lunes, 24 de enero de 2022

 

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 Antonio Gramsci  / Cuaderno 11 (XVIII) 1932-1933.

 [ 55 ]

 

 

Introducción al estudio de la filosofía

 

[Advertencia]

Las notas contenidas en este cuaderno, como en los otros, han sido escritas a vuelapluma, para apuntar un breve recordatorio. Todas ellas deberán revisarse y controlarse minuciosamente, porque ciertamente contienen inexactitudes, falsas aproximaciones, anacronismos. Escritas sin tener presentes los libros a que se alude, es posible que después de la revisión deban ser radicalmente corregidas porque precisamente lo contrario de lo aquí escrito resulte cierto.

 

 

VI. Apuntes misceláneos

 

 

< 67 > . Paso del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del sentir al comprender, al saber. El elemento popular "siente", pero no siempre comprende o sabe; el elemento intelectual "sabe", pero no siempre comprende y especialmente "siente". Por lo tanto, los dos extremos son la pedantería y el filisteismo por una parte y la pasión ciega y el sectarismo por la otra. No es que el pedante no pueda ser apasionado, todo lo contrario; la pedantería apasionada es tan ridícula y peligrosa como el sectarismo y la demagogia más desenfrenados.

 

El error del intelectual consiste <en creer> que se pueda saber comprender y especialmente sin sentir y ser apasionado (no sólo del saber en sí, sino por el objeto del saber) o sea que el intelectual puede ser tal (y no un puro pedante) si es distinto y separado del pueblo-nación, o sea sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas y en consecuencia explicándolas y justificándolas en esa situación histórica determinada, y vinculándolas dialécticamente a las leyes de la historia, a una concepción superior del mundo, científica y coherentemente elaborada, el "saber"; no se hace política-historia sin esta pasión, o sea sin esta conexión sentimental entre intelectuales y pueblo-nación. En ausencia de tal nexo las relaciones del intelectual con el pueblo-nación son o se reducen a relaciones de orden puramente burocrático, formal; los intelectuales se convierten en una casta o un sacerdocio (el llamado centralismo orgánico). Si la relación entre los intelectuales y el pueblo-nación, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados, es dada por una adhesión orgánica en la que el sentimiento-pasión se convierte en comprensión y por lo tanto en saber (no mecánicamente, sino en forma viva), sólo entonces la relación es de representación, y se produce el intercambio de elementos individuales entre gobernados y gobernantes, entre dirigidos y dirigentes, o sea que se realiza la vida de conjunto que es la única fuerza social, se crea el "bloque histórico". De Man "estudia" los sentimientos populares, no consiente con ellos para guiarlos y conducirlos a una catarsis de civilización moderna; su posición es la del estudioso de folklore que tiene continuamente el temor de que la modernidad le destruya el objeto de su ciencia. Por lo demás, hay en su libro el reflejo pedante de una exigencia real: que los sentimientos populares sean conocidos y estudiados tal como se presentan objetivamente y no considerados como algo desdeñable e inerte en el movimiento histórico.”

 

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< 68 >. La "nueva" ciencia. G. A. Borgese y Michel Ardan. En la novela de Julio Veme De la tierra a la luna, Michel Ardan, en su discurso programático, dice líricamente que "el espacio no existe, porque los astros están a tal punto próximos los unos de los otros que se puede pensar el universo como un todo sólido, cuyas distancias recíprocas pueden compararse a las distancias existentes entre las moléculas del metal más compacto como el oro o el platino". Borgese, siguiendo las huellas de Eddington, ha volteado el razonamiento de Veme y sostiene que la "materia sólida" no existe, porque el vacío en el átomo es tal que un cuerpo humano, reducido a las partes sólidas, se convertiría en un corpúsculo sólo visible bajo el microscopio. Es la "fantasía" de Verne aplicada a la ciencia de los científicos y no ya a la de los niños. (Verne imagina que en el momento en que Arden expone su tesis, Mastou, uno de los persona-jifias con los que hace ingeniosos sus libros, al gritar con entusiasmo: "¡Sí, las distancias no existen!" está a punto de caer, probando así, con sus propios huesos, si las distancias existen o no)

 

 

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< 69 >. Sorel, Proudhon, De Man (continuación página 70 bis y s.) Mario Missiroli publicó en 1932 en las Edizioni Corbaccio de Milán, la "anunciada" recopilación de artículos escritos por Georges Sorel en periódicos italianos desde 1910 hasta 1921, con el título L'Europa sotto la tormenta. El escrito de Sorel, publicado en la Nuova Antologia del 19 de diciembre de 1928 con el título "Ultime meditazioni (Scritto pos-turno medito)" no se encuentra reproducido en el volumen, no obstante haber sido anunciado como escrito por Sorel a modo de prefacio: la selección de los artículos reproducidos, por lo demás, no permitía la impresión de tal prefacio, que no tiene nada que ver con el contenido del libro. Parece evidente que Missiroli no se atuvo a las indicaciones que Sorel debió de darle para compilar la selección, indicaciones que se pueden obtener del "prefacio" descartado. La recopilación fue hecha ad usum delphini, tomando en cuenta únicamente una de tantas direcciones del pensamiento soreliano, que no se puede considerar que fuese juzgada por el escritor como la más importante, porque de otro modo el "prefacio" hubiera tenido otra entonación. A la recopilación precede, por el contrario, un prefacio de Missiroli, que es unilateral y en estridente contraste con el prefacio censurado, del cual, poco lealmente, ni siquiera se hace mención…”

 

(continuará)

 

 

[Fragmento de: A. GRAMSCI. “Cuadernos de la cárcel. Tomo 4”]

 

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