lunes, 11 de marzo de 2024

 

1128

 

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

Lenin

 

( 16 )

 

 

 

CAPÍTULO IV

CONTINUACIÓN.

 

ACLARACIONES COMPLEMENTARIAS DE ENGELS

 

 

 

 

6. Engels y la superación de la democracia

 

Engels tuvo que hablar de esto refiriéndose a la inexactitud científica de la denominación de “socialdemócrata”. En el prefacio a la edición de sus artículos de la década de los setenta sobre diversos temas, predominantemente de carácter “internacional” (Internationales aus dem Volksstaat), prefacio fechado el 3 de enero de 1894, es decir, escrito año y medio antes de morir Engels, este hacía constar que en todos los artículos se empleaba la palabra “comunista” y no “socialdemócrata”, pues por aquel entonces, socialdemócratas se llamaban los proudhonianos en Francia y los lassalleanos en Alemania.

 

… Para Marx y para mí –prosigue Engels– era, por tanto, sencillamente imposible emplear una expresión tan elástica para denominar nuestro punto de vista especial. En la actualidad, la cosa se presenta de otro modo, y esta palabra (“socialdemócrata”) puede, tal vez, pasar ( mag passieren), aunque sigue siendo inadecuada ( unpassend) para un partido cuyo programa económico no es un simple programa socialista en general, sino un programa directamente comunista, y cuya meta política final es la superación total del Estado y, por consiguiente, también de la democracia. Pero los nombres de los verdaderos (subrayado por Engels) partidos políticos nunca son adecuados por entero; el partido se desarrolla y el nombre queda.

 

El dialéctico Engels, en el ocaso de su existencia, sigue siendo fiel a la dialéctica. Marx y yo –nos dice– teníamos un hermoso nombre, un nombre científicamente exacto, para el partido, pero no teníamos un verdadero partido, es decir, un partido proletario de masas. Hoy (a fines del siglo XIX) existe un verdadero partido, pero su nombre es científicamente inexacto.

 

No importa, “puede pasar”: ¡lo importante es que el partido se desarrolle, que no desconozca la inexactitud científica de su nombre y que esta no le impida desarrollarse en la dirección certera!

 

Tal vez haya algún bromista que quiera consolarnos también a nosotros, los bolcheviques, a la manera de Engels: tenemos un verdadero partido, que se desarrolla de manera excelente; por tanto, también “puede pasar” una palabra tan sin sentido y tan fea como la palabra “bolchevique”, que no expresa absolutamente nada, fuera de la circunstancia puramente accidental de que en el Congreso de Bruselas-Londres de 1903 tuvimos nosotros la mayoría…

 

Tal vez hoy, cuando las persecuciones llevadas a cabo en julio y agosto contra nuestro partido por republicanos y por la filistea democracia “revolucionaria” han hecho la palabra “bolchevique” tan popular y honrosa, y cuando, además, esas persecuciones han marcado un progreso tan enorme, un progreso histórico de nuestro partido en su desarrollo real, tal vez hoy, yo también dudaría en cuanto a mi propuesta de abril de cambiar el nombre de nuestro partido. Quizás propondría a mis camaradas una “transacción”: llamarnos partido comunista y dejar entre paréntesis la palabra bolchevique …

 

 

Pero la cuestión del nombre del partido es incomparablemente menos importante que la de la posición del proletariado revolucionario con respecto al Estado.

 

En las consideraciones corrientes acerca del Estado, se comete constantemente el error contra el que previene aquí Engels y que hemos señalado de paso en nuestra anterior exposición, a saber: se olvida constantemente que la destrucción del Estado es también la destrucción de la democracia, que la extinción del Estado implica la extinción de la democracia.

 

A primera vista, esta afirmación parece extraña e incomprensible sobremanera; tal vez alguien llegue incluso a temer que estemos esperando el advenimiento de una organización social en que no se acate el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría, ya que la democracia es, precisamente, el reconocimiento de este principio.

 

No. La democracia no es idéntica a la subordinación de la minoría a la mayoría. Democracia es el Estado que reconoce la subordinación de la minoría a la mayoría, es decir, una organización llamada a ejercer la violencia sistemática de una clase contra otra, de una parte de la población contra otra.

 

Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del Estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia sobre los hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no se acate el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando al socialismo, estamos persuadidos de que este se convertirá gradualmente en comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, toda necesidad de subordinación de unos hombres a otros, de una parte de la población a otra, pues los hombres se habituarán a observar las reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación.

 

Para subrayar este elemento del hábito es para lo que Engels habla de una nueva generación que, “educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo de la estructura del Estado”, de todo Estado, inclusive el Estado democrático-republicano. A fin de explicar esto, es necesario analizar la cuestión de las bases económicas de la extinción del Estado…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Lenin. “El estado y la revolución” ]

 

*


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar