1290
DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL
Andrés Piqueras
(29)
PARTE II
Del in-politicismo teórico-práctico
NUEVA CRÍTICA DEL VALOR
Hay otra Escuela neomarxista que ha polemizado con la anterior, que se caracteriza por ser del todo inoperante en términos políticos y, por tanto a la postre, condenada a una auto-circularidad teórica, todo y haber dado un paso importante para la conjunción del contenido con la forma en el análisis de la sociedad capitalista.
La Nueva Crítica del Valor (NCV) o Crítica de la escisión del valor, continua la línea abierta por Rubin (de nuevo), Korsch y Lukács, aunque tales autores no se libren de su crítica, para insistir en que la teoría del fetichismo es la base de todo el andamiaje teórico de Marx, y por tanto de la explicación del modo de producción capitalista.
A pesar de esos largos orígenes esta Escuela empezará a adquirir notoriedad en los años 90 del siglo XX, justo con la caída del bloque soviético. Es decir, una vez más, en el contexto de una derrota. Según el marxismo va siendo desterrado de las Universidades, la NCV se propuso rescatarlo a costa de rechazar gran parte de sus planteamientos no sólo políticos sinoteóricos. Con ella llegamos al extremo de la preeminencia de la aproximación lógica sobre la histórica en su concepción de la obra de Marx. El fetichismo de la mercancía constituirá su núcleo obsesivo de análisis, desconsiderando otros aspectos básicos de la elaboración marxiana. La teoría del fetichismo será identificada con el conjunto de la teoría del valor confundiéndose la parte con el todo (Rodríguez Rojo, 2019).
Así sintetiza Ascunce en su tesis las propuestas de la NCV:
“La Crítica del valor propone retomar a Marx sobre la base del rechazo de gran parte de los posteriores desarrollos marxistas, y no sólo en su plasmación práctica, sino en sus propios presupuestos teóricos. Marxismo tradicional, marxismo (del movimiento) obrero, marxismo del trabajo, marxismo inmanente de la modernización e incluso marxismo burgués serán las diferentes formas de denotar a una misma tradición que ha tomado como matriz la lucha de clases. Se trataría de ‘desprenderse de más de un siglo de interpretaciones marxistas’ como ‘primera condición para leer la obra marxiana’ (Jappe). Este marxismo habría puesto el centro en la (re)distribución y el reparto del dinero y del (plus)valor en vez de negarlos, afirmando de manera positiva las que constituirían las categorías fundamentales de la modernidad capitalista. La lucha de clases habría servido al despliegue del sistema capitalista en la época de su ascenso a nivel planetario, y el movimiento obrero le habría resultado funcional a éste integrando a los obreros en la sociedad mercantil. Es por ello que dicho marxismo ‘formaba parte todavía de la historia de la conquista de la sociedad por el Capital’ pero que ‘se ha vuelto hoy efectivamente obsoleto, y no porque haya sido «erróneo», sino porque su tarea está acabada’ (Kurz). (…) Ese ‘doble Marx’ (Kurz) sería por un lado exotérico, continuador de la Ilustración y la economía política clásica, teórico de la modernización y de la lucha de clases, en el que se apoyó y a partir del cual se desarrolló ese marxismo del movimiento obrero. Pero habría ‘otro Marx oculto, oscuro y esotérico’ (Kurz), el crítico de la economía política que desgrana las sutilezas metafísicas de la mercancía y señala la relación fetichista en la que se basa una sociedad que se sostiene en la creación de valor mediante el trabajo abstracto. Este otro Marx no hablaría ya de la apropiación de la plusvalía ni de la lucha de clases, sino de la dominación abstracta que ejercen las categorías fetichistas de la sociedad mercantil. Pese a estar ‘entrelazados’, estos ‘dos hilos argumentativos’ resultarían ‘incompatibles uno con otro’ (Kurz). Esta visión constituye el punto de llegada a la obra de Marx para la Crítica del valor y al mismo tiempo el punto de partida para su desarrollo teórico propio” (Ascunce, 2017).
Es muy probable que el elemento de referencia recurrente que hace de puente entre los autores clásicos de partida y las elaboraciones actuales de la NCV sea Postone. No deja de ser certera, a mi juicio, la síntesis de intenciones de este autor que elabora Wikipedia (2021):
“Partiendo de una relectura de Marx según la cual el capitalismo es una forma de dominación impersonal, Moishe Postone rompe con la idea de «sujeto» propia del marxismo tradicional. Rechazando la oposición entre los capitalistas, supuestos sujetos dominantes, y los trabajadores, supuestos sujetos emancipadores, plantea el capital como el verdadero sujeto, el «sujeto autómata» del cual la humanidad debe liberarse. (…) Libra los conceptos de Marx de los lastres marxistas y reelabora una teoría crítica que se enfrenta a la esencia misma del capitalismo: la forma de trabajo específica a esa formación social. El trabajo bajo el capitalismo no es una actividad exterior al capitalismo que habría que liberar; es el fundamento del capitalismo, por lo que debe ser abolido.”
Veremos después porqué lo acertado de este resumen que me he permitido transcribir, pero antes hay que dejar claro que aquí rastreamos también, sin lugar a dudas, la influencia de Jean-Marie Vincent y su insistencia en el trabajo como fuente de alienación-subordinación propia del capitalismo, en cuanto que a diferencia del trabajo como poesis, el trabajo en su forma más socializada aparece como una realidad negativa, aunque articule a los individuos entre sí.
La relación social de producción, lejos de ser pura producción económica, es de hecho producción y reproducción de la compleja totalidad de las relaciones sociales, las formas de vida, las formas simbólicas e imaginarias bajo el signo del valor. Es el trabajo cristalizado, objetivado en capital, insiste este autor, el que encarna la socialidad de la producción en las cabezas de quienes producen (Vincent, 2019).
Hasta aquí perfecto, el problema comienza cuando Vincent acusa al marxismo de concebir al trabajo como la esencia de la sociedad humana, mientras que para él es sólo el núcleo social específico de la formación social capitalista; porque la estructura de dominación abstracta, indirecta e impersonal constituida reflexivamente por las actividades laborales, sigue estando presente si simplemente se abole el mercado y la propiedad privada, pero no nos liberamos del trabajo como actividad socialmente mediatizadora (Vincent, 2001).
Esta boutade constituirá uno de los puntos fuertes de los que estirará después la NCV: la no concepción del trabajo como una categoría transhistórica y general, sino como una mediación social específica del capitalismo. Veremos luego hasta dónde se lleva este planteamiento, así como las consecuencias políticas del mismo. Quedémonos por el momento con que esta Escuela, no obstante poner gran énfasis en las bases “abstractas” del análisis de Marx, sí se ha ocupado, además, específicamente, de sentar la notabilidad de los aspectos “cuantitativos” y muy especialmente por lo que toca a la caída del valor en la economía capitalista. A partir de ese combinado análisis deducen el principio del fin del “sujeto automático” y el consiguiente desmoronamiento de todo el entramado social del capital.
Las formulaciones de la que llegaría a ser su gura más destacada, Robert Kurz (quien formó también la revista –y grupo– Krisis, y tras su escisión la revista –y grupo– Exit), son bien contundentes sobre estos puntos, marcando una distancia entre lo que él llama la “crítica inmanente” del capital y su “crítica categorial”: la que promueve la ruptura con las categorías básicas que hacen al capital(ismo). Así lo resume Clara Navarro:
“La crítica al marxismo tradicional – entendido éste en sentido lato– se centra en el hecho de que éste, habiendo l evado al centro de la re exión y honrado el concepto de trabajo, no habría sido capaz de ver que con dicho movimiento se convertía, fácticamente, en un operador más en el proceso de modernización capitalista. Y esto dado que, lejos de ser un concepto aproblemático, trabajo (acompañado del epíteto abstracto) no es otra cosa que la propia sustancia del capital, inherente y co-originario al propio sistema productor de mercancías en su surgimiento histórico.
Como tal, el trabajo no puede contener la posibilidad de emancipación o superación de la sociedad productora de mercancías a través de un cambio de actores en la distribución y administración del mismo (mediante una expropiación de los medios de producción), es más, tal pretensión tan sólo conl eva a la difuminación de su desarrollo histórico y su elevación a concepto ontológico y existencial” (Navarro, 2016).
“La crítica inmanente a la ontología del sistema capitalista no supera: limita o, en el mejor de los casos, construye una utopía. Tiene, asimismo, la caducidad impuesta por las exigencias de la valorización del valor. Así, los avances democráticos que provienen de una crítica inmanente al capitalismo están pues de antemano objetivamente limitados (…)” (Navarro: 2016).
Acertadamente Kurz (2016) incide sobre todo en la dimensión crecientemente irreal de la economía capitalista desde su crisis de los años 70 del siglo XX, expresada por el enorme crecimiento del capital ficticio, por la reconversión del capital en dinero y por una galopante deuda global, que no sólo va desmoronando las sociedades y disparando las desigualdades de todo tipo, sino que también va minando por debajo, imperceptiblemente, las dinámicas de reproducción del propio capital.
“Se fue tornando cada vez más imposible, igualmente para los mayores capitales individuales, refinanciar suficientemente solo con base en las ganancias que eran el retorno de periodos de producción anteriores (…) Existe, por tanto, una enorme diferencia entre la refinanciación del capital por el recurso predominante a una producción de plusvalía ya realizada en el pasado (por ejemplo, bajo la forma de reservas), por un lado, y por el recurso predominante a una producción de plusvalía futura, todavía ni siquiera iniciada y mucho menos realizada bajo la forma del crédito, por otro. (…) Incluso cuando el capital global se va expandiendo alegremente y la masa absoluta de plusvalía crece, se va creando un desfase temporal creciente entre la producción de plusvalía prevista y la que realmente se consigue. El capitalismo comenzó a gastar su propio futuro”
(Kurz, 2015).
Kurz hace ver que la tremenda distancia entre salarios reales y los requerimientos monetarios en intereses provoca una crónica escasez de demanda de mercancías, la cual frena constantemente la subida de precios en la economía real. El capital productivo se queda más y más rezagado frente a la monstruosa suma de capital dirigido hacia la rentabilidad financiera, a menudo en su forma simple, como dinero. Igualmente señala cómo la destrucción natural y agotamiento de recursos es más bien consecuencia del límite interno del capital (la disminución de la capacidad de generar valor y los intentos de compensarlo), más que límite externo que impide al primero.
Sin embargo, el metabolismo del capital ha arraigado tanto en las conciencias humanas, que incluso sus críticos (las “izquierdas del sistema”) han terminadopor aceptarle como “inevitable” e “imperecedero”, es decir, como el sistema que ha llegado para quedarse, el “sistema del fin de la historia” o algo semejante. Por eso todas sus propuestas e intervenciones se limitan a (intentar) conseguir mejoras dentro de él. Kurz critica duramente esas posturas:
“La dinámica de la crisis inherente al capitalismo pasó totalmente desapercibida, habiendo sido traducida a ‘posibilidades ilimitadas’. Tal como las élites neoliberales, la izquierda postmoderna creyó en el ‘crecimiento empujado por las finanzas’ y se convirtió en la expresión ideológica del capital cticio. El virtualismo económico fue complementado con el virtualismo tecnológico de la Internet.
La Segunda Vida del espacio virtual sufrió la mutación de tornarse en la forma de vida ‘propiamente dicha’, el supuesto ‘trabajo inmaterial’ de Antonio Negri terminó siendo la continuación de la ontología capitalista del trabajo. El verdadero problema de sustancia del ‘trabajo abstracto’ fue negado; un ‘antisubstancialismo ideológico’ (o antiesencialismo) en contraste con Marx denunció ese problema de sustancia como simple metafísica de un pensamiento ultrapasado, en lugar de reconocer en él una ‘metafísica real’ del capitalismo, la que no deja de ser bastante material. Al mismo tiempo, hubo una orientación por la esfera de la circulación. La ilusión financiera capitalista de que actos de compra-venta también podrían generar crecimiento, como la producción real de mercancías, constituye también la premisa implícita del pensamiento posmoderno. El endeudado sujeto de mercado y consumo aparecía como portador de la reproducción y de una posible emancipación, cuando nadie podía decir en lo que ésta consistiría. (…) Para la izquierda posmoderna la naturaleza negativa del capital se disolvía en una indefinible ‘pluralidad’ ( Vielfalt, diversidad) de los fenómenos, a la cual se presentaría como desconectada “pluralidad” de movimientos sociales, sin focalizar el meollo concreto del capital” (Kurz, 2012).
He compartido estos razonamientos analíticos (Piqueras, 2018), como he explicitado también en los primeros capítulos de este libro, pues creo queprofundizan sobre la cada vez más difícilmente esquivable tendencia del capitalismo hacia su colapso. Sin embargo, hay una segunda parte que esta Escuela asocia a sus análisis de la mercancía y el valor, que alberga nefastas consecuencias para la intervención política, y que sus miembros identifican, algo contradictoriamente, con la intervención en la instancia que vela por el buen funcionamiento de un sujeto que supuestamente es “automático”, el valor-capital y su economía de la mercancía. Esa instancia no es otra que el Estado. Al negar la acción en el a rechazan también la propia posibilidad de la Política (la que se ejerce y se imbrica en el metabolismo del capital). De hecho, niegan por principio que la Política pueda tener alguna importancia en la trascendencia del modo de producción capitalista. Se trata, a mi entender, de un nihilismo político de nuevo cuño (in-política en su cara más antipolítica) que se viste con los ropajes de Marx…
(continuará)
**
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar