lunes, 13 de noviembre de 2023



1077


EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

Lenin


( 02 )



2. Los destacamentos especiales de fuerzas armadas, las cárceles, etcétera


… Frente a la antigua organización gentilicia (de tribu o de clan) –prosigue Engels–, el Estado se caracteriza, en primer lugar, por la agrupación de sus súbditos según divisiones territoriales…

A nosotros, esta agrupación nos parece “natural”, pero ella exigió una larga lucha contra la antigua organización en gens o en tribus.

… El segundo rasgo característico es la instauración de una fuerza pública que ya no es precisamente la población autoorganizada como una fuerza armada. Esta fuerza pública especial hácese necesaria porque desde la división de la sociedad en clases es ya imposible una organización armada espontánea de la población (…) Esta fuerza pública existe en todo Estado; y no está formada solo por hombres armados, sino también por aditamentos materiales, las cárceles y las instituciones coercitivas de todo género, que la sociedad gentilicia (de clan) no conocía… 


Engels desarrolla la noción de esa “fuerza” a que se da el nombre de Estado, fuerza que brota de la sociedad, pero que se sitúa por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella. ¿En qué consiste, fundamentalmente, esta fuerza? En destacamentos especiales de hombres armados, que tienen a su disposición cárceles y otros elementos.


Tenemos derecho a hablar de destacamentos especiales de hombres armados, pues la fuerza pública, propia de todo Estado, “ya no es” la población armada, su “organización armada espontánea”. Como todos los grandes pensadores revolucionarios, Engels se esfuerza por dirigir la atención de los obreros conscientes precisamente hacia aquello que el filisteísmo dominante considera como lo menos digno de atención, como lo más habitual, santificado por prejuicios no ya sólidos, sino podríamos decir que petrificados. El ejército permanente y la policía son los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder estatal.


Pero ¿puede acaso ser de otro modo?


Desde el punto de vista de la inmensa mayoría de los europeos de finales del siglo xix, a quienes se dirigía Engels y que no había vivido ni visto de cerca ninguna gran revolución, esto no podía ser de otro modo. Para ellos era completamente incomprensible eso de la “organización armada espontánea de la población”. A la pregunta de por qué ha surgido la necesidad de destacamentos especiales de hombres armados (policía y ejército permanente), situados por encima de la sociedad y divorciados de ella, el filisteo de Europa occidental y el filisteo ruso se inclinaban a contestar con un par de frases tomadas de Spencer o de Mijailovski, remitiéndose al crecimiento de la complejidad de la vida social, a la diferenciación de funciones, etcétera.


Estas referencias parecen “científicas” y adormecen magníficamente al filisteo, velando lo principal y fundamental: la división de la sociedad en clases enemigas irreconciliables.


Si no existiese esa división, la “organización armada espontánea de la población” se diferenciaría por su complejidad, por su elevada técnica, etcétera, de la organización primitiva de la manada de monos que manejan el palo, o de la del hombre primitivo, o de los hombres agrupados en clanes; pero semejante organización sería posible.


Y no lo es porque la sociedad civilizada se halla dividida en clases enemigas y, además, irreconciliablemente enemigas, cuyo armamento “espontáneo” conduciría a la lucha armada entre ellas. Se forma el Estado, se crea una fuerza especial, destacamentos especiales de hombres armados, y cada revolución, al destruir el aparato estatal, nos muestra muy a las claras cómo la clase dominante se esfuerza por restaurar los destacamentos especiales de hombres armados a su servicio, cómo la clase oprimida se esfuerza por crear una nueva organización de este tipo que sea capaz de servir no a los explotadores, sino a los explotados.


En el razonamiento citado, Engels plantea teóricamente el mismo problema que cada gran revolución plantea ante nosotros prácticamente, de un modo palpable y, además, sobre un plano de acción de masas: el problema de la relación entre los destacamentos “especiales” de hombres armados y la “organización armada espontánea de la población”. Hemos de ver cómo ilustra de un modo concreto esta cuestión la experiencia de las revoluciones europeas y rusas. Pero volvamos a la exposición de Engels.


Engels señala que, a veces, por ejemplo, en algunos lugares de Norteamérica, esta fuerza pública es débil (se trata de raras excepciones dentro de la sociedad capitalista y de aquellos sitios de Norteamérica en que imperaba, en el período pre-imperialista, el colono libre), pero que, en términos generales, se fortalece:


… La fuerza pública se fortalece a medida que los antagonismos de clase se exacerban dentro del Estado y a medida que se hacen más grandes y más poblados los Estados colindantes. Y si no, examínese nuestra Europa actual, donde la lucha de clases y la rivalidad en las conquistas han hecho crecer tanto la fuerza pública, que esta amenaza con devorar a la sociedad entera y aun al Estado mismo… 


Esto fue escrito no más tarde que a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado. El último prólogo de Engels lleva la fecha de 16 de junio de 1891. Por aquel entonces, comenzaba apenas en Francia, y más tenuemente todavía en Norteamérica y Alemania, el viraje hacia el imperialismo, tanto en el sentido de la dominación completa de los trusts, como en el sentido de la omnipotencia de los grandes bancos, en el sentido de una grandiosa política colonial, etcétera. Desde entonces, la “rivalidad en las conquistas” ha dado un gigantesco paso adelante, tanto más cuanto que a comienzos de la segunda década del siglo xx el planeta quedó definitivamente repartido entre estos “conquistadores rivales”, es decir, entre las grandes potencias rapaces.


Desde entonces, los armamentos terrestres y marítimos han crecido en proporciones increíbles, y la guerra de rapiña de 1914 a 1917 por el dominio de Inglaterra o Alemania, sobre el mundo, por el reparto del botín, ha llevado la “absorción” de todas las fuerzas de la sociedad por un poder estatal rapaz hasta el borde de una catástrofe completa.


Ya en 1891, Engels supo señalar la “rivalidad en las conquistas” como uno de los más importantes rasgos distintivos de la política exterior de las grandes potencias. ¡Y los canallas del socialchovinismo de los años 1914-1917, precisamente cuando esta rivalidad, agudizándose más y más, ha engendrado la guerra imperialista, encubren la defensa de los intereses rapaces de “su” burguesía con frases sobre “la defensa de la patria”, sobre “la defensa de la república y de la revolución” y con otras por el estilo!...


(continuará)



[ Fragmento de: LENIN, “el estado y la revolución” ]


*


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar