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DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL
Andrés Piqueras
(21)
PARTE I
De la agonía del capital(ismo) y del
desvelamiento de su ilusión democrática
Capítulo 7
(...)
LA DESCOMPOSICIÓN DEL MUNDO QUE SALIÓ DE LA POSTGUERRA MUNDIAL. EL FIN DEL LARGO SIGLO XX
La globalización unilateral implosiona, y con ella todo el entramado socio-político-institucional que conocimos desde la Segunda Postguerra Mundial y el fin de la Guerra Fría. El largo siglo XX llega a su fin, aunque pueda hacerlo de la manera más dramática. Con ello, las instituciones heredadas de ese siglo pierden también su protagonismo.
Sólo desde 2017 hasta el final del mandato de Trump en enero de 2021, EE.UU. ha desmontado diferentes pactos o espera romperlos. El 1 de junio de 2017, anunció la retirada de su país del acuerdo climático de París, firmado en 2016. El 23 de enero de 2017 se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés); un pacto suscrito en febrero de 2016 por 12 países que, juntos, representan el 40 % de la economía mundial y casi un tercio de todo el flujo del comercio internacional. EE.UU. también ha salido del Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Migración y Refugiados, así como de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Además ha modificado unilateralmente el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial entre este país, Canadá y México. Y aun así, impone aranceles a las importaciones mexicanas. 27 años antes, en 1994, el entonces presidente de Estados Unidos, Bil Clinton, firmó un acuerdo con Corea del Norte para desmantelar el programa nuclear de este país asiático. Casi una década más tarde, al cambiar el mandato, el presidente George W. Bush, calificó a Pyongyang de “eje de mal” y preparó el terreno para romper el acuerdo. Después de eso ha tenido lugar la profundización del desconocimiento y hasta el repudio norteamericano de las decisiones de Naciones Unidas (y del Consejo de Seguridad) que constituyen la legalidad internacional. En un proceso lento pero seguro de desconstrucción del derecho internacional y de la propia ONU, EE.UU. reconoció a Jerusalén como capital de Israel (otro país que se jacta de no cumplir las resoluciones de la ONU). Seguidamente, anunció que se retiraba del Plan Integral de Acción Conjunta firmado con Irán, así como también del Tratado sobre armas nucleares con Rusia. Además, el 25 de marzo de 2019, Estados Unidos reconoció la “soberanía” de Israel sobre el Golán ocupado, lo cual equivale a aceptar la adquisición de territorios mediante la guerra. Todo indica que últimamente no se detiene ni ante la manifiesta violación de embajadas, como la norcoreana en Madrid o la de Venezuela en Washington.
Un trabajo de demolición sistemática de las instituciones internacionales, del sistema de relaciones y compromisos multilaterales, que muy improbablemente será revertido en una escala digna de consideración por los nuevos gobiernos estadounidenses. Aunque puedan volver a suscribir formalmente alguno de los acuerdos o tratados, como el del cambio climático, según parece ser la intención de Biden, o se vean forzados coyunturalmente a mantener las apariencias en otros, como en los casos de Irán (Plan Integral) o Rusia (Tratados sobre armamento nuclear), estamos probablemente ante una tendencia estructural de un hegemón en decadencia, difícilmente reversible. De hecho, las intervenciones de Joe Biden nada más asumir el cargo auguran una escalada de las tensiones bélicas. Considérense solamente sus siguientes diez pasos, aunque por la fuerza de las circunstancias luego haya tenido que reconsiderar algunos o aceptado otros (como el Nord Stream 2):
a. Advierte (amenaza) a Alemania de no seguir adelante con su proyecto de abastecimiento energético (Nord Stream 2), y da marcha atrás en la retirada de tropas del territorio germano, lo que de paso deja claro que sigue siendo un país colonizado (la administración USA, despreciando una vez más el “libre comercio”, amenaza directamente con represalias a las compañías que participan en la construcción del gaseoducto, detectándose incluso hostigamiento militar al mismo).
b. Llama a Putin “asesino”, lo que en términos diplomáticos equivale a solamente medio escalón previo a una declaración abierta de guerra. Presiona cada vez más las fronteras rusas a través de la OTAN, poniendo en alarma tanto al Báltico (e incluso las latitudes polares) como a la Europa oriental. Desestabilizando también el Cáucaso.
c. Se permite invitar a China a su casa (Alaska) para acto seguido ponerse a insultar a los diplomáticos chinos sobre supuestas violaciones de derechos, sobre todo en territorio uigur (cuidándose mucho los emisarios norteamericanos de comentar cómo EE.UU. lleva infiltrando desde hace años redes terroristas y paramilitares en ese territorio para desunir China).
d. Amenaza con sanciones a India si no revierte la compra y despliegue de misiles rusos S-400.
e. Quiere renovar la unión contra Irán para doblegar a ese país y cortar el núcleo vital centro-asiático de la Ruta de la Seda china.
f. Aumenta el asedio a la propia China en el mar que la envuelve. Esto conllevará probablemente la transformación de las aguas adyacentes a China, en particular el Mar de la China Meridional, en uno de los epicentros del conflicto global del siglo XXI.
g. Amenaza a Corea del Norte mediante nuevas maniobras militares
navales.
h. Frena la retirada de tropas de Asia occidental, y en el caso concreto de Siria (donde ocupa ilegalmente sus pozos petrolíferos), pretende reactivar la guerra con nuevas infiltraciones de paramilitares y yihadistas en el país.
i. Gesta una intervención contra Venezuela a través de tropas irregulares, paramilitares, narco-bandas y grupos delincuentes armados, con la colaboración del ejército colombiano, en la frontera entre ambos países.
j. Pero lo más descabelladamente peligroso de todo es que activa una nueva escalada bélica en Ucrania, de ominosas consecuencias. El ejército ucraniano ha comenzado a desplegar sus sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple en Donbass, para atacar las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, a las que vuelve a hostigar a las pocas semanas del inicio de la presidencia Biden. Y, más grave aún, ya ha declarado su intención de ir a por Crimea. Todo eso tras recientes conversaciones de alto nivel entre funcionarios estadounidenses y ucranianos. EE.UU. está abasteciendo de armas a Ucrania, al tiempo que despliega algunas de sus más mortíferos aparatos de combate en la zona. Haciendo del Mar Negro una de las zonas de mayor riesgo bélico.
Todo ello marca la dinámica de guerra total. Una explícita política de agresión contra Rusia y China. A través de los pasos geopolíticos que va dando el hegemón en decadencia puede apreciarse, en cualquier caso, que el mundo que salió de la Guerra Fría llega a su fin. Muere definitivamente el largo siglo XX, y con él muchas de sus certezas. La excepcionalidad de Israel, la alianza energético-militar de EE.UU. y Arabia Saudita, la singularidad de Corea del Norte, la subordinación continental de Europa y América Latina a EE.UU, pueden estar viendo el principio de su fin tal como se han manifestado hasta hoy. Por el contrario, la apertura de los mares del Pacífico en torno a China, el surgimiento de una nueva África interconectada y el nacimiento de nuevas instituciones económicas y políticas internacionales, pueden comenzar a tener visos de verosimilitud.
En esa línea, la huida de EE.UU. de Afganistán, junto con la de todos sus aliados subordinados (el 15 de agosto de 2021), por más dobles intenciones que pueda albergar en cuanto a la desestabilización de Asia central, marca indudablemente un punto de inflexión, “el fin de una etapa en la historia de la humanidad signada por la intención de Washington de implantar un sistema internacional unipolar” (Rodríguez Gelfenstein, 2021), a partir el 11 de septiembre de 2001. Entramos en una nueva era de inestabilidad, incertidumbre y riesgo sistémico, de pugna sin tregua por unos recursos cada vez más escasos, de tensión bélica generalizada y de destrucción de sociedades y franco peligro de todo el hábitat planetario, de desmoronamiento económico del capitalismo y consiguiente derrumbe de todo su orden mundial. El también consecuente fin de la era neoliberal viene acompañado del ocaso del sistema político que la precedió: la democracia liberal. Es por eso que, acompañando a todo ello, el sistema esparce in-política con renovado vigor en sus formaciones socio-estatales. La materialización de esa dinámica en el ámbito teórico-ideológico constituirá el objeto transversal de la segunda parte de este libro…
(continuará)
[ Fragmento: DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL / Andrés Piqueras ]
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