miércoles, 30 de marzo de 2022




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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

  (...)

 

 

3. La Guerra Fría en América Latina

 

XII. COOPTACIÓN Y ESTIPENDIO DE LÍDERES

 

Combatir el respaldo electoral a la amplia alianza sociopolítica auspiciada por el doctor Allende era sólo una de las vías de intervención de la Coalición de la Guerra Fría. Otra era el estipendio y compra de personas, civiles o uniformadas, dispuestos a mantener el país latinoamericano dentro de la disciplina de la Coalición. Cinco días antes de la elección de John F. Kennedy como presidente de EEUU, el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) disponía 

 

tratar –si es necesario mediante contactos directos […]– de influenciar a elementos moderados de izquierda pero anticomunistas en movimientos políticos, sindicales y otros grupos reformistas, para identificar sus aspiraciones de reformas en cooperación con EEUU y, según sea oportuno, utilizar su potencial como medio para limitar la influencia comunista.

 

En el logro de este objetivo el NSC decidía movilizar otros recursos del conjunto de la Coalición de la Guerra Fría, en especial de países con vínculos culturales, ideológicos, religiosos o materiales con América Latina –obviamente, los europeos:


estimular a otros gobiernos del Mundo Libre, grupos e individuos para que complementen los esfuerzos de EEUU a este respecto. […] Estimular, según sea apropiado en cada país, las actividades de organizaciones sindicales, regionales e internacionales del Mundo Libre, y secretariados comerciales.

 

Quedaba así abierta la vía hacia Iberoamérica a partidos y fundaciones democristianos, liberales y socialdemócratas europeos, en particular los que disponían de mayores recursos y organización –los de Alemania Federal, con sus ricas fundaciones Adenauer, Neumann y Friedrich Ebert, o de Italia, cuya Democracia Cristiana regía el Gobierno desde 1943.

 

Una primera manifestación para articular el PDC chileno con partidos integrados en la Coalición europea de la Guerra Fría tuvo lugar en julio de 1955. Juan de Dios Carmona, a la sazón diputado de la Falange Nacional, ofrecía a la Embajada de EEUU que su

 

partido podía demostrar la unidad de propósitos entre EEUU y elementos demócratas progresistas que buscan el progreso social [en América Latina]. Manifestó que creía que la Falange y grupos similares en otras Repúblicas podían jugar un importante papel en el Hemisferio. […] Mr. Lyon respondió que su reciente experiencia durante su trabajo en Alemania le ha convencido de la importancia del movimiento Social Cristiano, le dijo que le agradaba oír lo que Carmona decía y […] que sería muy útil que algunos líderes democratacristianos pudieran venir desde Europa, dado que los países de Sudamérica pueden aprender de la experiencia directa de los europeos con el Comunismo, a través de berlineses del oeste, por ejemplo.

 

En 1961 la Administración Kennedy nombró un comité electoral de personas de alto rango del Departamento de Estado, la Casa Blanca y la CIA con la misión de dirigir el proceso electoral en Chile, en coordinación con otro comité en Santiago. Fue aquel 1961, tres años antes de las siguientes elecciones presidenciales, cuando el Comité

 

estableció relaciones personales con partidos políticos clave, creó mecanismos de propaganda y organización capaces de influenciar a sectores clave de la población […], capacitar y organizar a “anti-comunistas” entre los campesinos, pobladores, sindicatos, estudiantes, medios de comunicación, etc.

 

El personaje cooptado y estipendiado para encabezar políticamente la vasta operación fue Eduardo Frei Montalva. Con este democristiano la historia moderna de Chile entraba en una nueva etapa, la elección de un presidente de la República en la nómina de pago de potencias extranjeras. Desde 1943 los ocupantes del Palacio de La Moneda se habían venido inclinando ante las exigencias de Norteamérica[109], pero no hay constancia de que hubieran llegado a la Presidencia después de un proceso de selección y soborno por el gobierno de EEUU –o de otro Estado miembro de la Coalición de la Guerra Fría. En cambio, ya en 1962 –a dos años de las elecciones presidenciales–, los servicios clandestinos de Washington entregaban 50.000 dólares al Partido Demócrata Cristiano (PDC), y una cantidad superior –180.000 dólares americanos– fue asignada a la persona de Eduardo Frei, quien la recibió.

 

Coexistía en el seno de la Democracia Cristiana, sin embargo, otra opción de alianza sociopolítica, que propiciaba conformar un frente popular del que formara parte el PDC. En enero de 1962 el senador Radomiro Tomic expuso al embajador de EEUU su opinión favorable a que el PDC estableciera alianzas con el Partido Socialista y el Partido Comunista. El embajador Charles W. Cole respondió a Tomic

 

que EEUU no podía apoyar a un gobierno de Frente Popular del que los comunistas pudieran formar parte, aunque fuera en minoría. El Senador creía que en semejante situación de minoría los comunistas [no] podrían tomar el control y que, más bien al contrario, la ayuda de EEUU a un gobierno de Frente Popular encabezado por un socialista o un democristiano, y que incluyera a los comunistas, serviría para disminuir la influencia comunista en tal Gobierno. […] Sobre la importante cuestión de si la clase hoy dominante en Chile aceptaría reformas profundas antes que perderlo todo en una revolución violenta, el Senador indicó que más bien que aceptar tales reformas aquélla trataría primero de instaurar una dictadura militar.

 

La disyuntiva entre una u otra alianza sociopolítica atravesaba también a otras formaciones. En 1962, el Partido Democrático Nacional (PDN) estaba integrado en el Frente de Acción Popular (FRAP), pero Luis Pareto, diputado entonces del PDN, ya actuaba como enlace de la Embajada de EEUU para evitar que aquél respaldara en 1964 una candidatura presidencial del senador Allende. El 13 de febrero de 1962 los oficiales de la Embajada de EEUU Rudy F. Fimbres y Norman M. Pearson observaban que al derrotar la candidatura del diputado Clodomiro Almeyda en el XIX Congreso del Partido Socialista, el senador Raúl Ampuero parecía haber impuesto sus tesis en el PSCh:

 

Ampuero rechazaba la tesis comunista de una vía pacífica hacia el poder. Su repudio de la vía pacífica y parlamentaria para conquistar 

el poder, su insistencia en una “revolución” mediante un “frente de trabajadores” le hace aparecer en estos momentos como más antidemocrático que el PCCh. [Pero], la oposición a relaciones estrechas con el PCCh tiene un significado adicional en la escena política chilena: abre la puerta a una cooperación más estrecha del PSCh con el Partido Demócrata Cristiano –que no desea verse contaminado con una asociación con el PCCh y desea terminar su aislamiento político como único partido independiente de oposición. Existe también la posibilidad de que la coalición PSCh-PDC pueda interesar al aspirante a la presidencia Carlos Montero Schmidt, presidente del PADENA, y al propio PADENA, lo que dejaría al PCCh virtualmente como el único partido en el FRAP.

 

Ya el 20 de diciembre de 1961 Norman M. Pearson, consejero político de la Embajada de EEUU, había recogido la posibilidad de que el retórico maximalismo de Ampuero pudiera derivar en una alianza del Partido Socialista con el PDC que quebrara la base de la alianza social que sustentaba el proyecto nacional del doctor Allende.

 

¿Qué auspiciaba la Iglesia católica? El recién designado cardenal-arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, explicaba a EEUU que no debía impacientarse por la lentitud del presidente Alessandri en aplicar las medidas que le urgía desde la Alianza para el Progreso con el fin de atajar el ascenso de las izquierdas del Continente:

 

El Cardenal dudaba que el Gobierno fuera capaz de sostener reformas estructurales profundas. El mayor obstáculo, dijo, era el propio Alessandri, cada vez más neurótico e inestable, y más que nunca carente de liderazgo y decisión. Si una victoria del FRAP pudiera ahora ser evitada, la mayor bendición sería que [Alessandri] dimitiera. Dudaba que lo hiciera, a pesar de amenazar con ello muchas veces, y, en todo caso, unas elecciones así anticipadas conducirían hoy a una victoria del FRAP que traería reformas estructurales pero conllevaría una reorientación desastrosa para el país. En consecuencia, debemos convivir con el actual Gobierno, empujarle donde podamos, y aupar­le lo suficiente para que aguante en el poder hasta el final del período electoral, en la esperanza de que una reforma limitada, alguna mejora en el nivel de vida, mejore la posibilidad de una sucesión moderada; depositemos nuestras esperanzas en que llegue al poder un Radical o un Demócrata Cristiano. Creía que había mucha posibilidad de que Frei ganara la elección [presidencial] de 1964 con respaldo de muchos de los actuales votantes liberales y conservadores y de gran cantidad de electorado flotante. Reconocía el peligro de que tanto los radicales como los democristianos presentaran candidato, lo que dividiría al centro y haría posible que el FRAP ganara en 1964, pero pensaba que esto podría evitarse en la medida en que a medida que se acercaba el momento de las elecciones se viera realistamente el peligro FRAP. En resumen, EEUU no puede aplicar ahora el tipo de reformas contempladas por la Alianza pero […] ello no debe significar que abandonemos toda nuestra ayuda y apoyo a Chile.

