viernes, 17 de marzo de 2023

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 072 ]

 

 

 

SEGUNDA PARTE

¿EL RETORNO DE MARX?

 

 

La lógica dialéctica y la teoría del valor

 

(…) Al llegar a la contradicción Hegel descubre que ella es el fundamento de todo lo que existe y entonces la próxima categoría que analiza, dentro de la doctrina de la esencia —el segundo momento de la Ciencia de la Lógica—, es la de "fundamento" que aparece en la exposición después de las "esencialidades o determinaciones de la reflexión".

 

Tratando de seguir ese hilo rojo que a través de la lógica dialéctica recorre El Capital, indaguemos algunas de sus principales categorías dialécticas y el modo como este método le permite a Marx estructurar su discurso crítico de la economía política.

 

¿En qué consiste la categoría de "capital"? ¿Cómo caracterizarla? Marx nos brinda numerosas definiciones que van delimitando las distintas aristas de la relación.

 

Por ejemplo, Marx escribe:

 

"El valor, pues, se vuelve valor en proceso, dinero en proceso, y en ese carácter, capital".

 

En otro pasaje de la obra señala:

 

"El capital es una relación social de producción. Es una relación histórica de producción".

 

De igual modo lo define como "sustancia en proceso, dotada de movimiento propio". Como sustancia en proceso, o sea, como sujeto, el capital vive de la extracción de plusvalor, que en última instancia remite siempre a "trabajo forzado". ¿De quién extrae ese "trabajo forzado" o forzoso? Pues de la fuerza de trabajo, que Marx define como "capacidad de trabajo" entendida como "el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad , en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole". Puede extraer y explotar esa capacidad laboral porque entabla un contrato —en los próximos capítulos analizaremos las condiciones de poder y de ejercicio de fuerza material que lleva implícito este contrato— convirtiendo a la fuerza de trabajo en trabajo asalariado. En un polo de la relación se ubica entonces el capital, en el otro polo, esencialmente contradictorio y antagónico, el trabajo asalariado de la fuerza de trabajo explotada y dominada.

 

La categoría de "capital" expresa en consecuencia determinado tipo de relaciones sociales históricas. Más precisamente relaciones  sociales de producción, en el seno de las cuales, los objetos (por ejemplo los metales que sirven para representar socialmente el equivalente general o dinero) se vuelven sujetos (o sea, valores que se valorizan, dinero que se mueve y produce más dinero, en suma, sustancias en proceso). A su vez los sujetos (los seres humanos y su capacidad de trabajar que reside en sus facultades físicas y mentales) se tornan objetos.

 

En este tipo de relación social, que se basa en la inversión del sujeto y el objeto, y que se estructura sobre la explotación y la dominación, ambos polos se definen por sus polos contradictorios. No habría capital sin explotación de fuerza de trabajo a través del trabajo asalariado. La contradicción dialéctica anida en su seno. No existiría el trabajo asalariado por fuera de la relación de explotación a que es sometida la fuerza de trabajo por el capital. No hay uno sin el otro y viceversa. No se trata de aumentar el salario sino de abolir el sistema de trabajo asalariado, presupuesto de la existencia misma del capital. Esta es la razón por la cual Marx afirma que combatir al capital implica, al mismo tiempo, tener la perspectiva estratégica de abolir al mismo tiempo el trabajo asalariado para poder pasar a otro tipo de trabajo no explotado ni subordinado ni enajenado, sobre el presupuesto de que la relación de capital ya no exista y sea reemplazada por otro tipo de relaciones sociales.

 

El capital no es una cosa. Por el contrario, constituye una relación que se define por contradicción con su otro polo: el trabajo asalariado. Si no hay trabajo asalariado no hay capital y viceversa (en esta formulación se parte de la forma más desarrollada de "capital", plenamente desplegada en la historia de la sociedad capitalista y expuesta en la lógica dialéctica en su grado más alto de abstracción (tal como aparece en el comienzo del primer tomo de El Capital). En los tomos segundo y tercero de esta obra, e incluso en la exposición de su génesis histórica —desarrollada en el capítulo XXIV del primer tomo— aparecen otras formas de "capital" que no necesariamente se intercambian por trabajo asalariado, como el capital usurario o el mercantil. Pero en la forma más desarrollada históricamente la categoría de capital se define lógicamente por su relación con el trabajo asalariado.

 

Recordemos que Marx en los primeros borradores de la obra El Capital también insistía con esa definición relacional —de obvias connotaciones dialécticas— del capital:

 

"De modo que lo que constituye el capital y, en consecuencia, el trabajo asalariado [...] [es] el intercambio de trabajo objetivado como valor, como valor que se conserva en sí mismo, por trabajo vivo como valor de uso del primero; como valor de uso no para un uso o consumo particulares, determinados, sino como valor de uso para el valor".

 

Para Marx aquello que define al "capital" es lo que al mismo tiempo define al "trabajo asalariado", porque tanto uno como otro forman parte de los polos antagónicos de una misma relación. No cualquier tipo de relación sino una relación definida por su contradicción antagónica interna (aquel punto más alto del despliegue de las "esencialidades", según la exposición de la Ciencia de la Lógica). El capital constituye entonces una identidad contradictoria.

 

El enemigo del capital, su polo antagónico, no está fuera sino dentro mismo de la relación. Caracterizar la relación de "capital-trabajo asalariado" como una contradicción significa que en la propia definición de "capital" se encuentra su polo antagónico. En la contradicción el opuesto está dentro mismo de la relación mientras que en la oposición el opuesto se encuentra fuera de la misma. El "capital" constituye en consecuencia una relación social de producción —y de fuerzas entre las clases sociales, como más adelante analizaremos— entre dos polos antagónicos que se definen uno en función del otro.

 

Pero la marca de la lógica dialéctica no se reduce únicamente al carácter de las categorías que emplea Marx. De igual modo el orden de exposición de las categorías remite a la lógica y al método dialéctico. Este último consiste, precisamente, en marcar un orden expositivo: las categorías no se explican ni aparecen de manera caótica sino en función de un orden derivativo dialéctico, procesual-estructural.

 

Si la categoría de "capital" —en tanto relación contradictoria— es la principal en El Capital, ¿por qué Marx no comienza por ella? Pues porque para Marx, si bien la lógica tiene que estar en función de la historia —su gran diferencia con Hegel— la lógica no refleja de manera lineal y directa el decurso histórico ni la cronología.

 

Por esta razón Marx escribe en el epílogo de 1873 a El Capital que:

 

"Ciertamente, el modo de exposición debe distinguirse, en lo formal, del modo de investigación".

 

Por "modo de exposición" Marx entiende aquí la secuencia lógica con que aparecen las categorías en su obra.

 

"La investigación —continúa Marx— debe apropiarse pormenorizadamente de su objeto, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo interno. Tan sólo después de consumada esa labor, puede exponerse adecuadamente el movimiento real. Si esto se logra y se llega a reflejar idealmente la vida de ese objeto, es posible que al observador le parezca estar ante una construcción apriorística".

 

La lógica del capítulo primero, entonces, puede parecer ante el recorrido del lector desprevenido de El Capital una construcción apriorística, pero en realidad no lo es. Intenta dar cuenta del modo de producción capitalista en su máximo desarrollo — sincrónico—, en su máximo despliegue, aunque presupone siempre por detrás suyo la historia, la génesis —la diacronía—.

 

Desde ese ángulo Marx afirma en los Grundrisse:

 

"Por otra parte, y esto es mucho más importante para nosotros, nuestro método pone de manifiesto los puntos en los que tiene que introducirse el análisis histórico, o en los cuales la economía burguesa como mera forma histórica del proceso de producción apunta más allá de sí misma a los precedentes modos de producción. Para analizar las leyes de la economía burguesa no es necesario, pues escribir la historia real de las relaciones de producción. Pero la correcta concepción y deducción de las mismas, en cuanto relaciones originadas históricamente, conduce siempre a primeras ecuaciones [...] que apuntan a un pasado que yace por detrás de este sistema. Tales indicios, conjuntamente con la concepción certera del presente, brindan también la clave para la comprensión del pasado; un trabajo aparte, que confiamos en poder abordar alguna vez”.

 

De modo que para Marx exponer el encadenamiento lógico del sistema "presente" del régimen capitalista —la sincronía procesual estructural— no necesariamente implica describir la historia del mismo, aunque, esa historia esté todo el tiempo presupuesta en la exposición lógica ya que la misma es la clave para demostrar que las leyes de la economía burguesa no son "leyes eternas de la naturaleza, independientes de la historia".

 

Marx retoma la misma concepción metodológica en El Capital, en el pasaje sobre el fetichismo de la mercancía. Allí sostiene que:

 

"La reflexión en torno a las formas de la vida humana, y por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por el desarrollo real. Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del proceso de desarrollo".

 

El mismo planteo se encuentra en la Introducción de 1857 a los Grundrisse, cuando Marx sostiene que:

 

"sería impracticable y erróneo alinear las categorías económicas en el orden en que fueron históricamente determinantes. Su orden de sucesión está, en cambio, determinado por las relaciones que existen entre ellas en la moderna sociedad burguesa, y que es exactamente el inverso del que parece ser su orden natural o del que correspondería a su orden de sucesión en el curso del desarrollo histórico".

 

De modo que, como el método lógico de Marx invierte el orden histórico partiendo en su exposición de lo más desarrollado y no del origen genético y cronológico y lo despliega desde sus determinaciones más abstractas hasta las más concretas, El Capital no comienza en consecuencia por la relación contradictoria de "capital-trabajo asalariado" sino por la identidad diferenciada encerrada en la "mercancía".

 

"Nuestra investigación —aclara Marx—, por consiguiente, se inicia con el análisis de la mercancía [...] La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas [...] La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [...] Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta. En la forma de sociedad que hemos de examinar, son a la vez los portadores materiales del valor de cambio".

 

Como identidad, la mercancía encierra al mismo tiempo esa diferencia interna en su propia definición: valor de uso y valor —elementos contradictorios que en las crisis se tornan directamente antagónicos haciendo explotar esa unidad que los contiene—.

 

Entonces la mercancía es la primera categoría analizada por Marx. ¿Qué es pues la "mercancía"? ¿Cómo definirla? Es la forma social que asumen los productos del trabajo humano en el seno de la producción mercantil. Ella encierra dentro suyo dos determinaciones: ser valor de uso y ser valor de cambio, "a la vez", dice el autor de El Capital. Aunque Marx aclara que:

 

"Si bien al comienzo de este capítulo dijimos, recurriendo a la terminología en boga, que la mercancía es valor de uso y valor de cambio, esto, hablando con precisión, era falso. La mercancía es valor de uso u objeto para el uso y «valor» Se presenta como ese ente dual que es cuando su valor posee una forma de manifestación propia —la del valor de cambio—, distinta de su forma natural, pero considerada aisladamente nunca posee aquella forma: únicamente lo hace en la relación de valor o de intercambio con una segunda mercancía, de diferente clase".

 

En consecuencia Marx parte de una identidad: la "mercancía". Pero no es esta una identidad abstracta, vacua, vacía, tautológica. Esta es la razón por la cual Marx rechaza, como ya señalamos, toda explicación de la magnitud del valor de las mercancías [en adelante simbolizamos con "M"] que equivalga a una tautología.

 

Si se releen aquellos fragmentos señalados, habiendo ya recorrido el camino de la Ciencia de la Lógica de Hegel, encontramos que:

 

"Como ninguna mercancía puede referirse a sí misma como equivalente, y tampoco puede convertir a su propia corteza natural en expresión de su propio valor, tiene que referirse a otra mercancía como equivalente".

 

También sostiene que:

 

"No me es posible, por ejemplo expresar en lienzo el valor del lienzo. 20 varas de lienzo = 20 varas de lienzo no constituye expresión alguna de valor [...] El valor del lienzo, como vemos, sólo se puede expresar relativamente, es decir, en otra mercancía".

 

En el mismo sentido afirma:

 

"Como no viene al mundo con un espejo en la mano, ni tampoco afirmando, como el filósofo fichteano, «yo soy yo», el hombre se ve reflejado primero sólo en otro hombre. Tan sólo a través de la relación con el hombre Pablo como igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consigo mismo como hombre".

 

Igualmente:

 

"Si el lienzo, esto es, cualquier mercancía que se encuentre en la forma general de equivalente, hubiera de participar a la vez en la forma relativa general de valor, tendría que servir ella misma de equivalente. Tendríamos entonces que 20 varas de lienzo = 20 varas de lienzo, una tautología que no expresa valor ni magnitud de valor".

 

Y finalmente:

 

"Al igual que todas las mercancías, el dinero sólo puede expresar su propia magnitud de valor relativamente, en otras mercancías".

 

Luego, como el [A =A] de Hegel, la "mercancía" [M] de Marx dice algo más que la simple identidad (la "simple identidad" estaría aquí representada en la expresión [20 varas de lienzo = 20 varas de lienzo]). Por eso la identidad que encierra la [M] no está vacía y contiene dentro de ella a la diferencia, a la "relación con otra" mercancía. Es una identidad que, en el lenguaje de Hegel, desde su propia identidad "sale fuera" y remite a otra mercancía. No es una [S] que tiene un predicado [P], como en la lógica formal aristotélica, sino que [M] constituye en sí misma una forma social que sólo existe en medio y a partir de relaciones (en este caso de valor).

 

En conclusión, la [M] constituye una identidad que no se cierra sobre sí misma. Tiene como determinación central de su relación —el valor— la referencia hacia "otra" [M].

 

Para formularlo de manera sintética, Marx distingue dentro de esta determinación de "valor" de la categoría [M] tres atributos: (a) la sustancia de valor: El trabajo abstracto, que remite a la producción; (b) la magnitud del valor: El TTSN (Tiempo de trabajo socialmente necesario), que igualmente remite a la producción; y (c) la forma de valor, que remite al intercambio (cuatro formas: [I] simple o singular, [II] total o desplegada, [III] general y [IV] dinero)…

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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