lunes, 3 de octubre de 2022

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan.

 

[ 025 ]

 

 

PRIMERA PARTE:

Una visión crítica de los usos de Marx

 

 

EL MARX DEL MATERIALISMO DIALÉCTICO. (DE PLEJANOV Y STALIN A LOS MANUALES DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA [PCUS])

 

 

La constitución del «materialismo dialéctico»

 

El equívoco del economicismo y el productivismo no ha sido, lamentablemente, el único. Recuperar a Marx para los debates contemporáneos presupone también ajustar las cuentas con otro de los pesados obstáculos que lo han acompañado, el denominado "Materialismo dialéctico", interpretación hegemónica de la filosofía del marxismo durante la mayor parte del siglo XX.

 

Gran parte de las demás corrientes marxistas se han remitido siempre a él para criticarlo o apoyarlo pero es indudable que lo han tenido como un marco de referencia insoslayable; incluso a partir de este, y no de la teoría marxiana, se han clasificado las "ortodoxias" filosóficas o los diversos tipos de "revisionismo", el nervioso trazado de las "líneas" y sus infaltables "desviaciones". Muchas veces, hasta los más "herejes", hasta los más disidentes, no escaparon a esta constelación ideológica. Ese fue su trágico límite.

 

El DIAMAT —tal como denominaban los manuales de la Unión Soviética al Materialismo dialéctico— constituye una doctrina y un sistema de pensamiento que tiene una historia y un proceso de constitución. Sus defensores siempre se negaron y opusieron a analizar y discutir esta historia y este proceso porque su operación teórica implícita consistía en deshistorizar al marxismo, con lo cual todas las etapas del pensamiento filosófico que arrancan con Marx y que son sucedidas por los marxistas posteriores se diluyen amalgamándose inmediatamente en una misma y compacta aleación constituida por un conjunto doctrinario limitado y finito de proposiciones. Un círculo de fuego, cerrado y hermético. Como uno de los momentos históricos centrales inherentes y constitutivos de este cuerpo teórico aparentemente circular y sistemático fue el aporte de Lenin, los defensores del DIAMAT sostenían que era no solo inseparable sino incluso indistinguible de Marx y por lo tanto eligieron, tras su muerte ocurrida en 1924, designar el nuevo sistema "marxismo [-] leninismo" ¿Cómo analizar y cuestionar esto sin "traicionar" el legado leninista y convertirse automáticamente en un "renegado"? La operación fue realmente inteligente y sagaz. El dogma había creado sus propios dispositivos de control.

 

 

Ahora bien, ¿sería correcto aceptar acríticamente esta autolegitimación de los defensores del DIAMAT? ¿Se pueden tomar todos los aportes de las distintas generaciones de marxistas como si constituyeran un bloque homogéneo y deshistorizarlos? Si se concediera legitimidad a esa hipótesis, entonces la teoría marxista de la historia no tendría, ella misma, historia. Dejaría de ser una teoría social crítica (véase la definición de "teoría crítica" que formulamos al comienzo de la investigación).

 

Sometiendo a discusión ese punto de vista deshistorizado y, por lo tanto, metafísico, a continuación analizaremos entonces la historia real y profana del proceso de constitución del DIAMAT intentando desglosar y resaltar cada una de las numerosas aristas que luego se fueron limando hasta lograr la circularidad sistemática.

 

 

 

La gestación del DIAMAT y las ventanas abiertas del último Engels

 

El término "Materialismo dialéctico" es utilizado por primera vez para bautizar al marxismo en un ensayo de Plejanov sobre Hegel escrito en 1891. El mismo Plejanov, dos décadas más tarde, en 1908, considerará que Engels había presentado en su Anti-Dühring "la forma definitiva de la filosofía del marxismo".

 

Aun sin utilizar directamente este término, Friedrich Engels sostiene en 1877 — diez años después de la publicación del tomo primero de El Capital—, que el "nuevo materialismo" de Marx es un "materialismo sencillamente dialéctico, y no necesita filosofía alguna que esté por encima de las demás ciencias".

