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NUESTRO MARX
Néstor Kohan
[ 079 ]
SEGUNDA PARTE
¿EL RETORNO DE MARX?
Teoría crítica del fetichismo: dimensión subjetivo-cultural y dimensión objetiva
Los enfoques tradicionales sobre la problemática del fetichismo no sólo desconocen la mayor parte de las veces las fases cronológicas de gestación de la teoría en la obra y el pensamiento de Marx sino que además suelen ser unilaterales. Esto sucede porque cuando Marx reflexiona, analiza y escribe sobre fetichismo hace referencia a fenómenos ideológicos vinculados con el mundo de las apariencias, el ocultamiento, las representaciones imaginarias, la deformación de la visión correcta de la realidad y los obstáculos sistemáticos para la comprensión científica incluso dentro mismo del discurso científico, pero también se refiere a fenómenos sociales (e institucionales) directamente entrelazados con la producción y el mercado.
Si apeláramos a las disciplinas tradicionales con que el saber resulta parcelado en los estudios académicos la teoría marxiana del fetichismo aborda problemas de la epistemología, la psicología social y la sociología del conocimiento, así como también problemas de economía, sociología e historia. En el lenguaje de la antigua filosofía tradicional, la teoría del fetichismo se explaya sobre problemas de la ontología y la gnoseología, o sea, del ser y del conocimiento del ser. Procesos y fenómenos ideológicos así como también aquellos otros pertenecientes al movimiento real, práctico, social-histórico. La literatura académica suele separar y divorciar ambas dimensiones, privilegiando una sobre otra.
Desde nuestro ángulo de abordaje Marx analiza críticamente ambos procesos al mismo tiempo. En su obra el fetichismo abarca —según su propia expresión—tanto al ser social como a la conciencia social.
La vertiente de análisis centrada en los efectos que provoca el fenómeno fetichista sobre el imaginario es la que más se ha transitado e incursionado en el marxismo (dejando sin embargo, aunque resulte paradójico, una laguna teórica vacía precisamente en el agujero negro del "sujeto perdido" u olvidado... como ya hemos señalado en otros capítulos). Esto ha sucedido porque la mayoría de los estudiosos del tema delimita unilateralmente la problemática del fetichismo únicamente en su intersección con la dimensión de la conciencia social y los fenómenos culturales. Otra corriente prioriza, en cambio, la dimensión "ideológica" del fetichismo, centrando sus análisis en los obstáculos sistemáticos y engañosos, de signo epistemológico, que este fenómeno produce en el conocimiento impidiendo avanzar en la ciencia. En ambos casos, el fetichismo queda reducido de manera unilineal a una teoría de la conciencia social, cultural en un plano, científica, en el otro.
A diferencia de las lecturas tradicionales, muchas veces sesgadas y unilaterales, que durante décadas intentaron forzar a Marx y El Capital para que entraran en el lecho de Procusto de diversas modas académicas —estructuralismo, poseestructuralismo, posmarxismo, posmodernismo, "estudios culturales poscoloniales", "políticas de la identidad", etc.—, en esta investigación sostenemos que la teoría marxiana del fetichismo no se agota únicamente en la relación con la conciencia social, sea en el discurso cultural o en el discurso científico.
Habiendo previamente indagado en el armazón lógico dialéctico a partir de cuyo paradigma Marx expondrá su teoría del fetichismo, del poder y de la dominación, y luego de penetrar en el laboratorio mental del autor de El Capital recorriendo sus fases genéticas de conformación, en nuestra investigación nos esforzaremos por tratar de mostrar las dos dimensiones del fetichismo, es decir, no sólo la que lo une con una teoría de la conciencia sino también, y principalmente, aquella otra que permite comprender la centralidad hermenéutica de la teoría del fetichismo, en tanto llave para entender la teoría del valor, clave de bóveda arquitectónica de todo El Capital y su crítica de la economía política. Esta última dimensión es la que menos se ha investigado y discutido, a pesar de su importancia vital para la teoría crítica.
Lo que intentamos indagar y profundizar, entonces, es en el vínculo de la teoría del fetichismo con la teoría del valor y de ambas con las relaciones de producción que ésta última presupone e intenta explicar. Lo cual implica centrar la mirada de la teoría crítica no sólo en la conciencia sino con el conjunto de las relaciones sociales que generan ese tipo de conciencia.
Para formularlo en un lenguaje demasiado cargado de mecanicismo —sugerimos por lo tanto descartarlo una vez que se lea la formulación—, la teoría del fetichismo no se reduce a explicar los "efectos" sobre la conciencia generados por el mercado capitalista sino que al mismo tiempo permite captar la lógica y la racionalidad objetiva que "causa" esos efectos sobre la conciencia. El fetichismo es el gozne teórico entre "efectos" y "causas", entre subjetividad y objetividad, entre formas enajenadas de individualidad y formas sociales (e institucionales) cosificadas de objetividad. Su radio de aplicación no se limita a una descripción filosófica de los velos místicos que a través del imaginario social envuelven la cultura y la conciencia invertida en la sociedad mercantil, ni tampoco a un decálogo de obstáculos ideológicos que producen errores sistemáticos y por lo tanto dificultan el avance de la verdad científica por el ancho y frondoso mundo de la selva ideológica. Va mucho más allá de ambas esferas ya que al mismo tiempo que explica los velos, el imaginario y los obstáculos epistemológicos de la conciencia, la teoría del fetichismo permite comprender —gracias a la categoría de "trabajo abstracto"— porqué en la sociedad mercantil capitalista el trabajo humano genera valor. Sin esa explicación, todo el resto de categorías de El Capital —incluso las más estrictamente "económicas" y "técnicas", como por ejemplo la de "tasa de ganancia media" y otras similares— flotarían en el aire.
Entonces al abordar la teoría marxiana del fetichismo podremos apreciar cómo ésta mantiene un vínculo directo y fundamental con la teoría del valor y con la estructura de las relaciones sociales de producción mercantil capitalistas. Por lo tanto no constituye un complemento "externo" ni un aditamento ajeno, de carácter meramente "cultural", "epistemológico" o "filosófico", al núcleo científico de El Capital. Desde ese ángulo habitual de abordaje, la teoría del fetichismo podría ser tolerada en el terreno de las ideologías, pero... cuando el discurso científico hace referencia a "la economía" en sentido fuerte, de lo que se trataría sería de otra cosa, algo "objetivo", "independiente de la voluntad", algo que tendría "leyes necesarias" y operaría al margen de la lucha de clases, las resistencias y revoluciones sociales. Ese algo radicalmente objetivo y existente más allá del radio de aplicación de la teoría del fetichismo —previa reducción de esta última al ámbito de la conciencia— sería aquello que fundaría la posibilidad misma de una ciencia "rigurosa y exacta"...
Por el contrario, en El Capital Marx vincula y explica, en un mismo movimiento y al mismo tiempo, la "objetividad espectral" del valor mercantil y la "subjetividad espectral" que resulta de ese proceso. No se puede comprender la subjetividad domesticada, subordinada, heterónoma, disciplinada, escindida, alienada y cosificada sin dar cuenta de las relaciones sociales capitalistas y la ontología social que aquella presupone y en el seno de la cual se constituye. Marx cuestiona en consecuencia las relaciones de producción del mercado capitalista y al mismo tiempo critica la conciencia que de ese mercado y esas relaciones se forman tanto los agentes de la producción (empresarios, banqueros, terratenientes, financistas, rentistas) como los economistas políticos que los defienden. La teoría del fetichismo constituye el nexo entre todas esas críticas y cuestionamientos…
(continuará)
[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]
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Durante años, creyó que la realidad era ese brumoso e indefinido paisaje que transitaba por sus ojos... ¡hasta que fue al oculista!
ResponderEliminarValga como metáfora, y donde dice 'oculista', léase Marx.
Salud y comunismo
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ResponderEliminarEl materialismo histórico y dialéctico, despeja las brumas:
Marx: “La dominación del capitalista sobre el obrero es por consiguiente la de la cosa sobre el hombre, la del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, la del producto sobre el productor, ya que en realidad las mercancías que se convierten en medios de dominación sobre los obreros (pero sólo como medios de la dominación del capital mismo), no son sino meros resultados del proceso de producción, los productos del mismo. [...] En la producción material, en el verdadero proceso de la vida social —pues esto es el proceso de la producción— se da exactamente la misma relación que en el terreno ideológico se presenta en la religión: la conversión del sujeto en objeto".
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Salud y comunismo
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