lunes, 31 de octubre de 2022

 

875

 

 

NUESTRO MARX

Néstor Kohan.

 

[ 034 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL REFORMISMO (DE EDUARD BERNSTEIN, NIKITA KRUSCHEV Y EL EUROCOMUNISMO A JOHN HOLLOWAY)

 

 

“(…) Es más, en un agregado —redactado en 1920— a la segunda edición de su libro, Bernstein prolonga estas apreciaciones hasta incluir entre la temible "descendencia" política de la lógica dialéctica también al bolchevismo (al cual él, obviamente, se opone en tanto líder de los sectores más moderados y reformistas de la II Internacional).

 

Entonces, aunque gran parte de los escritos de Bernstein hoy no se citen explícitamente en los debates contemporáneos, resulta muy util y sugestivo revisitar sus críticas al método dialéctico y la vinculación que él entreteje entre la dialéctica metodológica de Marx y toda concepción política que se proponga confrontar con el Estado y luchar por el poder desde las clases subalternas.

 

Para Bernstein, lo peligroso, lo temible y lo espantoso del método dialéctico reside en que inyecta en la teoría de la historia de Marx un impulso radical y una energía revolucionaria que, según sus consejos, convendría expurgar definitivamente del socialismo.

 

Intentando legitimar su rechazo del marxismo radical y su prédica a favor de las reformas, Bernstein propone ir hasta la raíz, "ampliando" y corrigiendo La concepción materialista de la historia:

 

"La concepción materialista de la historia, como base científica de la teoría socialista, sólo puede ser válida en la actualidad dentro de la susodicha dimensión ampliada, por esta razón, hay que corregir adecuadamente todas las aplicaciones que se han hecho, sin tomar en cuenta o tomando en cuenta de manera insuficiente la acción recíproca de las fuerzas materiales e ideológicas, ya pertenezcan a sus fundadores o a otros".

 

Más adelante agrega:

 

"Sin embargo, para llevar a cabo esta tarea es preciso darse cuenta, sin reticencias, de las lagunas y de las contradicciones de la teoría. En otras palabras, el desarrollo ulterior y el perfeccionamiento de la teoría marxista deben empezar por su crítica".

 

A todo este emprendimiento teórico y político se lo conoció, históricamente, como "revisionismo", expresión ideológica, dentro del socialismo, que acompañó un período social de estabilidad relativa del capitalismo finisecular. Aplaudiendo y festejando esa estabilidad, Bernstein se dispuso a cuestionar las vertientes más catastrofistas que auguraban una crisis inminente. Frente a esos relatos, defendía la opinión de que el capitalismo en lugar de disminuir el número de poseedores y propietarios los aumenta, al mismo tiempo que multiplica la capacidad económica de las cooperativas (tanto las de producción y consumo, como la fábrica cooperativa de autogestión y las agrícolas).

 

Dentro de la tradición socialista internacional el término "revisionista" adquirió una connotación peyorativa luego de las respuestas que Bernstein recibió por parte de otro dirigente moderado —aunque ideológicamente "ortodoxo"— como Karl Kautsky y de una revolucionaria radical como Rosa Luxemburg. Años más tarde, con la crisis de la Segunda Internacional que transcurre durante la primera guerra mundial, el nombre de Bernstein decae de la agenda socialista internacional... ¡pero su herencia no muere!

 

Esforzándose entonces por fundamentar esa necesidad de "revisar", ampliar y modificar la teoría crítica marxista para adaptarla a esa nueva modalidad de capitalismo, a fines del siglo XIX Bernstein somete a crítica a una de las cabezas visibles de esa ideología "ortodoxa" predominante hasta ese momento en la II Internacional, Georgi Plejanov. Si el llamado padre del marxismo ruso había recuperado y prolongado el AntiDühring de Engels agregándole el concepto de "monismo", su polemista alemán ironiza sobre esta caracterización de la supuesta "concepción «monista» de la historia" preguntándose: "¿Por qué no llamarla, sin más, «simplista»?". Jugando precisamente con esa pretendida ortodoxia, a Plejanov y a los demás ortodoxos les opone... ¡al viejo Engels! Sobre todo aquel que en su correspondencia con Conrad Schmidt y en las cartas publicadas en la revista Sozialistische Akademiker alerta que sólo "en última instancia" la dimensión de la economía juega su primacía en el orden social y en la historia.