 

Más allá de la historia del término, es indudable que el primer cimiento de este "sistema" fue aportado y proporcionado por el autor del Anti-Dühring, principalmente en la obra de sus últimos años. Aunque, a decir verdad, —y aun sin dejar de remarcar en ningún momento las notables diferencias que separan su perspectiva filosófica de la de Marx—, debemos subrayar con Sacristán que las perjudiciales consecuencias que esta tradición teórica ha tenido para el marxismo "son menos imputables al propio Engels que a las vicisitudes del movimiento obrero y de la construcción del socialismo en la URSS".

 

Para Engels, el problema central de toda la filosofía, especialmente de la moderna, reside en la cuestión que aborda la relación existente entre el pensar y el ser, el espíritu y la naturaleza. Si pensar se identifica con espíritu, entonces ser es idéntico a naturaleza. Si este es el principal problema a dilucidar y resolver entonces su propia elaboración filosófica intentará ocuparse de él teniendo por objeto a "todo ser", cuyas formas fundamentales son el espacio y el tiempo. Pero ocuparse de "todo ser" presupone asignar a la ontología —la disciplina que estudia todo lo que existe, los entes— el lugar principal en la filosofía (si se descarta la distinción heideggeriana entre ontología y metafísica), razón por la cual el problema de la prioridad ontológica de la existencia (espíritu o naturaleza) se convierte en el eje vertebrador de su pensamiento.

 

Esta ontología universal cuyo objeto teórico de estudio es "todo ser" tiene por finalidad la exacta exposición del cosmos en su movimiento dialéctico, concebido no como un conjunto de objetos terminados sino como un conjunto de procesos. Consecuente con esta centralidad de la ontología, Engels divide absolutamente toda la historia de la disciplina filosófica en función de la respuesta que proporcionen las diversas escuelas a la siguiente pregunta: ¿qué es lo primario: el espíritu o la naturaleza?

 

Aquellas corrientes que se inclinaron por la opción del espiritualismo fueron catalogadas como "idealistas" y las otras, "que reputaban a la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas de materialismo".

 

Para Engels, entonces, el materialismo sería aquella corriente que postula que "lo único real es la naturaleza", y es definido como "una concepción general del mundo basada en una interpretación determinada del espíritu y la materia". Al igual que el idealismo, en su óptica "el materialismo recorre una serie de fases en desarrollo. Cada descubrimiento trascendental, operado en el campo de las ciencias naturales le obliga a cambiar de forma".

 

La primera de estas escuelas materialistas habría sido, en su opinión, la griega, surgida en las costas del mar Egeo seis siglos antes de Cristo, tras cuyo derrumbe y oclusión bajo el manto espiritual de la mística religiosa medieval recién surgirá la segunda gran corriente entre los siglos XVI y XVIII (en la que se destaca la francesa con la Ilustración, tan admirada por él) que, si bien es reconocida por sus aportes científicos, al mismo tiempo es sometida por Engels a diversas críticas debido a su "mecanicismo". Acusación que en su discurso tiene por fin deslindar teóricamente el terreno para abrir finalmente paso a la tercera y última etapa: la correspondiente al "nuevo materialismo", el suyo. Este último pretendería reunir los nuevos progresos de las ciencias naturales, sintetizarlos y generalizarlos.

 

Una de las principales características de la filosofía engelsiana ha sido la postulación de una necesaria dependencia y subordinación de la filosofía con relación a las ciencias naturales y la reducción de las tareas filosóficas al estrecho horizonte de generalización de los resultados de aquellas. En forma análoga al clásico búho de Minerva de la Filosofía del derecho de Hegel, el "nuevo materialismo" defendido por Engels solo levanta su vuelo al atardecer, una vez que las ciencias de la naturaleza ya han proporcionado sus resultados y conclusiones positivas.

 

Habiendo entonces recorrido las primeras formulaciones sistemáticas del materialismo ontológico, pasemos a continuación a aquello que, supuestamente, lo diferenciaría del mecanicismo: la "dialéctica".

 

En concordancia con la línea global de esta ontología naturalista, Engels sostiene que "la naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica". ¡Toda una definición!

 

Si el principal objeto de estudio y reflexión estaría constituido por la naturaleza (recordemos que anteriormente identificaba a esta última con "el ser"), la dialéctica se termina concibiendo, en consecuencia, como la ciencia más general del movimiento del ser. Con este intento, Engels pretendía superar la idea de una naturaleza parmenídea [tal como la describió el filósofo griego Parménides], fija e inmutable, apuntando a su historización. Aunque en lugar de historizar la naturaleza, en realidad termina... naturalizando la historia, según acertadamente sugiere Jean-Paul Sartre.

 

Pero Friedrich Engels se resistía a admitir que el movimiento universal fuera una característica correspondiente únicamente a la naturaleza, por ello insiste en que también rige para la historia humana y para el pensamiento. Retomando en este punto la herencia hegeliana de la cual Marx intentó parcialmente diferenciarse en su juventud, la dialéctica es concebida por él como una estructura de lo real compartida tanto por el objeto (naturaleza-sociedad) como por el sujeto (pensamiento).

 

Si se intentara ubicar este planteo en los moldes tradicionales en que se suele dividir la disciplina filosófica llegaríamos a la conclusión de que Engels hace valer la dialéctica tanto para la ontología como para la gnoseología. Dicho de otro modo, la dialéctica es pensada por él como una estructura general del movimiento que rige tanto para el mundo (movimiento del ser) como para el método (movimiento del pensamiento del ser). Al igual que Hegel, Engels supera la escisión y el dualismo "sujeto-objeto", aunque lo hace subordinando el primero al segundo.

 

El "Materialismo dialéctico" es entonces concebido principalmente como una construcción ontológica de la cual se derivan, en un segundo momento, consecuencias gnoseológicas. De estas últimas, la particular teoría del conocimiento que Engels bosqueja, aunque no desarrolla, es aquella que concibe el conocimiento conceptual como imagen del mundo real, el mismo que acaba de ser descrito en la ontología. Su camino epistemológico va del ser al conocer.

 

Este conocimiento al que se le atribuye la propiedad de ser una imagen exacta de la realidad, producida por el cerebro humano —"el producto más alto de la materia en evolución"—, constituye la base fundamental sobre la que se asienta posteriormente la denominada "teoría del reflejo"; que Engels extrae de la "doctrina de la esencia" de la Ciencia de la Lógica de Hegel (mediación entre el ser y el concepto por medio de la reflexión). Aunque Engels, en su singular "traducción" de Hegel, sólo se queda en el nivel de la reflexión extrínseca o reflexión externa (aquella que únicamente subraya el movimiento del presuponer en el pasaje del ser a la esencia). Engels no llega a captar aquí ni la reflexión ponente ni la reflexión determinante pues solo toma en cuenta el momento objetivo, el de las presuposiciones del ser —el de las "condiciones objetivas", en el lenguaje clásico del pensamiento marxista. Se le escaparía la unidad sujeto-objeto, poner-presuponer. Ese sería su límite, el que probablemente no logra superar en su audaz "traducción" cosmológica, gnoseológica y materialista de Hegel.

 

Con esta construcción sistemática, Engels pretende completar en el nivel cosmológico la filosofía que supuestamente estaría ausente, o por lo menos opacada, en El Capital de Karl Marx. Esa filosofía, supuestamente ausente, debería ser legitimada dando cuenta de la relación que la une y la separa con sus antecedentes inmediatos, Hegel y Feuerbach. Para ello Engels recurre a una metáfora que ya había utilizado Marx en El Capital: "la inversión", el "dar vuelta" la dialéctica.

 

En definitiva, el "Materialismo dialéctico" surgiría, por un lado, como la "inversión" de la dialéctica hegeliana, para pasar de una ontología idealista a otra materialista y, por el otro, se originaría en el rescate del materialismo de Feuerbach, expurgando de él los residuos "metafísicos" (Engels utiliza aquí este término como opuesto a la concepción "dialéctica").

 

La ecuación de toda esta operación engelsiana podría resumirse en la fórmula: [idealismo de Hegel + materialismo de Feuerbach = Materialismo dialéctico].

 

Esta concepción general del movimiento del ser y de las leyes que lo rigen, válida para todas las regiones ónticas —aunque estas sean entendidas como "procesos" y no solo como "objetos"—, debe consecuentemente deducirse y aplicarse al último refugio que le quedaba, según Engels, al idealismo en el siglo XIX: la sociedad humana y su historia. Como supuestamente Charles Darwin había ya ajustado cuentas con él en biología, solo restaba aplicarlo a la historia. Para realizar semejante tarea elabora la teoría de la "aplicación" —aunque no llegue a rotularla de este modo— que apuntaba a demostrar como un silogismo que lo que es válido para lo universal (el ser, el universo, el cosmos, la naturaleza) es también válido para lo particular (la sociedad humana, la historia) que surge en el interior mismo de lo universal y como producto de su evolución.

 

Apoyándose en la teoría darwinista, para la que el ser humano emerge como producto del desarrollo evolutivo de la naturaleza, y como en la premisa anterior había postulado que el Materialismo dialéctico era válido para esta última, entonces Engels, sin dificultades, deduce e infiere como conclusión lógica que también sus leyes rigen para el ámbito humano. Lógicamente —he allí el meollo de la cuestión: ¿se trata solo de lógica?, ¿es legítimo pegar este salto epistemológico y convertir la filosofía de Marx en un esquema lógico?— de lo general se deduce lo particular, de la naturaleza lo social, el materialismo cosmológico se deduce y aplica a la historia.

 

Como caso particular de la teoría del ser en general, o sea, del materialismo ontológico como disciplina filosófica, el materialismo histórico tendría por objeto de estudio, en tanto ciencia, las leyes generales del movimiento que se imponen necesariamente ya no para todo el ser sino solo para el ámbito restringido de la historia de la sociedad humana. Si hay determinismo en la naturaleza obviamente también — según este hilo discursivo— debe haberlo en lo social.

 

Finalmente, debemos centrar nuestra atención en el análisis del status —que tanta importancia tiene para caracterizar y comprender la filosofía del marxismo— que Engels le otorga a la noción de "práctica". La más notoria y principal determinación que le atribuye es la de pertenecer al ámbito del "experimento y la industria", ubicándola en una doble relación: en primer lugar, con el conocimiento científico experimental en total correspondencia con su prioridad epistemológica otorgada a las ciencias naturales y, en segundo lugar, con el desarrollo de la producción, la industria y la fábrica modernas que el capitalismo había vuelto predominante en la Europa del siglo XIX. Pero su análisis de este desarrollo no quedaba reducido a esta primera determinación, pues en una segunda instancia también era concebido, en el interior de su gnoseología reflexiva, como criterio de verdad. Al respecto sostenía en 1892, al final de su vida, que "los hombres, antes de argumentar, habían actuado. «lm Anfang war die Tat» [En el comienzo era la acción] (palabras de J. W. Goethe en el Fausto). Y la acción humana había resuelto la dificultad mucho antes de que las cavilaciones humanas la inventasen. «The poof of the pudding is in the eating» [El budín se prueba comiéndolo]".

 

De este modo, quedan bosquejados los principales cimientos de lo que más tarde se conocería, en las corrientes que hacían profesión de fe ortodoxa. como la "concepción del mundo" del marxismo: una ontología general "materialista dialéctica" y una gnoseología basada en la imagen y el reflejo del mundo objetivo, ambas de tipo filosófico, de las cuales se derivaría por aplicación una disciplina particular, de tipo científico, el "materialismo histórico…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

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