martes, 9 de abril de 2024

 

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DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL

Andrés Piqueras

 

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INTRODUCCIÓN

 

El presente libro viene enmarcado en una secuencia de estudios en los que he intentado contribuir al análisis de las razones raigales que han trazado la evolución del capitalismo histórico, con especial atención al factor antagónico Trabajo/Capital expresado a través de las luchas de clase, por lo que me ahorraré en esta introducción bastantes de las aclaraciones ya incorporadas en esas obras. A lo largo de esa secuencia explicativa he llevado a cabo un conjunto de propuestas teóricas sobre la vinculación de los ciclos de lucha con las distintas fases y modelos de acumulación-regulación que ha experimentado este modo de producción ( La opción reformista. Entre el despotismo y la revolución). También he pretendido contribuir al estudio del mismo en su fase presente, revelando cuáles son algunas de las características básicas que imprimen su realidad actual y sus posibles decursos ( La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital). En esos análisis sustentados en el marxismo, he intentado mostrar porqué el capitalismo se hace crecientemente irreformable y cada vez más dañino o generador de fuerzas destructivas según se le acaban sus combustibles básicos: el valor-plusvalor y la naturaleza barata. En una obra posterior argumentaba más específicamente sobre cómo el agotamiento del valor redunda en la intensificación de la pérdida de valor de los seres humanos ( Las sociedades de las personas sin valor).

 

Mi propósito aquí es ahondar en estos últimos puntos, lo que no es sino una profundización en el análisis de fase. Si bien, esta vez mi intención primordial es correlacionar tal estudio con la extendida decadencia de la política en el cuerpo social de las formaciones estatales capitalistas, como forma de dejar más inermes a las poblaciones. Incluida en esa tendencia, trato de explicar algunas de las razones de que buena parte de la teoría en la Ciencia Social haya ido disociándose de la práctica concreta transformadora de la realidad. Y lo hace a través de tres procesos: dando la espalda a la epistemología y por tanto empobreciendo en alto grado la teoría; negando o desconsiderando la dialéctica; y desposeyéndose de un método de nido. Todo lo cual se traduce en estudios cada vez más “empiristas” y de un alto eclecticismo que no conducen precisamente a un mejor conocimiento de la totalidad social capitalista en la que estamos inmersos y que en consecuencia también se constituyen en sustento de propuestas y accionares políticos inofensivos respecto de la disolución de poderes, opresiones y desigualdades.

 

Qué mejor para explicarlo que recurrir a la deriva que una parte considerable del propio marxismo ha l evado en las formaciones sociales centrales del sistema capitalista, plasmada en las Escuelas que se dicen “neo-marxistas”, las cuales han rehuido tanto de cualquier concreción en la superación del capitalismo como de la efectiva transformación social y política del mismo. Esto es, han borrado de facto la praxis. Todo y haber realizado algunas aportaciones de importancia –que he intentado aprovechar e incorporar en la primera parte de este como, en general, en otros de mis trabajos- esa condición hace que la evaluación final de estas Escuelas resulte aquí severamente crítica.

 

En cualquier caso, el conjunto de circunstancias anteriormente descritas viene enmarcado en la fuerte ofensiva del capital a partir de los años 70 del siglo XX por recuperar parte de la hegemonía ideológica perdida, para lo que desató toda una ofensiva “post”-teórica (postmoderna y post-estructuralista) que afectaría también al propio marxismo, dando pie a un apogeo de versiones que claramente habían renunciado al marxismo al considerarlo como algo obsoleto, rígido, determinista, economicista, incluso “belicista” o inspirador de enfrentamientos sociales, además de toda otra retahíla de calificativos que le hacían ver como no puesto al día con la nueva política de entendimiento y concordia entre las clases, ni con las modernas formas “desconstructivas” de expresar la realidad y a esta misma como una construcción sin base material privativa alguna más allá de las diferentes elaboraciones discursivas. La búsqueda de causalidad sería, en adelante, más y más contemplada como un vicio académico sospechoso de determinismo, mientras iban prevaleciendo las formas blandas de teoría, capaces a veces de llegar tanto a una conclusión como a su contraria, y desprovistas siempre de traducción práctica para la mejora de la vida de las grandes mayorías. Especialmente ajenas a las condiciones sociales y poderes que las hacen o las posibilitan, esas “teorías” presentan el común denominador de desconsiderar igualmente los poderes fuertes del capital, el Poder de clase que atraviesa y sostiene todo el orden social, la totalidad capitalista. Se desentienden, por tanto, de cualquier intento de subversión fáctica del mismo, si es que no la enfrentan explícitamente. Tal ofensiva “post” ha contagiado movimientos de enorme importancia como el feminismo y el ecologismo (algunas de cuyas versiones podría considerarse que han caído en la órbita de lo que hoy ya viene conociéndose como “post-marxismo”), así como a una parte considerable de la “intelectualidad” y de la militancia social.

 

En el presente texto intento explicar que tamaña decadencia de la teoría social y de la praxis política está asociada a la fase neoliberal- financiarizada del capitalismo, cuando éste se hace un sistema global. Ambas se expresan con más fuerza en su actual momento de degeneración, precisamente cuando más falta haría una epistemología y una teoría sólidas, capaces de dar pie a praxis que lleguen a las raíces del Sistema.

 

Encuadro, en suma, la decadencia de la teoría dentro de la de la propia política del cuerpo social, ambas suscitadas por la degeneración del valor-capital, según intento exponer a lo largo de estas páginas. El libro está dividido, pues, en dos partes. La primera incide específicamente en la explicación de los fetiches y mistificaciones básicos del capitalismo, así como de sus ilusiones resultantes, muy especialmente la de la propia democracia. Ello se acompaña de la indagación de las claves de la degeneración capitalista y en qué se traducen de cara a las posibilidades de hacer sociedad y de la propia política. Como he aclarado en ocasiones anteriores, que el capital pueda estar en su fase terminal no significa que su fin sea inminente, pero lo que sí parece claro es que su agonía no hará sino desatar cada vez más fuerzas destructivas con deletéreas consecuencias para las sociedades. Por el momento eso se manifiesta en un continuado proceso de deshacimiento de todo lo que fue un capitalismo más o menos “social” y regulado. Confío, en cualquier caso, en que el libro permita discernir entre lo que son manifiestas tendencias estructurales de lo que son meras contingencias o posibilidades. Es posible que algunos apartados o capítulos de esta primera parte resulten densos para quien no esté muy familiarizado con el análisis marxista. Espero, no obstante, como digo, que con un poco de paciencia puedan servir de sustento para seguir lo que después se va mostrando y, en conjunto, para entender mejor el mundo en el que vivimos.

 

La segunda parte entra de lleno en la ligazón de lo desarrollado en la primera con las condiciones políticas de la teoría, especialmente a través del análisis crítico de las principales Escuelas neo-marxistas y del postmarxismo en general, donde incluyo también, como he anticipado, un debate con ciertos feminismos y ecologismos que han quedado afectados por esa ola teórica esparcida desde las elites del capital; así como, por las mismas razones, con un “basismo” social en sentido amplio ya previamente predispuesto a abrazarla.

 

La tesis principal es que la corrosión del capital aniquila paulatinamente la política subalterna y genera toda una suerte de elaboraciones in-políticas (ya sea directamente apolíticas o bien dando paso a propuestas y accionares políticos inocuos para el capital, como se explicará), alejadas no sólo de cualquier transformación social de calado, sino incluso de la participación en algún tipo de política alternativa fehaciente. Con ello, repito, se echa por la borda la praxis (también podríamos aludir al “enkratés” griego o capacidad de los sujetos humanos de darse a sí mismos sus propios medios y metas a través de su implicación política, esto es, de su participación en el gobierno del común, procurándose su autodesarrollo). Se desvanece el accionar-reflexivo, autotélico.

 

Y es que sólo con la participación y el compromiso político, y con la deliberación colectiva y pública puede adquirirse el criterio para discernir las claves estructurales de lo que sucede y prever la evolución de las mismas, así como, en consecuencia, decidir el actuar social más recomendable en orden a la defensa de intereses colectivos, como algún autor que luego citaré ha dejado constancia. Esto es lo que estamos perdiendo hoy en la mayor parte de las sociedades; a esto es a lo que están renunciando alegremente generaciones enteras, también de académicos/as e “intelectuales”, para mayor indefensión social, con lo que se permite que la política se ejerza cada vez más unilateralmente, en exclusividad, por la clase que representa al capital. En estas páginas intentaré mostrar, por contra, lo que significa la Política entendida en su completitud, como manera de posibilitar un medio social, regular la vida en común y la relación de ese medio social con el resto del hábitat. También lo que implica desentenderse de todo ello.

 

En ciertos de los pasajes del libro utilizaré el plural para referirme a la línea de investigación y elaboración teórica que sostenemos como equipo en el Observatorio Internacional de la Crisis (OIC), sin que ninguno de mis compañeros tenga responsabilidad alguna en los posibles errores que aquí se cometan. En general, y de todas formas, emplearé la primera persona del singular para asumir mi responsabilidad en lo teorizado.  Todas las citas del original de otros idiomas que aparecen en el texto son de traducción propia. Espero no haber sido muy mal traductor. Como en ocasiones son textos extraídos de páginas web sin numeración, he tenido que utilizar con más frecuencia de la deseada la referencia s/p (sin página) en las citaciones. En los casos más excepcionales en que no aparecía el año, he indicado s/a.

 

Mi línea de agradecimientos es la misma que expresé en los libros anteriormente mencionados. No obstante, quiero volver a hacer mención del dedicado y delicado trabajo de mi compañera Isabel con los manuscritos. También agradecimiento a mis compañeros del OIC, con quienes tanto he debatido y aprendido, y dentro de ellos un hueco especial para Wim Dierckxsens, a quien es obligado reconocerle su empeño, maestría y coraje para dar vida y tirar adelante con este espléndido equipo. Más personalmente aún, le debo a Wim su fraterna amabilidad al aceptar prologar este largo libro, con el gran esfuerzo que eso supone y gracias al cual resulta mejorado. Por las mismas razones, mi reconocimiento a Rémy Herrera, por su cortesía y dedicación para epilogarlo. También debo un agradecimiento especial, una vez más, a Miguel Riera (sostenedor de esta imprescindible editorial que durante décadas nos ha abierto los caminos del pensamiento y la investigación alternativos), por tirar adelante con la edición de un libro poco fácil editorialmente hablando. Supongo que aquí cabría dar las gracias a El Viejo Topo por existir, como creo que la mayoría de los/las lectores/as acordarán.

 

Es conveniente que precise, por último, que la mayor parte del texto se acabó de escribir a final de la primavera de 2021, aunque después he podido hacer alguna que otra precisión o añadido de última hora.

 

 

Andrés Piqueras, Valencia. La Coscollosa.

 

Inicios de septiembre de 2021.

 

 

 

(continuará)

 

 

 

 

[ Fragmento: DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL  /  Andrés Piqueras ]

 

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2 comentarios:

  1. La sensación que yo tengo sobre al acontecer presente, acerca del mencionado capitalismo terminal, es que las oligarquías del bloque imperialista están, por así decir, haciendo apresuradamente las maletas rumbo a otros "nichos", (algo que tiene metafórica similitud con la actual y precipitada huida de miles de colonos sionistas de la Palestina ocupada).

    Ladran mucho, eso sí, de manera similar a como lo hacen los perros cuando huyen atemorizados, no es necesario abundar en ejemplos que, taimada y profusamente, son divulgados por una propaganda cada vez menos convincente (no hay más que oír las cómicas declaraciones de los "líderes" y "lideresas" del borrelliano "jardin", por no hablar de las del decrépito y corrupto capo yanqui).

    Un dato que me llama la atención es la cantidad creciente de yanquis que se están mudando a Rusia y China.

    Tontos no son los amos de la sartén y el mango, no veas tú cómo rebañan la caja (especialmente en la lavadora ucraniana) y preparan sus botes salvavidas para arriarlos en el momento oportuno, operación que los desgraciados y estafados 'ucranianitos' de a pie están facilitando con sus vidas y su sangre. Nada nuevo bajo la destructiva luz del imperialismo.

    Salud y comunismo

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    1. La verdad es que eso del “capitalismo terminal” siempre ha sonado bien en mis oídos, por “razones” obvias, pero debo de confesar que hasta que no he leído y releído el libro de Andrés Piqueras, “DE LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA EN EL CAPITALISMO TERMINAL”, no había pillado los fundamentos, o digamos las razones objetivas, que sostienen tal diagnóstico. La muy sobada tesis de Marx sobre “la tendencia decreciente de la tasa de ganancia” ha salido a colación con desigual fortuna en todas y cada una de las muy variadas, en cuanto a causas y profundidad, crisis del sistema de producción capitalista (según nos informan las estadísticas “oficiales” a razón de un par de crisis por década, desde mediados del siglo XIX), aunque esta crisis “terminal” al decir de Piqueras, lo es porque al capitalismo se le han acabado los ases en la manga, o dicho de otro modo “los combustibles básicos del capitalismo: el valor-plusvalor y la naturaleza barata”. Explica Piqueras que desde los albores de esta crisis sistémica terminal, el dinero se ha deslizado hacia el ámbito improductivo, buscando formas de obtener ganancias sin relacionarse con la fuerza de trabajo, es decir, sin un proceso de creación de “valor”. Y a resultas de esa dinámica de hacer dinero y más dinero, sin mediación con el trabajo, tenemos la llamada “financiarización” de la economía que dispara el desarrollo del capital ficticio, por mejor ejemplo las “criptomonedas privadas”, que en la práctica no son más que absolutos fetiches sin respaldo alguno. (capital mágico lo llamó Marx, en su estado embrionario). En resumen, sentencia Andrés, el dinero vinculado con el ámbito improductivo podrá alargar la vida del Sistema. Pero no puede salvarlo.

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      En este mismo sentido y por pura casualidad, leo hoy mismo en Telegram:

      «Estados Unidos se preocupa por la ‘excesiva’ capacidad industrial de China.

      Durante su intervención en un evento de la Cámara de Comercio estadounidense en la ciudad china de Guangzhou, la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, aseveró que la capacidad de producción china supera significativamente no solo la demanda interna, sino también la del mercado mundial.

      (RTnoticias)

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      Vaya, pues parece ser que los líderes mundiales del “capital improductivo” se quejan de los líderes mundiales del “capital productivo”. Y es que, como bien dice Andrés Piqueras: “China sintetiza una civilización donde lo comunal está por encima de la individualidad”.

      Salud y comunismo

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