lunes, 30 de mayo de 2022

 

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Alfredo Grimaldos /  “La CIA en España”

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Isidoro y Mister PESC

 

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DÓLARES «FUNDACIONALES»

 

Una mujer clave en el complejo entramado financiero del renovado PSOE es Carmen García Bloise, que mantiene estrechos vínculos con los socialdemócratas germanos. Parte de los fondos que van llegando al partido se comienzan a canalizar a través de la recién creada Fundación Pablo Iglesias, sucursal de la alemana Friedrich Ebert, Pero los cauces de financiación son diversos. Por ejemplo, en 1979 se desvelará que la UGT ha recibido 200 millones de pesetas de los sindicatos amarillos de Estados Unidos para intentar ganar las elecciones sindicales.

 

El ex agente de la CIA Philip Agee declara a la revista Zona Cero, en marzo de 1987: «Dentro del “Programa Democracia”, elaborado por la Agencia, se cuida con especial atención a las fundaciones de los partidos políticos alemanes, principalmente a la Friedrich Ebert Stiftung, del Partido Socialdemócrata, y la Konrad Adenauer Stiftung, de los democristianos. Estas fundaciones habían sido establecidas por los partidos alemanes en los años cincuenta y se utilizaron para canalizar el dinero de la CIA hacia esas organizaciones, como parte de las operaciones de “construcción de la democracia”, tras la Segunda Guerra Mundial. Después, en los sesenta, las fundaciones alemanas empezaron a apoyar a los partidos hermanos y a otras organizaciones en el exterior y crearon nuevos canales para el dinero de la CIA. Hacia 1980, las fundaciones alemanas tienen programas en funcionamiento en unos sesenta países y están gastando cerca de 150 millones de dólares. Operan en un secreto casi total». «Las operaciones de la Friedrich Ebert Stiftung (Fundación), del SPD, fascinan a los norteamericanos, especialmente sus programas de formación y las subvenciones que hicieron llegar a los socialdemócratas de Grecia, España y Portugal, poco antes de que cayeran las dictaduras en esos países e inmediatamente después», continúa Agee. «En Portugal, por ejemplo, cuando el régimen de Salazar, que había durado cincuenta años, fue derrocado en 1974, el Partido Socialista completo apenas habría bastado para una partida de poker y se localizaba en París, sin seguidores en Portugal. Pero con más de 10 millones de dólares de la Ebert Stiftung, y algunas otras remesas de la CIA, el Partido Socialista Portugués creció rápidamente y en poco tiempo se convirtió en el partido gobernante».

 

Las fundaciones políticas germanooccidentales proporcionan el modelo que el «Programa Democracia» acaba adoptando para resolver uno de los principales dilemas de la política exterior norteamericana: cómo «ayudar» a los partidos e instituciones «democráticos y pluralistas» en países gobernados por dictadores que son aliados y clientes de Estados Unidos. «Resultaba a menudo muy obvio que la única oposición real a las dictaduras la representaban los comunistas y otros revolucionarios, las únicas fuerzas políticas organizadas, capaces y dispuestas a tomar el poder en un eventual colapso de las dictaduras», señala Agee. «La experiencia de la intervención germanooccidental en Portugal y en otros países resultaba llamativa para los norteamericanos e intentaron repetirla, estableciendo un sistema de instituciones privadas de apoyo a los “amigos en el exterior”. El apoyo de Estados Unidos a las dictaduras podría continuar mientras los “amigos” se preparaban para la “transición del autoritarismo a la democracia”. Así, los norteamericanos podrían buscar de antemano el control de todas las fuerzas políticas y neutralizar todo lo que se sitúa a la izquierda de los socialdemócratas».

 

El presidente Ronald Reagan es uno de los más entusiastas defensores del «Programa Democracia». En junio de 1982, ante el Parlamento británico, describe sus objetivos: «Este nuevo programa construirá una infraestructura de libertad y democracia que dejará al marxismo-leninismo en el estercolero de la Historia». También alaba los «abiertos» programas germanooccidentales, que, en realidad,  están envueltos en el mayor de los secretos y se les ocultan incluso a los propios miembros del SPD.

 

¿Cómo se utiliza el dinero de la CIA en estos programas? Cada uno de los principales destinatarios ha descrito previamente sus necesidades y tiene que actuar de acuerdo con las líneas centrales diseñadas en el programa correspondiente, que se resume en una consigna: «Contribuir al desarrollo de acciones políticas en el extranjero para enfrentar el “desafío ideológico global soviético”».

 

Las actividades proyectadas cubren todo el espectro de objetivos de las organizaciones «democráticas» en el exterior: gobiernos, partidos políticos, sociedades profesionales, medios de información, universidades, cooperativas, sindicatos, asociaciones de empleados, cámaras de comercio e industria, iglesias, organizaciones de mujeres y estudiantes… En suma, todos los blancos tradicionales de la CIA. Otro propósito establecido es el de promover la «disidencia» en los países socialistas, siguiendo el ejemplo del apoyo de la CIA a Solidaridad, en Polonia.

 

El ejemplo de la Friedrich Ebert Stiftung también es seguido como modelo en Centroamérica y el Caribe durante los años setenta y ochenta. Constantine Menges, «oficial nacional de la CIA para América», es quien teoriza la receta de Estados Unidos para esta región. Menges señala dos niveles de actividades gubernamentales y privadas «provechosas», mediante las cuales Estados Unidos «puede socorrer a las fuerzas democráticas y debilitar aquellas que quieren polarizar el hemisferio en regímenes comunistas y regímenes autoritarios».

 

Dentro del primer nivel se entra en juego mediante medios «discretos», como información, comunicación y programas de intercambio cultural, para formar sistemáticamente «grupos democráticos». El segundo nivel de acción está previsto para concentrar la atención en países «de especial interés», con los que hay que intentar «colaborar» a través de organismos semiautónomos, siguiendo el ejemplo de la Friedrich Ebert Stiftung y la Konrad Adenauer Stiftung germanoocidentales, manteniendo «una relación de total independencia con nuestra representación diplomática oficial»…

 

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Alfredo Grimaldos. “La CIA en España”]

 

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