 

Bernstein se propone relajar y diluir el economicismo extremo, multiplicando el vínculo entre los diferentes factores (económicos,  políticos, ideológicos, etc) pero... ¡sigue creyendo, exactamente igual que los "ortodoxos" a los que combate, en la existencia de "factores"! Por eso la crítica que Bernstein dirige a Belfort Bax (quien había escrito un artículo titulado "Concepción materialista y concepción sintética de la historia") le cabe, perfectamente, a él mismo y a su reconstrucción «revisionista» de la teoría histórica de Marx y Engels:

 

"La crítica de Bax al materialismo histórico casi nunca da en el blanco, entre otras cosas por el hecho de ser ultraortodoxa precisamente ahí donde se exageró inicialmente en la exhibición del materialismo histórico".

 

Aunque su crítica al determinismo económico por su unilateralidad tiene granos de verdad, su conclusión termina convirtiéndose en desembozada apologética del capitalismo, ya que el padre del "revisionismo" confía en su evolución progresiva en la cual, paulatinamente y sin choques, violencias, guerras civiles, luchas ni confrontación de fuerzas, el fetichismo mercantil y su brutal despersonalización irán desapareciendo automáticamente como por arte de magia. ¡Sin necesidad de revolución ni lucha contra la burguesía y su Estado! Para describir esta supuesta panacea de expansión evolutiva de la libertad humana sobre la irracionalidad autonomizada del equivalente general y la impiadosa tiranía mercantil del trabajo abstracto, Bernstein afirma que "Teóricamente, la sociedad se encuentra, pues, frente al factor económico, en una posición de libertad nunca antes lograda" a lo que más adelante adiciona que: "el interés general se refuerza frente al privado, y a medida que esto sucede, y en todos los sectores donde sucede, se frena la acción elemental de los factores económicos. Se anticipa su desarrollo y por esa razón se hace cada vez más rápido y elástico. De este modo, los individuos y los pueblos enteros sustraen una parte cada vez más grande de su vida al influjo de una necesidad independiente o contraria a su voluntad". Su descripción de la evolución del capitalismo, precisamente en el pasaje de los siglos XIX al XX, en una época en que estaba naciendo el imperialismo contemporáneo, con sus inmensos monopolios repartiéndose el mundo y disputando violentamente por las colonias, resulta de un optimismo tan desenfrenado que haría sonrojarse a los más ingenuos positivistas dieciochescos.

 

En esta visión apologética, a Bernstein le molesta e incomoda la unilateralidad del "monismo económico" y su acompañante inevitable, el determinismo productivista. Propone, en cambio, una visión de lo social donde el eje se desplace a los factores jurídicos y morales, pero... sin abandonar nunca la teoría de los factores. Desde ese punto de vista, el hilo argumental de la crítica de Bernstein al economicismo es tremendamente inferior al que realiza Antonio Labriola en Italia, ya que este último, y por la misma época, también se opone al predominio del factor económico pero desde un ángulo muy distinto, cuestionando de plano toda teoría de "factores", no intercambiando un factor por otro (reemplazo que deja intacta la estructura mecanicista de ese tipo de relato sobre la historia humana).

 

¿Por qué son disímiles las críticas de Labriola y Bernstein? Pues porque si el primero se apoya en la dialéctica de Hegel para concebir lo social como un entremado totalizante e histórico de relaciones intersubjetivas, el segundo aborrece del método dialéctico. Sin dialéctica, no queda más remedio que concebir lo social como una sumatoria o una yuxtaposición de factores, aun cuando no se acepte el privilegio del factor económico y se lo reemplace por el factor jurídico o incluso por el moral.

 

Explicando las razones de ese rechazo visceral contra la herencia de Hegel que lo separa de Labriola y lo ubica, en cuestiones teóricas, muy por debajo suyo, Bersntein afirma que su proyecto de revisión va mucho más allá de la crítica del factor económico. Lo que él se propone tiene otra dimensión, eliminar y expurgar toda huella de dialéctica en la teoría crítica marxista.

 

Luego de elogiar el mesurado prefacio de 1895 de Engels a Las luchas de clases en Francia de Marx —considerado habitualmente como "el testamento político" del viejo Engels—, Bernstein sostiene que

 

"por otra parte no se podía esperar que el mismo Engels emprendiera la revisión de la teoría que esto implicaba. Si lo hubiera hecho, habría tenido, si no formalmente, por lo menos en esencia, que romper sin miramientos con la dialéctica hegeliana".

 

Bernstein no quiere discutir tanto a Hegel —su interés no es el de un profesor de filosofía que habla y escribe para su pequeña y estrecha comunidad de pares— sino más bien su influencia política entre los revolucionarios. "Sólo me interesa el influjo de su dialéctica sobre la teoría socialista", declara. Desde ese ángulo de abordaje establece una curiosa y original homologación entre dialéctica y blanquismo. Curiosa porque luego de caracterizar al sistema filosófico de Hegel como el último peldaño de la razón política del estado de policía iluminado, se las ingenia para deducir de allí consecuencias radicales. Lo hace afirmando que el producto final de la revolución francesa fue, primero, Babeuf y luego su continuador conspirativo e insurreccional, el blanquismo, al que intenta asociar con el pensamiento político de Marx y Engels.

 

¿Cómo explicar que un sistema de pensamiento conservador genere herederos tan "peligrosos" y discípulos tan radicales? Bernstein encuentra la respuesta en el "residuo de dialéctica hegeliana de la contradicción, del que Marx (como Engels) no se pudo librar nunca completamente y que en el período de efervescencia general debía resultarles mucho más fatal". Esta noción de contradicción, núcleo de fuego de la dialéctica, es calificada por Bernstein lisa y llanamente como un "fraude".

 

De todo ese vasto y meditado proyecto de revisar, ampliar y adaptar el marxismo a los tiempos de estabilidad y "progreso" —aparentemente ilimitados— Bernstein extrae conclusiones políticas sumamente polémicas, que en los hechos terminan prolongando, perfeccionando y generalizando el reformismo presente en Lasalle.

 

Diferenciando dos métodos de transformación social, el parlamentario-electoral y el revolucionario, Bernstein explicita qué entiende él por "revolución": "El término «revolución» se usa de aquí en adelante, exclusivamente, con el significado político, como sinónimo de insurrección o de violencia ilegal [subrayados de Bernstein]". Si "revolución" equivale a insurrección y a violencia ilegal —es decir, al desafío del monopolio del uso de la violencia estatal—, la teoría política que dentro de la tradición marxista promueve esa vía es calificada por este teórico como "blanquista":

 

"El blanquismo es algo más que la teoría de un método; su método no es otra cosa que la emancipación, el producto de su teoría política de fondo. Y ésta es, en términos muy sencillos, la teoría de la ilimitada fuerza creadora de la violencia política revolucionaria y de su manifestación externa, es decir, de la expropiación revolucionaria".

 

Trazando una espectacular genealogía histórica, Bernstein prolonga entonces la herencia política de la dialéctica de Hegel sobreimprimiéndola en la revolución francesa. De esta última, resalta particularmente el jacobinismo y la tradición de Graco Babeuf. Pasando del siglo XVIII al XIX, extiende esta constelación de pensamiento político radical hasta incluir a Marx, Engels y el blanquismo: "el programa de acción revolucionaria del «Manifiesto Comunista»", afirma provocativamente, "es blanquista, de principio a fin".

 

 

Entonces, vuelve a pegar otro salto y en el pasaje del siglo XIX al XX emparenta a Blanqui con el bolchevismo, la teoría de la revolución permanente, el "terrorismo proletario" y la "mera voluntad como fuerza motora de la revolución" en una solución de continuidad ininterrupida.

 

De este modo, el padre y principal inspirador del reformismo convoca desesperadamente a romper la relación marxismo-blanquismo y, en un agregado a la edición de 1920, intenta demostrar que el "socialismo moderno y desarrollado" no equivale de ninguna manera a bolchevismo. Por contraposición al bolchevismo, a la hora de rastrear una genealogía familiar para el socialismo Bernstein recurre a la herencia liberal.

 

De todo este andamiaje teórico —la necesidad de revisar el materialismo histórico, ampliar la teoría de los factores, adaptar el marxismo a un capitalismo estable y de abundancia progresiva, expurgar la dialéctica hegeliana y desmontar la homologación de marxismo y blanquismo— Bersntein extrae las principales consecuencias políticas que dejarán huellas indelebles en formulaciones posteriores del reformismo (hijos legales o bastardos, lo reconozcan o no a él como progenitor e inspirador principal):

 

"Los que no logran imaginarse la realización del socialismo sin actos de violencia, ven en esto un argumento en contra de la democracia y en realidad no han faltado los que han alzado su voz en la literatura socialista. Pero los que no se dejan llevar por la visión utópica de que las naciones modernas, bajo el influjo de una prolongada catástrofe revolucionaria se disolverán en una miríada de grupos radicalmente independientes entre sí, verán en la democracia algo más que un medio político bueno únicamente, como palanca en manos de la clase trabajadora para dar el golpe de gracia al capital" a lo que más adelante añade "Toda la actividad práctica de la socialdemocracia está encaminada a la creación de situaciones y requisitos que hagan posible y garanticen el tránsito sim rompimientos violentos del moderno orden social a un orden superior [...] el paso de la sociedad capitalista a la sociedad socialista debe realizarse forzosamente de acuerdo con las formas evolutivas".

 

Al poco tiempo que Bernstein formula ese dilatado intento, meditado y laborioso, por "corregir" la tendencia radical de Karl Marx, sobreviene la primera guerra mundial y, en su seno, emerge la revolución bolchevique. Son los tiempos donde la estabilidad capitalista fin de siécle hace agua por todos los poros y vuelven a escena las posiciones radicales inspiradas en Marx. La confrontación, tanto en el bando imperialista como en las trincheras revolucionarias, está a la orden del día. De allí en adelante la difusión y la fama de la obra de Bernstein ingresan en un cono de sombra sin retorno.

 

Casi un siglo después, Bernstein no goza de prestigio. Prácticamente nadie lo citaría como autoridad legitimante ni como precursor en las ciencias sociales contemporáneas. Sin embargo, su ingeniosa relectura de la teoría social y su sesgada reescritura de la obra y el pensamiento de Karl Marx dejaron una herencia cuantiosa de la que se nutrirán y beberán, sin confesarlo en público, varios reformismos posteriores…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

 

 

*

 

3 comentarios:

  1. "Existe la verdad. Nunca se impone sola, al margen de la lucha de los pueblos, al margen de la práctica. Aunque enfrente nuestro haya miles y tal vez millones de personas creyendo que Hitler es un patriota, que el general Franco defiende la familia, que el general Videla garantiza los derechos humanos o que la tortura sistemática que ejercen los militares norteamericanos es sinónimo de civilización, democracia y pluralismo, debemos aferrarnos con uñas y dientes a la verdad, debemos abrazarnos a la verdad y luchar junto a ella y por ella. Sople para donde sople el viento. Al menos eso aprendí al estudiar a Marx, sus Tesis sobre Feuerbach y tantos otros textos".

    Néstor Kohan

    https://marxismocritico.com/2014/01/10/el-marxismo-es-un-universo-abierto/

    Salud y comunismo

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    1. LA VERDAD NO TIENE MÁS LUGAR QUE RESISTIR A LA MENTIRA DE LA ‘OPINIÓN ESTABLECIDA’.

      Lenin: “Paciencia y seducción”

      Jean Paul Sartre: “No se trata de seducir a alguien por medio de argumentos que no son verdaderos y que son especiosos, sino de seducir por medio de la verdad”.

      Günther Anders: “Puede ser verdad que el que filosofa ‘vive en lo universal’… Aunque precisamente lo específico, singular y ocasional puede ser lo que hace trabajar de manera más aguda al que filosofa…”

      Marx: “La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.”


      Salud y comunismo

      *

      P.S.: Mucho ojito con el tal Salvador López Arnal. Pasa por ser, incluso a ojos de un Kohan que evidentemente no lo conoce en profundidad, el gran experto en Manuel Sacristán. Pero mucho me temo que es una ‘apropiación’ interesada y manipuladora por parte de alguien que se sitúa ideológicamente muy a la derecha del marxista, comunista, y también pionero ecologista, Manuel Sacristán. El tal López Arnal, también muy amiguito del podemita Riechmann, es un vasallo incondicionalmente subordinado al miserable pro-yanqui Alba Rico, llegando a ejercer de censor en Rebelión sobre autores que critican a su jefe, como el recientemente desaparecido Jorge Beinstein. Cosa que se puede comprobar, con una muy ilustrativa respuesta del censurado, aquí:

      «Rebelión censura un artículo de Jorge Beinstein»
      https://www.lahaine.org/b2-img15/Rebelion_censura_Beinstein.pdf

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    2. Pues te agradezco mucho la informativa advertencia. Aunque, sinceramente, de esa entrevista sólo he leído las repuestas de Néstor. Si, como dices, el entrevistador (al que no conocía ni por lejana mención) es amiguito de Alba Rico (efectivamente, miserable pro-yanqui y partidario de la infame destrucción de Libia), razón más que sobrada para agradecerte la advertencia, que el arduo camino de la información (veraz) está sembrada de solapadas minas. Una menos.

      Hace tiempo que deje de visitar "Rebelión", exactamente desde la destrucción de Libia. Creo que la razón es obvia.

      Salud y comunismo

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Gracias por comentar