martes, 25 de febrero de 2025



1297

 

 

Vida de ANTONIO GRAMSCI

 

Giuseppe Fiori

 

(…)

 

 



 

27

 

(…) Pasaba largos ratos en su celda comparando las fotografías de los niños de la familia, estudiando los rasgos comunes y las diferencias entre Delio y Giuliano y los hijos de Teresina (Franco, Mimma y Diddi) y la hija de Gennaro, Mea.

 

 

Estaba enfermo. Dormía poquísimo. En octubre de 1930 hizo el siguiente balance de sus horas de sueño: «Solo dos noches he dormido cinco horas; durante nueve noches enteras no he dormido ni un solo minuto; las demás noches he dormido menos de cinco horas: esto da un promedio general de poco menos de dos horas por noche». Su sueño era interrumpido a menudo por ruidos exteriores. Lay recuerda: «Gramsci ocupaba la primera celda del corredor del primer piso, por donde pasaba día y noche todo el tráfico para las demás secciones y la enfermería. Solo cuando estaba de servicio alguna guardia menos celosa que las otras, el tráfico se reducía, era menos ruidoso y Gramsci podía gozar de un poco más de tranquilidad». Experimentaba grandes vacíos en su actividad mental: 

 

 

«Duermo poco, me domina una gran desgana; ni siquiera la lectura me atrae. Como dicen en Cerdeña, doy vueltas por la celda como una mosca que no sabe dónde morirse»(20 de julio de 1931).

 

 

 

Desde hace algunos meses pierdo la memoria. Hace tiempo que no tengo fuertes dolores de cabeza como en el pasado (jaquecas que yo llamaría «absolutas»), pero en cambio me siento en un estado permanente que podría calificarse de evaporación del cerebro; fatiga difusa, aturdimiento, incapacidad de concentrar la atención, relajación de la memoria, etc.

 

 

Siete días después de esta carta, el 3 de agosto a la una de la madrugada, sufrió una hemoptisis. Mucho tiempo después se lo comunicó a Tatiana con frialdad, como si estuviese redactando un informe:

 

 

No fue una verdadera hemorragia continua, un flujo irresistible como el que he oído describir a otros: sentía un gorgoteo en la respiración como cuando se está resfriado, vino después un acceso de tos y la boca se llenó de sangre. La tos no era violenta, ni siquiera fuerte: era la tos típica de cuando se tiene una cosa extraña en la garganta, sin accesos continuos y sin espasmos. Esto duró hasta cerca de las cuatro y en todo este tiempo llegué a escupir 250-300 gramos de sangre.

 

 

Después de dar otros detalles, concluía, con el mismo tono distanciado: «Creo que te he dado todas las informaciones esenciales. Debo añadir que no me he debilitado mucho ni he sentido ninguna repercusión psíquica... Como ves, no hay por qué preocuparse, aunque, como dice el médico, habrá que “vigilar”». No era la catástrofe del cuerpo lo que le postraba moralmente, por lo menos en aquella fase. Tenía propensión a juzgar las desgracias físicas sin dramas.

 

 

Pero no le ocurría lo mismo con las desgracias morales (el alejamiento de Julia, la irregularidad de la correspondencia familiar, los choques ideológicos con los viejos compañeros de lucha y con algunos comunistas presos y las difamaciones que de ellos resultaban). El 3 de agosto escribió a Tatiana y no le dijo nada de la hemorragia que había tenido por la noche. Después de la hemoptisis le dominaba otro pensamiento, más punzante que el dolor físico:



No creas que el sentimiento de estar personalmente aislado me hará caer en la desesperación o en un estado de ánimo de tragedia. En realidad, nunca he sentido necesidad de una aportación exterior de fuerzas morales para vivir fuertemente mi vida, incluso en las peores condiciones; tanto menos hoy, cuando siento que mis fuerzas volitivas han adquirido un grado más elevado de concreción y de validez. Pero así como en el pasado me sentía orgulloso de mi aislamiento, ahora siento toda la mezquindad, la aridez, la sordidez de una vida reducida exclusivamente a la voluntad.

 

 

En la carta del 3 de agosto de 1931, el día de la primera hemoptisis, se refería también a su trabajo. Cada vez sentía con más intensidad, aunque sin rendirse, la dificultad de desarrollar sistemáticamente y en profundidad los temas que se había propuesto. El 17 de noviembre de 1930 había escrito a Tatiana:

 

 

Me he centrado en tres o cuatro temas principales, uno de los cuales es el de la función cosmopolita de los intelectuales italianos hasta el Setecientos, escindida luego en tantas direcciones: el Renacimiento y Maquiavelo, etc. Si pudiese consultar el material necesario, creo que podría hacer un libro realmente interesante, que todavía no existe; digo libro por referirme solo a la introducción a un cierto número de trabajos monográficos, porque la cuestión se presenta de modo diferente en las distintas épocas y, a mi parecer, habría que remontarse hasta los tiempos del Imperio romano. Mientras tanto, escribo notas, aunque solo sea porque la lectura de lo relativamente poco que tengo a mi disposición me hace recordar las lecturas del pasado.

 

 

En la carta del 3 de agosto insistía en estas dificultades de consulta:

 

 

Se puede decir que no tengo ya un verdadero programa de estudio y de trabajo, cosa que había de ocurrir forzosamente. Me había propuesto reflexionar sobre una serie de cuestiones, pero era forzoso que al llegar a un cierto punto tuviese que pasar a la fase de documentación y, por tanto, a una fase de trabajo y de elaboración que exige grandes bibliotecas. Esto no quiere decir que pierda completamente el tiempo, pero no siento ya una gran curiosidad por determinadas líneas generales, al menos por ahora... Hay que tener en cuenta además que el hábito de severa disciplina filológica adquirido durante los estudios universitarios me ha dado unos escrúpulos metodológicos excesivos (quizá).

 

 

La contestación de Tatiana no se hizo esperar: «Para hacer una historia perfecta de los intelectuales se debe disponer, ciertamente, de una gran biblioteca. Pero ¿por qué no hacerla imperfecta de momento, con la idea de perfeccionarla cuando tengas libertad de acceso a las bibliotecas?» (28 de agosto de 1931). En realidad, Gramsci no se dejaba desanimar por las dificultades objetivas del trabajo en la cárcel. El 7 de septiembre contestó a Tatiana:

 

 

No creas que no sigo estudiando o que me desanimo porque al llegar a un cierto punto no puedo continuar mis investigaciones. Todavía no he perdido una cierta capacidad inventiva, en el sentido de que todas las cosas importantes que leo me excitan y me hacen pensar: ¿cómo podría hacer un artículo sobre este tema?  Imagino un comienzo y un final mordaces y una serie de argumentos irresistibles (a mi parecer) como otros tantos puñetazos en el ojo, y así me divierto. Naturalmente, no escribo nada de esto: me limito a escribir sobre temas filológicos y filosóficos, sobre temas de los que Heine decía: «Eran tan aburridos que me dormí, pero el aburrimiento era tan grande que me hizo despertar».

 

 

Cuando la falta de libros le impedía continuar su labor, pasaba el tiempo traduciendo del ruso páginas de Gógol, Turguéniev, Dostoievski, Chéjov y Tolstói. Pero la investigación sobre los intelectuales le obsesionaba: no podía estar sin los libros necesarios y para tenerlos decidió elevar una instancia al jefe del Gobierno. El borrador de la instancia se encuentra en el cuaderno 14 (el mismo que contiene las traducciones del ruso):

 

 

El infrascrito, de acuerdo con lo dispuesto en los reglamentos y en la disciplina penitenciaria y con la debida autorización superior, ha intentado llenar el ocio de la detención tomando notas para una historia de la formación y del desarrollo de los grupos intelectuales italianos. Dado que últimamente parecen haber surgido dificultades de carácter no muy preciso, pero por esto más difíciles de resolver, el infrascrito ruega a V. E., que le conceda la autorización para continuar la citada labor.

 

 

Siguió, como pudo, acumulando notas breves, apuntes, observaciones, es decir, materiales para unos ensayos que solo más tarde se podrían escribir según un orden determinado. En las páginas 1 y 2 del cuaderno 28 (escrito en 1932) puso la siguiente advertencia bajo el título «Note sparse e appunti per una storia degli intellettuali italiani», para que quedasen bien claros el carácter y la materia de su labor:

 

 

1)      Carácter provisional de estos apuntes y notas; 2) de ellos podrán salir ensayos independientes, no un trabajo orgánico de conjunto; 3) no puede hacerse todavía una distinción entre la parte principal de la exposición y las secundarias, entre lo que constituiría el «texto» y lo que serían las «notas»; 4) se trata a menudo de afirmaciones no controladas, que podrían llamarse «de primera aproximación», en las investigaciones ulteriores algunas de ellas podrán ser abandonadas e incluso puede llegar a demostrarse que la afirmación exacta es la opuesta; 5) no deben causar una mala impresión la vastedad y la incerteza de los límites del tema, por todo lo que se ha dicho: no tengo la intención de redactar un mamotreto confuso sobre los intelectuales, una compilación enciclopédica con la pretensión de colmar todas las «lagunas» posibles e imaginables. — Ensayos principales — Introducción general — Desarrollo de los intelectuales italianos hasta 1870: diversos periodos — La literatura popular de las novelas de folletín — Folclore y sentido común — La cuestión de la lengua literaria y de los dialectos — Los nietos del padre Bresciani — Reforma y Renacimiento — Maquiavelo — La escuela y la educación nacional — La posición de B. Croce en la cultura italiana hasta la guerra mundial — El Risorgimento y el Partido de Acción — Ugo Foscolo en la formación de la retórica nacional — El teatro italiano — Historia de la Acción Católica — Católicos integristas, jesuitas, modernistas — El municipio medieval, fase económico-corporativa del Estado — Función cosmopolita de los intelectuales italianos hasta el siglo xviii — Reacción ante la falta de carácter popular-nacional de la cultura en Italia: los futuristas — La escuela única y lo que significaría para toda la organización de la cultural nacional — El «lorianismo» como una de las características de los intelectuales italianos — La falta de «jacobinismo» en el Risorgimento italiano — Maquiavelo como técnico de la política y como político integral o en acto. 

 

Reagrupamientos de materias:1) intelectuales, cuestiones escolares; 2) Maquiavelo; 3) nociones enciclopédicas y temas de cultura; 4) introducción al estudio de la filosofía y notas críticas sobre un ensayo popular de sociología; 5) historia de la Acción Católica, católicas integristas, jesuitas, modernistas; 6) miscelánea de diversas notas de erudición (pasado y presente); 7) el Risorgimento italiano (en el sentido de la época precisa del Risorgimento italiano de que habla Omodeo, pero insistiendo en los motivos más estrictamente italianos); 8) los nietos del padre Bresciani, la literatura popular (notas de literatura); 9) el lorianismo; 10) apuntes sobre el periodismo.

 

 

Siguió adelante pese a la progresiva ruina física y al abatimiento que le causaban los hilos que se rompían o se complicaban por las incomprensiones. Pero quizá pedía al organismo más de lo que este podía darle, en aquel estado de aflicción y de graves enfermedades mal curadas. Tuvo una recaída.

 

 

He llegado a un punto en que mi capacidad de resistencia va a derrumbarse completamente, no sé con qué consecuencias. Estos días me siento peor que nunca; desde hace ocho días solo duermo tres cuartos de hora cada noche y paso noches enteras sin pegar ojo. Es indudable que si el insomnio no determina por sí mismo males específicos, agrava los existentes y los acompaña de un malestar tan profundo que la existencia llega a ser insoportable.

 

 

Su carácter se había agriado. Algunas iniciativas de Tatiana, debidas a su «fanatismo romántico» le exasperaban. Quería que Tatiana se fuese a Moscú. Dos hechos contribuyeron en aquel momento a aumentar su excitabilidad: la noticia, enviada por Grazietta, de que su madre estaba moribunda, y una nota de Carlo redactada de forma que le hacía creer inminente la liberación…

 

(continuará)

 

 

 

 

[ Fragmento de: Giuseppe Fiori. “Antonio Gramsci” ]

 

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