miércoles, 5 de abril de 2023

 

955

 

 

NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 074 ]

 

 

 

SEGUNDA PARTE

¿EL RETORNO DE MARX?

 

 

 

La lógica dialéctica y la teoría del valor

 

(…) La posibilidad de la crisis está latente ya desde la existencia misma de las contradicciones inmanentes a la identidad diferenciada de las [M] —es decir, desde el primer renglón de la obra El Capital...—. Lo que aquí interesa es ese proceso reificado y cosificado —clave para comprender a fondo la teoría marxiana del valor— por el cual lo que en un momento aparecía como un objeto "sin vida" (la [M] que cumplía el rol de equivalente en las diversas formas del valor, desde [I] a [IV]), "se despierta", "cobra vida" y comienza a funcionar de manera autónoma:

 

"El valor —afirma Marx— pasa constantemente de una forma a otra, sin perderse en ese movimiento, convirtiéndose así en un sujeto automático. Si fijamos las formas particulares de manifestación adoptadas alternativamente en su ciclo vital por el valor que se valoriza llegaremos a las siguientes afirmaciones: el capital es dinero, el capital es mercancía. Pero, en realidad, el valor se convierte aquí en el sujeto de un proceso en el cual, cambiando continuamente las formas de dinero y mercancía, modifica su propia magnitud, en cuanto plusvalor se desprende de sí mismo como valor originario, se autovaloriza"

 

Como también le sucede al "concepto" de la lógica dialéctica hegeliana, el valor se autonomiza y se transforma en un sujeto cobrando —como un fetiche— vida propia y, luego de pasar por la fase de la forma [D] se autotransformará en capital subsumiendo a su oponente, a su creador, a su "otro": al trabajo asalariado, que entabla con él una relación antagónica. En ese mismo proceso, este sujeto que ha cobrado vida termina poniendo como resultado suyo a sus propias condiciones históricas, del mismo modo que la esencia hegeliana pone —en el segundo momento de la Ciencia de la Lógica— al ser (en la dialéctica del poner y el presuponer).

 

En la relación de "capital" que expone Marx: ¿cuál es el "sujeto": el capital (trabajo pretérito) o el trabajo asalariado (trabajo vivo)? El verdadero sujeto es el trabajo vivo. Pero, por un proceso fetichista, el trabajo vivo —el auténtico sujeto en cuestión— se objetiviza, se reduce a mero objeto del capital, a mera función del capital, se cosifica, se ve transformado en una cosa; mientras que paralelamente el capital, que era una cosa objetiva —las condiciones de vida expropiadas en la acumulación originaria que luego de un largo proceso histórico "han cobrado vida"— se transforma en un sujeto. Como resultado de esta doble inversión —personificación del objeto y cosificación del sujeto— el capital que era puesto por el trabajo vivo termina poniendo sus propias condiciones. Lo condicionado se transforma en condicionante, lo subordinado en subordinante. Entonces Marx escribe en los Grundrisse:

 

"El trabajo asalariado es aquí [...] trabajo que pone capital, que produce capital, vale decir trabajo vivo que produce por un lado las condiciones objetivas de su realización como actividad, y por otro los momentos objetivos de su existencia como capacidad de trabajo; produce a estos mismos elementos como poderes ajenos contrapuestos a él mismo, como valores existentes para sí e independientes de él"

 

Esta inversión —que no es solamente un proceso ideológico, sino también un proceso histórico real— sería la clave de la autonomización del valor, del dinero y del capital.

 

Entonces, Marx agrega que:

 

"Si en la circulación simple el valor de las mercancías, frente a su valor de uso, adopta a lo sumo la forma autónoma del dinero, aquí se presenta súbitamente como un sustancia en proceso, dotada de movimiento propio, para la cual la mercancía y el dinero no son más que meras formas"

 

¿Por qué este objeto devenido sujeto —sustancia en proceso, según la definición de estirpe hegeliana— ha adquirido la propiedad de moverse a partir de sí mismo? Pues porque ha dejado de ser simplemente "trabajo muerto", "pretérito", "solidificado", "materializado", "cristalizado", "corporificado", "petrificado", "soldado" —todas ellas expresiones metafóricas utilizadas por Marx en El Capital— y

 

"ha adquirido la cualidad de agregar valor porque es valor. Pare crías vivientes o, cuando menos, pone huevos de oro. Como sujeto dominante de tal proceso, en el cual ora adopta la forma dineraria o la forma mercantil, ora se despoja de ellas pero conservándose y extendiéndose en esos cambios, el valor necesita ante todo una forma autónoma, en la que se compruebe su identidad consigo mismo. Y esa forma sólo la posee el dinero" [subrayados nuestros] (Tomo I).

