jueves, 15 de junio de 2023

 

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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

 

 (…)

 

 

 

Segunda parte

ESTRATEGIAS MUNDIALES E INTERVENCIÓN

 

 

 

 

10. La visión de Europa del Office of Strategic Services

 

 

 

I.

ROOSEVELT Y LA PAZ EN EUROPA

 

La segunda guerra mundial fue continuación de la primera, la lucha de Alemania con Gran Bretaña, Francia y Rusia por la hegemonía de Europa. Pero mientras el fin estratégico de Roosevelt en 1941-1945 era uno solo, derrotar el expansionismo germano, para los dirigentes británicos los fines eran tres: contener a las fuerzas antiimperialistas y socializantes en Europa y Asia, contener a la Unión Soviética y, sola coincidencia con Roosevelt, derrotar a Alemania.

 

 

Los planes de Roosevelt para después de la segunda guerra mundial desarrollaban los del presidente Woodrow Wilson en la primera. En su proyecto de una Sociedad de Naciones que, colectivamente, enfrentara las agresiones a la paz internacional (enero de 1917), el presidente Wilson proponía inspirarse en los principios de John Quincy Adams:

 

que las naciones se pongan de acuerdo en adoptar la doctrina del presidente Monroe como doctrina mundial: que ninguna nación debe tratar de extender su política sobre otra nación o pueblo, pero que cada pueblo –tanto si es pequeño como grande y poderoso– sea libre de determinar su propia política, su propia vía de desarrollo, sin ataduras, sin amenazas, sin intimidaciones.

 

Éstos son precisamente los principios, gestados en EEUU, negados por la Administración Truman y siguientes a lo largo de la guerra fría.

 

Roosevelt consideraba que los movimientos socializantes en ­Europa eran adversarios de los intereses conservadores europeos, no de EEUU. Y mientras el gabinete británico maniobraba para salvar su Imperio ultramarino, en la Conferencia de Teherán de 1943 Roosevelt proponía a Stalin iniciativas conducentes a desmantelar el colonialismo británico y francés. Anotaba en esa ocasión Charles Bohlen, jefe del Departamento de Asuntos Soviéticos en el Departamento de Estado

 

Alemania debe ser desmembrada y mantenida desmembrada. No debe permitirse que los Estados de Europa oriental, sudoriental y central se agrupen en ninguna federación o asociación. A Francia se le deben retirar sus colonias y bases estratégicas fuera de sus fronteras, y no debe permitírsele mantener ningún aparato militar apreciable. Polonia e Italia mantendrán aproximadamente su presente extensión territorial, pero cabe dudar si se les permitirá a una u otra mantener alguna fuerza armada apreciable. El resultado sería que la Unión Soviética resultaría la única fuerza militar y política importante en el continente europeo. El resto de Europa sería reducido a la impotencia militar y política.

 

¿Cómo explicar que tras el fallecimiento de Roosevelt, el 14 de abril de 1945, su sucesor Harry S. Truman sostuviera precisamente la política opuesta? El hecho es tanto más significativo cuanto que, todavía en 1941, los Estados Mayores de las FF AA de EEUU no disponían de ningún plan estratégico respecto del continente europeo. Y con razón, la opinión pública norteamericana era contraria a todo tipo de implicación en las disputas entre Estados europeos. Lo recordaba el general Lincoln en el Colegio Nacional de Guerra, en Wa­shington, D.C., el 30 de enero de 1947,

 

el primer plan que trató de sentar los requisitos de una guerra global y de ayuda a nuestros aliados, era el de 11 de septiembre de 1941 […]. Pocos días antes del 7 de diciembre la parte más sustantiva de aquella estimación conjunta era publicada literalmente en el Tribune de Chicago. Provocó tal tormenta de comentarios públicos que de no haber surgido Pearl Harbor con toda probabilidad varios de los más altos almirantes y generales, el general Wedemeyer incluido, antes hubieran comparecido ante un Tribunal Militar que serían generales en estos momentos.

 

Tan mayúsculo escándalo se produjo en torno del primer plan resultante de la cooperación entre mandos de las FF AA británicas y de EEUU que, desde enero-marzo de 1941, sostenían conversaciones sobre acciones conjuntas para el caso de que EEUU entrara en guerra contra Alemania. La evocación del general Lincoln orienta nuestra atención hacia el Estado Mayor Combinado (Combined Chiefs of Staff), creado el 23 de diciembre de 1941 por el Primer Ministro británico y el Presidente de EEUU para elaborar planes de conducción de la guerra y asegurar la unidad de mando. Con sede en Washington, la representación de EEUU estaba encabezada por la Junta de Jefes de Estado Mayor (Joint Chiefs of Staff, JCS), la del Reino Unido por importantes jerarquías de las tres armas (documentos 21 y 22). La propia Junta de Jefes de Estado Mayor de EEUU fue creada por Roosevelt aquel mismo mes de diciembre, tras su primera reunión con Churchill después que declarara Alemania la guerra a EEUU. La JCS debía coordinar la dirección militar de la Marina, Aviación y Ejército de Tierra (hasta aquella fecha con direcciones independientes), siguiendo el modelo del British Chiefs of Staff. Ambas decisiones tendrían consecuencias de prolongada duración.

 

El brigadier general W. W. Bessell evaluaba su trascendencia en el Colegio de Oficiales del Ejército y la Marina, el 8 de enero de 1946:

 

Mucha gente piensa que importantes decisiones fueron tomadas en las bien publicitadas conferencias de los “dos grandes” o de los “tres grandes”. En realidad, fueron tomadas aquí en Washington en el trabajo día tras día del Estado Mayor Combinado. Las conferencias eran simples hitos y una ocasión adecuada para discutir de la estrategia en lo referente a Europa.

 

Es en ese trabajo cotidiano de análisis y acción sobre Europa donde yo encuentro que los tradicionales conceptos estratégicos británicos fueron recibidos por los mandos norteamericanos. En una amplitud hasta entonces desconocida, por más que su influencia se percibiera ya antes en teóricos del poder naval como Mahan.

 

En los archivos del Combined Chiefs of Staff he podido seguir el rastro de la creciente discrepancia entre las directrices impulsadas por el Presidente Roosevelt, y los conceptos segregados desde la estructura militar conjunta britaniconorteamericana. Incompatibilidad que estalla, se libera podríamos decir, tras la desaparición de Roosevelt. Es entonces cuando los postulados británicos respecto de Eurasia emergen entre los mandos militares norteamericanos y, con ellos, las premisas conceptuales de las alianzas de la guerra fría. Veamos algunos ejemplos.

 

Para Roosevelt, la paz en Europa debía estar basada, ante todo, en la libre determinación de los pueblos liberados, la vencedora coalición antigermana asumiendo mantener el “orden” desde Polonia al Mediterráneo y el Atlántico; después, en un compromiso militar de EEUU en Europa muy limitado; en tercer lugar, en acabar con el colonialismo europeo. El 17 de noviembre de 1943 la Junta de Jefes de Estado Mayor (JCS) presentó a Roosevelt un memorándum proponiendo dividir Alemania en tres «esferas de responsabilidad». Era una versión revisada del plan original del Estado Mayor británico. Dos días después, Roosevelt opuso su negativa al mismo

 

los británicos quieren la parte noroccidental de Alemania y les agradaría que EEUU se quedara con Francia y la Alemania al sur del río Mosela. Nosotros no queremos tener que preocuparnos por reconstruir Francia. Francia es una “criatura” de los británicos. EEUU no es popular en Francia en estos momentos […].

