miércoles, 31 de mayo de 2023

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 087 ]

 

 

 

SEGUNDA PARTE

 ¿EL RETORNO DE MARX?

 

 

 

 

Fetichismo (1867-1873), alienación y trabajo enajenado (1844): ¿continuidad o discontinuidad?

 

Se sabe. Las contraposiciones entre el mundo de los seres humanos y el mundo de las cosas inanimadas en su obra y su pensamiento no es algo privativo de El Capital. Desde muy joven, ya en su actividad de periodista desarrollada durante 1842, Marx estuvo atento a las problemáticas de la enajenación, la alienación, la inversión entre el sujeto y el objeto y hasta el fetichismo. El término "fetiche" aparece entonces desde sus primeros escritos.

 

Poco tiempo después, en su primera crítica de la Filosofía del derecho de Hegel de 1843 reitera una y otra vez el cuestionamiento a la inversión hegeliana entre la Idea y la familia, la sociedad civil y el Estado, donde estas tres últimas instituciones no son concebidas en sí mismas sino como la encarnación, los atributos y los predicados de la Idea, postulada como el verdadero sujeto de la historia. La filosofía de Hegel, aun intentando superar el dualismo kantiano, terminaba a su modo reproduciendo en su seno y con lenguaje filosófico la inversión del sujeto y el objeto propios de la sociedad capitalista. Marx escribe entonces que:

 

"Lo importante es que Hegel erige siempre la idea en sujeto, haciendo del sujeto real y verdadero, como la mentalidad política, el predicado".

 

Aproximadamente un año más tarde, en sus Manuscritos económico filosóficos de 1844, particularmente en el manuscrito "El trabajo enajenado", Marx vuelve a incursionar en la crítica de la inversión entre el sujeto y el objeto, desplegando toda una serie de contraposiciones y antinomias entre el reino todopoderoso de los objetos y el mundo cada vez más empobrecido y disminuido del ser humano, donde este último se empalidece a medida que el primero cobra mayor brillo y protagonismo, esclavizándose ante los productos salidos de sus manos y su cerebro. Allí Marx contrapone necesidades humanas e impulsos animales; trabajo concebido como praxis creadora que se regula según las leyes de la belleza y actividad laboral concebida como simple medio de vida; ser humano y naturaleza; valor y desvalorización del hombre; individuo y ser genérico; comunidad y dinero; realización libre humana y desrealización forzada; entre muchísimas otras contraposiciones y antagonismos. Sintetizando, Marx afirma:

 

"Partiendo de la propia economía política y con sus mismas palabras, hemos puesto de manifiesto cómo el trabajador desciende hasta el nivel de mercancía, y además la más miserable de todas; cómo la miseria del trabajador se halla en razón inversa al poder y magnitud de lo que produce".

 

 

Todas esas contraposiciones e inversiones entre mundo humano y mundo objetual giran en torno a una categoría clave, que haría correr océanos de tinta en las ciencias sociales, la alienación o enajenación. Marx la describe de la siguiente manera

 

"el objeto producido por el trabajo, el producto de éste, se enfrenta a él como algo ajeno, como una potencia independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo plasmado en un objeto, convertido en cosa, es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo, tal como se presenta en la economía política, aparece como la desrealización del trabajador, la objetivación se manifiesta como la pérdida y servidumbre del objeto, la apropiación como enajenación, como alienación"

 

Si tomamos en cuenta que tanto en los Manuscritos económico filosóficos de 1844 como en El Capital Marx describe procesos de inversión entre el sujeto y el objeto y que en ambas obras hace referencia a la enajenación de los productos del trabajo humano devenidos demiurgos todopoderosos que oprimen a sus creadores, los seres humanos, proceso que va acompañado de la cosificación de estos últimos, cabe entonces preguntarse si en ambos casos se trata del mismo tema y el mismo abordaje. ¿ El Capital constituye una simple prolongación de los Manuscritos económico filosóficos de 1844? ¿Los Manuscritos económico filosóficos de 1844 son entonces la clave para comprender El Capital? ¿La teoría del fetichismo en El Capital opera una ruptura total con la teoría de la enajenación de los Manuscritos económico filosóficos de 1844? ¿Ambas obras expresan las mismas ideas con palabras distintas? ¿El Marx de los Manuscritos económico filosóficos de 1844 es un humanista filosófico guiado por principios éticos y una teleología histórica, mientras que el de El Capital se convirtió en un frío economista científico desprovisto de toda visión normativa? ¿Son ambas obras humanistas? ¿Qué papel juega el sujeto en cada una de ellas?

 

Sobre estas preguntas y muchas otras que se derivan de aquí, los debates que han tenido lugar han sido prácticamente infinitos. Sobre todo desde que en 1932 el IMEL de Moscú —en colaboración con el Instituto Social de Frankfurt y gracias al erudito trabajo de edición de David Riazanov— publica los Manuscritos económico filosóficos de 1844, hasta entonces inéditos. Pero el debate se puso al rojo vivo fundamentalmente a partir de los sucesos políticos de 1956…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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