 

A partir de ese momento, el valor ha cobrado vida y engendra vida, está "preñado", está embarazado. Por eso Marx lo compara con la santísima trinidad:

 

"Como valor originario se distingue de sí mismo como plusvalor —tal como Dios padre se distingue de sí mismo en cuanto Dios Hijo, aunque ambos son de una misma edad y en realidad constituyen una sola persona [...] El valor, pues, se vuelve valor en proceso, dinero en proceso, y en ese carácter, capital".

 

Si se recorre con atención todo el pasaje sobre las características que la forma equivalente asume en El Capital dentro de la forma valor, antes de llegar a ser capital, resulta sumamente importante destacar que allí Marx siempre hace referencia explícita a los polos "contrarios" que se relacionan como forma equivalente (valor de uso, trabajo concreto y trabajo privado) y como forma relativa (valor, trabajo abstracto y trabajo social) dentro de las diversas formas de valor. Marx utiliza expresamente el término de "contrarios". No utiliza en cambio el término de "contradictorios". Como ya señalamos, en la lógica dialéctica los "contrarios" se oponen dentro de la relación de oposición mientras que los polos contradictorios se oponen dentro de la relación de contradicción. Si bien es verdad que en un sentido los polos de la relación manifestada mediante la forma valor son contradictorios, ya que entre ellos existe, según el propio Marx, una estrecha "interconexión" y además "son inseparables entre sí", también es cierto que la contradicción se desplegará en su forma más compleja, concreta y desarrollada no en la forma valor sino recién a partir del momento en que el valor "cobra vida" como dinero que se valoriza a sí mismo, en la relación de "capital-trabajo asalariado" (que podríamos simbolizar con [K]) ya que es recién en esta última cuando los polos no sólo se encuentran "interconectados" y son "inseparables" entre sí sino que además cada uno remite necesariamente al otro y no se pueden definir si no es a partir de la contradicción con el otro. Por lo tanto recién con la emergencia de "capital-trabajo asalariado" el "otro" se internaliza y la "antítesis externa" entre los polos se convierte de oposición en contradicción.

 

En esta reconstrucción del camino lógico dialéctico que sigue Marx en su exposición se había comenzado entonces con:

 

(1) Una identidad diferenciada en [M].

 

(2) Se pasa luego por la mediación de las cuatro formas (de la forma [I] a la [IV]) que asume el valor en las cuales uno de los elementos de la contradicción interna —pero "oculta", según Marx— perteneciente a la [M] se "exterioriza", se "autonomiza" como forma equivalencial transformando a la antítesis, de interna en una oposición externa.

 

(3) Finalmente, volvemos a encontrar una nueva identidad contradictoria: el [K], donde el polo objetivo y autonomizado "cobra vida" y se reintroduce dentro de la relación. ¿Cómo se reintroduce? De modo invertido y como "sujeto" ya que como [K] el valor y el dinero [D] cobraron vida, se autonomizaron totalmente y terminaron subordinando a su creador. La máxima objetividad se volvió sujeto.

 

Como bien señala el epílogo de 1873 a la segunda edición alemana de El Capital, a primera vista este proceso de exposición lógico-dialéctico de las categorías aparenta constituir una "construcción apriorística" —por eso se ha acusado a Marx desde la economía burguesa de haber recaído en una teoría "metafísica" del valor—, pero en realidad responde a un desarrollo histórico. Por eso Marx plantea que:

 

"Es obvio que esta forma [la forma simple], en la práctica, sólo se da en los más tempranos comienzos, cuando los productos del trabajo se convierten en mercancías a través de un intercambio fortuito y ocasional".

 

Refiriéndose más adelante a la forma [III] agrega:

 

"Históricamente ese sitial privilegiado lo conquistó una mercancía determinada, una de las que en la forma II figuran como equivalente particular del lienzo y en la forma III expresan conjuntamente su valor relativo en el lienzo: el oro"

 

Este último, no en la exposición lógica sino en la historia, "poco a poco, en ámbitos más restringidos o más amplios, comenzó a funcionar como equivalente general". En consecuencia, el despliegue dialéctico de las categorías, aunque muchas veces invierta el orden cronológico e histórico real, trata de expresarlo en el plano lógico estructural. No constituye entonces una "construcción apriorística"...

 

Cuando se produce la máxima autonomización externa de aspectos que en lo interno de la forma valor no son autónomos y esa autonomización se prolonga hasta cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente imponiéndose por medio de una crisis, cuya posibilidad está implícita ya desde el comienzo de la exposición de El Capital.

 

En las Teorías sobre la plusvalía —libro IV de El Capital— Marx desarrollará esa problemática implícita desde el comienzo de El Capital. Allí afirmará entonces que:

 

"Sin embargo, como ya hemos visto al estudiar el dinero, [que], tanto en cuanto [constituye] en general una forma distinta de la forma natural de la mercancía, como en cuanto a su forma como medio de pago, entraña la posibilidad de la crisis, a este mismo resultado se llega con tanta mayor razón cuando se estudia la naturaleza del capital, sin necesidad de desarrollar las relaciones ulteriores, que constituyen todas [ellas] presuposiciones del proceso de producción real".

 

Cuando Marx desarrolla al comienzo de El Capital la forma [IV] del valor o forma [D] ya está implícita la posibilidad de la crisis que no hace más que desarrollarse y multiplicarse cuando el [D] se transforma en [K]. Más adelante continúa diciendo en ese mismo tomo IV que:

 

"En las crisis del mercado mundial estallan las contradicciones y los antagonismos de la producción burguesa"

 

Marx se pregunta entonces: ¿qué actitud adopta la economía burguesa frente a este proceso? Frente a este interrogante responde del siguiente modo:

 

"La apologética, al proceder así, insiste en falsear las relaciones económicas más simples y, especialmente, en hacer hincapié en la unidad frente a la contradicción"

 

 

Por ello consideramos incorrecto reducir la lógica dialéctica a la simple trilogía "tesis, antítesis y síntesis", ya que en ese caso la "tesis" sería una unidad sin contradicciones internas y ese es precisamente el punto de vista de la economía política que Marx somete a crítica. Esto explica que:

 

"Es precisamente en la crisis donde se pone de manifiesto su unidad, la unidad de lo diferente. La sustantividad que revisten dos momentos coherentes entre sí y que se complementan es violentamente destruida. La crisis manifiesta, por tanto, la unidad de los momentos sustantivados el uno con respecto al otro. Sin esta unidad interna de los [momentos] aparentemente indiferentes entre sí no existiría ninguna crisis. Pero no, dice el economista apologético. No puede producirse ninguna crisis, porque existe la unidad. Lo que, a su vez, sólo significa una cosa, y es que la unidad de los contrarios excluye la contradicción".

 

Ese constituye entonces el punto de vista —lógico formal, de raíz aristotélico, centrado en una identidad vacía, tautológica— que Marx, retomando y recreando la lógica dialéctica en función de su crítica del capitalismo, rechaza e impugna.

 

¿Cuál es entonces la matriz de todos estos antagonismos? Pues "la mercancía, dentro de la que se da el antagonismo entre valor de cambio y valor de uso". Recordemos que por "valor de cambio" Marx extiende aquí, como él mismo aclara en El Capital, al "valor". Ya desde allí se produce el germen potencial de la crisis. Con el despliegue de las distintas formas de valor, particularmente con su forma [D]

 

"el desdoblamiento de la compra y la venta ni más ni menos que su unidad, lejos de excluir la posibilidad de un general glut, entraña la posibilidad de él [...] se impone de un modo violento precisamente en la crisis, frente al desdoblamiento y el antagonismo" [subrayados de Marx].

 

Exactamente la misma concepción dialéctica se repite en todo el pasaje dedicado a "la posibilidad de la crisis se convierte en realidad. La crisis como manifestación de todas las contradicciones de la economía burguesa". Allí también señala que

 

"[Mediante] el desdoblamiento del proceso de producción (directo) y del proceso de circulación, vuelve a desarrollarse y se desarrolla más la posibilidad de la crisis, que se había manifestado con motivo de la simple metamorfosis de la mercancía".

 

Entonces agrega que:

 

"[La posibilidad de la crisis] se da por tanto, exclusivamente, en la disociación de la venta y la compra", e incluso cuando plantea que "La crisis no es otra cosa que la imposición violenta de la unidad a fases del proceso de producción que se han independizado la una con respecto a la otra [...] Compra y venta pueden disociarse. Son, pues, crisis en potencia [...] Permanece, pues, en pie [la afirmación de] que la forma más abstracta de la crisis (y, por tanto, la posibilidad formal de ella) es la metamorfosis de la mercancía misma, en la que se contiene solamente como momento desarrollado la contradicción de valor de cambio y valor de uso y, más desarrollada, de dinero y mercancía, que se halla implícita en la unidad de ésta" [subrayados de Marx].

 

Luego de señalar que

 

"Las contradicciones que se desarrollan en la circulación de mercancías se reproducen por sí mismas en el capital", Marx concluye que "las frases apologéticas [a que se recurre] para descartar las crisis tienen su importancia por cuanto prueban siempre lo contrario de lo que se proponen probar. Para descartar las crisis, afirman [la existencia de una] unidad allí donde solamente existe antagonismo y contradicción. [...] "las crisis existen porque existen aquellas contradicciones. Cada una de las razones que alegan en contra de las crisis es una contradicción descartada por la fantasía y, por tanto, una contradicción real, es decir, un fundamento de la crisis"

 

En este último largo fragmento destaquemos el concepto de "contradicción real", que había sido impugnado por Trendelenburg cuando atacaba la lógica dialéctica de Hegel (argumentando una supuesta "confusión" entre "oposición real" y contradicción lógica"...) En estos textos Marx se apoya implícitamente en Hegel y no en Trendelenburg —como erróneamente afirmarían los críticos "materialistas" de Hegel de la escuela de Della Volpe, Colleti y otros— ya que expresamente utiliza el concepto de contradicción real y no de oposición real, pues según la lógica dialéctica las contradicciones no son sólo lógicas sino también reales. Además Marx señala que la "contradicción real" constituye el "fundamento" de la crisis. Al utilizar la categoría de "fundamento" —que no constituye una expresión literaria intercambiable por cualquier otra— Marx está reproduciendo el mismo orden al que conducen "las determinaciones de la reflexión o esencialidades" en la Ciencia de la Lógica pues, según Hegel, la contradicción deriva en el "fundamento de la esencia". En Marx, en cambio, la contradicción conduce al fundamento de la crisis.

 

(en el original cuadro esquemático)

 

Esa perspectiva lógica dialéctica, procesual-estructural, se encuentra en la base de sustentación de la teoría crítica del fetichismo y la teoría del poder y la dominación en Marx. Poco se entendería del fetichismo y del poder sin haber recorrido previamente ese camino dialéctico emprendido por Marx a partir de una reapropiación (crítica) de la Ciencia de la Lógica de Hegel. Un abordaje teórico y de escritura, de investigación y exposición, que, como hemos ido desarrollando y explicando, se apropia de ella, pero desprendida de todo apriorismo especulativo y desde un ángulo lógico subordinado a la historia.

 

¿Por qué subordinado a la historia? Porque la transformación invertida y reificada de una cosa (dotada de características metafísicas), convertida en sujeto, no se produce en cualquier momento del tiempo y el espacio sino en un momento de la historia específicamente determinado: aquel cuando se tornan predominantes las relaciones mercantiles capitalistas. El dinero se transforma en sujeto, valorizándose a sí mismo (a través de la explotación de la fuerza de trabajo asalariada) cuando el valor se ha desarrollado plenamente, es decir, cuando en la historia se han ido desplegando las formas simples (representadas primitivamente en el trueque), total y general del comercio y el intercambio hasta llegar al mercado mundial y al dinero mundial. En ese momento de la historia, el dinero termina subsumiendo todas las otras categorías, que en la historia habían aparecido antes, e incluso a su propio polo contradictorio, el trabajo asalariado.

 

Ese proceso puede producirse porque se ha generalizado el trabajo abstracto, base de sustentación del fetichismo. A su vez, el trabajo abstracto y la cosificación de las relaciones sociales ha tenido lugar en la sociedad contemporánea porque previamente se han producido expropiaciones y rupturas históricas que han separado —a través de relaciones de poder, violencia cruel y brutal ejercicio de la fuerza material—, por un lado, a los productores, y, por el otro, a sus condiciones de existencia y de vida, es decir, al sujeto y al objeto. Esa expropiación y esa ruptura histórica "originaria" (para emplear el mismo término utilizado irónicamente por Marx en su polémica con la apologética de la economía política), fundada en el poder, la violencia y la fuerza material, es la que posibilita la generalización de la sociedad mercantil y del fetichismo y a su vez el desarrollo histórico de las formas de valor que conducen, en última instancia, al predominio mundial del capital, devenido demiurgo y tótem máximo de la sociedad actual, sujeto cuyo reinado sólo podrá ser derrocado y superado cuando su otro polo, contradictorio y antagónico, logre des-objetualizarse para convertirse, ahora sí, en el verdadero sujeto de la historia. La lógica estructural que emplea Marx en su exposición de las categorías de El Capital se propone, pues, aprehender ese proceso histórico…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

*


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar