es inconsistente porque sus categorías son indeterminadas; 2– no está probado empíricamente e incluso es injustificable en cualquier medida de verificación; 3– Engels editó mal las obras de Marx para distorsionar su punto de vista sobre la ley en el Tomo III de El Capital; 4– el propio Marx en sus últimos trabajos de la década de 1870 comenzó a tener dudas sobre la ley como la causa de las crisis y empezó a abandonarla en favor de alguna teoría que tuviera en cuenta el crédito, los tipos de interés y el problema de la realización (similar a la teoría keynesiana); 5– Marx murió antes de poder presentar estas revisiones de su teoría de la crisis, por lo que no existe una teoría marxista coherente de la crisis. 

 

 

2) Rechazar que en Marx estén realmente las bases de lo que después sería el marxismo. Esto viene siendo un lugar común, cada vez más recurrido por los “neomarxistas occidentales”. Pero Heinrich va más lejos. Para él no hay unidad en la propia obra de Marx. De hecho, Heinrich va a vincular una cuestión a la otra, para decir que la tendencia de la tasa de ganancia a caer fue abandonada por Marx enEl Capital,  de manera que la inclinación al colapso del capitalismo que estaba claramente indicada en los Grundrisse, quedaría reducida en su obra cumbre a una mera explicación de sus crisis cíclicas. Con ello se hacía a Marx, por lo que toca a este punto, un economista más del mainstream o, en todo caso, semejante a los teóricos de los ciclos. Según este autor, y quienes le siguen, Marx habría dudado de la validez de la tendencia que descubrió y tendría la intención de rectificarla en unas nuevas versiones de los Tomos I y III de El Capital, pero al sobrevenirle la muerte fue responsabilidad de Engels dejar esos tomos en su versión original.


No es difícil concordar con Heinrich (2014) en que la larga obra de Marx quedó (como todas) inacabada, y que ese autor (como todos) experimentó un enriquecimiento a través del aprendizaje constante, por lo que muchos de los puntos teóricos elaborados en primer lugar sufrieron con el tiempo rectificaciones e incluso abandonos en la obra posterior, de manera que no puede hablarse de “un” Marx del cual haya que extraer la “autenticidad” de sus textos, porque estos dan pie a diferentes interpretaciones, como los diversos marxismos existentes muestran. La cuestión central, sin embargo, para el objetivo de este libro, no es esa, sino qué conclusiones o implicaciones práxicassaca cada quien de su lectura de Marx. Primero, porque como el propio Heinrich reconoce, no toda interpretación es justificable si no está sólidamente engarzada a los textos marxianos, y yo añadiría, si no está vinculada a la contrastable acción política del autor de Tréveris. Segundo, porque lo verdaderamente importante es respetar los núcleos básicos que mantienen una transversalidad en su historia personal y teórica, las principales categorías que constituyen la estructura de su trabajo científico-político; precisamente para poder seguir construyendo sobre ellas, si alguien se dice “marxista”. 

 

Por eso mismo, vamos a intentar contra-argumentar los dos principales puntos extraídos aquí de la propuesta de Heinrich, para desvelar al final a qué conduce ésta en términos práxicos. 

 

I/ La hipótesis sobre las dudas y cambios de visión de Marx respecto de la caída de la tasa de ganancia y otras cuestiones, y el papel de Engels como ocultador final de todas esas incertidumbres o vacilaciones en pro de una suerte de marxismo de combate, ha ido cobrando más y más fuerza en el neomarxismo. En Heinrich (2008) hay un apartado que lleva por título “La ‘ley de caída tendencial de la tasa de beneficio’. Una crítica”. Aquí, según ya hicieran ex-marxistas (y también la línea editorial de Monthly Review), este autor intenta demostrar porqué hay una laguna importante en esa tendencia descubierta por Marx. He aquí lo sustantivo de su argumento:

 

Si nos centramos en la fórmula de Marx para la tasa media de ganancia, tenemos p/(c+v), donde p=plusvalía, que tiene que dividirse entre la suma de c=capital constante adelantado y v=capital variable o salarios. Llamémosla fórmula (A). La cual también se puede escribir (p/v)/[(c/v)+1], como fórmula (B). Una masa de plusvalor decreciente sólo indica con seguridad una caída de la tasa de beneficio si el capital global c + v que es necesario para la producción de esa masa de plusvalor no cae a su vez, sino que al menos permanece constante. Y ese presupuesto de Marx no tiene justificación evidente. El aumento del capital constante, c, tiene que ser al menos igual a la disminución del capital variable, v. Pero a escala del conjunto de la producción social tal requisito resulta indeterminado. “No sabemos si el aumento de la fuerza productiva se consiguió con una cantidad mayor o menor de capital constante adicional. (…) El que caiga la tasa de beneficio depende de qué caiga más rápido, la masa de plusvalor o el capital adelantado (…) al contrario de lo que Marx pensaba, no podemos partir de una ‘ley de la caída tendencial de la tasa de beneficio’” (Heinrich, 2008). 

 

Para Heinrich, como, curiosamente, para tantos autores de la economía política vulgar, el aumento de la extracción de plusvalor (aumento de la explotación) como consecuencia del aumento de la productividad, más que ser un factor contra-restante de la caída de la tasa de ganancia, es parte de la ley misma, una de las condiciones de las cuales la ley se supone que emana. Por eso dice este autor que Marx asume que la caída de la tasa de ganancia derivada como ley en el largo término, supera todos los factores contra-tendenciales, pero que Marx no ofrece razón alguna para justificar ese enunciado. Por el contrario, Heinrich insiste en el incremento del plusvalor relativo y de la productividad como elementos que contrarrestan la tendencia. Añade que el tiempo de plustrabajo puede también incrementarse sin modificación de la duración de la jornada o de aprovechamiento intensivo del tiempo de trabajo: reduciendo el tiempo de trabajo necesario y disminuyendo el valor de la fuerza de trabajo. Si en lugar de cuatro horas para producir el valor diario de la fuerza de trabajo, son suficientes tres horas, son entonces cinco las horas de plustrabajo. La producción de plusvalor relativo termina por reducir el valor de los medios de vida a través de un aumento de la fuerza productiva del trabajo, y de este modo reduce el valor de la fuerza de trabajo. Todo ello parte de que una jornada de trabajo más intensiva suministra un producto de valor mayor que una jornada laboral normal, exactamente igual que si se hubiera prolongado la jornada de trabajo (Heinrich). 

 


Heinrich reconoce que el capital hace del valor la única medida del trabajo, pero que al tiempo provoca una tendencial reducción del valorcon la sustitución de ‘trabajo vivo’ por ‘trabajo muerto’, lo que repercute a la postre en el valor de cambio en cuanto que plusvalor que es capaz de extraer y que en realidad es lo único que le interesa. Es por eso que Marx llamó al capitaluna “contradicción en proceso”, si bien mientras que en los Grundrisseveía en la misma el potencial para la autodestrucción del capitalismo, en El Capital, para Heinrich, queda emplazada como una contradicción soluble a través del mayor tiempo de trabajo excedente que se es capaz de conseguir. Esto es, las mercancías pueden incorporar menos valor, pero al mismo tiempo más plusvalor en ellas. Con estos argumentos, a fin de cuentas, Heinrich viene a hacerse eco de la propuesta de un clásico crítico de Marx, como fue Okishio. No voy a entrar aquí en mayores detalles sobre los presupuestos de Heinrich, no sólo porque mi postura está explicitada en los capítulos 3 y 4 al respecto, sino porque además ya Freeman y Kliman (2000) y Carchedi (2009 y 2018), entre otros, han mostrado la equivocación de Okishio. Asimismo, Roberts (2017), Carchedi y Roberts (2013 y 2018), como Maito (2016), y también Kliman (2007 y 2011), Kliman, Freeman, Potts, Gusev y Cooney (2013), además de otros autores, se han encargado de contestar a Heinrich con lujo de detalles… 

 

(continuará)

 

 



[ Fragmento de: DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL  /  Andrés Piqueras ]


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