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LA LUCHA DE CLASES
Domenico Losurdo
(02)
I
Las distintas formas de la lucha de clases
1. «LIBERACIÓN DE LA CLASE OBRERA» Y «LIBERACIÓN NACIONAL»
Los dos filósofos y militantes revolucionarios no expusieron ni aclararon de un modo sistemático una tesis que, sin embargo, es crucial en su pensamiento. Pese a todo, para darnos cuenta de lo reductiva y engañosa que es la lectura acostumbrada de la teoría de la lucha de clases, basta con echar un vistazo a la plataforma teórica y política que se puede leer en Marx (y en Engels) ya a partir de sus primeros escritos. El punto de partida es bien conocido: aunque se han logrado resultados importantes, el derrocamiento del antiguo régimen y la eliminación del despotismo monárquico y de las relaciones feudales de producción no son la meta del necesario proceso de transformación política y social radical. Es preciso ir mucho más allá de la «emancipación política», que es el resultado de la revolución burguesa: se trata de realizar la «emancipación humana», la «emancipación universal» (MEW). Una nueva revolución asoma en el horizonte, pero ¿cuáles son sus objetivos?
Hay que derribar el poder de la burguesía para romper las «cadenas» impuestas por ella, las cadenas de la «esclavitud moderna», de la «esclavitud asalariada»; hay que lograr la «liberación de la clase obrera», «la emancipación económica de la clase obrera» mediante «la supresión de todo dominio de clase» (MEW). No cabe duda: es constante la referencia a la lucha que debe entablar el proletariado contra la burguesía. Pero ¿se agota con esto la lucha por la «emancipación humana», por la «emancipación universal»?
Poco antes de hacer el llamamiento final a la «revolución comunista» y al derrocamiento «por la violencia de todo el orden social existente», el Manifiesto del partido comunista también invoca la «liberación nacional» de Polonia. Aquí aparece una consigna nueva. Engels, desde sus primeros escritos e intervenciones, se pronuncia por la «liberación de Irlanda» o por la «conquista de la independencia nacional» emprendida por un pueblo que sufre una «opresión de cinco siglos» (MEW). A su vez, después de haber reclamado ya a finales de 1847 la «liberación» de las «naciones oprimidas», Marx no se cansa de llamar a la lucha por «la emancipación nacional de Irlanda» (MEW).
Veamos: la revolución radical invocada por Marx y Engels no solo propugna la liberación/emancipación de la clase oprimida (el proletariado), sino también la liberación/emancipación de las naciones oprimidas. Después de mencionar rápidamente el problema de la «liberación nacional» de Polonia, el Manifiesto termina con la exhortación: «¡Proletarios de todos los países, uníos!». Este famosísimo llamamiento también es la conclusión del Manifiesto inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores fundada en 1864. Pero en este texto se dedica un amplio espacio a una «política exterior» que impida «el asesinato de la heroica Polonia», de Irlanda y de otras naciones oprimidas, se comprometa con la abolición de la esclavitud de los negros en Estados Unidos y acabe con las «guerras de filibusteros» del «Occidente europeo» en las colonias (MEW).
La lucha por la emancipación de las naciones oprimidas no es menos importante que la lucha por la emancipación del proletariado. Las dos luchas se siguen y promueven con la misma pasión. En agosto de 1844 Marx escribe a Feuerbach:
Tendría que haber asistido usted a un encuentro de los obreros (ouvriers) franceses para poder creer en la frescura juvenil y la nobleza de ánimo (Adel) de esta gente destruida por la fatiga [...]. En todo caso, es entre estos «bárbaros» de nuestra sociedad civilizada donde la historia prepara las fuerzas prácticas para la emancipación del hombre (MEW).
Cuatro años después, en un artículo del 3 de septiembre de 1848, Engels llama la atención sobre el desmembramiento y el reparto de Polonia perpetrado por Rusia, Austria y Prusia. En la nación que la sufre, esta tragedia provoca una respuesta casi coral. Nace un movimiento de liberación en el que participa la propia nobleza. Con tal de lograr el fin de la opresión y la humillación nacional, esta clase está dispuesta a renunciar a sus privilegios feudales para alinearse «con la revolución agraria democrática con un espíritu de sacrificio sin precedentes» (MEW). El entusiasmo que se desprende de este texto no debe atribuirse a la ingenuidad o el simplismo que a menudo se reprochan a Engels. A este respecto, Marx se expresa en términos aún más enfáticos: «la historia universal no conoce ningún otro ejemplo de semejante nobleza de ánimo de la nobleza». Es un lenguaje que da que pensar. La «nobleza de ánimo» (Adel) que elogia en los obreros franceses se reconoce ahora ampliamente en la aristocracia polaca e, indirectamente, en una gran lucha de liberación nacional en conjunto.
Aunque tampoco hay que perder de vista las diferencias. Si el proletariado es el protagonista del proceso de liberación/emancipación que rompe las cadenas del dominio capitalista, más amplio es el espectro llamado a romper las cadenas de la opresión nacional. Lo hemos visto en el caso de Polonia, pero lo mismo se podría decir de Irlanda. En una larga carta de abril de 1870, Marx apoya una unión que llama la atención por sus características heterogéneas: sus protagonistas serían, por un lado, los obreros ingleses, y por otro la nación irlandesa como tal. Los primeros están llamados a apoyar la «lucha nacional irlandesa» y distanciarse de la política que aplican los «aristócratas y capitalistas» ingleses «contra Irlanda» en conjunto. Dura y despiadada es la opresión ejercida por las clases dominantes inglesas, pero por suerte se puede contar con el «carácter revolucionario de los irlandeses» (MEW), una vez más considerados en conjunto. El llamamiento es a aplicar en primer lugar este arrojo revolucionario a la lucha de liberación nacional. Se invita a la nación oprimida a luchar partiendo de una base nacional lo más amplia posible, mientras que en la nación opresora la tarea del proletariado consiste en acrecentar el antagonismo con la clase dominante, promoviendo así su propia emancipación «humana» a la vez que contribuye a la emancipación nacional de la nación oprimida.
Marx y Engels no llegan sin oscilaciones a esta plataforma teórica: «se puede decir que Irlanda es la primera colonia inglesa», le escribe el segundo al primero en una carta de mayo de 1856 (MEW). Esto nos transporta al mundo colonial, fuera de Europa, y sobre todo a la India, a la que tres años antes Marx llamaba «la Irlanda de Oriente» (MEW y MEGA). A la situación trágica de la India remite ya la Miseria de la filosofía, que llama la atención sobre una realidad generalmente obviada por los economistas burgueses, empeñados en demostrar la capacidad del capitalismo de mejorar la condición de la clase obrera. Estos economistas no mencionan a «los millones de obreros que han tenido que morir en las Indias Orientales para deparar al millón y medio de obreros, que trabajan en Inglaterra en la misma industria, tres años de prosperidad sobre diez» (MEW). Aquí la confrontación es entre unos obreros y otros, y es una confrontación que pone en evidencia la diversidad de las condiciones entre metrópoli capitalista y colonias. Veamos ahora el panorama que presenta un artículo de Marx de julio de 1853. Después de describir la trágica situación de la India y las nuevas inquietudes que la agitan tras el encuentro-choque con la cultura europea (representada por los colonizadores ingleses), el texto prosigue así:
Los indios no cosecharán los frutos de los elementos de una sociedad nueva que ha sembrado entre ellos la burguesía británica hasta que en la propia Inglaterra el proletariado industrial no derribe a las clases dominantes, o hasta que los propios hindúes sean lo bastante fuertes como para sacudirse el yugo del dominio inglés (MEW y MEGA).
Se plantean aquí dos escenarios revolucionarios distintos: el primero (en Inglaterra) tiene al «proletariado industrial» como protagonista de la revolución anticapitalista, el segundo (en la colonia sometida) tiene como protagonistas a los «hindúes». Cada vez que está en juego la «emancipación nacional» o la «liberación nacional», el sujeto es la nación oprimida como tal: los polacos, los irlandeses, los hindúes. ¿Acaso los dos teóricos del materialismo histórico han dejado de prestar atención a la lucha de clases?...
(continuará)
[ Fragmento de: Domenico Losurdo. “La lucha de clases” ]
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