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Karl Marx / “Miseria de la filosofía 1846-47”
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CAPÍTULO SEGUNDO. LA METAFÍSICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
2. LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LAS MÁQUINAS
La serie de las evoluciones económicas comienza, según Proudhon, con la división del trabajo.
Lado bueno de la división del trabajo
"Considerada en su esencia, la división del trabajo es el modo según el cual se realiza la igualdad de condiciones y de inteligencias."
Lado malo de la división del trabajo
"La división del trabajo se ha convertido para nosotros en una fuente de miseria."
VARIANTE
"El trabajo, al dividirse según la ley que le es propia y que constituye la primera condición de su fecundidad, conduce a la negación de sus fines y se destruye a sí mismo."
Problema a resolver
Encontrar "la nueva combinación que suprima los inconvenientes de la división, conservando a la par sus efectos útiles"
(Proudhon)
La división del trabajo es, en opinión de Proudhon, una ley eterna, una categoría simple y abstracta. Por consiguiente, la abstracción, la idea, la palabra le bastan para explicar la división del trabajo en las diferentes épocas. Las castas, las corporaciones, el régimen manufacturero, la gran industria deben ser explicados con una sola palabra: dividir. Comenzad por estudiar bien el sentido de la palabra "dividir" y no tendréis necesidad de estudiar las numerosas influencias que dan a la división del trabajo un carácter determinado en cada época.
Naturalmente, reducir las cosas a las categorías de Proudhon sería simplificarlas demasiado. La historia no procede de un modo tan categórico. Nota marginal de Proudhon: "¿Qué demuestra todo esto? Que la humanidad progresa lentamente".
En Alemania hicieron falta tres siglos enteros para establecer la primera gran división del trabajo, es decir, la separación de la ciudad y del campo. A medida que se modificaba esta relación entre la ciudad y el campo, se iba modificando toda la sociedad. Incluso tomando este único aspecto de la división del trabajo, tenemos las repúblicas de la antigüedad o el feudalismo cristiano; la antigua Inglaterra con sus barones o la Inglaterra moderna con sus señores del algodón (cotton-lords). En los siglos XIV y XV, cuando aún no había colonias, cuando América todavía no existía para Europa, cuando Asia existía sólo a través de Constantinopla, cuando el Mediterráneo era el centro de la actividad comercial, la división del trabajo tenía una forma y un carácter completamente distintos que en el siglo XVII, cuando los españoles, los portugueses, los ingleses y los franceses poseían colonias establecidas en todas las partes del mundo. La extensión del mercado y su fisonomía dan a la división del trabajo en las diferentes épocas una fisonomía y un carácter que sería difícil deducir de la sola palabra "dividir", de la idea, de la categoría.
Todos los economistas —dice Proudhon—, a partir de A. Smith, han señalado las ventajas y los inconvenientes de la ley de división, pero atribuyendo una importancia mucho mayor a las primeras que a los segundos, porque esto correspondía más a su optimismo, y sin que ninguno de ellos se haya preguntado nunca en qué podían consistir los inconvenientes de una ley . . . ¿De qué modo un mismo principio, aplicado con rigor en todas sus consecuencias, surte efectos diametralmente opuestos? Ningún economista, ni antes ni después de A. Smith, se ha percatado siquiera de que en este punto había un problema a dilucidar. Say llega a reconocer que en la división del trabajo la misma causa que produce el bien engendra el mal(Proudhon).
A. Smith fue más perspicaz de lo que piensa Proudhon. Vio muy bien que "en realidad la diferencia de talentos naturales entre los individuos es mucho menor de lo que creemos. Estas disposiciones tan diferentes, que parecen distinguir a las personas de diversas profesiones, cuando llegan a la edad madura, no son tanto la causa como el efecto de la división del trabajo" (A. Smith)
La diferencia inicial entre un mozo de cuerda y un filósofo es menor que la que existe entre un mastín y un galgo. El abismo entre uno y otro lo ha abierto la división del trabajo. Esto no le impide a Proudhon decir, en otro lugar, que Adam Smith no sospechaba siquiera los inconvenientes que provoca la división del trabajo. Es esto también lo que le hace decir que J. B. Say fue el primero en reconocer "que en la división del trabajo la misma causa que produce el bien engendra el mal".
Pero escuchemos a Lemontey: Suum euique, a cada cual lo suyo.
J. B. Say me ha hecho el honor de adoptar en su excelente tratado de economía política el principio que yo he formulado en este fragmento sobre la influencia moral de la división del trabajo. Sin duda, el título un poco frívolo de mi libro no le ha permitido citarme. Sólo a este motivo puedo atribuir el silencio de un escritor demasiado rico en pensamientos propios para negar esta apropiación tan insignificante (P. E. Lemontey).
Hagamos justicia a Lemontey: ha expuesto con gran ingenio las consecuencias perniciosas de la división del trabajo tal como ha llegado a ser en nuestros días, y Proudhon no ha tenido nada que agregar. Pero ya que por culpa de Proudhon nos hemos empeñado en esta disputa sobre la prioridad, diremos de paso que mucho antes de Lernontey y diecisiete años antes que Adam Smith, discípulo de A. Ferguson, este último expuso con nitidez el punto en cuestión en un capítulo que trata especialmente de la división del trabajo:
Podría hasta dudarse de si la capacidad general de una nación crece en proporción al progreso de las artes. En muchas artes mecánicas.. . . la finalidad se logra perfectamente sin el menor concurso de la razón y del sentimiento, y la ignorancia es la madre de la industria tanto como lo es de la superstición. La reflexión y la imaginación están sujetas a error, pero la costumbre de mover el pie o la mano no depende ni de la una ni de la otra. Por lo tanto, se podría decir que, en relación a la manufactura, la perfección consiste en poder prescindir de la capacidad intelectual, de manera que sin ningún esfuerzo mental el taller pueda ser considerado como una máquina cuyas partes son seres humanos... El general puede ser muy hábil en el arte de la guerra, mientras que todo lo que se requiere del soldado se reduce a la ejecución de unos cuantos movimientos de los pies o de las manos. El primero puede haber ganado lo que el segundo había perdido. . . En un periodo en el que todas las funciones están separadas, el arte mismo de pensar, puede formar un oficio aparte (A. Ferguson)
Para terminar este resumen literario, negamos formalmente que "todos los economistas hayan atribuido una importancia mucho mayor a las ventajas que a los inconvenientes de la división del trabajo". Basta recordar a Sismondi.
Así, pues, en lo que concierne a las ventajas de la división del trabajo, a Proudhon no le quedaba otra cosa que parafrasear más o menos pomposamente las frases generales que todo el mundo conocía. Veamos ahora de qué modo deriva Proudhon de la división del trabajo tomada como ley general, como categoría, como idea, los inconvenientes que le son propios. ¿De qué manera esta categoría, esta ley implica un reparto desigual del trabajo en detrimento del sistema igualitario de Proudhon?
En esta hora solemne de la división del trabajo, el viento de las tempestades comienza a soplar sobre la humanidad. El progreso no se efectúa de una manera igual y uniforme para todos; .. .comienza por comprender a un pequeño número de privilegiados. . . Esta parcialidad del progreso con respecto a determinadas personas es la que ha hecho creer durante largo tiempo en la desigualdad natural y providencial de las condiciones, es la que ha originado las castas y constituido jerárquicamente todas las sociedades(Proudhon)
La división del trabajo ha creado las castas. Ahora bien, las castas constituyen los inconvenientes de la división del trabajo; por lo tanto, es la división del trabajo quien engendró los inconvenientes. Quod erat demonstrandum. Si queremos ir más allá y preguntamos qué ha hecho a la división del trabajo crear castas, el régimen jerárquico y los privilegios, Proudhon nos dirá: el progreso. ¿Y qué ha dado origen al progreso ?la limitación. Limitación llama Proudhon a la parcialidad del progreso con respecto a determinadas personas.
Después de la filosofía viene la historia. No es ya ni historia descriptiva ni historia dialéctica, sino historia comparada. Proudhon establece un paralelo entre el actual obrero impresor y el de la Edad Media; entre el obrero de las fábricas Creusot y el herrero de aldea; entre el hombre de letras de nuestros días y el hombre de letras medieval y hace inclinar la balanza del lado de los que representan en mayor o menor medida la división del trabajo establecida o, transmitida por la Edad Media. Opone la división del trabajo de una época histórica a la división del trabajo de otra época histórica. ¿Era esto lo que Proudhon tenía que demostrar? No. Tenía que mostrarnos los inconvenientes de la división del trabajo en general, de la división del trabajo como categoría. Mas, ¿para qué detenernos en esta parte de la obra de Proudbon, si un poco más adelante le veremos retractarse formalmente de todos estos pretendidos argumentos?
El primer efecto del trabajo parcelario —prosigue Proudhon—, después de la depravación del alma, es la prolongación de la jornada, que crece en razón inversa de la suma de fuerzas intelectuales gastadas... Pero como la duración de la jornada no puede exceder de dieciséis a dieciocho horas, cuando sea imposible compensar con tiempo, la compensación se hará a cuenta del precio de trabajo, y el salario disminuirá... Lo cierto, y lo único que necesitamos anotar, es que la conciencia universal no mide de igual manera el trabajo de un contramaestre y la maniobra de un peón. Por consiguiente, es necesario reducir el precio de la jornada, de manera que el trabajador, además de la aflicción espiritual del cumplimiento de una función degradante, tenga que sufrir privaciones físicas a causa de la modicidad de la recompensa[Proudhon]
No vamos a detenernos en el valor lógico de estos silogismos, que Kant llamaría paralogismos fallidos.
He aquí su sustancia:
La división del trabajo reduce al obrero a una función degradante; a esta función degradante corresponde un alma depravada; a la depravación del alma corresponde una reducción creciente del salario. Y para demostrar que esta reducción de salarios corresponde a un alma depravada, Proudhon dice, para descargo de conciencia, que tal es la voluntad de la conciencia universal. ¿Estará incluida el alma de Proudhon en la conciencia universal?
Las máquinas son, para Proudhon, "la antítesis lógica de la división del trabajo", y, en apoyo de su dialéctica, comienza por transformar las máquinas en fábrica.
Después de haber supuesto la fábrica moderna para deducir de la división del trabajo la miseria, Proudhon supone la miseria engendrada por la división del trabajo para llegar a la fábrica y para poder presentarla como la negación dialéctica de esta miseria. Después de haber castigado al trabajador en el sentido moral con una función degradante y en el sentido físico con la parquedad del salario; después de haber colocado al obrero en dependencia del contramaestre y rebajado su trabajo hasta el nivel de maniobra de un peón, Proudhon vuelve a la fábrica y a las máquinas para degradar al trabajador "dándole un amo", y, para coronar el envilecimiento del trabajador, le hace "descender del rango de, artesano al de peón". Hermosa dialéctica. Y si al menos se detuviera aquí.. . Pero no, él necesita una nueva historia de la división del trabajo, no ya para inferir de ella las contradicciones, sino para reconstruir la fábrica a su manera. Para llegar a este fin tiene que olvidar todo cuanto había dicho poco antes sobre la división del trabajo.
El trabajo se organiza y se divide de diferentes modos según sean los instrumentos de que disponga. El molino movido a brazo supone una división del trabajo distinta que el molino de vapor. Querer comenzar por la división del trabajo en general paraluego llegar a uno de los instrumentos específicos de la producción; a las máquinas, significa, pues, lanzarse de frente contra la historia.
Las máquinas no constituyen una categoría económica, como tampoco el buey que tira del arado. Las máquinas no son más que una fuerza productiva. La fábrica moderna, basada en la aplicación de las máquinas, es una relación social de producción, una categoría económica.
Veamos ahora cómo ocurren las cosas en la brillante imaginación de Proudhon.
En la sociedad, la aparición incesante de máquinas es la antítesis, la fórmula inversa del trabajo: es la protesta del genio industrial contra el trabajo parcelario y homicida. ¿Qué es, en efecto, una máquina? Una manera de reunir diversas partículas de trabajo, que la división había separado. Toda máquina puede ser definida como un conjunto de múltiples operaciones. . . Por tanto, mediante la máquina se efectuará la restauración del trabajador. . . Las máquinas, por ser en economía política lo contrario de la división del trabajo, representan la síntesis que en la mente humana se opone al análisis. . . La división no hacía más que separar las diversas partes del trabajo, permitiendo a cada uno ocuparse de la especialidad más acorde con sus inclinaciones: la fábrica agrupa a los trabajadores según la relación entre cada parte y el todo. . ., introduce el principio de autoridad en el trabajo... Pero esto no es todo; la máquina o la fábrica, después de haber degradado al trabajador dándole un amo, corona su envilecimiento haciéndole descender del rango de artesano al de peón.. . El período que ahora estamos atravesando, el de las máquinas, se distingue por un rasgo particular: el salariado. El salariado es posterior a la división del trabajo y al intercambio.
( Proudhon)
Una simple observación a Proudhon. La separación de las diversas partes del trabajo, que permite a cada uno dedicarse a la especialidad que más le agrade, separación que, según Proudhon puede remontarse al comienzo del mundo, existe solamente en la industria moderna, bajo el régimen de la competencia.
Proudhon nos ofrece luego una "genealogía" extraordinariamente "interesante", para demostrar cómo la fábrica ha nacido de la división del trabajo, y el salariado de la fábrica.
1] Supone un hombre que "observó que, dividiendo la producción en sus diversas partes y haciendo ejecutar cada una de ellas a un obrero", se multiplicarían las fuerzas productivas.
2] Este hombre, "siguiendo el hilo de esta idea, se dice a sí mismo que, formando un grupo permanente de trabajadores escogidos para el fin especial que se propone, obtendrá una producción más regular, etcétera".
3] Este hombre hace una proposición a otros hombres con el fin de inducirles a aceptar su idea y seguir el hilo de su idea.
4] Este hombre, en los primeros tiempos de la industria, trata de igual a igual a sus compañeros que más tarde serán sus obreros.
5] "Se comprende, desde luego, que esta igualdad primitiva tenía que desaparecer rápidamente debido a la situación ventajosa del maestro y a la dependencia del asalariado"…
(continuará)
[Fragmento de: Karl MARX. “Miseria de la filosofía”]
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