martes, 25 de enero de 2022



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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

  (...)

 

3. La Guerra Fría en América Latina

 

 

 

VI. González Videla, Presidente dúctil

 

Pocos hechos han marcado más la historia de la izquierda chilena que su penosa experiencia con Gabriel González Videla. Elegido el 4 de septiembre de 1946 gracias al aporte de los votos comunistas, a poco de asumir la Presidencia archivaba el programa electoral, perseguía al partido en que se había apoyado y lo declaraba fuera de la ley. Que tal precedente no se repitiera fue una obsesión para la izquierda. Si el doctor Salvador Allende se veía a sí mismo como la negación de la venalidad de González Videla, los partidos que apoyaron sus cuatro candidaturas presidenciales en 1952, 1958, 1964 y 1973 adoptaron, por su parte, medidas de participación en la dirección del Gobierno tendentes a evitar que, una vez elegido presidente, se desvinculara del compromiso programático con los electores, o de los partidos que le respaldaron.

 

¿Se compadece la estela de “traición” legada por el presidente González Videla con lo que se lee en la documentación del gobierno de EEUU? Lo cierto es que mientras González aún estaba formalmente aliado al Partido Comunista, en Washington se conocía su disposición de deshacerse pronto de este último. Tres semanas después de ser elegido Presidente, el embajador de EEUU en Argentina escribía a Bowers:

 

Lo que en los meses pasados he oído de González Videla es tranquilizador […]. Es muy alentador oír hablar de las conversaciones de usted con González Videla y es de esperar que éste sepa manejar esa situación […]. Espero que sea capaz de manejar adecuadamente la situación porque ello será muy importante para su país y para todos nosotros.

 

En su primer gabinete González Videla asignó al PCCh dos carteras ministeriales. Pero tres días antes de que asumiera la Presidencia –el 4 de noviembre de 1946– ya el director del FBI transmitía al Departamento de Estado que «fuentes informadas chilenas son de la opinión de que el Partido Comunista no estará representado en el gabinete González Videla más allá de seis meses». Expectativa que no era compartida por la derecha criolla:

 

[…] Encuentro que muchos derechistas convencidos no están mayormente molestos por la participación de comunistas en el Ministerio, pues creen que esto puede contribuir a evitar huelgas […] y puede debilitar el partido al fracasar sus dirigentes en lograr que se adopte el programa comunista. El más extraño desarrollo es el hecho de que ahora los comunistas dicen que están dispuestos a servir en el Gobierno con colegas liberales y conservadores de la corriente progresista de Cruz Coke.

 

El FBI había bebido en mejor fuente. Con todo, a la Administración Truman no le bastaron las promesas del Presidente electo y, como primera medida, en noviembre de 1946 ordenó el bloqueo financiero del país latinoamericano. EEUU suspendió todos los créditos a Chile, y ordenó al Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (Banco Mundial) que rechazara una solicitud de préstamo por 40 millones de dólares. Lo que éste cumplió. En abril de 1947, los ministros del PCCh dimitían del Gabinete. No alcanzaron a permanecer en él ni seis meses, efectivamente. Pero Washington exigió entonces más. Cuatro meses después, en agosto, González destituyó a todos los cargos medios en la Administración pública que militaban en el PC. Tampoco bastaba. En octubre de 1947 clausuró el diario El Siglo y, prueba última para la Coalición de la Guerra Fría, rompió las relaciones diplomáticas de Chile con la Potencia europea. Sólo entonces el gobierno Truman levantó el embargo financiero, el Export-Import Bank concedió a Santiago un préstamo de 23 millones de dólares.

 

¿Cuál era el programa de gobierno cuya aplicación en Chile había vetado el líder de la Coalición de la Guerra Fría? El embajador Bowers lo había resumido el 13 de octubre de 1946:

 

Un factor significativo […] es la ausencia de extremismo en lo que se refiere a política económica. Los comunistas desean nacionalizar la banca, como han hecho en Argentina, pero agregan «que no desean coger nada de nadie», su deseo consiste en usar el sistema de crédito allí donde sea más positivo para el interés nacional. Sostienen que las expropiaciones de tierra agrícola deben ser practicadas con la correspondiente compensación a sus dueños. Los derechos del capital deben también ser respetados, dentro de ciertos límites, y la iniciativa individual impulsada dentro de márgenes razonables. El programa llama a la expansión industrial, a facilitar la importación de maquinaria muy necesaria y a mejorar la legislación médica y social. Uno de los puntos de la plataforma, sin embargo, pide la nacionalización de la Compañía Chilena de Electricidad, de propiedad norteamericana. Los intereses del cobre y mineros, sorprendentemente, escapan al ataque, pero se pide un aumento en los impuestos sobre todos los beneficios industriales y comerciales […]. En lo que se refiere a la política exterior, el PCCh pide el respeto de la soberanía chilena, el fortalecimiento de la Organización de Naciones Unidas, el mantenimiento de la paz mundial y relaciones estrechas con todas las naciones democráticas, «especialmente con la Unión Soviética, que lleva a cabo su política exterior sin motivación imperialista». El Gobierno chileno debe defender a los republicanos españoles, romper relaciones con Franco y reconocer al gobierno Giral [en el exilio].

 

Un Estado sin defensa económica está a merced de sus prestamistas. Nada nuevo. Pero, además, el Estado miembro de una Coalición bélica está subordinado a la disciplina y autoridad del líder de la misma. Incluso cuando el Estado coaligado dispone de más recursos que los de América Latina. En la Francia de 1981 el candidato común de la alianza socialista-comunista –François Mitterrand (del Partido Socialista)–, fue elegido presidente de la República. El mismo día 24 de abril en que reunía por primera vez a su Gobierno –con tres ministros comunistas–, Ronald Reagan enviaba a París a su vicepresidente, George Bush, quien recababa las explicaciones del presidente francés:

 

La adhesión al Partido socialista […] ha sido para mí el medio de reducir el comunismo a su verdadero nivel. En Francia, el comunismo ha alcanzado un nivel exagerado […]. Tenerlos en el Gobierno les hará perder su originalidad […], su erosión será grande.

 

Georges Bush, anterior director de la CIA, entendió las claves que Mitterrand le daba. Tres años después el Partido Comunista Francés había perdido más de la mitad de su electorado y estaba fuera del Gobierno. La subordinación del presidente de Francia a la estrategia de la Coalición de la Guerra Fría produciría, además, otros dos efectos derivados. Por un lado, era toda la izquierda, incluido el Partido Socialista, la que llegaba políticamente destruida a 1993, mientras que la derecha ocupaba el 80% de los escaños de la Asamblea Nacional. Nunca –desde la Revolución de 1789– la izquierda había sido reducida en Francia a tan humillante nivel. Por otro lado, terminada la guerra fría en Europa, en términos estratégicos Francia aparecía como la gran perdedora a diferencia de Alemania. Bajo la Presidencia de Mitterrand, en contraste con la autonomía lograda bajo la Presidencia de Charles de Gaulle, Francia fue un miembro disciplinado de la Coalición de la Guerra Fría. La política de Mitterrand destruyó la expectativa de una estrategia alternativa, consumió las esperanzas de los ciudadanos que desde 1945 hasta 1981 se agruparon en la izquierda.


Al quedar enrolada América Latina en la guerra fría, desde 1945 fue subordinada a las directrices de su Estado líder. En 1946 era una realidad el cambio de alianzas previsto por el embajador Bowers. Los núcleos nazifascistas latinoamericanos ofrecieron su cooperación a los servicios de acción clandestina de EEUU. Bowers nos ha dejado su testimonio de 20 de noviembre de 1946:


El otro día en el Ministerio de Asuntos Exteriores, cuando el nuevo ministro recibía al cuerpo diplomático, el embajador de Guatemala vino hacia mí a entregarme un papel que me enviaba Arturo Olavarría Bravo, donde describía una organización secreta que se estaba formando para combatir el comunismo en Chile y pedía información acerca de si alguna organización similar existía en Estados Unidos. Hay varios aspectos en esta descripción que despiertan mis sospechas en la medida que viene de Olavarría. Éste era ministro del Interior en los primeros años de la guerra y, haciendo caso omiso de la aprobación unánime por la censura oficial de cinco películas de cine americanas antinazis, prohibió su exhibición bajo el pretexto malicioso de que provocarían desórdenes. Mientras, cualquier teatro de Chile podía, y de hecho lo hacía, pasar películas nazis. […] Formulé mi protesta a Olavarría en la más acalorada discusión que jamás he tenido con un funcionario extranjero. […] Olavarría se fue del despacho […]. Después, como los archivos del Departamento muestran, tuvimos que poner a Olavarría en la Lista Negra por sus conexiones con la empresa alemana de Staudt. No estoy del todo seguro de que no sea un nazi. Pongo en duda la veracidad de alguna de sus afirmaciones en su descripción. Nosotros nunca hemos sido capaces de encontrar que haya habido ninguna infiltración del comunismo en el Ejército. […] Estoy seguro que el Ejército está tan libre de comunismo como cualquiera otra Arma. Tengo sospechas sobre el segundo párrafo. La referencia más bien menospreciativa hacia los partidos políticos huele extrañamente a propaganda fascista a lo Hitler-Mussolini-Franco. […] Considerando al dirigente y sus antecedentes […] me pregunto si esto realmente no viene a significar un intento de organizar a un grupo fascista. […] El general Tovarias, que acaba de retirarse como comandante en jefe de la Fuerza Aérea, generalmente se piensa que es un totalitario de vocación […] entrenado en Alemania, y nosotros estábamos más bien preocupados por él durante las primeras fases de la guerra.

 

Olavarría pedía el apoyo de EEUU a una organización secreta de la que emanaría otra pública –la denominada Acción Chilena Anticomunista (ACHA)–, en la que ofrecía usar la «desinformación» y «propaganda negra» propias de las «campañas de terror psicológico»:

 


MEMORÁNDUM ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL

 

1) La expansión del comunismo en el país representa un peligro inminente pues ha alcanzado a tener participación directa en el Gobierno y una infiltración encubierta, pero cierta, en las Fuerzas Armadas de la República.

 

2) Dada la ineficiencia de los llamados partidos políticos “de orden” para enfrentar el grave problema creado por esta situación, dirigentes bien conocidos de los partidos Conservador, Liberal, Radical-Demócrata y Socialista, y representantes de otros sectores de la opinión pública, creen que a pesar del fracaso de estos partidos es posible y necesario unir en una organización amplia y fuerte a todos los elementos valiosos que pueden encontrarse en esos grupos, y se han reunido secretamente con el fin de defender el país de la influencia comunista.

 

3) Esta organización, que ya ha sido creada, no va a participar en campañas electorales ni aspira a gobernar el país. Deja a sus miembros en completa libertad para pertenecer al partido político que prefieran. El objetivo de los fundadores de la organización es reunir al menos a treinta mil miembros.

 

4) La organización ya tiene un comité ejecutivo formado por cuatro parlamentarios en ejercicio del Congreso; cuatro abogados; dos físicos profesores de la Facultad de Pedagogía; un oficial retirado de las Fuerzas Armadas; un escritor; un hombre de negocios, dos representantes de los estudiantes de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica. Todos ellos son bien conocidos y de gran prestigio.

 

5) Desearíamos asegurarnos de si existe alguna posibilidad de poner a esta organización en contacto con alguna organización o institución similar en Estados Unidos, a fin de conseguir: a) ideas sobre como coordinar el trabajo en todo el continente; b) colaboración económica para hacer frente a los enormes gastos necesarios para construir esta empresa de interés mutuo.

 

6) Sólo tras recibir una respuesta afirmativa “en lo esencial” aportaremos más detalles a la persona adecuada pues, dada la naturaleza de la organización, sus actividades son de carácter estrictamente confidencial. Esta restricción será levantada una vez la organización tenga fuerza suficiente para defenderse a sí misma, por sus propios medios, del ataque comunista.

 

Evidentemente, Bowers percibía el alcance de la oferta que estaba recibiendo. Como embajador nombrado por la Administración Roosevelt, en 1940-1943 se había aplicado a combatir las influencias de Alemania (nazifascistas). En 1946 contemplaba que personas con las que se había enfrentado pedían ayuda de Washington para actuaciones y objetivos fascistas, y previno a su Gobierno. El 17 de diciembre de 1946 Dean Acheson, subsecretario de Estado, acusaba recibo del mensaje de Bowers. Pero en paralelo, otros servicios norteamericanos de intervención en América Latina estaban ya articulándose con ACHA. El 7 de mayo de 1947 Bowers alertaba de nuevo sobre su carácter fascista. El 29 de mayo Spruille Braden, secretario de Estado Adjunto, le respondía displicente[58] que el asunto ya estaba en manos de agencias ajenas al Embajador –«hemos recibido anteriormente otro informe sobre ACHA. Consiguientemente, el suyo no es completamente nuevo para nosotros». Que Olavarría fuera profascista no interesaba en Washington tanto como que su acción era anticomunista. Braden contrarrestaba el escrúpulo de Bowers anticipándole que Juan Bautista Rossetti –del Partido Radical Socialista– también iba a colaborar con ACHA. Y también Raúl Marín Balmaceda –del Partido Liberal. La decisión de dotar con amplios medios a ACHA estaba tomada, Braden anunciaba que «esto puede fácilmente evolucionar por último en algo importante». Agregaba que no podía prosperar la intercesión de Bowers para proteger a los chilenos de los fascistas, dando a entender que castigos mayores caerían si el Presidente del país latinoamericano no cumplía todo cuanto se le orde­naba:

 

los comunistas que quedan en el gobierno (enumerados en la carta que me dirigió el 21 de abril) participan aún activamente en la Administración. En vista de esto estoy profundamente convencido de que, a la vista del mensaje de González al Congreso chileno [del PC] celebrado recientemente, González no ha roto con los comunistas. Esta vacilación suya no augura nada bueno a la causa de Chile…”

 

(continuará)

 

 

[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]

 

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2 comentarios:

  1. Ay, si en nuestra lucha cotidiana pusiéramos el mismo tesón que ellos ponen en destruirnos...


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  2. T. W. Adorno:
    “La preponderancia de los poderes sociales sobre nuestra existencia se manifiesta, más que en los conflictos, en que no permiten los conflictos, sino que los sofocan; en que el individuo se los traga.”

    La gran aportación de Marx fue el materialismo histórico, en el que sin duda está inserto su insuperable análisis del sistema capitalista: ‘El Capital’, pero el método crítico marxista es el gran arma crítica que nos legó para el conocimiento de lo real:

    “El arma de la crítica no puede, evidentemente, reemplazar la crítica por las armas, la fuerza material debe ser subvertida por la fuerza material; pero la teoría también deviene fuerza material en cuanto penetra en las masas”

    Una teoría, una guía para la acción, que esté basada en el análisis de los procesos históricos, que nos impidan, al menos, repetir errores tan absolutamente trágicos para la clase obrera. Marx y Engels forjaron un arma teórica mortal para la burguesía. Su puesta en práctica, adaptada a las concretas situaciones actuales, es la tarea que corresponde a los comunistas…

    Salud y comunismo

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