domingo, 27 de julio de 2025

 



1357

 

 

 

DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL

 

Andrés Piqueras

 

(41)

 

 

PARTE II

Del in-politicismo teórico-práctico

 

 

 

 



 

MARXISMO ABIERTO


En el terreno de la in-políticaescarba hondo el autodenominado “marxismo abierto” (MA), ofreciendo todo un repertorio de apoliticismo idealista (antimarxiano). A pesar de lo cual lleva a cabo un gran esfuerzo por distinguirse del marxismo autonomista. Para esta corriente el postoperaísmo plantea la autonomía del Trabajo respecto del sustrato que lo crea, el capital, llevando a cabo una trascendencia de sus relaciones sociales que recuerdan las dicotomías conciencia/relaciones materiales, agencia/estructura, instinto-deseo-(potenzia)/Poder. La única novedad es que esta vez hacen pesar más los primeros términos de las mismas. A fin de cuentas, no hay separación entre lucha de clases y capital ni entre lucha de clases y evolución del capitalismo. Tal como lo plantea el autonomismo, esa lucha externa del trabajo condiciona un nuevo ciclo del capital, que a su vez da lugar a una nueva composición de clase. Cada reestructuración capitalista, genera a su vez una reestructuración de la subjetividad antagónica. Al final, lo que tenemos es una fetichización del sujeto, según el “Open Marxism”: 

 


«Los enfoques que postulan la noción de la autonomía del trabajo respecto del capital tienden a dividir la existencia social en dos esferas diferenciadas: por una parte, una lógica mecánica por parte del capital y, por la otra, el poder trascendente de la práctica social. El que la práctica social quede refrendada subjetivamente no tiene más valor que una invocación romántica de la inmediatez de un sujeto revolucionario»

(Bonefeld 2013). 

 

 

Para el MA este planteamiento es improcedente, pues establece una dicotomía entre el Capital y el Trabajo, haciendo del trabajo una exterioridad al capital, cuando para esta corriente el capital no es sino trabajo no pagado, trabajo alienado, por lo que lleva en su seno la permanente tensión que éste le imprime: la lucha por la desalienación, contra la desposesión radical de los medios de vida, para dejar de ser Trabajo. La lucha de clases no es exterior al capital, nos dice el MA, sino que está incorporada al mismo, marcando no sólo su evolución sino su propia razón de ser. Quiere esto decir que frente a las lecturas dualistas el marxismo abierto opondrá una concepción monádica del capitalismo. Partiendo de la misma fuente adorniana de la que bebiera Postone, la centralidad la ocupará el concepto de formapara entender el pensamiento de Marx, así como para dar cuenta de las características específicas de la dualidad del trabajo (como trabajo concreto y trabajo abstracto) en el capitalismo (Ghiotto, 2015). La mercancía, el dinero, el valor, el capitalno son sino formasde relación social que ya llevan implicada la lucha de clases, que son momentos de esa totalidad social que es denominada “relación capital”. Dicho de otra manera, las categorías de la sociedad capitalista son las formasque adquiere esa lucha, cuyos resultados son indeterminados. No son realidades objetivas, sino disputados procesos en curso. 

 


La relación antagónica, intrínseca a la sociedad del capital, es sintetizada de la siguiente manera por Dinerstein:

 

“Para Marx, la dominación ejercida por el capital no sólo implica la explotación del trabajo al nivel de la producción, sino la necesidad del capital de compeler al trabajo a un modo de existencia abstracto. La esencia de este proceso de abstracción es el valor, forma histórica específica de existencia de la creatividad humana (…) Dicha conexión interna está dada por el hecho de que el capital es trabajo, aunque se objetiva como algo externo a éste, a través de múltiples formas sociales. El trabajo existe en y contra el capital, pues ‘. . es sólo el trabajo el que constituye la realidad social. No hay fuerza externa, nuestro propio poder es confrontado con nuestro propio poder, aunque en una forma alienada’ (Holloway…). Los términos integración y trascendencia apuntan a entender esta forma de existencia contradictoria del trabajo donde ni la integración del trabajo dentro de la relación del capital ni la trascendencia revolucionaria del capital están lógicamente pre-supuestas ni históricamente determinadas (Bonefeld…). La lucha de clases es esta contradicción inherente a la relación capital-trabajo: ‘la sociedad capitalista no se desarrolla simplemente a través de la lucha de clases. Más bien, la lucha de clases es un momento constitutivo de la relación capitalista’ (Bonefeld…) (…) El capital no sólo debe explotar al trabajo al nivel de la producción, sino que debe mantener su existencia negada, para arrebatarle su subjetividad (…) Esto implica que el capital, como forma real e ilusoria objetivada de la existencia social, lleva en su movimiento de producción y reproducción una contradicción intrínseca que debe permanentemente superar, negar, esconder. Las crisis financieras, sociales o económicas, son expresión de la incapacidad del capital de llevar a cabo este proceso de forma eficiente. Esto es lo que Foucault entendió como poder incompleto y conflictivo (…) la completa autonomía del trabajo respecto del capital es imposible. En su lugar, la noción de trabajo existiendo en y contra el capital permite ver que la lucha del trabajo es una lucha por eliminarse a sí mismo deconstruyendo las subjetividades que lo niegan, pero de mantenerse a sí mismo como trabajo abstracto o relación salarial, y como capital, para sobrevivir concretamente. En esta contradicción se hallan los límites y las posibilidades de inventar nuevas formas de subjetividad” 

(Dinerstein, 2001). 

 


Precisamente de lo que se trata, a través de la insistencia en la forma, es de enfatizar esa vinculación interna entre valor, dinero, trabajo y relaciones sociales (que ya Steve Wright –2014– explicó para el caso del autonomismo). Todos los fenómenos de la sociedad deben ser considerados como formas(no definitivas) de las relaciones sociales, las cuales a su vez son momentos de la totalidad social globalizante que es el capital. Si el propio capital no es sino trabajo no pagado y trabajo negado en cuanto que trabajo concreto generador de valores de uso y de satisfactores sociales (por eso es también objetividad social en cuanto que subjetividad negada), podemos entender su fragilidad frente al Trabajo, razón por la que siempre le intenta evitar (mediante la mecanización-automatización), aun a costa de malbaratar la fuente de su ganancia a medio plazo. Asimismo, la categoría “forma” implica la naturaleza interna (ninguna externalidad) de las conexiones entre “las cosas”. 

«Hablar de dineroes hablar de valor, hablar de valor es hablar de una forma de producir trabajo (. .) es enfatizar la naturaleza interna de la relación entre valor, dinero, trabajo, relaciones sociales...» (Holloway, citado en Dinerstein, 2001). «El entendimiento de la objetividad social como subjetividad alienada conl eva una relación interna, más que un dualismo externo, entre estructura y lucha» (Bonefeld, Gunn y Psychopedis, 1992 ) «Las estructuras no son sino el modo de existencia (la “forma”) de las luchas» (Gunn: 1992).

 


Para el marxismo abierto la “lucha de clases” es el principio ontológico que antecede al capitalismo y le constituye a él mismo (aunque se supone que no le sucederá si la superación del capitalismo implica una sociedad sin clases). No deja de ser curioso este fundamento para quienes se niegan a definir las clases (quiénes están a un lado y a otro de esa “lucha”), ni a hablar de su composición, los procesos en los que se precipitan sus acciones o cómo éstas adquieren unas u otras dimensiones y alcances. Pues para estos autores la “lucha de clases” es un movimiento perpetuo que no está sujeto a la definición de los contendientes, es más la expresión de lo que está contenido, reprimido, impedido…

 


“No es posible definir el sujeto crítico-revolucionario porque es indefinible. El sujeto crítico-revolucionario no es un quiendefinido, sino un queindefinido, indefinible y antidefinicional” (Holloway, 2002).



¿Y qué puede ser eso tan esotérico o, al menos, oculto? El MA responderá con una retahíla de abstracciones ontologizadas: el “grito”, la “dignidad”, la “negación de la negación” … Es el proceso de derrotas sociales de esas abstracciones lo que conduce a la alienación y, en consecuencia, a la desposesión generalizada. Aquí está el origen del capital(ismo). La existencia establecida de la clase trabajadora y del capital no pueden darse por hecho. Se constituyen mediante la lucha y la separación (de los medios de vida). Bonefeld llevará el proceso de separación (la acumulación primitiva) a una permanente necesidad del capital para su auto-reproducción (Bonefeld, 2012). De ahí se llega, de nuevo –a semejanza de la NLM–, a la alienación y al trabajo abstracto como elementos centrales a combatir, previos incluso a la desposesión (Bonefeld, 2010). “En lugar de enfatizar la forma en que el capital produce, el énfasis recaería en cómo el capital esproducido. Las formas de la existencia social se percibirán como un producto de la práctica humana, del trabajo humano. En lugar de poner de relieve las reglas formales de un sistema–las condiciones objetivas de la realidad– el énfasis recae sobre la noción de subjetividad. Sin embargo, ese énfasis sugiere la siguiente pregunta: ¿puede diferenciarse entre subjetividad, por un lado y, por el otro, la forma en que el a existe? (…) esa fuerza subjetiva no puede existir por fuera de las formas que produce, no puede ser un espectador inocente de su propia perversión. Este es el argumento de Marx en sus escritos iniciales. El trabajo alienado, de acuerdo con este argumento, es la causa, antes que la consecuencia, de la propiedad privada, y la abolición de la propiedad privada presupone la abolición del trabajo alienado (…) El capital es el producto de la existencia alienada del trabajo” (Bonefeld, 2013). 

 



Resumiendo, el trabajo es la sustancia del capital, así que no puede independizarse de él, como tampoco el capital es un sujeto independiente del trabajo. La “lucha de clases” en torno a la explotación es un momento fundante del capital. A su vez aquélla es posible gracias al trabajo alienado y a la desposesión o separación histórica de las personas respecto de los medios de producción. Para esta corriente el capitalno es el sujeto de la vida social, toda vez que esto supone tomar al capitalcomo una relación social constituida sin ver la práctica concreta que la constituye, el trabajo humano. De hecho, como el capital es trabajo enajenado no se trata de ver al capital por fuera del trabajo, independizándolo, sino que es la lucha de clases en torno a la explotación de este trabajo lo que supone el momento constitutivo del capital. El capital, por tanto, no necesita la subordinación de trabajo, es trabajo subordinado. Por eso achacan al marxismo autonomista que al exteriorizar al sujeto con relación al objeto, termina por magnificar el poder de ambos. Al desconsiderar al Trabajo como contradicción interna del capital, se subestima la capacidad del capital para subordinar al Trabajo. La lógica del capital deja de ser interpretada en términos economicistas para pasar a un campo meramente politicista. Como todo es lucha, nos dirá esta corriente, todo es impredecible, indeterminado. Sus fundadores escogieron precisamente el nombre de “marxismo abierto” para indicar que toda resolución de las luchas y por tanto,  todos los procesos sociales, quedan continuamente abiertos e inde nidos. Los propios fetiches del capital están en permanente tensión de desfetichización,  por eso el MA prefiere servirse del concepto “fetichización” antes que del de fetiche, de “procesos de alienación” antes que de alienación como un resultado acabado (Altamira, 2006).  La indefinición, la ambivalencia, la ambigüedad… serán rasgos de identidad de la “teoría” (¿o será no-teoríadel “Open Marxism”?)…

 

(continuará)

 


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