lunes, 24 de octubre de 2022

 

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Alfredo Grimaldos /  “La CIA en España”

 

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Comisionistas y trilaterales

 

 

 

LA INFORMACIÓN LIBRE DEL INCI

 

Dentro del entramado de sociedades y siglas controladas por los norteamericanos, destaca, durante los primeros años ochenta, el papel desarrollado por el INCI (Instituto de Cuestiones Internacionales).

 

La visita del secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, a España, en marzo de 1983, poco después de la victoria del PSOE en las elecciones generales y cuando se empieza a perfilar la convocatoria de un referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, pone al descubierto los objetivos del INCI, una entidad en cuya cuenta bancaria figura, según consta en el acta de su asamblea del 20 de diciembre de 1982, una partida concedida por la USIA (United States International Communication Agency), la organización oficial norteamericana que encubre la «guerra sucia» exportada por Estados Unidos a través de los medios de comunicación. Según uno de sus documentos divulgativos, el INCI pretende ser «una asociación privada e independiente, que se consagra al estudio de los problemas de la paz, guerra, desarme, cambio social y económico en el sistema internacional, y relaciones políticas internacionales».

 

La visita de Weinberger evidencia la instrumentalización del INCI por parte del Departamento de Estado norteamericano. Hasta tal punto que para acceder a la cena-rueda de prensa del secretario de Estado en Madrid hay que pasar por el filtro de ese organismo, hasta entonces muy poco conocido. Pero aún más: a Weinberger sólo se le pueden hacer preguntas que hayan sido formuladas previamente por escrito y trasladadas primero al secretario del INCI, el periodista Antonio Sánchez-Gijón, «al objeto de ser contestadas de forma agrupada y sistematizada». Sánchez-Gijón es uno de los más decididos defensores de la integración de España en la Alianza Atlántica. Según él, nuestro país «no sólo debe entrar en la OTAN, sino también disponerse a prestar contribución, por medios políticos, y quizás también militares, a la protección de los intereses occidentales en Oriente Medio».

 

El INCI se legaliza como sociedad en 1978. En su acta constitucional se marcan tres objetivos: «Preparación de un seminario internacional sobre problemas comunes a Europa y África, la obtención de los primeros medios financieros, y la formación de una junta elegida bajo la presidencia de una prestigiosa figura de la vida social española». Encabeza la primera junta Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate, un personaje muy cercano a los norteamericanos, que ha sido embajador en Washington y en el Vaticano. Uno de sus hijos, el trilateral Antonio Garrigues Walker, intervendrá, poco después, en la compra de 72 aviones de combate F-18, por parte del Ministerio de Defensa, a la empresa norteamericana McDonnell Douglas. Una operación controlada por un estrecho colaborador del rey, Eduardo Serra. Los primeros vicepresidentes del INCI son el abogado José Mario Armero, presidente de la agencia Europa Press, otro hombre muy vinculado a las empresas norteamericanas y, por fin, el socialista Enrique Múgica.

 

El INCI forma parte del laberinto de organismos creados por el Departamento de Estado norteamericano, la CIA y el Pentágono en todo el mundo para crear estados de opinión favorables o desfavorables a cualquier tema que afecte a los intereses vitales de Estados Unidos. La actividad del Instituto se orienta hacia la opinión pública, y lo hace a través de los medios de comunicación. En la línea de lo que declara, en 1983, el agregado de prensa de la embajada norteamericana en Madrid, Guy Farmer: «No queremos que la prensa se llene de progresistas y de radicales que estén en contra de la política exterior norteamericana. Todo lo contrario, queremos tener periodistas amigos en todos los medios españoles, y hemos de decir que los tenemos».

 

Farmer abandonará su cargo en Madrid, precisamente, con el fin de cumplir una «misión» informativa muy especial para el mundo libre: la coordinación de la cobertura de prensa de la invasión norteamericana de Granada, en la que se prohíbe la presencia de periodistas independientes incluso de los propios medios de comunicación norteamericanos. Durante su estancia en Madrid, Farmer llega a escribir una carta al subdirector general de Cooperación Informativa, Fernando Puig de la Bellacasa, en la que afirma que el Club Internacional de Prensa (situado en la madrileña calle de Pinar) se dedica a «divulgar unas ideas minoritarias y antidemocráticas que, en todos los casos, constituyen una crítica constante contra la política internacional tanto del Gobierno español como del de los Estados Unidos».

 

Durante la etapa anterior a la convocatoria del referéndum de la OTAN, el INCI organiza numerosos seminarios para sus asociados y para personas de «relevancia política» de la vida española, según señalan quienes los organizan. Colaboran en ellos desde el general Vernon Walters hasta los militares españoles Ángel Lobo y Miguel Cuartero, además de Antonio Sánchez Gijón, Terence Todman —el embajador norteamericano que interviene en el 23-F—, el general israelí Moshe Dayan, Leopoldo Calvo Sotelo o el general Cano Hevia.

Entre los miembros del INCI hay periodistas como José Navarro Ferré, Thomas Burns (corresponsal de la revista Newsweek), Rafael Ansón Oliart, Guillermo Medina, Manuel Blanco Tobío, José Ramón Alonso… Y militares como Ricardo Vallespín, el general Cuartero Larrea, Ángel Lobo García, Juan Yagüe, Bartolomé Beltrán y el ex ministro de Defensa Alberto Oliart, en cuya casa se gesta el documento que firman varias decenas de intelectuales y personajes del mundo de la cultura a favor del «Sí» en el referéndum. Además de Pedro Schwartz o Inocencio Arias, que hará carrera política en Exteriores con el PSOE y después con el PP de Aznar.

 

Cuando arrecia en los medios de comunicación, sobre todo en TVE, la campaña a favor de la permanencia de España en la OTAN, se hace público que en el acta de la Asamblea del Instituto celebrada en diciembre de 1982 figura, literalmente, que «un socio expresó su preocupación por el hecho de que, en la cuenta de ingresos del INCI, figurase una partida concedida por la United States International Communication Agency —USIA—, que es un organismo de un gobierno extranjero». Según hace constar el propio CESID, este asunto «subraya a las autoridades españolas la dependencia norteamericana del INCI».

 

En 1991, el INCI se fusiona con el Centro de Estudios de Política Exterior (CEPE) y surge el Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (INOPE), que continúa desarrollando una notable actividad. Los presidentes de esta entidad, desde su creación, son Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate, José María de Areilza, Eduardo Serra, además de José Lladó y Fernández-Urrutia.

 

En el entorno de los norteamericanos hay nombres que se repiten hasta la saciedad. Uno de ellos es el de Eduardo Serra, que del INCI acabará saltando a otra entidad de la misma cuerda, el Instituto Elcano, presidido actualmente por el ex ministro de Defensa socialista Gustavo Suárez Pertierra, que sustituyó en el puesto precisamente a Serra, tras la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones de marzo de 2004…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Alfredo Grimaldos. “La CIA en España” ]

 

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3 comentarios:

  1. No sé si ahora también, pero en los años 60, cuando Garrigues Walker era embajador en Washington, los agregados militares eran seleccionados con sumo cuidado en Madrid (por el complejo industrial militar yanqui) para que los "encargos" fueran "debidamente" licitados por ellos, trámite necesario para que a la mascarada no se le estropeara el maquillaje. Si, por ejemplo, seguimos la pista de una multimillonaria compra de helicópteros por parte de la Armada española (siendo Garrigues embajador y Pedro Nieto Antúnez -paniaguado de Doña Carmen 'Collares'- ministro de marina) nos llevaríamos alguna que otra sorpresa. Eugenio Valero, agregado naval entonces, fue "amablemente" cesado y sustituido por haberse negado a dar su aval técnico (y a recibir la correspondiente sinecura) a una inconveniente, amañada y costosísima compra. Se podrían escribir tomos sobre la historia y acontecer de esa filial comercial llamada Embajada de España en los Estados Unidos.

    Salud y comunismo

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    1. Pues siempre sería instructivo, como hacen de forma ejemplar tanto Grimaldos como Garcés, sacar a la luz las oscuras operaciones corruptas y su plantilla de protagonistas corruptos –y las excepciones honestas si las hay–, con las que el ‘Imperio corruptor’ acaba comprando y eliminando la más mínima ‘soberanía’ militar, política, económica, cultural… de sus colonias satélites.

      Por cierto que el tal Eduardo Serra, presunto peón de la CIA y ‘estrecho colaborador del Emérito & Son’ y también de los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE y PP, resulta ser un elemento de onda larga, ya que no hace mucho ‘desaparece’ manejando los hilos de la ‘Operación Podemos’ en estrecha colaboración con el tal Soros (fabricante de revoluciones de colores y sabores ‘pro-yanquis’… y un generoso filántropo humanista, según el ‘ministro-florero-eurocomunista’ Garzón…

      Salud y comunismo

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    2. Eduardo Serra (miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes, aunque no se especifica de qué ciencias ni de que artes se trata realmente), a migrado cual ágil gruya y sin que le tiemblen las plumas de partido en partido, dicho de manera más pedestre y popular, un chaquetero de mierda. Pero así (de mal) están las cosas, y salvo honrosas excepciones, los antaño colorados españolitos han perdido la memoria, y no precisamente en combate. Camino de rosas para toda esta envalentonada caterva de paniaguados perennemente aferrados a las ubres del régimen que perpetúan. Sin toda está tropilla mamporrera de serviles Sierras no existirían Soros ni granujas de su calaña.

      Pero, en efecto, afortunadamente tenemos referentes al margen de esa suprema letrina, como Grimaldos y Garcés, cuyos trabajos nunca serán suficientemente valorados y agradecidos.

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