 

Mientras la propaganda negra vehiculada por El Mercurio se intensificaba, el senador Eduardo Frei manifestaba el 1 de marzo de 1962 al embajador de EEUU que

 

aunque desanimados por la situación actual y la incapacidad del gobierno [Alessandri] de adoptar decisiones significativas y aplicar reformas realmente profundas […] del tipo de la Alianza para el Progreso […], el único camino correcto para EEUU era ayudar al actual gobierno en sus dificultades para asegurar que aguantaba hasta 1964, evitar así el posible caos y la posibilidad real y actual de una victoria del FRAP si Alessandri dimitía. […] Explicó con bastante amplitud que su partido era resueltamente anticomunista […] que los radicales se estaban reconciliando para apoyarle a él como candidato común [en las elecciones presidenciales de 1964]. Señaló que incluso si él fuera el candidato único de las fuerzas no marxistas, entraría en liza e iría donde pudiera derrotar al candidato del FRAP.

 

Una horas después el ministro de AA EE (Partido Radical) aseguraba al Embajador que «el ala del PDC dirigida por Frei y la del Partido Radical representada por el propio ministro de AA EE [Carlos Martínez Sotomayor] y [Luis] Escobar [Cerda]» negociaban con el «objetivo de formar un sólido frente» contra el FRAP. Una semana más tarde el Embajador gestionaba el apoyo dentro del Partido Conservador a una alianza contra las izquierdas, para lo que contaba con Sergio Díez, según el cual

 

si la Alianza para el Progreso tiene éxito durante los próximos dos años, el FRAP no tendría ninguna posibilidad de ganar la elección presidencial de 1964. Para asegurar la derrota de aquél, Díez dijo que los democratacristianos deben unirse con los partidos que sostienen el Gobierno [Alessandri] en un frente común. […] Díez es consciente que la fusión del Partido Conservador y del PDC no es factible, pero él cree posible formar una especie de “Federación Demócrata Cristiana”. Esta federación estaría de acuerdo en las políticas más importantes, como la política internacional y el candidato presidencial, pero en lo demás cada partido debe seguir su propio camino. Asume que la federación apoyaría al senador Eduardo Frei si se superara la resistencia a la Federación del sector Tomic en el PDC y de los ultraconservadores del Partido Conservador.

 

Transcurridos dos meses, el embajador Cole informaba a Chester Bowles, representante especial del presidente Kennedy, de la «posibilidad real de que con una vigorosa ayuda nuestra el FRAP puede ser derrotado en la elección presidencial de 1964».

 

En la década de los sesenta la estructura y las prácticas democráticas internas de los partidos políticos de Chile no facilitaban el trabajo a los dirigentes cooptados, ni en la izquierda ni en la derecha. Así se reflejaba en el informe del 11 de julio de 1962 que, un mes después de que Radomiro Tomic renunciara a ser candidato a la Presidencia, hacía reposar la intervención de EEUU en el PDC y en la persona de Frei :

 

La obvia insatisfacción del gobierno de Chile con el volumen, rapidez y procedimientos para recibir ayuda de EEUU al amparo de la Alianza para el Progreso, ha acentuado consistentemente los latentes sentimientos antinorteamericanos. El presidente Alessandri y los dos partidos que lo eligieron en la Presidencia –el Conservador y el Liberal– nunca han sido entusiastas de la Alianza para el Progreso desde que ésta fuera anunciada por el presidente Kennedy en marzo de 1961. Ahora el Gobierno de Chile […] ha desarrollado una creciente tendencia a culpar de sus dificultades a EEUU. […] No sería sorprendente que, a pesar de la gran cantidad y variedad de la ayuda de EEUU, todos los principales contendientes de la elección presidencial de 1964 asumieran una postura anti-EEUU. El FRAP hace tiempo que tiene esa posición, y dada la actitud prevaleciente entre los partidos del Gobierno, éstos pueden realmente adoptar una postura semejante. “La natural antipatía latina hacia EEUU aumenta el apoyo popular a esa línea, que es la otra cara de la moneda, la de simpatía con los cubanos. Durante los últimos dos años sólo los  democratacristianos han tenido una seria actitud pro-EEUU. Pero si todos los otros principales partidos chilenos asumieran una actitud anti-EEUU, esto pudiera provocar que para los democratacristianos resultara imposible no hacer lo mismo.

 

El presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt (de Acción Democrática), aceptó invitar a «Tomic o Eduardo Frei, o a ambos, para tratar de influir en que acepten una candidatura común con los partidos Radical y Conservador […] y no permitir la elección de Salvador Allende». El presidente de EEUU, John F. Kennedy, a su vez, al recibir el 11 de diciembre de 1962 en su despacho al de Chile apreciaba oír a Jorge Alessandri predecir «que no se darían factores económicos o sociales que en las elecciones de 1964 pudieran significar un revés electoral para los partidos» opuestos a la coalición del Frente de Acción Popular. En enero de 1963 era el embajador de Alessandri, Walter Muller, quien intimaba al presidente Kennedy que

 

sabía de buena fuente que el senador Allende ya no estaba seguro de ganar las elecciones como candidato del Frente Popular. El Presidente [Kennedy] expresó su satisfacción por oír esa opinión, pero puso énfasis en que era mucho más importante que nosotros quebráramos el atractivo de la Izquierda en Chile mediante la realización efectiva de las reformas que se estaban iniciando en Chile.

 

En 1964, la CIA financiaría más del 50% de los gastos de la campaña electoral de Frei, aportando unos 20 millones de dólares; es decir, una inversión por votante superior a la suma ese mismo año de los candidatos republicano y demócrata en las presidenciales de EEUU:

 

La CIA montó una masiva campaña de propaganda […]. Fue una “campaña del terror”. […] “Desinformación” y “propaganda negra” fueron también utilizados. […] Durante la primera semana de propaganda intensiva (la tercera semana de junio de 1964), propaganda del grupo pagado por la CIA produjo veinte cuñas radiales por día en Santiago y en 44 emisoras de provincias; boletines informativos de 12 minutos cinco veces al día en tres emisoras de Santiago y 24 estaciones de provincias; miles de folletos, y mucha publicidad pagada en la prensa. A fines de junio, el grupo producía 24 informativos diarios en Santiago y provincias, 26 programas de “debate” por semana, y distribuía 3.000 pósters cada día. […] Además, la CIA subsidiaba a medios de comunicación amigos […]. Desde 1953 hasta 1970, en Chile, la estación [de la CIA] subsidió agencias de noticias, revistas escritas para círculos intelectuales, y un semanario de derechas…

 

El operativo CIA se complementaba con los aportes paralelos de fundaciones y partidos europeos, todos coordinados por el líder de la Coalición de la Guerra Fría. Como el llevado a cabo entre 1957 y 1963 a través de un jesuita belga, Roger Vekemans, quien al frente de una organización de apoyo al PDC de Frei llegó a tener cien empleados y un presupuesto anual de 30 millones de dólares –de fuentes movilizadas desde la Coalición de la Guerra Fría. En 1963, Vekemans recibió diez millones de dólares de la CIA y de la gubernamental AID (Agency for International Development), siempre para apoyar al PDC y Eduardo Frei –según manifestaría el propio Vekemans a la edición europea de la revista Time de 11 de agosto de 1975. En septiembre de 1964, Eduardo Frei, candidato único de los partidos coaligados contra la candidatura del doctor Allende, obtenía menos sufragios masculinos que este último. Pero le sobrepasaba en femeninos lo bastante para asegurar la continuidad del país andino en la Coalición de la Guerra Fría, y cerrar el paso a las reformas económicas y sociopolíticas del proyecto nacional alternativo.

 

Pero a pesar de todo en 1964 los fundamentos del Estado y de los partidos políticos continuaban siendo democráticos. Para 1970, Eduardo Frei y su equipo habían perdido incluso el control del Partido Demócrata Cristiano, ganado por su ala más popular y nacional. Ello a pesar de que el programa de intervención de la Coalición bélica se mantuvo durante los seis años del gobierno Frei, y de que se intensificó en ocasión de las elecciones presidenciales de 1970. El día 14 de aquel septiembre el gobierno de EEUU puso a disposición de Frei 250.000 dólares americanos para sobornar a parlamentarios del PDC y evitar que votaran a favor de la investidura del doctor Allende. el candidato más votado. El nivel que alcanzó el intervencionismo de la Coalición de la Guerra Fría después de la victoria electoral del doctor Allende el 4 de septiembre 1970, y hasta el final de la misma guerra, es conocido muy parcialmente. En 1975 se desvelaron apenas algunas páginas ante las comisiones investigadoras del Congreso de EEUU, fragmentos de documentación aún hoy masivamente secreta que registra la magnitud y amplitud de las actuaciones para destruir los fundamentos republicanos del Estado latinoamericano. Sin embargo, justo es notar que lo poco que de la misma se conoce es fruto de la sensibilidad moral de parlamentarios de EEUU ante la tragedia en que fue sumergido el pueblo del Sur. Ninguna investigación equivalente ha sido iniciada por el Congreso o el gobierno de Chile. Prueba adicional de que no ha recuperado su condición de Estado de Derecho, libre y soberano. En documentación pendiente de ser desclasificada en EEUU –sobre la que ninguna autoridad del Chile actual desea inquirir–, se leerán hechos desconocidos. Por ejemplo, cómo el secretario de Estado Henry Kissinger evaluaba en agosto de 1973 los cables que desde Santiago llegaban a su mesa solicitando permiso para asesinar al ministro de Defensa y al mismo tiempo comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats. La imprevista renuncia de éste al cargo el 24 de agosto aplazó el crimen por un año, él y su esposa caerían asesinados en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1974 por agentes bajo las órdenes de Pinochet. La documentación aún clasificada confirmará también indicios que no estaban acreditados, como la presencia de militares de EEUU en los confines de Chile cooperando en la insurrección castrense del 11 de septiembre de 1973…”

 

(continuará)

 

 

[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]

 

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4 comentarios:

  1. "La CIA montó una masiva campaña de propaganda […]. Fue una “campaña del terror”. […] “Desinformación” y “propaganda negra” fueron también utilizados." Vaya, más o menos como hoy en la colonia europea.

    Un comunismo (personal u organizado) que no sea objetivo a destruir por la CIA, o no es comunismo o no es de fiar (o ambas cosas).

    Salud y comunismo


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    1. Una ‘musical’ definición de la política ‘pragmática y realista’ que defienden los residuales partidos comunistas, eurocomunistas o sencillamente anticomunistas:

      Leonardo Sciascia: “Lo que hacen es sustituir al organista sin cambiar el instrumento ni la música, y los pobres siguen accionando el fuelle del órgano”.

      Salud y comunismo

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  2. "La criminal invasión rusa de Ucrania y los desastres que ocasiona..." Rafael Poch.

    https://rafaelpoch.com/2022/03/30/la-propaganda-antirrusa-enloquece/

    Me pregunto, en hipotética mirada retrospectiva, si Poch habría utilizado los mismos calificativos ante la invasión de España por parte del ejército de la muy burguesa República Francesa a fin de derrocar la dictadura fascista, colaboracionista del III Reich. Ya sé que la situación histórica es muy distinta, pero ¿no es posible contemplar ciertas similitudes de fondo?


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    1. Cooptación y estipendio de líderes de opinión. O mucho me equivoco o en muy poco tiempo veremos los artículos de Poch en el diario dependiente de Langley. Los intelectuales son gente poco seria, decía Manuel Sacristán. Y él, que era uno más y se había pasado la vida entre ellos, sabía de qué y quienes hablaba. Desde luego de un tiempo a esta parte, y a pesar de que trata de camuflarse dando una de cal y otra de arena, el señor Poch, a sabiendas, se está cubriendo de mierda hasta las cachas. Otro que se pasa al enemigo, o sea que hace méritos ante los ‘cachondos’ del dinero. Que le den.

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