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Joan E. Garcés / “Soberanos e intervenidos”
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3. La Guerra Fría en América Latina
IX. EL SISTEMA POLÍTICO REPRESENTATIVO COMO DEFENSA
Los presidentes Juan Antonio Ríos y González Videla, ambos del Partido Radical, enrolaron a Chile en la Coalición de la Guerra Fría y lo sometieron a la disciplina de esta última. En 1948 fueron recortadas las libertades sindicales y políticas internas según el deseo de la Administración Truman, pero no fueron arrancados los fundamentos representativos del sistema político. A poco andar, el ejercicio de las libertades permitía a los ciudadanos decidir su política interior de modo autónomo, hasta el extremo de que en 1958 era derogada la legislación represiva de González Videla. La lección fue aprendida, y en el siguiente asalto contra el sistema democrático –1973–, los guerreros de la guerra fría deliberadamente rebanaron las raíces republicanas del sistema político latinoamericano. Y continúan extirpadas en esta fecha.
Los servicios de la Embajada de EEUU observaban que el propio Partido Radical se distanciaba de la política que aplicaba González Videla. El 7 de junio de 1949 la Convención de aquel partido mandataba a los senadores Florencio Durán Bernales y Enrique Guzmán Figueroa que restablecieran el acuerdo entre los partidos de izquierda y, también, que mantuvieran en sus funciones al frente de ambas cámaras del Congreso a parlamentarios de izquierda. Antes, en las elecciones legislativas de marzo de 1949 que siguieron a la ilegalización del PCCh, el embajador Bowers ya había tocado la alarma. El candidato más votado, Carlos Ibáñez del Campo, no era de su agrado, veía en él una personalidad independiente y, además, había sido elegido senador con el respaldo de una heterogénea coalición difícil de controlar desde la Embajada:
1. elementos nazis o fascistas. 2. el Partido Comunista. 3. elementos peronistas. 4. elementos insatisfechos del Ejército, molestos por los bajos sueldos, a quienes por lo menos un miembro de la Embajada argentina exhortó para que el Ejército imitara el ejemplo de Perón, se tomara el Gobierno y aumentara sus sueldos. Todos esos elementos actuaron de modo encubierto: organizados, activos, pero sin armar ruido.
El 4 de septiembre de 1952 el general retirado Ibáñez del Campo era elegido presidente de la República –con el respaldo de los partidos Agrario-Laborista, Democrático del Pueblo y Socialista Popular (PSP). Entre los líderes del PSP se encontraban Carlos Altamirano, Raúl Ampuero y Clodomiro Almeyda. No contó sin embargo Ibáñez con el apoyo del ilegalizado Partido Comunista, que respaldó al candidato del Partido Socialista de Chile, doctor Salvador Allende. Durante la campaña electoral, Ibáñez prometía que, en caso de ser elegido, denunciaría el Convenio de Ayuda Militar con EEUU suscrito por González Videla el 9 de abril de 1952. Una vez Presidente, sin embargo, se olvidó del programa electoral y mantuvo el país alistado en la Coalición de la Guerra Fría. En propiedad hizo más, al subordinar por entero el equipamiento, preparación y doctrina de las FF AA chilenas a las de EEUU. Mientras que sus predecesores habían enajenado progresivamente desde 1943 las funciones económicas y diplomáticas del Estado, Ibáñez del Campo cedió lo que le restaba de independencia militar a cambio de créditos financieros. En 1953, Ibáñez prorrogó las misiones de la Fuerza Aérea y la Marina de EEUU, pero aceptó además que EEUU instalara en Chile una misión militar de su Ejército…”
(continuará)
[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]
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