viernes, 28 de julio de 2023

 

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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

 

 (…)

 

 

 

 

Segunda parte

ESTRATEGIAS MUNDIALES E INTERVENCIÓN

 

 

 

10. La visión de Europa del Office of Strategic Services

 

 

 

 

III.

 

LA GUERRA FRÍA CIERRA EL PARÉNTESIS ABIERTO

EL 23 DE AGOSTO DE 1939

 

 

(…) En desarrollo de este programa firmaron Gran Bretaña, Francia y Benelux el Pacto de Bruselas –13-3-1948– creando la Organización para la Cooperación Económica Europea (OCEE), encargada de administrar el plan lanzado por el general Marshall desde la Secretaría de Estado. El 2 de abril del mismo año, la CIA estimaba que, a la vista de la capacidad de los partidos de izquierda en Italia y Francia,

 

«está aún lejos de ser segura la eficacia última del programa de recuperación para la estabilidad económica de Europa Occidental».

 

El programa de EEUU se institucionalizaría aquel 1948 en el Consejo de Europa, en 1951 en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y en 1957 en la Comunidad Económica Europea (Tratado de Roma), que integraban a los Estados vencedores y a los derrotados de 1945 –Alemania e Italia. El 20 de marzo de 1949 el Departamento de Estado precisaba que

 

«el Pacto del Atlántico Norte es un complemento necesario de la amplia coordinación económica ahora en curso del Programa de Recuperación Europea».

 

El plan mundial, su variante militar, tomó forma en América Latina en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Río de Janeiro, 1947), en el Pacífico en el ANZUS (San Francisco, 1951), en el sureste asiático en la OTASE (Manila, 1954), y en el Próximo Oriente en el CENTO (Bagdad, 1955).

 

EEUU consolidó su protectorado sobre una parte de Europa mediante la rápida recomposición de las destrucciones de la guerra de 1939-1945, cuando al capital europeo le era imposible construir una estrategia autónoma de EEUU y aun menos contrapuesta. El balance de la CIA el 20 de abril de 1949 era que

 

el efecto acumulativo combinado de la recuperación económica [de Europa occidental] y el éxito en la negociación del Pacto de la OTAN, han modificado las posiciones relativas de EEUU y la URSS de modo notable […]. En los países del Benelux está asegurada su proclividad a apoyar los fines de EEUU en Europa. […] En Francia […] ha disminuido debajo de su nivel crítico la capacidad tanto de los comunistas como de los gaullistas para capitalizar el descontento popular […]. En Italia se ha reducido la receptividad masiva a los comunistas […]. Esos avances positivos han beneficiado la conducción de la “guerra fría” por EEUU.

 

Las metas sociopolíticas de esta última iban a tener la larga proyección que recogería en 1978 Helmut Schmidt, canciller de la RFA (socialdemócrata):

 

Yo he sido siempre partidario de la alianza con EEUU de Norteamérica, dicho sea en otras palabras un partidario del Atlántico, y lo continuaré siendo. Al mismo tiempo, siempre he defendido los esfuerzos de integración de Europa. En esto tampoco cambiaré. Nunca he visto una contradicción entre los dos objetivos. Por el contrario, siempre los he considerado no sólo compatibles sino complementarios.

 

El Comité de Planificación Política del Departamento de Estado contemplaba en su informe de 24 de febrero de 1948 las opciones retenidas:

 

[…] La única manera como una unión europea, que incluya a G. Bretaña pero excluya Europa oriental, puede resultar económicamente robusta sería que desarrollara la más estrecha relación comercial con este hemisferio [América] o con África […]. En primer lugar, Gran Bretaña podría ser estimulada a ejecutar con vigor sus planes de participar en una unión europea, y nosotros podemos buscar que toda esa unión, y no sólo Gran Bretaña, tenga una más estrecha asociación con EEUU y Canadá […]. Una segunda posible solución consistiría en arreglos por los cuales las naciones de Europa occidental emprendan juntas el desarrollo económico y la explotación de las áreas coloniales y dependientes de África […]. Éste es fácilmente accesible a las naciones marítimas de Europa occidental, y políticamente controlan o influyen en la mayor parte del mismo […].

 

Luz verde a la Europa integrada en la Coalición de la Guerra Fría para que neocolonizara África.

 

A cambio de aceptar su protección, la penetración de Norteamérica en el sistema económico europeo ha sido suficientemente elevada como para que ningún país, ni conjunto de países, de la Coalición de la Guerra Fría concibiera un programa económico, a corto o largo plazo, sin la anuencia de los centros de decisión de EEUU. Por el contrario, decisiones unilaterales de Norteamérica han sido puestas en práctica en Europa ininterrumpidamente. Con todo, la subordinación primera y capital de la Europa occidental, prerrequisito de las restantes, ha sido la que integró sus estructuras militares dentro del aparato militar norteamericano. El desarrollo de la tecnología bélica posterior a 1945 puso el armamento estratégico bajo el monopolio de EEUU, sin que la disponibilidad nuclear ulterior de Francia y Gran Bretaña lo altere significativamente. El rearme táctico y convencional de la Europa de la CEE ha sido dirigido en lo sustantivo por Norteamérica, a través de la OTAN o de tratados bilaterales que cubren toda Europa occidental con la excepción de los Estados neutrales –Austria, Suiza, Suecia, Irlanda. El estacionamiento de tropas y armamento estratégico, el alto porcentaje de aprovisionamiento en EEUU de armamento convencional, convirtió a los ejércitos europeos en auxiliares del de Norteamérica. Las cabezas atómicas instaladas en los países de la OTAN están bajo control exclusivo de EEUU, su VI Flota en el Mediterráneo nunca ha sido incorporada al mando integrado de la OTAN. Poder atómico y poder naval están, así, bajo el control único de Washington. También las comunicaciones dentro de, y entre, los ejércitos de la OTAN, que usan códigos conocidos de Norteamérica; mientras que las comunicaciones entre el Pentágono y el mando americano de la OTAN utilizan códigos exclusivos, inaccesibles a los aliados europeos.

 

Sólo el Parlamento de Francia se negó a ratificar el Tratado de París de 1952, que preveía crear una fuerza europea bajo dirección unificada e integrada en la OTAN –gaullistas y comunistas sumaron sus votos en aquella ocasión. Bajo la presidencia de Charles de Gaulle (1958-1969), Francia osó concebir una política de defensa acorde con una doctrina autónoma, dotándose de armamento atómico y convencional propios que le permitieron, en 1963, retirar su Flota y, en 1966, al conjunto de sus FF AA del comando militar integrado de la OTAN. Sin embargo, las circunstancias que en 1969 provocaron la dimisión del presidente De Gaulle frustraron el desarrollo de esta autonomía, Francia volvió a la dependencia técnica de EEUU y a la disciplina de la Coalición de la Guerra Fría. El orden universal continuó en las manos del líder de esta última, el regional y local fue compartido con algunos de los coaligados. Que estos últimos acataran sin rechistar las decisiones del líder –pretensión de Henry Kissinger–, o que fueren consultados para hacerlos copartícipes de las decisiones norteamericanas –recomendación de Zbigniew Brzezinski–, ha dependido del buen querer o cálculo del gobierno de EEUU.

