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DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL
Andrés Piqueras
(27)
PARTE II
Del in-politicismo teórico-práctico
NUEVA LECTURA DE MARX
(…) Y fue así porque Marx y Engels, juntos, inauguraron un nuevo materialismo–contra los materialismos mecánicos desarrollados por sus inmediatosantecesores–, expresado en La Sagrada Familia(1844), La ideología alemana(1844-46) y El Manifiesto Comunista(1848). Un materialismo que buscaconocer las causas más profundas que mueven los procesos históricos y que secombinan siempre con la acción humana. No afectado por ello, el “marxismo occidental” expresó pronto su nostalgiapor un “in-dañado” Marx, al que intentó recuperar a costa de descalificar lasinterpretaciones hechas sobre él por el marxismo histórico, sobre todo elvinculado a las experiencias de transición al socialismo. Fue Engels el escogido como culpable de propiciar esas interpretaciones, llegándose a vincular directamente el pensamiento de Engels con el de Stalin, e incluso a hablar de la “traición” de Engels a Marx (Kangal, 2020). Se señaló directamente a La Dialéctica de la Naturalezacomo la que proporcionó el esqueleto para la codificación soviética del marxismo, inaugurando así el patrón Marx contra Engelsque más tarde sería ahondado con especial virulencia por buena parte de los “neomarxismos”. Como es fácil de colegir, lo que subyace en realidad a los ataques a Engels es un especial encono contra el marxismo-leninismo (ya se sabe que los “izquierdistas occidentales” tienen predilección por las revoluciones de papel, es decir, las que nunca se hacen; mientras se dedican a denigrar los procesos que efectivamente mejoran –o incluso posibilitan– la vida de sociedades enteras). Por eso no es casualidad que Heinrich (2014) haga juicios de valor tan “profundos” de las experiencias sociales que intentaron la ruptura con el capital, como calificarlas, sin más análisis, de “regímenes extremadamente represivos”, para los que el “marxismo-leninismo” sirvió de ideología legitimadora (en realidad, no se podría esperar otra cosa de este autor, dado que como venimos diciendo sobre esta Escuela, unas determinadas asunciones teóricas llevan a unos particulares posicionamientos políticos).
Pero sigamos. Roberts (2020), tras cotejar las explicaciones de autores que revisaron los manuscritos de Marx de los que se extraería el Tomo III, refuta casi punto por punto la supuesta malinterpretación que Engels hace de Marx en ese tomo de El Capital, sobre todo por lo que toca al “abandono de la ley de la tasa de ganancia” por este último, a la que tanto alude Heinrich. Como quiera que Engels suprimió las formulaciones matemáticas de Marx, lo que consiguió, en contra de lo que se le acusa, fue el efecto contrario, que la contundencia con que su amigo sostenía esa ley pareciera menor (según afirma Jerrold Seigel, citado por Roberts): “esto difícilmente puede ser una edición que sugiera que Engels estaba determinado a defender una ley que Marx había descartado” (Roberts, 2020). Realmente, Engels asumió la tarea de ordenar y presentar como conclusa una teoría que Marx había trazado magistralmente, pero que no tuvo tiempo de terminar, de darle su cuerpo definitivo.
“…doce años en que Engels desarrolló su actividad de editor, difusor y sistematizador de un pensamiento inacabado. La urgencia de la forma de la mediación entre teoría marxista y praxis, el Umsetzungsproblem, subsumió el trabajo crítico de edición” (González, 2020).
Dado que los Tomos II y III de El Capital quedaron como borradores, del conjunto de los Werke ( Mega1 y 2) hoy compilados se pueden hacer tanta interpretaciones (por veces anacrónicas) como posturas políticas se pretendan defender, a menudo para no concluir ninguna propuesta transformadora con posibilidades fácticas. Pero Engels sí tuvo que dar a los manuscritos la proyección política acorde con el compromiso revolucionario que ambos camaradas habían asumido en sus vidas, y todo indica que se sentía seguro de lo que hacía a tenor de la confianza que Marx siempre le había depositado en vida. De cierto, lo que Engels realizó para convertir en un arma política el trabajo de su amigo –y de él mismo– bien podría haberse llamado “engelismo”, pero él siempre prefirió, y se esforzó, por situarse detrás de Marx. Desde el principio, nos recuerda González (2020), Engels se auto-inmolaría intelectualmente, como “segundo violín” de la pareja, para realzar más la figura de su camarada. Pero hoy sabemos que fue más precoz que Marx en su militancia y en su elaboración teórica. De hecho, atrajo a su amigo hacia los caminos de la economía política y del comunismo. “Fue marxista antes que Marx” (Roberts, 2020).
El propio Manifiesto del partido comunistade 1848 viene precedido por redacciones previas de Engels (el “ideario comunista” y los “principios del comunismo”). Como tal fue publicado de forma anónima; cuando lo cita Marx en El Capital, lo hace con atribución de autores por primera vez, poniendo a Engels en primer lugar (Monleón, 2020). Fue Engels quien más tarde cambiaría el orden de la autoría. En general, los intentos de buscar discrepancias entre dos hombres que establecieron una cuidadosa división del trabajo según un acuerdo previo por el que Marx desempeñaba el papel principal y Engels le respaldaba, no parecen tener ningún asidero ni en los textos ni en las cartas de estos autores que se prolongan incesantemente hasta el fin de Marx (escribiéndose con asiduidadcuando estuvieron lejos uno del otro, y reuniéndose cotidianamente en persona cuando Engels se muda a vivir al lado de Marx en 1870). De hecho, ese acuerdo lo mantuvieron por espacio de 40 años, hasta el punto incluso de que Marx insistiera a Engels a lo largo del tiempo en que “invariablemente sigo tus pasos” (Kangal, 2020). Está recogido también lo que en otra ocasión le escribió: “te constan dos cosas: primero, que a mí me llega todo más tarde, y segundo, que no hago más que seguir tus huellas” (en Armas, 2020). Lo que no era sino su forma de reconocer la inspiración que durante toda su vida le proporcionó Engels.
Kangal (2020) fundamenta cómo la Dialéctica de la Naturalezaes el resultado de la fusión que Marx y Engels hacen de la teoría y la práctica, como praxis teórico-política (ver en su capítulo 4 las razones que movieron a Engels a escribir esa obra, entre las que destaca la necesidad de confluencia de las ciencias naturales o físicas y las sociales o humanas para la explicación del mundo, teniendo a la dialéctica como método común).
Engels fue quien intentó una seria imbricación del marxismo con la ciencia como elemento de autoconciencia y de emancipación, una ciencia materialista-dialéctica que se estaba abriendo camino en la biología y en otras disciplinas y que Engels, como Marx, querían aplicar también al conocimiento histórico-social. Y al universo de posibilidades políticas al que conducía. A Engels se le acusa de positivismo mecanicista cuando precisamente puso su empeño en trascender las formas mecanicistas de pensamiento basándose en una crítica que devenía del análisis de Darwin para entender la evolución de la naturaleza de modo dialéctico. Justo insistió en la “dialéctica”, que según el propio Engels “tampoco conoce líneas rígidas e inalterables, ni disyuntivas incondicionales, de validez universal, en las que la opción sea únicamente ‘esto o lo otro’, para oponerse al materialismo simple, determinista, que él atribuía con razón a los materialistas franceses del inicio de la Modernidad. Es importante ver cómo las propias palabras de Engels desafían a la vez el mecanicismo y el productivismo que se le achaca, al decirnos repetidamente que no podemos actuar como si estuviéramos fuera de la naturaleza. En carne, sangre y cerebro somos parte de ella. Todo nuestro privilegio consiste en tener la ventaja sobre el resto de seres vivos de albergar el conocimiento de sus leyes y de poder aplicarlas. La evolución no es sino una progresión no lineal de complejidad de los organismos vivos (y sociales), de ahí deduce Engels que una sociedad capaz de planificar su economía y su interacción con la naturaleza, de eliminar las contradicciones inherentes a las clases sociales, es necesariamente más evolucionada y está mejor preparada para mantenerse (al estar también más cohesionada).
Este es el hombre que definió la libertad como el conocimiento de la necesidad. ¿Eso es determinismo, o es más bien constatación evolutiva, no lineal, del proceso de humanización, de lo que éste entraña como posible? “Un sistema universal y definitivamente plasmado del conocimiento de la naturaleza y de la historia es incompatible con las leyes fundamentales del pensamiento dialéctico”, expresó Engels. Nada que ver con una “filosofía de la historia”.
La dialéctica argumenta en contra de las oposiciones fijas de base y consecuencia, causa y efecto, identidad y diferencia, superficie y esencia. Sugiere, en cambio, que un polo está ya embrionariamente presente en el otro, que en cierto punto un polo revierte en el otro y que la lógica entera se desarrolla a partir de esas oposiciones progresivas
(Engels, 1886)
Lo concreto es sólo tal porque es la concentración de infinitas determinaciones, su plasmación real nunca es permanente sino en continuo proceso de modificación. El método de ir de lo abstracto a lo concreto es la forma en que el pensamiento se apropia de lo concreto y lo reproduce en la mente.
(Blackledge, 2019).
Al tener tal plasmación en la mente, las ideas e intervenciones humanas forman también parte decisiva de las determinaciones materiales de lo existente. En eso consiste el materialismo dialéctico que inauguraron los dos amigos alemanes. Me serviré del mismo final de la argumentación de Solty, que aprovecha estas palabras de Engels:
“Según las concepciones materialistas de la historia, el momento de la historia que determina la última instancia es la producción y reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo reclamamos más. Si alguien retuerce la sugerencia de que el momento económico es el único decisivo, transforma esa frase en una frase abstracta sin sentido”
(Solty, 2020).
Es, entonces, inevitable preguntarse, ¿qué pretenden los “neo-marxistas” intentando desligar al materialismo histórico-dialéctico de Marx? ¿qué es lo que proponen a cambio? Como vamos a ir viendo, más allá de sus posibles intenciones conscientes que están fuera de mi alcance, el resultado es un (al menos parcial) desmantelamiento del entramado teórico-práctico que armaron Engels y Marx no sólo para entender el capitalismo, sino para combatirlo…
(continuará)
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