miércoles, 25 de mayo de 2022

 

 

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El Imperialismo, la fase superior del Capitalismo

LENIN

 

[ 002 ]

 

 

I. 

LA CONCENTRACION DE LA PRODUCCION Y LOS MONOPOLIOS

 

 

 

El incremento enorme de la industria y el proceso notablemente rápido de concentración de la producción en empresas cada vez más grandes constituyen una de las particularidades más características del capitalismo. Las estadísticas industriales modernas suministran los datos más completos y exactos sobre este proceso.

 

En Alemania, por ejemplo, de cada mil empresas industriales, en 1882, tres eran empresas grandes, es decir, que contaban con más de 50 obreros; en 1895, seis, y en 1907, nueve. De cada cien obreros les correspondían, respectivamente, 22, 30 y 37. Pero la concentración de la producción es mucho más intensa que la de los obreros, pues el trabajo en las grandes empresas es mucho más productivo, como lo indican los datos relativos a las máquinas de vapor y a los motores eléctricos.

 

Si tomamos lo que en Alemania se llama industria en el sentido amplio de esta palabra, es decir, incluyendo el comercio, las vías de comunicación, etc., obtendremos el cuadro siguiente: grandes empresas, 30.588 sobre un total de 3.265.623, es decir, el 0,9% . En ellas están empleados 5,7 millones de obreros sobre un total de 14,4 millones, es decir, el 39,4%; caballos de fuerza de vapor, 6,6 millones sobre 8,8, es decir, el 75,3%; de fuerza eléctrica 1,2 millones de kilovatios sobre 1,5 millones, o sea el 77,2%.

 

¡Menos de una centésima parte de las empresas tienen más de 3/4 de la cantidad total de la fuerza de vapor y eléctrica! ¡A los 2,97 millones de pequeñas empresas (hasta 5 obreros asalariados) que constituyen el 91% de todas las empresas, corresponde únicamente el 7% de la fuerza eléctrica y de vapor! Las decenas de miles de grandes empresas lo son todo; los millones de pequeñas empresas no son nada.

 

En 1907, había en Alemania 586 establecimientos que contaban con mil obreros y más. A esos establecimientos correspondía casi la décima parte (1,38 millones) del número total de obreros y casi el tercio (32%) del total de la fuerza eléctrica y de vapor. El capital monetario y los bancos, como veremos, hacen todavía más aplastante este predominio de un puñado de grandes empresas, y decimos aplastante en el sentido más literal de la palabra, es decir, que millones de pequeños, medianos e incluso una parte de los grandes "patronos" se hallan de hecho completamente sometidos a unos pocos centenares de financieros millonarios.

 

En otro país avanzado del capitalismo contemporáneo, en los Estados Unidos, el incremento de la concentración de la producción es todavía más intenso. En este país, la estadística considera aparte a la industria en la acepción estrecha de la palabra y agrupa los establecimientos de acuerdo con el valor de la producción anual. En 1904, había 1.900 grandes empresas (sobre 216.180, es decir, el 0,9%), con una producción de 1 millón de dólares y más; en ellas, el número de obreros era de 1,4 millones (sobre 5,5 millones, es decir el 25,6%), y la producción, de 5.600 millones (sobre 14.800 millones, o sea, el 38%). Cinco años después, en 1909, las cifras correspondientes eran las siguientes: 3.060 establecimientos (sobre 268.491, es decir, el 1,1%) con dos millones de obreros (sobre 6,6 millones, es decir el 30,5%) y 9.000 millones de producción anual (sobre 20.700 millones, o sea el 43,8%)

 

Casi la mitad de la producción global de todas las empresas del país en las manos de la centésima parte del número total de empresas! Y esas tres mil empresas gigantescas abrazan 258 ramas industriales.  De aquí se deduce claramente que la concentración, al llegar a un grado determinado de su desarrollo, por sí misma conduce, puede decirse, de lleno al monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantescas les resulta fácil ponerse de acuerdo entre sí, y, por otra parte, la competencia, que se hace cada vez más difícil, y la tendencia al monopolio, nacen precisamente de las grandes proporciones de las empresas. Esta transformación de la competencia en monopolio constituye de por sí uno de los fenómenos más importantes — por no decir el más importante — de la economía del capitalismo moderno, y es necesario que nos detengamos a estudiarlo con mayor detalle Pero antes debemos eliminar un equívoco posible.

 

La estadística norteamericana dice: 3.000 empresas gigantescas en 250 ramas industriales. Al parecer, corresponden 12 grandes empresas a cada rama de la producción.

 

Pero no es así. No en cada rama de la industria hay grandes empresas; por otra parte, una particularidad extremadamente importante del capitalismo, que ha alcanzado su más alto grado de desarrollo, es la llamada combinación de la producción, o sea la reunión, en una sola empresa, de distintas ramas de la industria que representan en sí o bien fases sucesivas de la elaboración de una materia prima (por ejemplo, la fundición del mineral de hierro, la transformación del hierro en acero y, en ciertos casos, la elaboración de tales o cuales productos de acero), o bien distintas ramas que desempeñan unas con relación a otras un papel auxiliar (por ejemplo, la utilización de los residuos o de los productos accesorios, producción de artículos de embalaje, etc.).

 

“La combinación — dice Hilferding — nivela las diferencias de coyuntura y garantiza, por tanto, a la empresa combinada una norma de beneficio más estable. En segundo lugar, la combinación determina la eliminación del comercio. En tercer lugar, hace posible el perfeccionamiento técnico y, por consiguiente, la obtención de ganancias suplementarias en comparación con las empresas 'puras' (es decir, no combinadas). En cuarto lugar, consolida la posición de la empresa combinada en comparación con la 'pura', la refuerza en la lucha de competencia durante las fuertes depresiones (estancamiento de los negocios, crisis), cuando la disminución del precio de la materia prima va a la zaga con respecto a la disminución de los precios de los artículos manufacturados”.

 

El economista burgués alemán Heymann, que ha consagrado una obra especial a las empresas "mixtas" o combinadas en la industria siderúrgica alemana, dice: "Las empresas puras perecen, aplastadas por el precio elevado de los materiales y el bajo precio de los artículos manufacturados". Resulta lo siguiente:

 

“Por una parte, han quedado grandes compañías hulleras, con una extracción de carbón que se cifra en varios millones de toneladas, sólidamente organizadas en su sindicato hullero; luego, estrechamente ligadas a ellas, las grandes fundiciones de acero con su sindicato. Estas empresas gigantescas, con una producción de acero de 400.000 toneladas por año, con una extracción inmensa de mineral de hierro y de hulla, con la producción de artículos de acero, con 10.000 obreros alojados en los cuarteles de las colonias obreras, que cuentan a veces con ferrocarriles y puertos propios, son los representantes típicos de la industria siderúrgica alemana. Y la concentración continúa avanzando sin cesar. Las empresas van ganando en importancia cada día; cada vez es mayor el número de establecimientos de una o varias ramas de la industria que se agrupan en empresas gigantescas, apoyadas y dirigidas por media docena de grandes bancos berlineses. En lo que se refiere a la industria minera alemana, ha sido demostrada con exactitud la doctrina de Carlos Marx sobre la concentración; es verdad que esto se refiere a un país en el cual la industria se halla defendida por derechos arancelarios proteccionistas y por las tarifas de transporte. La industria minera de Alemania está madura para la expropiación"

 

Tal es la conclusión a que se vio obligado a llegar un economista burgués, concienzudo, por excepción. Hay que observar que considera a Alemania como un caso especial a consecuencia de la protección de su industria por elevadas tarifas arancelarias. Pero esta circunstancia no ha podido más que acelerar la concentración y la constitución de asociaciones monopolistas patronales, cárteles, sindicatos, etc. Es extraordinariamente importante hacer notar que, en el país del librecambio, en Inglaterra, la concentración conduce también al monopolio, aunque un poco más tarde y acaso en otra forma. He aquí lo que escribe el profesor Hermann Levy, en su estudio especial sobre los "Monopolios, cárteles y trusts", hecho a base de los datos del desarrollo económico de la Gran Bretaña:

 

"En la Gran Bretaña, precisamente las grandes proporciones de las empresas y su alto nivel técnico son las que traen aparejada la tendencia al monopolio. Por una parte, la concentración ha determinado el empleo de enormes sumas de capital en las empresas; por eso, las nuevas empresas se hallan ante exigencias cada vez más elevadas en lo que concierne a la cuantía del capital necesario, y esta circunstancia dificulta su aparición. Pero por otra parte (y este punto lo consideramos como el más importante), cada nueva empresa que quiere mantenerse al nivel de las empresas gigantescas, creadas por la concentración, representa un aumento tan enorme de la oferta de mercancías, que su venta lucrativa es posible sólo a condición de un aumento extraordinario de la demanda, pues, en caso contrario, esa abundancia de productos rebaja su precio a un nivel desventajoso para la nueva fábrica y para las asociaciones monopolistas".

 

En Inglaterra, las asociaciones monopolistas de patronos, cárteles y trusts, surgen en la mayor parte de los casos — a diferencia de los otros países, en los que los aranceles proteccionistas facilitan la cartelización — únicamente cuando el número de las principales empresas competidoras se reduce a "un par de docenas" [...] "La influencia de la concentración en el nacimiento de los monopolios en la gran industria aparece en este caso con una claridad cristalina"

 

Medio siglo atrás, cuando Marx escribió "El Capital", la libre concurrencia era considerada por la mayor parte de los economistas como una "ley natural". La ciencia oficial intentó aniquilar por la conspiración del silencio la obra de Marx, el cual había demostrado, por medio del análisis teórico e histórico del capitalismo, que la libre concurrencia engendra la concentración de la producción, y que dicha concentración, en un cierto grado de su desarrollo, conduce al monopolio. Ahora el monopolio es un hecho. Los economistas escriben montañas de libros en los cuales describen manifestaciones aisladas del monopolio y siguen declarando a coro que "el marxismo ha sido refutado". Pero los hechos son testarudos —como dice un refrán inglés — y, de grado o por fuerza, hay que tenerlos en cuenta. Los hechos demuestran que las diferencias entre los diversos países capitalistas, por ejemplo, en lo que se refiere al proteccionismo o al librecambio, condicionan únicamente diferencias no esenciales en la forma de los monopolios o en el momento de su aparición, pero que el engendramiento del monopolio por la concentración de la producción es una ley general y fundamental de la fase actual de desarrollo del capitalismo.

 

Por lo que a Europa se refiere, se puede fijar con bastante exactitud el momento en que se produjo la sustitución definitiva del viejo capitalismo por el nuevo: fue precisamente a principios del siglo XX. En uno de los trabajos de recopilación más recientes sobre la historia de la "formación de los monopolios", leemos:

 

"Se pueden citar algunos ejemplos de monopolios capitalistas de la época anterior a 1860; se pueden descubrir en ellos los gérmenes de las formas que son tan corrientes en la actualidad; pero esto constituye indiscutiblemente la época prehistórica de los cárteles. El verdadero comienzo de los monopolios contemporáneos lo hallamos no antes de la década de 1860. El primer gran período de desarrollo del monopolio empieza con la depresión internacional de la industria en la década del 70, y se prolonga hasta principios de la última década del siglo". "Si se examina la cuestión en lo que se refiere a Europa, la libre concurrencia alcanza el punto culminante de desarrollo en los años 1860-1880. Por aquel entonces, Inglaterra terminaba la edificación de su organización capitalista de viejo estilo. En Alemania, dicha organización entablaba una lucha decidida contra la industria artesana y doméstica, y empezaba a crear sus formas de existencia".

 

" La gran revolución, que comienza con el crac de 1873, o más exactamente, con la depresión que le siguió y que — con una pausa apenas perceptible, a principios de la década del 80, y con un auge extraordinariamente vigoroso, pero breve, hacia 1889 — llena veintidós años de la historia económica europea". "Durante el corto período de auge de 1889-1890, fueron utilizados en gran escala los cárteles para aprovechar la coyuntura. Una política irreflexiva elevaba los precios todavía con mayor rapidez y aun en mayores proporciones de lo que hubiera sucedido sin los cárteles, y casi todos esos cárteles perecieron sin gloria 'enterrados en la fosa del crac'. Transcurrieron otros cinco años de malos negocios y precios bajos, pero en la industria reinaba ya un estado de espíritu distinto del anterior: la depresión no era considerada ya como una cosa natural, sino, sencillamente, como una pausa ante una nueva coyuntura favorable".

 

" El movimiento de los cárteles entró en su segunda época. En vez de ser un fenómeno pasajero, los cárteles se convierten en una de las bases de toda la vida económica, conquistan una esfera industrial tras otra, y, en primer lugar, la de la transformación de materias primas. Ya a principios de la década del 90, los cárteles consiguieron en la organización del sindicato del cok, el que sirvió de modelo al sindicato hullero, una técnica tal de los cárteles, que, en esencia, no ha sido sobrepasada por el movimiento. El gran auge de fines del siglo XIX y la crisis de 1900 a 1903 se desarrollan ya enteramente por primera vez — al menos en lo que se refiere a las industrias minera y siderúrgica — bajo el signo de los cárteles. Y si entonces esto parecía aún algo nuevo, ahora es una verdad evidente para todo el mundo que grandes sectores de la vida económica son, por regla general, sustraídos a la libre concurrencia"

 

Así, pues, el balance principal de la historia de los monopolios es el siguiente:


1. 1860-1880, punto culminante de desarrollo de la libre concurrencia. Los monopolios no constituyen más que gérmenes apenas perceptibles.

 

2. Después de la crisis de 1873, largo período de desarrollo de los cárteles, pero éstos constituyen todavía una excepción, no son aún sólidos, aun representan un fenómeno pasajero.

 

3. Auge de fines del siglo XIX y crisis de 1900-1903; los cárteles se convierten en una de las bases de toda la vida económica. El capitalismo se ha transformado en imperialismo.

 

Los cárteles se ponen de acuerdo entre sí respecto a las condiciones de venta, a los plazos de pago, etc. Se reparten los mercados de venta. Fijan la cantidad de productos a fabricar. Establecen los precios. Distribuyen las ganancias entre las distintas empresas, etc…”

 

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: LENIN. “1916 El Imperialismo, la fase superior del Capitalismo” ]

 

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