 

Roosevelt expuso a los jefes militares sus propias alternativas: 1. Las divisiones estadounidenses en el Mediterráneo y Europa meridional deberían ser las primeras en ser repatriadas a EEUU; 2. EEUU debería salir de Francia e Italia tan pronto como fuera posible, dejando a británicos y franceses resolver sus problemas; 3. En caso de necesidad, las cuatro Potencias podrían, con su fuerza policial, mantener el orden en Europa por el método de la “cuarentena”:

 

«por ejemplo, no queremos usar nuestras tropas para resolver riñas locales en lugares como Yugoslavia. Podríamos usar el Ejército y la Flota para un bloqueo económico e impedir entrar o salir en cualquier área donde prevaleciera el desorden».

 

 

Para hacer posible su plan, sostenía Roosevelt que era importante limitar el área de ocupación de EEUU al noroeste de Alemania:

 

[…] El Presidente dijo que él personalmente contemplaba una fuerza de ocupación de alrededor de un millón de tropas de EEUU […]. En respuesta a una pregunta del general Marshall sobre cuánto tiempo el Presidente consideraba que sería necesario mantener un millón de hombres en Europa, el Presidente respondió que por lo menos un año, quizás dos.

 

Cuatro días después, el 23 de noviembre de 1943, el secretario de Estado explicaba el modo de hacer factible la autodeterminación de los pueblos liberados de Europa. Sus términos eran antagónicos con el plan británico de división de Europa en esferas de influencia,

 

Mr. Hull ha expuesto el trazado de límites que muestra dar a Rusia el completo control militar de algunas áreas como Polonia. Opina que esto entusiasmará a los polacos y otros países ahora ocupados por los alemanes. Piensa que quizás deban hacerse dos cosas: (1) instalar comisiones políticas conjuntas para manejar los plebiscitos y lo que se refiere a estatutos que aseguren a los polacos y otros pueblos que su libertad no quedará comprometida por la ocupación militar. (2) Las fuerzas de ocupación deben publicar muy claramente y en detalle sus intenciones y ofrecer garantías. (3) Debe ofrecerse a los rusos un puesto en la comisión que se ocupará del problema de Francia en contrapartida a la aceptación de comisiones en Europa central y Polonia, pero no debemos ponernos en una situación precaria y conceder el puesto en Francia antes de que los rusos acepten el otro asunto.

 

En el mismo memorándum se leen otras dos proposiciones políticas:

 

Mr. Hull (aunque se le ha preguntado tres veces) no quiere comprometerse sobre fuerzas de EEUU en los Balcanes […]. Afirmó que el deseo del Presidente es que la Indochina francesa debiera convertirse en un Mandato más bien que reintegrarse en el Imperio francés. Este enfoque, me parece, acentúa en parte la actitud de nuestro Departamento de Estado hacia el Comité francés. Ese Comité es reconocidamente imperialista. Tiene como uno de sus objetivos reconstruir el Imperio francés en su totalidad.

 

El 25 de noviembre de 1943, sin embargo, el Comité Conjunto de Planes de Guerra preparó un memorándum al Presidente insistiendo en sus propuestas iniciales, bajo el supuesto de que «la ocupación de Europa se prolongará, con toda probabilidad, varios años». Roosevelt se mantuvo firme. La Junta de Jefes de Estado Mayor reiteró al Presidente la oposición británica a su deseo de cambiar las “áreas de responsabilidad”. El 21 de noviembre de 1944 Roosevelt volvía a ordenar que las objeciones británicas fueran rechazadas, e insistió en sus propias propuestas:

 

1. No quiero que EEUU tenga en la posguerra la carga de reconstruir Francia, Italia y los Balcanes […]. Esta es definitivamente una tarea británica en la que los británicos se hallan más vitalmente interesados que nosotros.

 

2. Desde el punto de vista de EEUU, nuestro principal problema no es tomar partido en los problemas internos de Europa del Sur, sino más bien participar en eliminar a Alemania con el posible e incluso probable costo de una tercera guerra mundial […].

 

5. Por consiguiente, pienso que la política de EEUU debe ser ocupar Alemania noroccidental, los británicos ocupando el área al sur del Rin y, también, asumiendo la responsabilidad del orden en Francia e Italia si ello fuera necesario.

 

6. En lo que respecta a la seguridad a largo plazo de G. Bretaña frente a Alemania, esto no forma parte de la primera ocupación. Los británicos tienen tiempo más que suficiente para resolverlo, incluyendo Helgoland, aeropuertos, etc. Para entonces los norteamericanos serán más que felices de retirar todas sus tropas de Europa,

 

7. Si se requiere algo más para justificar este desacuerdo con las líneas de demarcación con los británicos, baste que añada que consideraciones políticas dentro de EEUU hacen que ésta sea mi última decisión.

 

No obstante, el general Dwight D. Eisenhower, comandante supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada en Europa, discrepaba y el 27 de mayo de 1944 escribía al general George C. Marshall, jefe de Estado Mayor, que esperaba que el Presidente cambiara su postura. Eisenhower deseaba que

 

«todas las fuerzas britanicoamericanas permanecieran en Europa bajo el control de un Comandante en Jefe Aliado, de modo que el Combined Chiefs of Staff [anglo-americano] pudiera usarlas como lo estimara pertinente»,

 

a fin de evitar que

 

«cada problema que surja deba ser resuelto en primer lugar sobre la base de británicos contra norteamericanos, y que en cualquier asunto importante podamos encontrarnos con los rusos alineándose con uno de nosotros a expensas del otro».

 

La presión sobre Roosevelt aumentó el 2 de agosto siguiente cuando John McCloy (secretario adjunto de Guerra), Edward R. Stettinius (secretario de Estado) y Harry Hopkins (asesor personal) le enviaron un telegrama

 

infiriendo que mr. Stimson [secretario de Guerra], mr. Forrestal [secretario de Marina] y mr. Stettinius pensaban que EEUU podría ocupar las zonas meridionales tras convenir algunas concesiones con los británicos. El radiograma fue despachado al Presidente. (Parece que el «G-2» [servicio de inteligencia] había anticipado que quizás el Presidente se opondría a la ocupación de las zonas meridionales porque las líneas de suministro de EEUU debían pasar por Francia). El Presidente replicó con un enfático “no”, diciendo en sustancia que esperaba que mr. Churchill estaría conforme con la propuesta americana de ocupar la zona Norte.

 

El 17 de agosto Eisenhower insistió en su postura en telegrama al Combined Chiefs of Staff, diciendo que el avance de las fuerzas desplegadas iba a situar a las fuerzas americanas en Alemania del Sur, en lo que el Estado Mayor británico estaba obviamente de acuerdo. El Comité Conjunto de Planes de Guerra no contestó al telegrama de Eisenhower, y de esta forma se impuso en la práctica el deseo del mando militar sobre la directriz del Presidente…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos” ]

 

*


2 comentarios:

  1. «En caso de necesidad, las cuatro Potencias podrían, con su fuerza policial, mantener el orden en Europa por el método de la “cuarentena”».

    ¿De qué me suena eso...?

    Salud y comunismo

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    1. En estos casos también puede decirse aquello de que ‘no hay nada nuevo bajo el sol’, o sea en el Manual Imperialista que recoge los oportunos mecanismos de disciplina-control-coacción que el poder establecido debe, por partes o en su totalidad, aplicar sin disimulo ‘en caso de necesidad’ (la excusa de que el Estado es el garante de la ‘Seguridad nacional’ frente a toda clase de enemigos internos o externos les suele resultar infalible) sobre el conjunto de la ya cautiva y esclavizada sociedad. Cautiva y esclavizada en primer lugar mentalmente, gracias a que ‘asimilamos y hacemos nuestra’ la hegemónica ideología dominante…

      De modo que aquí nos encontramos a la espera (en pocos casos activa) de que las clases explotadas y oprimidas generen, a partir de sus luchas contra el capitalismo, una ideología y una práctica (praxis) para la emancipación. Así que mejor nos dejamos de ‘sumar’ carajadas…


      Salud y comunismo

      *

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