sábado, 6 de enero de 2024


 

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“TONI NEGRI” *

 

Néstor Kohan

 

(…)

 

 

Los Cuadernos Rojos. A lo largo de toda su trayectoria biográfica, Negri va constituyendo grupos políticos que invariablemente se articulan alrededor de una publicación teórica. Los Quaderni Rossi (Cuadernos Rojos) constituyen la primera de estas muchas publicaciones donde Negri invierte toda su pasión y su energía.

 

Esta revista teórica agrupa a diversos intelectuales provenientes de los medios de la izquierda socialista y sindical italiana. Negri se vincula a ellos hacia 1960.

 

Este inicial grupo político nace en torno a la revista homónima, fundada en Turín por Raniero Panzieri. Panzieri es un líder político de la corriente de izquierda del PSI y director del Mondo Operaio (Mundo Obrero). En términos filosóficos, Panzieri se encuentra muy cercano al pensador comunista Galvano Della Volpe. Con Panzieri y los Quaderni Rossi se crea un foro de debate muy innovador entre grupos de diversas ciudades italianas. El núcleo se dedica especialmente a la investigación y ejerce una práctica sociológica que combina el rigor académico con la militancia.

 

La metodología preferida por esos investigadores–militantes se asienta en la “encuesta obrera”, una tarea que implica un análisis detallado de la organización del trabajo y una inmediata intervención táctico–política en la fábrica. La mayoría de los textos teóricos producidos por el grupo Quaderni Rossi están centrados en la cultura obrera y en el universo técnico, social y político de la empresa fabril. Por ejemplo, uno de los primeros textos que Panzieri publica en la revista es “Sobre el uso capitalista de las máquinas”.

 

La organización sufre la primera escisión en 1961, a partir de un escrito titulado “A los obreros de la FIAT”; allí se criticaba a los sindicatos. Posteriormente, en 1962, a partir de los hechos de Plaza Statuto de Turín –donde por primera vez los trabajadores de base se rebelan contra los sindicatos y destruyen la sede de la Unión Italiana del Trabajo (UIL)–, el grupo formado por Toni Negri, Mario Tronti y Alberto Asor Rosa cree que ha llegado el momento de intervenir de manera directa en las luchas.

 

Este grupo materializa la alianza entre dos fracciones políticas: la de los llamados militantes “políticos” o “entristas” –provenientes del Partido Comunista como Tronti– y la de los “sectarios” o “salvajes” –provenientes del Partido Socialista como Negri–. Una tercera fracción discrepará con ese análisis. Para ésta última toda intervención resulta prematura. En este tercer grupo se encuentran Panzieri y los sociólogos Lanzardo, Vittorio Rieser y Sechi.

 

Al año siguiente, la corriente crítica en la que se enrola el joven Negri funda una nueva organización. Su nombre será “Classe Operaia” (Clase Obrera). Durante junio de 1962, en la empresa industrial Fiat de Turín se lleva a cabo la primera huelga dura, radicalizada, luego de años de feroz disciplinamiento fabril. Esta fábrica había sido el paradigma del movimiento obrero consejista que organizó el levantamiento insurreccional del célebre bienio rojo italiano (1918–1919). En esa huelga “salvaje” (tal como la califican los empresarios) de 1962 se producen los enfrentamientos de la Plaza Statuto y es atacada la sede del sindicato oficial. Ese mismo año Negri publica una investigación sumamente erudita sobre la filosofía del derecho en Immanuel Kant (1724–1804).

 

Todos estos emprendimientos de inicios de los ’60 –desde los Cuadernos Rojos hasta la fundación del grupo “Clase Obrera”– le permiten al joven Negri realizar una primera experiencia política que volcará en la segunda mitad de aquella década en la propuesta del obrerismo italiano. La génesis del obrerismo italiano. El obrerismo italiano constituye la principal corriente política e ideológica de los ’60 que Negri discute en Imperio, cuando hace el balance de su propio itinerario vital.

 

La génesis del obrerismo se produce en Italia en la primera mitad de los‘60. La corriente nace acompañando e impulsando la radicalización política de la clase obrera industrial –hasta ese momento hegemonizada mayoritariamente por el Partido Comunista–. Su órgano teórico es el periódico Classe Operaia (Clase Obrera, editado en Padua desde 1964), que surge a raíz de una escisión de los Quaderni Rossi. Classe Operaia es probablemente una de las primeras revistas teóricas de intervención directa en las luchas obreras de las grandes fábricas durante los ‘60. En alguna medida, Classe Operaia retoma el programa inicial de L’Ordine Nuovo (El Orden Nuevo), la revista fundada en 1919 por Gramsci para reflexionar colectivamente e intervenir junto a los trabajadores de la FIAT. En su nacimiento intervienen Mario Tronti, Romano Alquatii, Sergio Bologna y Toni Negri.

 

Este último abandona el Partido Socialista en 1963, cuando el PS realiza su primera coalición con la Democracia Cristiana para formar un gobierno de centro–izquierda. La DC, cabeza visible del Estado, es por entonces el principal partido político italiano de la posguerra junto al Partido Comunista. Desde esa ruptura en adelante, Negri inicia una profunda, meditada y prolongada crítica de los supuestos políticos de la izquierda tradicional italiana. Las tesis de Imperio son el punto de llegada que corona esa dilatada reflexión.

 

Además de los fundadores también formaron parte de aquella revista, entre otros, Massimo Cacciari, Asor Rosa, Berti y Ferrari–Bravo. Se constituyen grupos de intervención en las zonas de Milán, Génova, Mestre, Padua, Bolonia y Módena. Junto a su mujer Paola Meo y al por entonces desconocido y hoy célebre filósofo italiano Massimo Cacciari, Negri organiza seminarios de estudio sobre El Capital de Karl Marx. Estos seminarios ya no están dirigidos a un público “iniciado”, mayoritariamente estudiantil, universitario y académico, sino a los obreros fabriles del complejo de la industria química de Porto–Marghera. En esa zona Negri realiza agitación ideológica durante años. Como también le sucede durante los ’60 a innumerables jóvenes intelectuales de la nueva izquierda de todo el mundo, la experiencia vital de trascender las aulas universitarias e ir hacia las masas fabriles y el mundo obrero deja en el joven Negri una marca indeleble e identificable en todos sus escritos posteriores.

 

Dentro del grupo Clase Obrera las diferencias no se hacen esperar. Por un lado, se agrupa la línea de los antiguos “entristas” que proponen, como Tronti, la renovación y el “uso obrero” del PCI. Tienen la intención de modificar su política hacia comportamientos más radicalizados y menos tendientes a las componendas parlamentarias. Por otro lado, se constituye el grupo de Negri. Éste sostiene que la intervención directa en la organización del trabajo es y debe ser directamente antagónica respecto a las instituciones históricas del movimiento obrero. A diferencia del primer grupo, Negri plantea una organización alternativa y completamente distinta de los sindicatos tradicionales y también de los partidos obreros institucionalizados como el PSI y el PCI.

 

Entre 1966 y 1967 se produce el cisma del movimiento creado alrededor de Classe Operaia. Tronti, Cacciari y su grupo fundan la revista Contropiano, muchos otros militantes se disuelven en organizaciones menores. Desde entonces, Cacciari y Tronti empiezan a trabajar exclusivamente en el seno del PCI y se alejan progresivamente del rumbo elegido por Negri. Más allá de todas estas controversias puntuales, Negri inicia en esta época un camino de reflexión propia que constituye la base teórica del obrerismo italiano.

 

 

 

El comunismo italiano después de Stalin. En aquellos años, fundamentalmente a partir de las críticas a los crímenes de Stalin desarrolladas en 1956 durante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) por el informe secreto de Nikita Kruschev, el PCI intenta construir y desarrollar una “vía nacional al socialismo”. Esta propuesta pretende ser equidistante tanto de la URSS como de China, alejándose al mismo tiempo del internacionalismo que había caracterizado al joven Partido Comunista de Italia a inicios de los ‘20. El rechazo visceral de esta supuesta “vía nacional”, fuertemente asentada en una potencial autonomía del Estado–nación, es fácilmente identificable en todas las páginas de Imperio.

 

En cuanto a su política cultural y filosófica, el PCI permite que florezcan cien flores y que se abran cien escuelas ideológicas...siempre bajo la condición de que acaten unánimemente su línea política oficial: la institucionalización de la clase obrera italiana dentro del corsé empresario y las redes de la disciplina del estado burgués keynesiano de posguerra.

 

Entre esas “cien flores” toleradas y permitidas, el Partido Comunista se encuentra entonces dividido entre dos corrientes. La mayoritaria se postula como heredera de Gramsci; cuyos Cuadernos de la cárcel son leídos e interpretados desde la óptica de la ortodoxia marxista a través del filtro oficial elaborado por Palmiro Togliatti (1893–1964), el viejo líder político del PCI desde el encarcelamiento de Gramsci. La otra vertiente, minoritaria pero muy influyente, es encabezada por el filósofo Galvano Della Volpe (1897–1968).

 

La primera de estas dos corrientes, formada por los filósofos Luciano Gruppi, Nicola Badaloni y Cesare Luporini, entre otros, entiende el pensamiento marxista como una filosofía que otorga a la historia un lugar metodológico central en su reflexión. De allí que se la conozca en aquel os años como el grupo “historicista”. Junto con la dimensión histórica, estos marxistas herederos de Gramsci también le atribuyen a la categoría filosófica de “praxis” un lugar destacado en sus libros y artículos. La concepción del mundo de Marx es para el grupo historicista una filosofía de la praxis que hace suya la dialéctica de Hegel (1770–1831).

 

Al mismo tiempo, este grupo de filósofos comunistas reivindica como tradición propia para los revolucionarios italianos la herencia cultural de pensadores humanistas como Giordano Bruno (1548–1600) y Giambattista Vico (1668–1744).

 

La segunda vertiente dentro del Partido Comunista, encabezada por Galvano Della Volpe y nutrida por sus discípulos Lucio Colletti, Mario Rossi, Giulio Pietranera, Nicolao Merker y otros, postula en cambio un marxismo menos humanista y más científico. Este otro tipo de marxismo se encuentra mucho más cercano y proclive a la herencia experimental de Galileo Galilei (1564–1642). Por oposición a los gramscianos, se muestra extremadamente crítico de la dialéctica de Hegel.

 

La mayor confrontación teórica entre ambos sectores intelectuales ocurre en 1962, año en que se produce en diversas revistas y periódicos italianos de izquierda una discusión abierta entre los partidarios de ambas tradiciones filosóficas comunistas. A lo largo de toda su trayectoria Toni Negri, a diferencia de Mario Tronti y Massimo Cacciari, nunca se acercó al Partido Comunista Italiano, ni en el terreno político ni en la órbita filosófica. No obstante, en las numerosas observaciones críticas que Imperio dedica al cuestionamiento de la herencia dialéctica de Hegel pueden rastrearse las huellas o, al menos, los ecos inconfesados de una atenta lectura de los escritos antihegelianos de Galvano Della Volpe. No casualmente Negri señala, en un pasaje irónico de un relato autobiográfico, que:

 

“En Italia todos eran hegelianos, entonces, entre el final de la guerra peleada y el comienzo de la guerra fría: el tío Benedetto Croce y los sobrinos gramscianos”.

 

Allí pone en la misma bolsa a los liberales burgueses discípulos de Croce (1866–1952) y a los comunistas seguidores de la línea filosófica oficial del PCI impulsada por Togliatti y cuestionada por Della Volpe. En forma paralela al cisma que divide rápidamente al anterior grupo de Negri ( Clase Obrera) surge una nueva revista: La Classe. Ésta logra sobrevivir apenas un corto período pero organiza y comunica las luchas fabriles del obrerismo con las protestas estudiantiles y juveniles, por entonces en claro ascenso histórico.

 

En 1967 se forma el primer grupo político reunido alrededor de Potere Operaio (Poder Obrero, conocido como POTOP) de Venecia. Mientras participa en el seno de esta organización, Toni Negri se convierte en catedrático de Teoría del Estado en la Facultad de Ciencias Políticas de Padua y en director del Instituto de Ciencias Políticas de la misma ciudad, donde dirige algunas investigaciones para el Centro Nacional de Investigación (CNR). Ese mismo año, en octubre, cae asesinado en Bolivia el revolucionario argentino–cubano Ernesto Che Guevara (1928–1967), símbolo mundial de la nueva izquierda que se propone por entonces como alternativa frente a la izquierda tradicional de origen stalinista o socialdemócrata. En Italia el mítico y legendario editor Giangiacomo Feltrinelli, director de la editorial que lleva su nombre, publica en 1968 en cuatro volúmenes una de las primeras ediciones mundiales de las obras completas del Che. Feltrinelli, bajo el alias de “Osvaldo”, militante guevarista de los Grupos de Acción Partisana (GAP), muere el 14 de marzo de 1972 en un fallido atentado en el cual intenta dinamitar un poste de alta tensión en Segrate, cerca de Milán.

 

En este convulsionado contexto Poder Obrero se convierte en la primera organización obrerista de masas que se estructura en Italia a nivel nacional. Además, es la primera que logra traspasar el límite de las agrupaciones minoritarias y regionales. Entre esta organización y las anteriores, hay un salto cualitativo enorme. Ese salto está marcado por una orientación que retoma en gran medida la tradición organizativa y la orientación política preconizada por Lenin (1870–1924), que el PCI ha ido progresivamente abandonando en función de políticas cada vez más moderadas. Los militantes de Poder Obrero impulsan entonces la experiencia de los Comités Unitarios de Base, los Comités Políticos Obreros y las Asambleas Autónomas. Dicha corriente logra obtener una cierta proyección política fuera de Italia, extendiéndose hacia Francia y Alemania.

 

Desde entonces el obrerismo crece y el comunismo tradicional italiano comienza a perder la hegemonía entre los sectores juveniles más dinámicos y combativos. El quiebre definitivo está dado por el año 1968.

 

 

 

El ’68 y la radicalización juvenil. En 1968 se produce en las principales ciudades italianas y también en Berkeley (Estados Unidos), México DF (México), Tokio (Japón), Berlín (Alemania) y Londres (Inglaterra) la contestación. El movimiento estudiantil aparece en la escena política con un peso específico propio. En Argentina dicho levantamiento ocurre en mayo de 1969 en la ciudad de Córdoba; aunque allí se trata de una insurrección que no es sólo estudiantil sino también y principalmente obrera. De todos los levantamientos, el que es ahogado con mayor rigor represivo es el de México, donde son asesinados en una misma noche aproximadamente 400 estudiantes. Esa matanza se la conoce como “la masacre de Tlatelolco”. A la cabeza de estas explosiones juveniles se ubican grupos tercermundistas, principalmente solidarios con Vietnam y Cuba en sus respectivos enfrentamientos con Estados Unidos–. A ellos se les suman núcelos maoístas, trotskistas, anarquistas y muchas otras corrientes críticas de la Unión Soviética, de la cultura oficial del mundo stalinista y de las organizaciones tradicionales de la antigua izquierda. Estas agrupaciones se sienten mayoritariamente atraídas por el ejemplo internacionalista y humanista del Che Guevara. Pero no sólo por él: también por el discurso libertario de los filósofos Herbert Marcuse (1898–1979), Henri Lefebvre (1901– ) y el movimiento cultural de los situacionistas franceses fundado por Guy Debord (1931–1994). A partir de entonces, en las grandes urbes y metrópolis occidentales la antigua izquierda comunista pierde la hegemonía sobre los movimientos contestatarios del capitalismo. Italia experimenta aquel otoño de 1968 como un “Mayo caliente” debido a los conflictos estudiantiles –fundamentalmente en la Universidad de Trento– y también fabriles. Tanto en el discurso de Imperio, como en los libros anteriores de Negri, la reflexión sobre el ’68 italiano resulta absolutamente central.

 

En 1969, igualmente durante el otoño, tienen lugar la renovación de las negociaciones colectivas entre trabajadores y empresarios, marcadas por importantes luchas obreras y por los movimientos de ocupación de casas. Es entonces cuando se consolidan los grupos –con alcance nacional, ya no sólo regional– Potere Operaio (Poder Obrero) y Lotta Continua (Lucha Contínua). Las posiciones radicalizadas de ambos cuestionan la estrategia del por aquella época todavía mayoritario PCI. Un vivo fresco de esta disputa política puede encontrarse en el film de Elio Petri La classe operaia va in paradiso (La clase obrera va al paraíso, 1971), protagonizado por Gian Maria Volonté.

 

El 12 de diciembre de 1969 una bomba colocada en la Banca Nazionale de Lavoro (BNL) de Milán deja un saldo de 16 muertos y 88 heridos. Los explosivos han sido colocados por fascistas y los servicios secretos de inteligencia del Estado italiano como parte de una “estrategia de tensión”; se conoce esa estrategia públicamente recién años más tarde. Dos días después del atentado, el anarquista Giuseppe Pinelli es convocado a la Jefatura de Policía para declarar acerca de la matanza de la Plaza Fontana. Esa misma noche su cuerpo despedido por la ventana –según la autopsia por haber recibido probablemente una patada de karate en el pecho– aparece en el jardín de la Jefatura. En este hecho se basa la célebre obra teatral de Darío Fo Muerte accidental de un anarquista.

 

Entre los presentes en el interrogatorio se encuentra el comisario Luigi Calabresi. La versión oficial de la policía sostiene que el anarquista “se suicidó”. El movimiento Lucha Contínua encabezado por el escritor Adriano Sofri inicia una campaña de crítica pública contra el comisario Calabresi, responsabilizándolo del “suicidio” de Pinelli.

 

Con un clima político signado por la tensión ascendente, entre 1970 y 1972 se desarrolla el movimiento de los delegados de empresa, antigua institución laboral que ha tenido su auge durante el bienio rojo de 1918 y 1919. Antonio Gramsci ha sido su principal teórico. La agitación se extiende rápidamente por las grandes fábricas italianas: FIAT, Pirelli, Alfa Romeo y Siemens. Aunque en la fábrica Pirelli, el Comité Unitario de Base está formado desde 1968, a partir de ese nuevo movimiento fabril nacen las confederaciones unitarias de sindicatos.

 

Como producto de esa radicalización general de la sociedad italiana, durante 1971 se fundan las Brigate Rosse (Brigadas Rojas), grupo armado de insurgencia que se plantea una estrategia de ataque frontal contra el capitalismo italiano y sus instituciones estatales de represión: ejército, policía, servicios de inteligencia, cárceles, tribunales, jueces, etc.

 

Inicialmente se llaman Brigada Roja, en singular. A pesar de la errónea información que circula en numerosas presentaciones periodísticas de Imperio, Toni Negri nunca formó parte de las Brigadas Rojas. Las Brigadas Rojas nacen originariamente a partir del cruce entre obreros de la empresa Pirelli, miembros del movimiento estudiantil de la izquierda católica de la Universidad de Trento –donde ha estudiado el sociólogo Renato Curcio, uno de sus fundadores y miembro del grupo Sinistra Proletaria (Izquierda Proletaria)– y de antiguos miembros de las organizaciones juveniles del PCI. No casualmente una de las primeras apariciones en las luchas de las Brigate Rosse se produce en el conflicto de la fábrica Pirelli de Milán. Allí los brigadistas incendian el automóvil de un jefe que cotidianamente hostigaba a los trabajadores de la empresa. Este tipo de acciones los hace muy populares entre los sectores más politizados de la fábrica de Milán y en los barrios humildes de la periferia.

 

El 25 de abril (fecha italiana de conmemoración de la liberación antifascista y final de la guerra) de 1971 y de 1972 en los barrios de Lorenteggio y Giambelino ondean alrededor de 200 banderas rojas con la estrella amarilla dentro del círculo. Ese es el símbolo de las nacientes Brigadas. El mismo tipo de simpatía se genera más tarde en el caso de la empresa FIAT de Turín. Muchos viejos comunistas –antiguos miembros obreros del PCI–, que han combatido en la Resistencia como partisanos durante la guerra contra el fascismo, apoyan el surgimiento de las Brigadas. Algunos de estos viejos partisanos les entregan a los jóvenes brigadistas, en forma simbólica, las pistolas que han utilizado treinta años antes para combatir a Benito Mussolini.

 

En los inicios de las Brigadas Rojas, Toni Negri se reúne varias veces con Renato Curcio en una villa cercana a Turín, donde ambos dirigentes discuten ácidamente. Según reconoce posteriormente el mismo Curcio, Negri se muestra ya entonces muy escéptico y distanciado de las Brigadas. Le señala Negri:

 

 

— Ustedes se equivocan al encarar la total clandestinidad del movimiento. Además son poco críticos del Partido Comunista.

 

— Nosotros consideramos —le responde entonces Curcio– que el PCI como corriente ideológico política está integrado al régimen dominante, pero en las fábricas compartimos la tarea con los obreros comunistas. No podemos darnos el lujo de maltratarlos.

 

 

Cuando los grandes medios de comunicación presentan hoy a Negri como un filósofo que en su juventud adhiere a las Brigadas Rojas, desconocen inexplicablemente aquella discusión inicial entre ambos dirigentes.

 

¿Por qué del movimiento de protesta juvenil conocido como la contestation del ’68 surgen en Italia y en Alemania grupos armados como las Brigadas Rojas y la Fracción de Ejército Rojo? No existe una respuesta única. Actualmente se sigue debatiendo, pero es muy probable que una de las principales razones resida en el tipo de régimen político consolidado en Europa después de la segunda guerra mundial. Bajo una apariencia liberal y una retórica de “apertura” y “pluralismo”, en estas sociedades termina siempre predominando el autoritarismo y la represión frente a toda disidencia radical. A la juventud se le cierran sistemáticamente todas las puertas mientras a los trabajadores se les permite únicamente “peticionar” demandas inofensivas a través de sindicatos integrados al poder. El ’68 constituye un punto de inflexión en la vida política italiana que deja en el pensamiento de Negri –incluyendo Imperio– una impronta imperecedera…"

 

 

 

[ Fragmento de: Néstor Kohan. “Toni Negri” ]

 

 

(*) Libro completo disponible aquí, en la imprescindible, digo para los marxistas revolucionarios, web de Néstor Kohan:

 

https://cipec.nuevaradio.org/libro-completo-en-pdf-toni-negri/

 

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