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DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL
Andrés Piqueras
(36)
PARTE II
Del in-politicismo teórico-práctico
MARXISMO AUTONOMISTA
El grueso de la argumentación del “marxismo autonomista” (MAUT) podría entrar en la cabeza de alfiler de su premisa básica: los movimientos del capital (y el propio devenir del capitalismo) están supeditados a la acción de la clase trabajadora, por lo que aquéllos adquieren una dinámica ante todo reactiva; incluso, desde el punto de vista agencial, tendente a esquivar o evitar al Trabajo.
Aquí puede reconocerse la insistencia de Tronti (2001) sobre la capacidad de emancipación del Trabajo implícita en el antagonismo de clase capitalista, y de cómo sus luchas condicionan la dinámica del capital. Tal hecho radica en la dependencia del poder instrumental –del Capital– respecto del poder creativo –del Trabajo–, expresada en la necesidad de la explotación de este último para poder existir como Capital. El gran drama de la agencialidad capitalista, su ineludible contradicción histórica, proviene de esa debilidad intrínseca, al tiempo que depende de los/as propios/as productores/as para el consumo final, es decir, para la realización de la plusvalía que extrae de ellos/as mismos/as, en ganancia.
Esa relación de dependencia no se da al contrario; de hecho, quienes generan la riqueza social mediante su trabajo sólo pueden llegar a ser realmente autónomos/as suprimiendo la fuente de su explotación y subordinación: la propiedad privada de los medios de producción y su condición, como la de ellos/ellas mismos/as, de mercancía. Esto significa anular las bases de posibilidad del propio capital, impedir su existencia.
Al ser la concreción del “trabajo necesario” un producto de la lucha de clases, todo parece indicar que es el valor de uso quien opone resistencia en tanto tiene necesidades independientes y cuyo valor difiere del otorgado por el capital. Mientras que uno necesita plusvalor, el otro tiene sus necesidades independientes, tiene la potencialidad de autovalorizarse. Es un ser libre frente al capital, contrario a la pulsión de valorización de este último. La clase obrera aparece como su antagonista y en cuanto atributo antagónico suyo, no puede ser reducida a éste, por lo que se vuelve necesario someterla, caracterizarla como “proletaria”. Es así que “el proceso de valorización, empujado a esta dimensión totalitaria, debe dejar espacio a la emergencia de la autovalorizaciónproletaria, a la expansión de su potencialidad antagonista” (Negri 2001). Es decir, que al poner en movimiento la producción y reproducción de la vida material en su forma capitalista, se constituye una relación de exterioridad cuya forma más simple y directa es la extracción de plusvalor, resultado de la tensión entre fuerzas subjetivas y objetivas, y expresa el punto de divergencia entre dos polos antagónicos (Rivas, 2016). Tronti llama sagazmente la atención sobre la diferencia agencial que existe entre “fuerza de trabajo” y “clase trabajadora” (algo totalmente ajeno a la NCV). La primera está subsumida al capital, como parte del mismo, mientras que la segunda siempre es algo más, es potencialidad de subvertir al capital en cuanto que pueda trascenderse a sí misma, albergando siempre en latencia, lista para activarse, la oposición a la dominación-explotación.
Por eso su primer paso epistemológico fue separar el marxismo como ciencia del capital, del marxismo como teoría revolucionaria. La concepción de “fuerza de trabajo” forma parte de la primera; la de “clase trabajadora” de la segunda, y desde el momento en que contribuye a que como clase se rechace su inclusión en el capital, el marxismo se hace una teoría de la disolución política del capital, al que contempla desde el punto de vista de la clase trabajadora. En este sentido, así como es cierto que el capital se hace el “propietario” de la fuerza de trabajo que ha comprado, y también de su uso, no es menos constatable que el “trabajo vivo” es siempre algo intrínseco a la trabajadora y al trabajador, lo que constituye la base de la inevitable lucha de clase dentro de la producción. Ahí radica la contradicción interna del capital, que incorpora “fuerza de trabajo” y “trabajo vivo” en una misma unidad, una unidad que es constituida por trabajadores y trabajadoras como colectivo social (Tomba, 2013)
Cobró cuerpo, entonces, la idea de que las modalidades concretas de la distribución del trabajo dentro de una organización cuyo objetivo es la plusvalía, constituyen el verdadero corazón del problema. Del punto de arranque de que para esta corriente el capitalismo es sobre todo una forma de organizar el trabajo, nacieron los conceptos de “composición de clase” y “obrero masa” (introducidos en primera instancia por Romano Alquati). La “composición de clase” pretendía expresar la vinculación entre las características técnicas objetivas evidenciadas por la fuerza de trabajo como resultado de su posición dentro del proceso de producción capitalista en un momento histórico dado, y sus connotaciones subjetivas y políticas. Es precisamente la síntesis entre estos dos aspectos lo que para el operaísmodetermina el potencial de la lucha de clase (Turchetto, 2008). De ahí se extraerían dos ideas fuertes: la del vínculo entre la fábrica y la sociedad, y la que subraya que la factoría se extiende paulatinamente al conjunto societario, y con ello también las luchas de clase. Este “operaísmo” original, en términos generales, que se desarrolló en los primeros números de Quaderni Rossi, afiló la teoría para convertirla en una herramienta aguda y crítica, capaz de guiar las praxis políticas. Sin embargo, nos dirá María Turchetto:
«frente a la creciente dificultad a la que se enfrentan las luchas de la clase trabajadora y su tendencia a desvanecerse, el grupo operista se dividió en dos líneas principales que, desde los intentos de responder a la crisis, se convirtieron gradualmente en verdaderas líneas de vuelo: inicialmente, un vuelo hacia otras realidades, diferente de la fábrica; pero, en última instancia, un vuelo de la realidad misma, hacia dimensiones cada vez más utópicas e imaginarias. La primera línea fue la adoptada por Tronti: ‘la autonomía de lo político’» (Turchetto, 2008).
Efectivamente, la corriente que derivaría del primigenio operaísmo, dicha “postoperaísta” o del marxismo autonomista, se lanzaría a la más abierta especulación sobre la potencia creadora de la fuerza del trabajo, hasta el punto de hacer de la parte subordinada en la relación Capital/Trabajo (de un modo de producción que determina la propia condición de los seres humanos como tal “fuerza de trabajo”, con su subjetividad correspondiente), la conductora del Sistema en cada momento, imprimiéndole sus sucesivas formas institucionales históricas.
Tal corrimiento de enfoque que ha hecho Escuela (aunque el operaísmo ha terminado por ser, más que una Escuela, “sobre todo una fácilmente identificable ‘mentalidad’, una actitud y un léxico”, según la propia Turchetto), vendría con el tiempo a identificarse con Toni Negri (muchos hablan hoy de “negrismo” para indicar la evolución de la misma). Diefenbach (2014) ha señalado los siguientes componentes heredados que combina esta corriente:
a. La idea marxiana de la subsunción del Trabajo al Capital como
radicalmente expropiadora pero al tiempo potencialmente creativa.
b. La tesis feminista de la combinación del trabajo productivo, el
reproductivo y el afectivo.
c. El señalamiento de Deleuze sobre las fuerzas creativas que expresan el “deseo de desear autocrearse” como ser social (o la fuerza motora del deseo).
d. La tesis foucaultniana de que el modo de producción capitalista es precedido por la inclusión de la vida en mecanismos de poder, los cuales coexisten lado a lado con el desarrol o del capital.
Veremos, no obstante, que, en contra de lo prometedor de estos presupuestos, la combinación de los mismos que realiza el “negrismo”, lejos de engrandecer la teoría a través de su aplicación social, va a dejar una praxis empobrecida. Frente a la pretensión de llevar a Marx a la academia, propia del estructuralismo de mediados del siglo XX, Negri apostaría por llevar a la academia y a Marx a las calles, para diluir la teoría en la práctica de las masas. En ese camino, la aportación de Negri ha concentrado todo su esfuerzo político y discursivo en la potenciade los subordinados frente al poder del Capital, a partir de la utilización de la filosofía spinoziana y su distinción entre potenziay podere. En adelante, la potencia(la potencialidad innata que hay en cualquier ser humano, en cualquier lucha o resistencia), será la que marque la trayectoria del Poder del capital, sus movimientos y cambios (ver al respecto Callinicos, 2001).
Al contrario que la Nueva Lectura de Marx (NLM), los Grundrissese consideran básicos para el entendimiento de los planteamientos marxianos. Negri señala que la subordinación del trabajo asalariado que está indicada en ElCapital“no es cierta”, porque todos los elementos del proceso capitalista no deben considerarse subordinados a las leyes del capital, sino a “leyes de la luchade clases” (Rivas, 2016). Además, para esta Escuela los Grundrisseconstituyen una extraordinaria anticipación teórica de la sociedad capitalista madura. En ella Marx nos dice que el desarrollo capitalista da lugar a una sociedad en la cual el trabajo industrial (como trabajo inmediato) representa no más que un elemento secundario dentro de la organización del capitalismo. Una vez que el capital ha subsumido la sociedad toda, el trabajo productivo se hace “intelectual, cooperativo, inmaterial”.
A partir de aquí el postoperaísmo nos introduce en un mundo en el que el valorha perdido su relevancia, dando vida al “cognitivismo” o supuesto “capitalismo cognitivo”. Sus autores tienen en común el contemplar un capitalismo que ha alcanzado su máximo nivel de desarrollo y que por tanto da lugar a una contradicción entre la sobreabundancia de la mecanización y la base limitada del sistema de producción, una contradicción que hace absurda la “medida cuantitativa del trabajo”. Según los postoperaístas y cognitivistas, lo que está en juego es una “imposibilidad de medir la explotación”, por lo que “la teoría del valor se vuelve vacua”. Desprovista de todos los elementos de conmensuración, la “‘teoría del valor”, según Negri, se transforma en puro dominio, la forma elemental de la Política. Aquí es precisamente donde este autor identifica la superioridad de los Grundrisse, que considera que no se ven atrapados en el análisis del valor y, por lo tanto, quedan abiertos a la “acción dela subjetividad revolucionaria”, una acción supuestamente estancada por las categorías desarrolladas y desplegadas en El Capital(Tomba, 2013)…
(continuará)
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ResponderEliminar“Quienes nos definimos y nos sentimos comunistas, no debemos equivocarnos nunca de trinchera, sí analizar críticamente los procesos de transición de manera que lo que salga de esos análisis no sea para tirar por tierra o renegar sin más de todo lo habido, sino para ayudar a que lo próximo sea mejor. Es decir, para apoyar los procesos en curso, tirando de ellos hacia el socialismo.
En eso mismo deberían estar también quienes dicen luchar por el bien de la humanidad, quienes se esfuerzan por un futuro mejor. Aunque sólo sea por el simple hecho de que con el capitalismo no hay futuro, al menos uno que valga la pena de vivir.
Los aldabonazos del movimiento comunista durante el siglo XX (1917, 1949, 1954, 1959, 1979…), lejos de haber supuesto meros interludios de ida y vuelta al capitalismo, podrían verse hoy, con la ventaja de la perspectiva histórica, de bien diferente manera, como los primeros destellos de una era post-capitalista, socialista. De sus grandes errores y de sus enormes logros debemos aprender, no para unir nuestras voces al miserable coro de los agentes del capital y de farsantes que denigran y reniegan de esos intentos de iniciar el camino al socialismo, sino para realizar mejor ese tránsito en adelante”.
Andrés Piqueras
https://andrespiqueras.com/2025/04/25/de-la-violencia-y-condicion-antidemoicratica-del-capital/
Salud y comunismo
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Se agradece el enlace al blog de Andrés Piqueras, que es en mi opinión una fuente irreemplazable de análisis verdaderamente marxistas, que revelan un poder enorme de observación, documentación y sensibilidad comunista.
ResponderEliminarSalud y comunismo
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