 

El período que se iniciaba en 1945 fue también el de la hegemonía cultural e ideológica de EEUU. Profesionales de las ciencias sociales fueron contratados para perfeccionar métodos de control sociopolítico sobre los pueblos dominados. El gobierno Truman creó en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) el Centro de Estudios Internacionales (CENIS) como laboratorio pensante para la CIA. El Departamento de Recursos Humanos del Ejército financió desde 1951 contratos de investigación universitaria en psicología social, propaganda, lucha psicológica y desarrollo político, con presupuestos del orden de 8,2 millones de dólares en 1965 y 8,3 millones en 1966, complementados con 3,6 millones adicionales de la Marina más los de la Agencia Internacional de Desarrollo (AID). Entre 1962 y 1965, veinte proyectos universitarios contaron con un presupuesto anual de 5,7 millones de dólares. El Pentágono estimaba que sus gastos en investigaciones sociológicas pasaron de 10 millones de dólares en 1960 a cerca de 160 millones en 1966. A partir de 1964, las actividades de inspiración militar en las universidades fueron confiadas al Grupo Coordinador de Investigaciones sobre Áreas Extranjeras. En 1966 fue creado el Centro de Investigaciones en Sistemas Sociales (CRESS), dotado en 1968 de un presupuesto de mil millones de dólares. Su producto final se ha superpuesto al generado en Europa, las técnicas audiovisuales contribuyendo a su difusión masiva. Las principales agencias creadoras de opinión mundial, que antes de 1939 estaban en manos sobre todo de Gran Bretaña o Alemania, pasaron bajo control norteamericano –caso de la agencia Reuters– o fueron desplazadas a un segundo plano.

 

En el campo político y económico, el líder de la guerra fría coordinó los pasos para organizar la pequeña Europa de la CEE también según conceptos tradicionales británicos. Los recogía el 24 de febrero de 1948 el Informe núm. 23 del Comité de Planificación Política, dependiente del general Marshall, secretario de Estado durante la Administración Truman:

 

1. Alguna forma de unión política, militar y económica en Europa occidental será necesaria si […] han de mantenerse frente a los pueblos del Este […]. Si no existe una real federación europea y si Alemania no es restaurada como un país fuerte e independiente, Europa occidental […] no puede indefinidamente oponerse a una Europa oriental organizada.

 

¿Cómo alcanzar el objetivo? Dividiendo Alemania, dividiendo a los europeos:

 

La única posibilidad razonablemente esperanzadora […] es alguna forma de federación en Europa occidental y central. Nuestro dilema hoy estriba en el hecho de que si bien una federación europea sería la mejor solución desde el punto de vista de los intereses de EEUU, los alemanes se hallan poco preparados para ello. Lograr esa federación sería más fácil si Alemania fuera dividida, o drásticamente descentralizada, y si las partes integrantes pudieran ser llevadas por separado a la unión europea […]. Nosotros podríamos proceder a partir Alemania con indiferencia de la opinión de los habitantes, y tomar los respectivos segmentos para que ocupen su sitio en una Europa federada. Pero en las circunstancias que prevalecen hoy, no podemos hacer esto sin empujar al pueblo alemán a los brazos de los comunistas […], nuestras posibilidades se reducen por tanto, por vía de exclusión, a una política que, sin apremiar en la cuestión de la partición de Alemania, intente llevar a Alemania, o a Alemania occidental, a una federación europea […]. Una segunda línea de nuestra planificación debe de ir en dirección de la mayor compenetración de la economía alemana con la del resto de Europa […]. Lo que los alemanes necesitan es […] ser sacados de su egocentrismo colectivo y animados a ver las cosas con mayor amplitud, a tener intereses en todas partes en Europa y en el Mundo, y a aprender a pensarse a ellos mismos como ciudadanos del Mundo y no solamente como alemanes […]. La ocupación militar de Alemania occidental va a tener que durar un buen rato. Tenemos incluso que estar preparados para ver aquélla como una característica casi permanente de la escena europea.

 

Este informe del Comité de Planificación Política partía de un supuesto, que

 

«a largo plazo, sólo caben tres posibilidades para el futuro de Europa occidental y central. Una es la dominación germana. Otra es la dominación rusa. La tercera es una Europa federada en la que las partes de Alemania están absorbidas pero en la que la influencia de los otros países es bastante para retener a Alemania en su lugar».

 

La tercera opción era rechazada, pues federaba el conjunto de Europa, Rusia incluida. Obviamente excluía la segunda opción. Quedaba la primera, promover la hegemonía de Alemania, pero previamente fragmentada y bajo tutela de EEUU. Al igual que hizo Gran Bretaña después del Tratado de Versalles (1919), la estrategia de Truman impulsaba que en el continente Alemania fuera plaza fuerte y ariete contra las organizaciones populares o contestatarias del sistema capitalista. El conjunto de Europa fue de este modo instalado en la guerra fría. La Carta del Atlántico de 1941, el Plan Morgenthau de 1944, la Declaración de la Europa Liberada aprobada en Yalta en 1945, todos los testimonios de los planes de Roosevelt fueron archivados. La Conferencia de los Seis –EEUU, Gran Bretaña, Francia, los tres países del Benelux– (Londres, 1948), formalizó la decisión de reconstruir aceleradamente el poder industrial de la zona alemana bajo control anglo-americano-francés. Los acuerdos de París de 1954 autorizaron a la recién creada RFA alistar tropas aunque, naturalmente, bajo el mando de la OTAN y sin armamento atómico. En suelo alemán fue cavada la trinchera que mantendría dividida a Europa desde 1945.

 

Es elocuente contrastar los inaplicados acuerdos de Yalta de febrero de 1945 con las conclusiones del Consejo Nacional de Seguridad de EEUU del 30 de marzo de 1948, que sí fueron puestos en práctica. Mientras en Yalta se aprobó que

 

el premier de la URSS, el primer ministro del Reino Unido y el presidente de EEUU de América serán consultados en el interés común de los pueblos de sus países respectivos y los de la Europa liberada. Afirman conjuntamente su acuerdo para establecer una política común de sus tres gobiernos durante el período temporal de inestabilidad de la Europa liberada, con el fin de ayudar a los pueblos de Europa liberados de la dominación de la Alemania nazi, y a los pueblos de los antiguos Estados satélites del Eje, a resolver por medios democráticos sus problemas políticos y económicos más apremiantes. El establecimiento del orden en Europa y la reconstrucción de las economías nacionales deben ser realizados por procedimientos que permitan a los pueblos liberados destruir los últimos vestigios del nazismo y del fascismo, y establecer las instituciones democráticas que escojan. Éstos son los principios de la Carta del Atlántico –derecho de todos los pueblos a escoger la forma de gobierno bajo el cual desean vivir– restauración de los derechos soberanos y de autogobierno en provecho de los pueblos que han sido privados de ellos por las potencias agresoras. Con el fin de crear las condiciones en las cuales los pueblos liberados podrán ejercer esos derechos, los tres gobiernos ayudarán conjuntamente a los pueblos de cada Estado liberado de Europa, o a cualquier Estado de Europa, antiguo satélite del Eje, cada vez que estimen que la situación lo exige: a) a crear las condiciones de la paz interna, b) a adoptar las medidas urgentes destinadas a socorrer a los pueblos en peligro, c) a constituir autoridades gubernamentales provisionales ampliamente representativas de todos los elementos democráticos de esas poblaciones, y que se comprometerán a establecer, desde que sea posible, en elecciones libres, gobiernos que sean la expresión de la voluntad de los pueblos, y d) a facilitar tales elecciones en todos los sitios que sea necesario, los tres gobiernos consultarán a las otras Naciones Unidas, y a las autoridades provisionales u otros gobiernos en Europa […],

 

las instrucciones de marzo de 1948 del National Security Council proclamaban que

 

[…] 9. La derrota de las fuerzas del comunismo mundial dirigidas por los soviéticos es vital para la seguridad de EEUU.

10. Este objetivo no puede ser alcanzado con una política defensiva.

11. EEUU debe, por consiguiente, tomar la delantera y organizar una contraofensiva de amplitud mundial dirigida a movilizar y fortalecer nuestras fuerzas y las anticomunistas del mundo no soviético, y a minar el vigor de las fuerzas comunistas en el mundo soviético.

12. Como pasos inmediatos en la contraofensiva, EEUU debe tomar las medidas siguientes:

 

A. Internas

 

1. Robustecer pronto la estructura militar de EEUU mediante:

a. Iniciar una forma de servicio militar obligatorio.

b. Reconstituir la industria de armas.

2. Mantener la superioridad absoluta de EEUU en armas atómicas […].

3. Desarrollar y ejecutar con urgencia un programa firme y coordinado (que incluya legislación si se necesita) con el fin de suprimir la amenaza comunista en EEUU en orden a salvaguardar EEUU de las perturbadoras y peligrosas actividades subversivas del comunismo.

4. En la medida que sea necesario para ejecutar el punto 1 anterior, iniciar la movilización civil e industrial.

5. Continuar con vigor un programa de información interna, con el fin de asegurar la comprensión pública y el apoyo suprapartidos de nuestra política exterior.

 

B. Exterior

 

1. En nuestros esfuerzos contraofensivos, dar la primera prioridad a Europa occidental […].

 

2. Adoptar y aplicar con urgencia el Programa de Recuperación ­Europea.

 

3. Respaldar con fuerza la Unión Occidental y estimular activamente su desarrollo y expansión como una asociación de Estados anticomunistas.

 

4. Elaborar una fórmula apropiada que provea:

a. Acción militar de EEUU en el caso de un ataque armado no provocado contra las naciones de la Unión Occidental o contra otras naciones no comunistas seleccionadas.

b. Iniciación de conversaciones políticas y militares con estas naciones en vistas a coordinar los esfuerzos anticomunistas.

 

5. Ayudar a elevar la potencia militar de naciones no comunistas seleccionadas, proveyéndolas de los útiles para rehabilitar sus industrias de armas, de información técnica que facilite la estandarización de las armas, y aprovisionándolas en la amplitud que sea practicable de equipo militar y asesoramiento técnico.

 

6. Una vez hayamos desarrollado un programa para suprimir la amenaza comunista en EEUU, cooperar estrechamente con gobiernos que hayan tomado la misma actuación y animar a otros gobiernos a hacer lo mismo.

 

7. Animar y ayudar a ciudadanos y organizaciones privados de EEUU a subvencionar movimientos sindicales no comunistas en aquellos países donde ello contribuya a nuestra seguridad nacional […].

 

8. Intensificar el actual programa exterior de información anticomunista.

 

9. Desarrollar una campaña ideológica vigorosa y efectiva.

 

10. Desarrollar, y en su momento aplicar, un programa coordinado de ayuda a los movimientos clandestinos de resistencia en países del otro lado del telón de acero, incluida la URSS […].

 

Después de 1945 ¿habían cambiado, acaso, las estimaciones de los militares de EEUU sobre los planes de la URSS? No, el Mundo había sido sumergido en la guerra preventiva y política que fue la guerra fría:

 

El peligro de conquista política es aún mayor que el peligro militar. Si llega una guerra en el futuro previsible, será probablemente una que Moscú no desea pero que no sabe cómo evitar. La guerra política, por otro lado, está de­sarrollándose; y, si no va a haber una guerra con fuego, es esta guerra política la que va a ser decisiva.

 

El gobernador del Banco de Italia, Luigi Einaudi, recogía en su Diario la confidencia de los responsables de EEUU el 3 de enero de 1947:

«No saldremos de Italia, ni siquiera después de firmar la paz. Hasta que no estemos seguros de que el peligro rojo ha cesado». Si hubiera riesgo de dictadura roja, [EEUU] está dispuesto a desembarcar de nuevo. No le preocupa que se instaure una dictadura de derechas. Admiran a Mussolini…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos” ]

 

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