lunes, 17 de octubre de 2022

 

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan.

 

[ 029 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL MATERIALISMO DIALÉCTICO. (DE PLEJANOV Y STALIN A LOS MANUALES DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA [PCUS])

 

 

 (...)

 

Lenin, político revolucionario y lector de Hegel

 

Entre septiembre y diciembre de 1914 Lenin escribe, en sus Cuadernos de lectura, un resumen manuscrito sobre la Ciencia de la Lógica con sus propios comentarios, anotaciones al margen y "traducciones" de los términos hegelianos al lenguaje marxista. Este manuscrito se publicará póstumamente con el título Resumen del libro de Hegel «Ciencia de la lógica».

 

Quizá se podría argumentar, contrastando con Materialismo y empiriocriticismo, de 1908, que el texto de 1914-1916 constituye apenas un manuscrito borrador y por lo tanto no tiene punto de comparación con una obra destinada a la imprenta. Frente a esa posible impugnación debemos recordar que gran parte de la producción teórica de Marx —incluso aquellos escritos que más debates suscitaron, como los Manuscritos económico filosóficos de 1844, La ideología alemana, los Grundrisse de 1857-1858, los Cuadernos de 1861-1865, el capítulo VI (inédito) de El Capital, así como los libros II, III y IV de esta última obra— fueron nada más que manuscritos y borradores inéditos.

 

En estos fragmentos filosóficos del exilio, Lenin realizará una profunda autocrítica teórica, un viraje radical donde intentará superar el objetivismo naturalista de su maestro Plejanov y tratará de enfatizar la fundamental importancia filosófica y epistemológica de la praxis humana para la teoría crítica marxista. Se trataba por fin de poner la filosofía a la altura que ya había alcanzado su reflexión política con la teoría de la hegemonía. No que el texto de 1914-1916 constituye apenas un manuscrito borrador y por lo tanto no tiene punto de comparación con una obra destinada a la imprenta. Frente a esa posible impugnación debemos recordar que gran parte de la producción teórica de Marx —incluso aquellos escritos que más debates suscitaron, como los Manuscritos económico filosóficos de 1844, La ideología alemana, los Grundrisse de 1857-1858, los Cuadernos de 1861-1865, el capítulo VI (inédito) de El Capital, así como los libros II, III y IV de esta última obra— fueron nada más que manuscritos y borradores inéditos.

 

No casualmente esta autocrítica estará motivada por su encuentro con Hegel. En la lectura que realiza del filósofo alemán, Lenin advierte la pobreza teórica inherente al llamado "marxismo ortodoxo" (de la II Internacional), al punto de sostener que quien no haya estudiado a Hegel a fondo no ha entendido absolutamente nada de El Capital de Marx. De ahí que cuestionara la armazón teórica de las grandes autoridades marxistas de fin de siglo —por otra parte, las más influidas por el ambiente positivista y cientificista de la época—, principalmente Kautsky, así como también su maestro ruso Plejanov. Queda en suspenso en este juicio condenatorio el caso Labriola (polemista del economismo determinista de Achille Loria), ya que Labriola conocía sobremanera a Hegel porque él mismo había sido un hegeliano.

 

En 1914, produciendo una verdadera ruptura epistemológica —en el terreno filosófico— con relación a 1908, Lenin plantea que hay que hacer la crítica a Kant desde Hegel y no desde Plejanov ni desde el materialismo vulgar.

 

Al criticar el materialismo vulgar y a Plejanov, obviamente está pensando en su propia posición de Materialismo y empiriocriticismo, donde aún suscribía una a una todas las tesis del que fuera su guía filosófico. Si en 1908 todavía reivindicaba a Plejanov como "el único marxista" que había enfrentado al revisionismo filosófico, en 1914 sostendrá una opinión mucho más matizada, en la cual planteará que desde 1903 en adelante Plejanov ha oscilado permanentemente con relación a las posiciones bolcheviques. Desarrollando un polémico diálogo imaginario con este último —y con su propia conciencia filosófica anterior— Lenin sostendrá al año siguiente, en 1915, que su maestro filosófico, uno de los padres fundadores del DIAMAT, no había prestado suficiente atención a la esencia del pensamiento de Hegel y del marxismo, esto es: a la dialéctica.

 

Desde este nuevo paradigma, que se abre en la obra filosófica y teórica de Lenin desde 1914 a partir de su trabajada lectura de Hegel, implícitamente el primero también critica a la Ilustración, para la cual el adversario se sitúa invariablemente en el ámbito del error, del absurdo, de la nada absoluta, pues aquella tradición no rescata ningún tipo (aunque sea parcial) de verdad en el otro. Para esa corriente la luz de la razón ilumina tan fuerte que impide ver los restos y núcleos de verdad bajo las tinieblas y sombras de la posición equivocada.

 

Si en 1908 Lenin trataba al adversario teórico que él impugnaba (los discípulos rusos de Mach) como constructores de absurdos —a los que refutaba desde el realismo propio del sentido común, como Gramsci le reprocha a Bujarin—, desde 1914, retomando el método dialéctico marxiano de estirpe hegeliana, sitúa las corrientes teóricas y filosóficas no marxistas en el plano de la unilateralidad, nunca del error absoluto. Si son unilaterales esto quiere decir que tienen parte de razón, que encierran fragmentos de verdad, aunque unilateralmente ("unilateralmente" en el sentido de que toman lo relativo por absoluto, la parte por el todo, el momento por la totalidad). Proporcionando como ejemplo el tratamiento que Hegel hace de Kant, Lenin rechaza su actitud de 1908 y trata ahora de encontrar la racionalidad que, rescatándolos del oscuro fondo del "absurdo" y la "sinrazón", otorga sentido a los argumentos teóricos opuestos, sin por ello escatimar la crítica a estos últimos.

 

En esta auténtica y honesta autocrítica filosófica, se cuestiona su anterior teoría del conocimiento como "imagen fotográfica", y si bien sigue hablando del "reflejo" ahora subraya y pone en primer plano la crítica de su pasividad. Enfatizando el papel central de la actividad humana, plantea en su nueva perspectiva que la subjetividad del ser humano no solo intenta conocer el mundo mediante la teoría, sino que también —en unidad con ella— a través de la práctica contribuye a su creación. El mundo no se reduce ya a lo dado existente "independientemente de la voluntad y de la práctica humana" (como sostenía seis años antes en su definición de materia, canonizada por los manuales de la época de Stalin) sino que, en su opinión, al no satisfacer al ser humano, éste decide moldearlo, cambiarlo y transformarlo por medio de su praxis. La praxis, siempre la praxis. La filosofía de la praxis se rencuentra así, como teoría crítica, con la política revolucionaria.

 

En cuanto a la noción de objetividad que maneja Lenin en 1914, ya no tiene ningún punto en común con el objeto en sí al margen de la praxis humana de 1908 pues la cosa en sí no es más que en su nuevo punto de vista, el resultado de la abstracción filosófica. Es la praxis la que cambia la realidad exterior y su exterioridad radical. Esta dimensión humana que cambia la realidad exterior es concebida como superior al conocimiento, pues encierra dentro de ella no solo la "dignidad" de la universal sino también la de la realidad inmediata. De aquí habría que extraer las diferencias implícitas que esta posición leniniana plantea con relación al Iluminismo de tendencias puramente racionalistas, compartido por gran parte del materialismo burgués francés del siglo XVIII y reivindicado por su maestro Plejanov. Hegel constituye en este sentido una profunda ruptura en el pensamiento de Lenin.

 

Con respecto a la praxis, que en la teoría de la hegemonía ocupa el centro del escenario político, si bien aquí es tematizada en primera instancia en un registro que prioriza la óptica y el ángulo gnoseológico, en el nuevo planteo se vuelve indudablemente una categoría fundamental.

 

Si se evita caer en una lectura ingenua, se pueden extraer determinadas perspectivas teóricas que poco tienen que ver con el "materialismo" defendido en 1908 y sancionado finalmente por el gran equívoco del DIAMAT de la época stalinista. Lenin, apoyado y ayudado por Hegel, rompe con la visión del realismo ingenuo que prioriza la llamada "realidad del mundo exterior" al margen de la praxis humana, de la cultura y de la historia (que Hegel designará como el modo de concebir propio de la certeza sensible y Gramsci asimilará a la concepción religiosa tomista, fuente del sentido común popular). Al retomar de Hegel la crítica a la cosa en sí kantiana, implícitamente está cuestionando su propia definición de "materia" de 1908 (y oficialmente adoptada como tal por el DIAMAT y sus manuales) concebida como una cosa en sí (sustrato independiente) con atributos (entre los cuales se encontraría la conciencia como producto secundario).

 

Lenin, en sus escritos de 1914, concibe la realidad como proceso, lo que equivale a remplazar la lógica de sujeto-predicado (o sustancial atributiva) presupuesta en la filosofía de la materia (y sus atributos) de 1908 por una lógica de tipo relacional, donde cada término adquiere su significación a partir de sus relaciones con la totalidad (que no existe al margen de la praxis) y con su opuesto. Este pasaje vía Hegel a una nueva concepción lógico-relacional de la realidad le permite a Lenin entender de otra manera El Capital, y, al mismo tiempo, comprender cuán poco lo habían entendido sus maestros ortodoxos de la Segunda Internacional. La estación Hegel del itinerario leninista le permite dar cuenta de las (inter)mediaciones y transiciones en los procesos reales sin los cuales la dialéctica se convierte en una nueva metafísica, no solo premarxista sino incluso prehegeliana…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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