jueves, 5 de septiembre de 2024



1204

 

LA LUCHA DE CLASES

Domenico Losurdo

 

(17)

 

 

II

 

Una lucha prolongada y no de suma cero

 

 

 


4. PROLETARIADO, INTERÉS DE CLASE Y SU SUPERACIÓN

 

En Marx y Engels no solo no hay contraposición eterna de señores y esclavos, sino que los segundos, al liquidar para siempre las relaciones sociales basadas en el dominio y la explotación, crean un orden nuevo que comporta, en una perspectiva estratégica, unas formas de vida más plenas y satisfactorias incluso para los antiguos señores.

 


Veamos en primer lugar lo que ocurre con las fuerzas productivas. La revolución socialista, al acabar con las crisis de sobreproducción que caracterizan la sociedad burguesa, fomenta las fuerzas productivas: el proletariado es el primer y más inmediato beneficiario de la superación de un sistema que pretende transformarlo en un «esclavo ascético pero productivo» (MEW), pero no es el único que sale ganando con el aumento global de la riqueza social.

 

 

Es importante sobre todo lo que ocurre en el plano intelectual y moral. Los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844destacan el hecho de que el sistema capitalista implica la deshumanización de los propios explotadores del trabajo obrero:

 

 

La producción [capitalista] produce al hombre no sólo como mercancía, hombre-mercancía (Menschenware), hombre determinado como mercancía; lo produce, de acuerdo con esta determinación, como un ser despojado de su humanidad tanto física como espiritualmente. Inmoralidad, monstruosidad, embrutecimiento de trabajadores y capitalistas(MEW).

 

 

El fenómeno de embrutecimiento y mercantilización acaba afectando a los propios explotadores. Es una tesis que se repite en La sagrada familia:

 

 

La clase propietaria y la clase proletaria presentan el mismo estado de alienación humana. Pero la primera se siente a sus anchas en esta alienación, en ella encuentra la confirmación, sabe que la alienación es su propio poder y posee en ella la apariencia de una existencia humana; la segunda, por el contrario, se siente aniquilada en esta alienación, ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia inhumana (MEW).

 

 

Aunque los procesos de empobrecimiento de las relaciones sociales y de cosificación afectan ante todo, y con una fuerza especial, al obrero —que «para el burgués es menos que un hombre» y es explotado y «usado como puro y simple material, como cosa»—, atañen a la sociedad capitalista en conjunto: «los hombres consideran que los otros solo son objetos utilizables» (MEW). No se libra nadie, ni siquiera el burgués.

 

 

No es una tesis que corresponda exclusivamente al periodo juvenil. Cuando El capital describe el horror de la acumulación capitalista originaria, invita a «ver qué hace el burgués de sí mismo y del obrero cuando sin ningún miramiento puede moldear el mundo a su imagen y semejanza» (MEW). El patrono capitalista «está arraigado en un proceso de alienación en el que se halla completamente a sus anchas, mientras que el obrero, al ser su víctima, lo enfrenta desde el principio en una relación de rebelión, lo experimenta como un proceso de reducción a la esclavitud»(Knechtungsproceβ) (MEGA). 

 


Sucede que una vez conseguida la victoria, la «rebelión» obrera también libra de la alienación al propio amo capitalista. El razonamiento también vale para las reformas concretas impuestas por la lucha de la clase obrera en el ámbito de la sociedad burguesa. En ciertos aspectos, la reducción del horario de trabajo podría ser beneficiosa para los mismos que se empeñan en impedirla. Leamos El capital:

 

 

Con ironía contenida y usando circunloquios prudentes, los inspectores fabriles insinúan que la actual ley de las diez horas en cierto modo redime (befreit) al propio capitalista de su brutalidad natural en cuanto mera encarnación del capital y le ha dado tiempo para «cultivarse» (MEW).

 

 

En otras palabras: si el proletariado tiene un interés material, además de intelectual y moral, en tumbar el dominio de la clase capitalista, ciertos individuos y sectores de esa misma clase también podrían tener un interés intelectual y moral en acabar con el orden existente. Es un aspecto en el que hace hincapié sobre todo Engels, que es él mismo «un capitalista». En concreto, sugiere que los burgueses más clarividentes podrían estar interesados en una transformación de la sociedad que vaya más allá del plano propiamente intelectual y moral. Piénsese en las consecuencias que ha tenido en Inglaterra la terrible degradación de los barrios obreros y populares. Son auténticos guetos: se trata de «esconder a los señores ricos, a las damas ricas, de estómago fuerte y nervios débiles, la miseria y la suciedad que constituyen el complemento de su riqueza y su lujo». Sin embargo, por hábil que sea «este urbanismo hipócrita», este «ordenamiento urbanístico tan pudoroso» (MEW), no consigue ocultar el afeamiento del paisaje urbano, que sigue siendo un puñetazo en los ojos de todos.

