miércoles, 22 de junio de 2022

 

791

 

Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

 

(...)

 

 

VII.

¿Quién paró al general Armada?

 

¿Qué supuestos permitían a Armada ingresar en el Congreso con un propósito tan preciso, y contar con la luz verde del mando militar y del Palacio Real? Nadie le atajó en su avance hacia el Hemiciclo donde esperaban, como rehenes, el Gobierno y los diputados. Decía Armada al Juez Instructor:

 

A las 23.50 entro en el Congreso. Hablo con el teniente coronel Tejero […] le hago una propuesta para que se logre una solución constitucional […]. Yo me proponía hablar a los diputados, y que éstos ofreciesen alguna fórmula para que Tejero se marchara y los dejara en libertad: a eso le llamaba yo constitucional, pero que fuesen los diputados quienes la ofrecieren […]. Creía necesario resolver la situación de emergencia que se había producido, porque en aquella situación la Constitución estaba vulnerada por Tejero y habría que restablecer la normalidad.

 

Según las conclusiones del Fiscal, sin embargo, fue dos días antes –el sábado 21 de febrero– cuando Armada se había descubierto personalmente ante Tejero como cabeza de la operación:

 

En la madrugada del 21 de febrero se celebra una reunión en Madrid, a la que asisten el teniente coronel y el procesado comandante de Infantería, destinado en el Centro Superior de Información de la Defensa [CESID], José Cortina Prieto. Acompaña a Cortina el capitán de la Guardia Civil Vicente Gómez Iglesias, también destinado en el CESID. Cortina se presenta y asiste a la reunión como hombre de confianza del general Armada. Y se muestra perfectamente enterado de las operaciones que se proyectaban bajo el mando bicéfalo Armada-Milans.

 

Éste parece ser el momento en que se intentó reconducir la intervención militar hacia el objetivo político que protagonizaba Armada, utilizando a Tejero como detonante:

 

El objeto fundamental de la entrevista es comunicar a Tejero que debe ponerse en contacto con el general Armada, así como facilitarle los medios que se precisen del CESID a través del capitán Gómez Iglesias. Cortina informa que están redactados hasta los decretos-leyes que entrarán en vigor en su momento y que, transcurridas dos horas desde la ocupación del Congreso, llegaría una autoridad militar que sería aceptada por distintos grupos parlamentarios […].

 

En su comparecencia ante el Juez Instructor declaró Tejero que en la reunión del sábado 21 de febrero

 

Cortina le indica que todo va a salir bien, que los socialistas no van a dar la menor guerra, ya que, si oyen una frase similar a «el elefante blanco está aquí» o «ha llegado», aceptarán lo que proponga el que lo dice. Los socialistas del Congreso son más bien socialdemócratas y ven también la necesidad de un golpe de timón.

 

Tejero parece haber sentido alguna duda en relación con los datos que le proporcionaban los servicios de información, pues decidió contrastarlos con quien hasta esa fecha creía que dirigía el operativo. Prosigue el Fiscal togado: «Después de esta entrevista Tejero consulta por teléfono con el general Milans, quien le ordena que obedezca a Armada, y Tejero informa al teniente general Milans que se había fijado la fecha del 23 de febrero para la operación, y que precisamente la había fijado Cortina».

 

También Milans parece haber intuido el sábado 21 de febrero algo nuevo en Cortina: «el mismo día a las tres de la tarde, el general Milans […] mantiene una conversación con el general Armada, quien confirmó al general Milans que Cortina era el hombre de su confianza». Sería éste el antecedente inmediato de la divergencia en la noche del 23 al 24 de febrero entre Tejero y Armada acerca del desenlace del golpe. A Tejero se le confió la misión de ocupar el Congreso y retener al Gobierno y a los diputados, pero no era partícipe del desarrollo planificado para después. Durante el juicio sostuvo que se le había dado a entender que el nuevo «gobierno sería sólo de militares». Si ésta fue la artimaña para instrumentar a Tejero como percutor, la dirección del operativo subvaloró la autonomía de la oficialidad intermedia una vez rota la disciplina en la cadena de mando. Tejero sabía que su misión duraba

 

hasta que llegase una autoridad militar que pronunciase la consigna Duque de Ahumada, que se dirigiría a los diputados y daría más órdenes para el resto de la operación. La contraseña era únicamente para identificar a esa autoridad militar. El capitán Pérez de Lastra le comunicó en el Congreso que el general Armada le había ordenado que dijese a Tejero Duque de Ahumada. Pedí novedades, y Armada me ordena: «Tejero, quita la fuerza del hemiciclo, reintegra a sus puestos a los diputados que estén fuera de él, que les voy a proponer la formación de un gobierno presidido por mí».

 

Tejero tenía su confianza puesta en Milans y «en aquel momento preguntó a Armada si el general Milans del Bosch formará parte del Gobierno. Armada contestó que ni él ni ningún militar, solamente él como presidente». Tejero debió ver claro en ese instante. Se le había ilusionado con un golpe «contra el sistema» y ahora descubría que había sido utilizado como estratagema. Pidió aclaraciones: «le digo [a Armada] si podemos hablar aparte […]. Me dijo que en el gobierno habría Felipe González, Múgica Herzog [equipo González], Solé Tura [equipo Carrillo] y otro de UCD». El desengaño de Tejero fue tan abrupto como su respuesta: «Ordenó a dos guardias que condujeran al general Armada a la salida y que no entrara sin su permiso […]». Fue en ese momento cuando la primera variante del golpe de Estado –en torno de Armada– quedó atajada. Tejero intentó seguir e impulsar el proyecto que había acariciado, improvisó un manifiesto y pidió a oficiales de la División Acorazada Brunete su difusión por radio. Éstos ocuparon a las 04 horas La Voz de Madrid, pero no lograron salir al aire; intentaron que lo imprimiera El Alcázar, y tampoco lo consiguieron. Tejero recurrió a Milans. El comandante Pardo Zancada, de la División Acorazada, al frente de 113 hombres y 4 capitanes había llegado al Congreso a las 01.35 en apoyo del golpe. Milans, mientras, ganaba tiempo, si bien retiraba las tropas de las calles de Valencia a las 01.30 no por ello levantaba el Bando militar; consultaba a otros capitanes generales, sin éxito, y entre las 04 y las 05h apreciaba que no le seguían ya ni sus propios oficiales. A las 05 retiraba el Bando y a las 6.30 se iba a dormir. La segunda variante de golpe de Estado –en torno a Milans– había fracasado. El mando militar que había franqueado el paso del general Armada al Parlamento no tenía previsto un programa alternativo a la “operación Alfonso Armada”, ni tampoco unidad interna ni dirección capaz de improvisar una embestida contra el sistema político como anhelaba Tejero y que hubiera significado desconocer al Jefe supremo militar –el Rey, quien a medianoche había transmitido un mensaje radio-televisado rechazando un desenlace que no respetara la Constitución. Diez horas después, Tejero, aislado, pactaba su rendición con el propio Armada.

 

Aquella medianoche Tejero había desbaratado la “operación Armada”. Pero el mando militar sólo decidió arrestar a este último el jueves 26 de febrero, tres días después del fracaso del golpe, cuando ya todos los medios de comunicación le señalaban como uno de sus cerebros. Y se entiende el retraso, el mando militar central había preparado en torno de Armada una intervención que, formalmente, respetaba la fachada constitucional. No otro sentido tenía la intención de incorporar al Gabinete a los partidos políticos. La Constitución de 1978 atribuye a las FF AA «la misión de defender el ordenamiento constitucional» (art. 8), si Armada la medianoche del 23-24 de febrero hubiera tenido éxito, la Junta de Jefes de Estado Mayor hubiera invocado ese art. 8 para justificar su respaldo al general Armada. Recordemos las declaraciones del propio teniente general Gabeiras a la agencia Efe, el 10 de junio de 1979:

 

Las FF AA no dudarán, en las situaciones excepcionales previstas por la Constitución, en cumplir con su misión, en cualquier momento y ante cualquier circunstancia que se presente y siempre que se ponga en peligro la Seguridad Nacional. La misión general de las FF AA contemplada en el art. 8 de la Constitución, de por sí importante para la Seguridad Nacional, obliga a tener presente y prevista cualquier acción […]…”

 

 

(continuará)

 

 

 

[ Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos” ]

 

*


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar