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Antonio Gramsci / Cuaderno 11 (XVIII) 1932-1933.
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Introducción al estudio de la filosofía
[Advertencia]
Las notas contenidas en este cuaderno, como en los otros, han sido escritas a vuelapluma, para apuntar un breve recordatorio. Todas ellas deberán revisarse y controlarse minuciosamente, porque ciertamente contienen inexactitudes, falsas aproximaciones, anacronismos. Escritas sin tener presentes los libros a que se alude, es posible que después de la revisión deban ser radicalmente corregidas porque precisamente lo contrario de lo aquí escrito resulte cierto.
VI. Apuntes misceláneos
“< 62 >. Historicidad de la filosofía de la praxis. Que la filosofía de la praxis se concibe a sí misma historicistamente, esto es como una fase transitoria del pensamiento filosófico, además de implícitamente de todo su sistema, se desprende explícitamente de la conocida tesis de que el des-. arrollo histórico estará caracterizado en cierto punto por el paso del reino de las necesidades al reino de la libertad. Todas las filosofías (los sistemas filosóficos) que han existido hasta ahora han sido la manifestación de las íntimas contradicciones que han lacerado a la sociedad. Pero cada sistema filosófico tomado en sí mismo no ha sido la expresión consciente de estas contradicciones, porque tal expresión podía ser dada sólo por el conjunto de los sistemas en lucha entre sí. Cada filósofo está y no puede dejar de estar convencido de que expresa la unidad del espíritu humano, o sea la unidad de la historia y de la naturaleza; de hecho, si no hubiera tal convicción, los hombres no actuarían, no crearían nueva historia, o sea que las filosofías no podrían convertirse en "ideologías", no podrían asumir en la práctica la granítica solidez fanática de las "creencias populares" que anmen la misma energía de las "fuerzas materiales".
En la historia del pensamiento filosófico, Hegel representa un papel particular, porque, en su sistema, en una u otra forma, aun en la forma de "novela filosófica", se logra comprender qué es la realidad, o sea que se tiene, en un solo sistema y en un solo filósofo, aquella conciencia de las contradicciones que antes era resultado del conjunto de los sistemas, del conjunto de los filósofos, en polémica entre sí, en contradicción entre sí.
En cierto sentido, por lo tanto, la filosofía de la praxis es una reforma y un desarrollo del hegelianismo, es una filosofía liberada (o que trata de liberarse) de todo elemento nueva historia, o sea que las filosofías no podrían convertirse en "ideologías", no podrían asumir en la práctica la granítica solidez fanática de las "creencias populares" que anmen la misma energía de las "fuerzas materiales".
En la historia del pensamiento filosófico, Hegel representa un papel particular, porque, en su sistema, en una u otra forma, aun en la forma de "novela filosófica", se logra comprender qué es la realidad, o sea que se tiene, en un solo sistema y en un solo filósofo, aquella conciencia de las contradicciones que antes era resultado del conjunto de los sistemas, del conjunto de los filósofos, en polémica entre sí, en contradicción entre sí.
En cierto sentido, por lo tanto, la filosofía de la praxis es una reforma y un desarrollo del hegelianismo, es una filosofía liberada (o que trata de liberarse) de todo elemento ideológico unilateral y fanático, es la conciencia plena de las contradicciones, en las que el mismo filósofo, entendido individualmente o entendido como todo un grupo social, no sólo comprende las contradicciones sino que se postula a sí mismo como elemento de la contradicción, eleva este elemento a principio de conocimiento y por lo tanto de acción. El "hombre en general", como quiera que se presente, es negado y todos los conceptos dogmáticamente "unitarios" son menospreciados y destruidos en cuanto expresión del concepto de "hombre en general" o de "naturaleza humana" inmanente en cada hombre.
Pero si también la filosofía de la praxis es una expresión de las contradicciones históricas, incluso es su expresión más cumplida por consciente; significa que ella también está ligada a la "necesidad" y no a la "libertad" que no existe y no puede todavía existir históricamente. Por lo tanto, si se demuestra que desaparecerán las contradicciones, se demuestra implícitamente que también desaparecerá, o sea que será superada, la filosofía de la praxis: en el reino de la "libertad" el pensamiento, las ideas, no podrán ya nacer en el terreno de las contradicciones y de las necesidades de la lucha. Actualmente el filósofo (de la praxis) sólo puede hacer esta afirmación genérica y no ir más allá: de hecho no puede evadirse del actual terreno de las contradicciones, no puede afirmar, más que genéricamente, un mundo sin contradicciones sin crear inmediatamente una utopía.
Esto no significa que la utopía no pueda tener un valor filosófico, porque ella tiene un valor político, y toda política es implícitamente una filosofía aunque sea inconexa y en esbozo. En este sentido la religión es la más gigantesca utopía, o sea la más gigantesca "metafísica", aparecida en la historia, porque es el intento más grandioso de conciliar en forma mitológica las contradicciones reales de la vida histórica: ella afirma, en efecto, que el hombre tiene la misma "naturaleza", que existe el hombre en general, en cuanto creado por Dios, hijo de Dios, por ello hermano de los demás hombres, igual a los otros hombres, libre entre los otros y como los otros hombres, y que él se puede concebir como tal reflejándose en Dios, "autoconciencia" de la humanidad, pero afirma también que todo esto no es de este mundo y para este mundo, sino de otro (—utópico—). Así las ideas de igualdad, de fraternidad, de, libertad, fermentan entre los hombres, en aquellos estratos de hombres que no se ven ni como iguales, ni como hermanos de otros hombres, ni como libres respecto a ellos. Así ha sucedido que en cada sacudida radical de las multitudes, de un modo u otro, bajo formas e ideologías determinadas, se han planteado estas reivindicaciones.
En este punto se inserta un elemento propuesto por Vilici: en el programa de abril de 1917, en el párrafo dedicado a la escuela unitaria y precisamente en la nota explicativa de tal párrafo (cfr. la edición de Ginebra de 1918) se recuerda que el químico y pedagogo Lavoisier, guillotinado durante el Tenor, sostuvo precisamente el concepto de la escuela unitaria y ello en relación a los sentimientos populares de la época, que en el movimiento democrático de 1789 veían una realidad en desarrollo y no sólo una ideología-instrumento de gobierno y sacaban consecuencias igualitarias concretas. En Lavoisier se trataba de un elemento utópico (elemento que aparece más o menos en todas las corrientes culturales que presuponen la unicidad de "naturaleza" del hombre), sin embargo para Vilici esto tenía el significado demostrativo-teórico de un principio político.
Si la filosofía de la praxis afirma teóricamente que toda "verdad" creída eterna y absoluta ha tenido orígenes prácticos y ha representado un valor "provisional" (historicidad de toda concepción del mundo y de la vida), es muy difícil hacer comprender "prácticamente" que semejante interpretación es válida también para la misma filosofía de la praxis, sin hacer tambalear aquellas convicciones que son necesarias para la acción. —Ésta es, por lo demás, una dificultad que se vuelve a presentar para cada filosofía historicista: de ella abusan los polemistas baratos (especialmente los católicos) para contraponer en el mismo individuo al "científico" y al "demagogo", al filósofo y al hombre de acción, etcétera, y para deducir que el historicismo conduce necesariamente al escepticismo moral y a la depravación. De esta dificultad nacen muchos "dramas" de conciencia en los hombres pequeños y en los grandes, las actitudes "olímpicas" a la Wolfgang Goethe.
He ahí por qué la proposición del paso del reino de la necesidad al de la libertad debe ser analizada y elaborada con mucha finura y delicadeza. Por eso sucede también que la misma filosofía de la praxis tiende a convertirse en una ideología en el peor sentido, o sea un sistema dogmático de verdades absolutas y eternas; especialmente cuando, como en el Ensayo popular, éste es confundido con el materialismo vulgar, con la metafísica de la "materia" que no puede ser sino eterna y absoluta.
Debe decirse también que el paso de la necesidad a la libertad se da en la sociedad de los hombres y no en la naturaleza (si bien podrá tener consecuencias en la intuición de la naturaleza, en las opiniones científicas, etcétera).
Se puede incluso llegar a afirmar que mientras todo el sistema de la filosofía de la praxis puede llegar a ser caduco en un mundo unificado, muchas concepciones idealistas, o al menos algunos aspectos de ellas, que son utópicas durante el reino de la necesidad, podrían volverse "verdades" después del paso, etcétera. No se puede hablar de "Espíritu" cuando la sociedad se halla agrupada, sin necesariamente concluir que se trata de... espíritu de cuerpo (cosa que es reconocida implícitamente cuando, como hace Gentile en el libro sobre el "Modernismo", se dice, siguiendo las huellas de Schopenhauer, que la religión es la filosofía de las multitudes, mientras que la filosofía es la religión de los hombres más selectos, o sea de los grandes intelectuales),643 pero se podrá hablar de ello cuando se haya producido la unificación, etcétera…”
(continuará)
[Fragmento de: GRAMSCI. “Cuadernos de la carcel. Tomo 4”]
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