 

 

Los barrios-guetos obreros y populares también son repugnantes por sus condiciones higiénicas, no solo por la miseria, por lo que están expuestos a las epidemias. En Manchester, con la propagación del cólera, «una ola de terror cundió entre la burguesía de la ciudad. De repente la gente se acordó de las insalubres moradas de los pobres, y tembló al darse cuenta de que cada uno de esos míseros barrios se convertiría en un foco de infección desde donde la enfermedad se extendería desastrosamente en todas direcciones, hasta las casas de las personas pudientes» (MEW). Aunque quienes pagan sus consecuencias más graves son los obreros hacinados y confinados en fábricas y barrios malsanos, la lógica desencadenada por el beneficio capitalista provoca una devastación general.

 

 

Esto también se puede aplicar a otros aspectos de la vida social. Nadie debería permanecer insensible a la polarización de riqueza y pobreza propia de la sociedad burguesa, puesto que engendra «la guerra social, la guerra de todos contra todos» y una inseguridad generalizada que de hecho coloca «la casa de cada individuo en estado de sitio» (MEW). En este caso el orden social también tiene consecuencias negativas para la propia clase dominante.

 

 

Por otro lado, ¿hasta qué punto se puede considerar culpable a cada miembro de la burguesía capitalista? Después de llamar la atención sobre las consecuencias ruinosas para el proletariado del afán ilimitado de «beneficio» («muerte prematura», «tortura del trabajo excesivo», etc.), El capital siente la necesidad de añadir:

 

 

En líneas generales esto ni siquiera depende de la buena o mala voluntad del capitalista. La libre competencia impone las leyes inmanentes de la producción capitalista como ley exterior coercitiva frente al capitalista individual (MEW).

 

 

Aunque afecte en primer lugar al proletario, el capitalista individual no se libra de la «relación de coerción» entre capital y trabajo, pues también él está sometido a una «ley coercitiva» impuesta desde fuera (MEGA); él «es una mera rueda de engranaje» (MEW). Es más, el joven Engels escribe que el socialismo/comunismo aplica el «principio de la inimputabilidad del individuo» cuando analiza el funcionamiento del orden social. Por eso, «en la misma medida en que el proletariado acogerá en su seno a elementos socialistas y comunistas, en esa misma medida» debería atenuarse «la exasperación del proletariado hacia sus opresores» como individuos (y por lo tanto debería disminuir la violencia de la revolución anticapitalista) (MEW).

 

 

Para Marx y Engels se trata no solo de suprimir la explotación de clase dentro de un país, sino también la opresión nacional. Y de nuevo surge el planteamiento de fondo que ya conocemos: aunque los dos pensadores revolucionarios se dirigen ante todo y directamente al pueblo oprimido, no solo invitan al proletariado del país opresor a no hacer causa común con las clases privilegiadas, sino que tampoco cierran la puerta a los miembros más ilustrados de estas clases. Veremos repetidamente enunciada la tesis de que un pueblo que oprime a otro no es libre; al igual que la «guerra social» dentro de un país, con más motivo el estado de guerra latente o abierta entre los pueblos provoca un «estado de sitio» más o menos generalizado y, por ende, una limitación de la libertad del mismo pueblo opresor.

 

 

En conclusión: la inmensa mayoría de la humanidad está interesada en la revolución social que se avecina. Hasta los sectores y miembros de la clase explotadora y del pueblo opresor más propensos al estudio teórico y la reflexión moral están llamados de algún modo a tener en cuenta los graves inconvenientes prácticos y la devastación general causados por el sistema social, aunque en el plano material inmediato se beneficien de él. Ser comunistas significa, ciertamente, fomentar la lucha de clases de los oprimidos (a escala internacional, nacional y familiar), pero también haber desarrollado esta capacidad de ver las cosas en conjunto. En este sentido el joven Engels afirma que «el comunismo está por encima de la oposición entre proletariado y burguesía» y en esto se distingue del «cartismo, que tiene un carácter exclusivamente proletario» y por lo tanto arrastra residuos de gremialismo (MEW)…

 

(continuará)

 

 [ Fragmento de: Domenico Losurdo. “La lucha de clases” ]

 

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