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El Imperialismo, la fase superior del Capitalismo
LENIN
[ 003 ]
I.
LA CONCENTRACION DE LA PRODUCCION Y LOS MONOPOLIOS
(…)
“…El número de cárteles era en Alemania aproximadamente de 250 en 1896, y de 385, en 1905, abarcando cerca de 12.000 establecimientos. Pero todo el mundo reconoce que estas cifras son inferiores a la realidad. De los datos de la estadística de la industria alemana de 1907 que hemos citado más arriba se deduce que hasta esos 12.000 grandes establecimientos concentran seguramente más de la mitad de toda la fuerza motriz de vapor y eléctrica. En los Estados Unidos, el número de trusts era, en 1900, de 185; en 1907, de 250. La estadística norteamericana divide todas las empresas industriales en empresas pertenecientes a personas aisladas, a firmas y a corporaciones. A las últimas pertenecían, en 1904, el 23,6%; en 1909, el 25,9%, es decir, más de la cuarta parte del total de las empresas. En dichos establecimientos estaban ocupados, en 1904, el 70,6% de obreros; en 1909, el 75,6%, las tres cuartas partes del número total. La cuantía de la producción era, respectivamente, de 10,9 y de 16,3 mil millones de dólares, o sea el 73,7% y el 79% de la suma total.
A veces, los cárteles y trusts concentran en sus manos las siete u ocho décimas partes del total de la producción de una rama determinada de la industria. El sindicato hullero del Rhin y Westfalia, en el momento de su constitución, en 1893, concentraba el 86,7% de toda la producción del carbón en aquella cuenca, y en 1910, el 95,4%. El monopolio constituido en esta forma proporciona beneficios gigantescos y conduce a la creación de unidades técnicas de producción de proporciones inmensas.
El famoso trust del petróleo de Estados Unidos ("Standard Oil Company") fue fundado en 1900. "Su capital era de 150 millones de dólares. Fueron emitidas acciones ordinarias por valor de 100 millones de dólares y acciones privilegiadas por valor de 106 millones de dólares. Estas últimas percibieron los siguientes dividendos: en el período 1900-1907: 48, 48, 45, 44, 36, 40, 40, 40% o sea, en total, 367 millones de dólares. Desde 1882 a 1907, obtuviéronse 889 millones de dólares de beneficio neto de los que 606 millones fueron distribuidos en dividendos, y el resto pasó al capital de reserva".
En todas las empresas del trust del acero ("United States Steel Corporation") estaban ocupados, en 1907, no menos de 210.180 obreros y empleados. La empresa más importante de la industria minera alemana, la Sociedad Minera de Gelsenkirchen ("Gelsenkirchener Bergwerksgesellschaft") tenía, en 1908, 46.048 obreros y empleados".
Ya en 1902, el trust del acero producía 9 millones de toneladas de acero. Su producción constituía, en 1901, el 66,3% y, en 1908, el 56,1 % de toda la producción de acero de los Estados Unidos. Sus extracciones de mineral de hierro, el 43,9% y el 46,3%, respectivamente.
El informe de la comisión gubernamental norteamericana sobre los trusts dice: "La superioridad de los trusts sobre sus competidores se basa en las grandes proporciones de sus empresas y en su excelente instalación técnica. El trust del tabaco, desde el momento mismo de su fundación, consagró todos sus esfuerzos a sustituir en todas partes en vasta escala el trabajo manual por el trabajo mecánico. Con este objeto, adquirió todas las patentes que tenían una relación cualquiera con la elaboración del tabaco y empleó para esto sumas enormes. Muchas patentes resultaban al principio inservibles y tuvieron que ser modificadas por los ingenieros que se hallaban al servicio del trust. A fines de 1906, fueron constituidas dos sociedades filiales con el único objeto de adquirir patentes.
Con este mismo objeto, el trust creó fundiciones, fábricas de construcción de maquinaria y talleres de reparación propios. Uno de dichos establecimientos, en Brooklyn, da ocupación, por término medio, a 300 obreros; en él se experimentan y se perfeccionan los inventos relacionados con la producción de cigarrillos, cigarros pequeños, tabaco rapé, papel de estaño para el embalaje, cajas, etc. Hay otros trusts que tienen también a su servicio a los llamados developping engineers (ingenieros para el desarrollo de la técnica), cuya misión consiste en inventar nuevos procedimientos de producción y en comprobar los perfeccionamientos técnicos. El trust del acero abona a sus ingenieros y obreros premios importantes por los inventos susceptibles de elevar la técnica o reducir los gastos.
Del mismo modo está organizado todo cuanto se refiere a los perfeccionamientos técnicos en la gran industria alemana por ejemplo, en la industria química, la cual se ha desarrollado en proporciones gigantescas durante estas últimas décadas. El proceso de concentración de la producción creó ya en 1908 en dicha industria dos "grupos" principales, que, a su manera, evolucionaban hacia el monopolio. Al principio, esos grupos constituían "alianzas dobles" de dos pares de grandes fabricas con un capital de 20 a 21 millones de marcos cada una; de una parte, la antigua fábrica de Meister, en Höchst, y la de Cassella, en Francfort del Main; de otra parte, la fábrica de anilina y sosa en Ludwigshafen y la antigua fábrica de Bayer, en Elberfeld. Uno de los grupos en 1905 y el otro en 1908 se pusieron de acuerdo, cada uno por su cuenta, con otra gran fábrica, a consecuencia de lo cual resultaron dos "alianzas triples" con un capital de 40 a 50 millones de marcos cada una, y entre las cuales se inició ya una "aproximación", se estipularon "acuerdos" sobre los precios, etc.
La competencia se convierte en monopolio. De aquí resulta un gigantesco progreso de la socialización de la producción. Se efectúa también, en particular, la socialización del proceso de inventos y perfeccionamientos técnicos.
Esto no tiene ya nada que ver con la antigua libre concurrencia de patronos dispersos, que no se conocían entre sí y que producían para un mercado ignorado. La concentración ha llegado hasta tal punto, que se puede hacer un cálculo aproximado de todas las fuentes de materias primas (por ejemplo, yacimientos de minerales de hierro) en un país, y aun, como veremos, en varios países, en todo el mundo.
No sólo se realiza este cálculo, sino que asociaciones monopolistas gigantescas se apoderan de dichas fuentes. Se efectúa el cálculo aproximado del mercado, el que, según el acuerdo estipulado, las asociaciones mencionadas se "reparten" entre sí. Se monopoliza la mano de obra calificada, se toman los mejores ingenieros, y las vías y los medios de comunicación — las líneas férreas en América, las compañías navieras en Europa y América — van a parar a manos de los monopolios citados.
El capitalismo, en su fase imperialista conduce de lleno a la socialización de la producción en sus más variados aspectos; arrastra, por decirlo así, a pesar de su voluntad y conciencia, a los capitalistas a un cierto nuevo régimen social, de transición entre la plena libertad de concurrencia y la socialización completa.
La producción pasa a ser social, pero la apropiación continúa siendo privada. Los medios sociales de producción siguen siendo propiedad privada de un número reducido de individuos. El marco general de la libre concurrencia formalmente reconocida persiste, y el yugo de un grupo poco numeroso de monopolistas sobre el resto de la población se hace cien veces más duro, más sensible, más insoportable.
El economista alemán Kestner ha consagrado una obra especial a la "lucha entre los cárteles y los outsiders", es decir, empresarios que no formaban parte de los cárteles. El autor ha titulado dicha obra: "La organización forzosa", cuando hubiera debido hablar, naturalmente, para no embellecer el capitalismo, de la subordinación forzosa a las asociaciones monopolistas. Es instructivo echar una simple ojeada aunque no sea más que a la enumeración de los medios a que acuden dichas asociaciones en la lucha moderna, novísima civilizada por la "organización": 1) privación de las materias primas ( [...] "uno de los procedimientos más importantes para obligar a entrar en el cartel"); 2) privación de mano de obra mediante "alianzas" (esto es, mediante acuerdos entre los capitalistas y los sindicatos obreros para que estos últimos acepten trabajo solamente en las empresas cartelizadas); 3) privación de medios de transporte; 4) privación de mercados; 5) acuerdo con los compradores para sostener relaciones comerciales únicamente con los cárteles; 6) disminución sistemática de los precios (con objeto de arruinar a los "outsiders", es decir, a las empresas que no se someten a los monopolistas, se gastan millones para vender, durante un tiempo determinado, a precios inferiores al coste: en la industria de la bencina se ha dado el caso de bajar el precio de 40 a 22 marcos, es decir, ¡casi a la mitad!); 7) privación de crédito; 8) declaración del boicot.
Nos hallamos en presencia, no ya de una lucha de competencia entre grandes y pequeñas empresas, entre establecimientos técnicamente atrasados y establecimientos de técnica avanzada. Nos hallamos ante la estrangulación, por los monopolistas, de todos aquellos que no se someten al monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad. He aquí cómo se refleja este proceso en la conciencia de un economista burgués.
"Aun en el terreno de la actividad económica pura — escribe Kestner—, se produce cierto desplazamiento de la actividad comercial, en el sentido tradicional de la palabra, hacia una actividad organizadora especulativa. Consigue los mayores éxitos, no el comerciante que, basándose en su experiencia técnica y comercial, sabe determinar mejor las necesidades del comprador, encontrar y, por decirlo así, "descubrir" la demanda que se halla en estado latente, sino el genio [?!] especulador que por anticipado sabe tener en cuenta o intuir el desenvolvimiento en el terreno de la organización, la posibilidad de determinados lazos entre las diferentes empresas y los bancos" . . .
Traducido al lenguaje común, esto significa: el desarrollo del capitalismo ha llegado a un punto tal, que, aunque la producción de mercancías sigue "reinando" como antes y siendo considerada como la base de toda la economía, en realidad se halla ya quebrantada, y las ganancias principales van a parar a los "genios" de las maquinaciones financieras. En la base de estas maquinaciones y de estos chanchullos se halla la socialización de la producción; pero el inmenso progreso logrado por la humanidad, que ha llegado a dicha socialización, beneficia [...] a los especuladores. Más adelante veremos cómo, "basándose en esto", la crítica pequeñoburguesa y reaccionaria del imperialismo capitalista sueña con volver atrás, a la concurrencia "libre", "pacífica", "honrada".
“La elevación persistente de los precios, como resultado de la constitución de los cárteles —dice Kestner—, hasta ahora se ha observado sólo en lo que se refiere a los principales medios de producción, sobre todo a la hulla, el hierro, la potasa, y, por el contrario, no se ha observado nunca en lo que se refiere a los artículos manufacturados. Como consecuencia de ello, el aumento de los beneficios se ha limitado igualmente a la industria de los medios de producción. Hay que completar esta observación con la de que la industria de transformación de las materias primas (y no de productos semimanufacturados) no sólo obtiene, como resultado de la constitución de cárteles, ventajas en forma de las ganancias elevadas, en perjuicio de la industria dedicada a la transformación ulterior de los productos semimanufacturados, sino que ha pasado a mantener, con respecto a esta última industria, una posición dominante, que no existía bajo la libre competencia".
Las palabras subrayadas por nosotros muestran el fondo de la cuestión, que de tan mala gana y sólo de vez en cuando reconocen los economistas burgueses y que se empeñan tanto en no ver y pasar por alto los defensores actuales del oportunismo, con C. Kautsky al frente. Las relaciones de dominación y de violencia — violencia que va ligada a dicha dominación—: he aquí lo típico en la "nueva fase del desarrollo del capitalismo", he aquí lo que inevitablemente tenía que derivarse y se ha derivado de la constitución de los monopolios económicos todopoderosos.
Citaremos otro ejemplo de los manejos de los cárteles. Allí donde es posible apoderarse de todas o de las más importantes fuentes de materias primas, la aparición de cárteles y la constitución de monopolios es sobremanera fácil. Pero sería un error pensar que los monopolios no surgen también en otras ramas de la producción en las cuales la conquista de todas las fuentes de materias primas es imposible. En la industria del cemento, la materia prima existe en todas partes. Sin embargo, también esta industria está extremadamente cartelizada en Alemania. Las fábricas se han agrupado en sindicatos regionales: el de Alemania del Sur, el renanowestfaliano, etc. Los precios establecidos son precios de monopolio: ¡de 230 a 280 marcos por vagón, cuando el valor de coste es de 180 marcos! Las empresas dan dividendos del 12 al 16%; además, no hay que olvidar que los "genios" de la especulación contemporánea saben canalizar hacia sus bolsillos grandes sumas de ganancias, aparte de las que se reparten en concepto de dividendo. Para eliminar la competencia en una industria tan lucrativa, los monopolistas se valen incluso de artimañas diversas: hacen circular rumores falsos sobre la mala situación de la industria; publican en los periódicos anuncios anónimos: "¡Capitalistas! ¡No coloquéis vuestros capitales en la industria del cemento!"; por ultimo, compran empresas "outsiders" (es decir, que no forman parte de los sindicatos), abonando 60, 80, 150 mil marcos al que "cede". El monopolio se abre camino en todas partes, valiéndose de todos los medios, empezando por el pago de una "modesta" indemnización al que cede y terminando por el "procedimiento" americano del empleo de la dinamita contra el competidor.”
La afirmación de que los cárteles pueden eliminar las crisis es una fábula difundida por los economistas burgueses, los cuales lo que hacen es embellecer el capitalismo a toda costa. Al revés, el monopolio que se crea en ciertas ramas de la industria aumenta y agrava el caos propio de todo el sistema de la producción capitalista en su conjunto. La desproporción entre el desarrollo de la agricultura y el de la industria, desproporción que es característica del capitalismo en general, se acentúa aún más. La situación privilegiada en que se halla la industria más cartelizada, la llamada industria pesada, particularmente el hierro y la hulla, determina en las demás ramas de la industria "la falta mayor aún de coordinación sistemática", como lo reconoce Jeidels, autor de uno de los mejores trabajos sobre "las relaciones entre los grandes bancos alemanes y la industria".
"Cuanto más desarrollada está la economía nacional —escribe Liefmann, defensor acérrimo del capitalismo— tanto más se entrega a empresas arriesgadas o, en el extranjero, a empresas que exigen largo tiempo para su desarrollo o, finalmente, a las que sólo tienen una importancia local". El aumento del riesgo es consecuencia, al fin y al cabo, del aumento gigantesco de capital, el cual, por decirlo así, desborda el vaso y se vierte hacia el extranjero, etc. Y junto con esto los progresos extremadamente rápidos de la técnica traen aparejados consigo cada vez más elementos de desproporción entre las distintas partes de la economía nacional, de caos, de crisis.
"Probablemente —se ve obligado a reconocer el mismo Liefmann— la humanidad asistirá en un futuro próximo a nuevas y grandes revoluciones en el terreno de la técnica, que harán sentir sus efectos también sobre la organización de la economía nacional [...] [la electricidad, la navegación aérea]. Habitualmente, y por regla general, en estos períodos de radicales transformaciones económicas se desarrolla una fuerte especulación" . . .
Las crisis de todo tipo —sobre todo las crisis económicas, pero no sólo éstas— aumentan a su vez en proporciones enormes la tendencia a la concentración y al monopolio. He aquí unas reflexiones extraordinariamente instructivas de Jeidels sobre la significación de la crisis de 1900, la cual, como sabemos, desempeñó el papel de punto crucial en la historia de los monopolios modernos:
"La crisis de 1900 se produjo en un momento en que, al lado de gigantescas empresas en las ramas principales de la industria, existían todavía muchos establecimientos con una organización anticuada, según el criterio actual, establecimientos 'puros' [esto es, no combinados], que se habían elevado sobre las olas del auge industrial. La baja de los precios, la disminución de la demanda, llevaron a esas empresas 'puras' a una situación calamitosa que o no conocieron en modo alguno las gigantescas empresas combinadas o que sólo conocieron durante un breve período. Como consecuencia de esto, la crisis de 1900 determinó la concentración de la industria en proporciones incomparablemente mayores que la crisis de 1873, la cual efectuó también una determinada selección de las mejores empresas, pero, dado el nivel técnico de entonces, esta selección no pudo crear un monopolio de las empresas que habían conseguido salir victoriosas de la crisis. Precisamente de un tal monopolio persistente, y, además, en un alto grado, gozan las empresas gigantescas de la industria siderúrgica y eléctrica actuales, gracias a su técnica complicadísima, a su extensa organización, a la potencia de su capital, y, en menor grado, también las empresas de construcción de máquinas, determinadas ramas de la industria metalúrgica, las vías de comunicación, etc.".
¡El monopolio! Es la última palabra de la "última etapa del desarrollo del capitalismo". Pero nuestra noción del poder real y de la significación de los monopolios modernos será́ en extremo insuficiente, incompleta, reducida, si no tenemos en cuenta el papel de los bancos.”
(continuará)
[ Fragmento de: LENIN. “1916 El Imperialismo, la fase superior del Capitalismo” ]
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