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Antonio Gramsci / Cuaderno 11 (XVIII) 1932-1933.
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Introducción al estudio de la filosofía
[Advertencia]
Las notas contenidas en este cuaderno, como en los otros, han sido escritas a vuelapluma, para apuntar un breve recordatorio. Todas ellas deberán revisarse y controlarse minuciosamente, porque ciertamente contienen inexactitudes, falsas aproximaciones, anacronismos. Escritas sin tener presentes los libros a que se alude, es posible que después de la revisión deban ser radicalmente corregidas porque precisamente lo contrario de lo aquí escrito resulte cierto.
VI. Apuntes misceláneos
“< 52 >. Regularidad y necesidad. ¿Cómo surgió, en el fundador de la filosofía de la praxis, el concepto de regularidad y de necesidad en el desarrollo histórico? No parece posible pensar en una derivación de las ciencias naturales, sino que por el contrario parece que debe pensarse en una elaboración de conceptos nacidos en el terreno de la economía política, especialmente en la forma y en la metodología que la ciencia económica recibió de David Ricardo. Concepto y hecho de "mercado determinada", o sea verificación científica de que determinadas fuerzas decisivas y permanentes han aparecido históricamente, fuerzas cuyo operador se presenta con un cierto "automatismo" que consiente una cierta medida de "previsibilidad" y de certeza para el futuro de las iniciativas individuales que a tales fuerzas consienten después de haberlas intuido o verificado científicamente. "Mercado determinado" equivale por lo tanto a decir "determinada relación de fuerzas sociales en una determinada estructura del aparato de producción", relación garantizada (o sea hecha permanente) por una determinada superestructura política, moral, jurídica. Después de haber verificado estas fuerzas decisivas y permanentes y su espontáneo automatismo (o sea su relativa independencia de los arbitrios individuales y de las intervenciones arbitrarias gubernativas), el científico, como hipótesis, ha hecho absoluto el automatismo mismo, ha aislado los hechos meramente económicos de las combinaciones más o menos importantes en que realmente se presentan, ha establecido relaciones de causa y efecto, de premisa y consecuencia, y así ha dado un esquema abstracto de una determinada sociedad económica (a esta construcción científica realista y concreta a continuación se ha ido sobreponiendo una nueva abstracción más generalizada del "hombre" como tal, "ahistórico", genérico, abstracción que ha parecido como la "verdadera" ciencia económica).
Dadas estas condiciones en las que nació la economía clásica, para que se pueda hablar de una nueva "ciencia" o de un nuevo planteamiento de la ciencia económica (lo que es lo mismo) habría que haber demostrado que se han ido verificando nuevas relaciones de fuerza, nuevas condiciones, nuevas premisas, esto es, que se ha "determinado" un nuevo mercado con su propio nuevo "automatismo" y fenomenismo que se presenta como algo de "objetivo", parangonable al automatismo de los hechos naturales. La economía clásica ha dado lugar a una "crítica de la economía política", pero no parece que hasta ahora sea posible una nueva ciencia o un nuevo planteamiento del problema científico. La "crítica" de la economía política parte del concepto de la historicidad del "mercado determinado" y de su "automatismo", mientras que los economistas puros conciben estos elementos como "eternos", "naturales"; la crítica analiza realistamente las relaciones de las fuerzas que determinan el mercado, profundiza sus contradicciones, valora las modificaciones relacionadas con la aparición de nuevos elementos y con su reforzamiento y presenta la "caducidad" y la "sustituibilidad" de la ciencia criticada; la estudia como vida pero también como muerte y halla en su interior los elementos que la disolverán y la superarán infaliblemente, y presenta al "heredero" que será presuntivo —mientras no haya dado pruebas manifiestas de vitalidad, etcétera. Que en la vida económica moderna el elemento "arbitrario", bien sea individual, o de consorcios, o del Estado, haya asumido una importancia que antes no tenía y que haya turbado profundamente el automatismo tradicional, es un hecho que no justifica de por si el planteamiento de nuevos problemas científicos, precisamente porque estas intervenciones son "arbitrarías", de medida diversa, imprevisibles. Puede justificar la afirmación de que la vida económica es modificada, que hay "crisis", pero esto es obvio; por otra parte no se ha dicho que el viejo "automatismo" haya desaparecido, éste se verifica [sólo] a escalas más grandes que [las] <de> antes, para los grandes fenómenos económicos, mientras que los hechos particulares han "enloquecido".
Hay que tomar estas consideraciones como punto de partida para establecer lo que significan "regularidad", "ley", "automatismo" en los hechos históricos. No se trata de "descubrir" una ley metafísica de "determinismo" y tampoco de establecer una ley "general" de causalidad. Se trata de verificar cómo en el desarrollo histórico se constituyen fuerzas relativamente "permanentes", que operan con una cierta regularidad y automatismo. Incluso la ley de los grandes números, aunque sea muy útil como término de comparación, no puede ser asumida como la "ley" de los hechos históricos. Para establecer el origen histórico de este elemento de la filosofía de la praxis (elemento que es, además, nada menos que su modo particular de concebir la "inmanencia") habrá que estudiar el planteamiento que de las leyes económicas fue hecho por David Ricardo. Se trata de ver que Ricardo no tuvo importancia en la fundación de la filosofía de la praxis sólo por el concepto del "valor" en economía, sino que tuvo una importancia "filosófica", sugirió un modo de pensar y de intuir la vida y la historia. El método del "puesto que", de la premisa que da una cierta consecuencia, parece que debe set identificado como uno de los puntos de partida (de los estímulos intelectuales) de las experiencias filosóficas de los fundadores de la filosofía de la praxis. Debe verse si David Ricardo ha sido estudiado alguna vez desde este punto de vista.
(Igualmente hay que ver el concepto filosófico de "caso" y de "ley", el concepto de una "racionalidad" o de una "providencia" por donde se acaba en el teleologismo trascendental si no trascendente y el concepto de "caso", como en el materialismo metafísico "que da por supuesto al mundo".)
Parece que el concepto de "necesidad" histórica está estrechamente vinculado al de "regularidad" y de "racionalidad". La "necesidad" en el sentido "especulativo-abstracto" y en el sentido "histórico-concreto". Existe necesidad cuando existe una premisa eficiente y activa, cuyo conocimiento en los hombres se ha vuelto actuante planteando fines concretos a la conciencia colectiva, y constituyendo un conjunto de convicciones y de creencias poderosamente actuante como las "creencias populares". En la premisa deben hallarse contenidas, ya desarrolladas o en vías de desarrollo, las condiciones materiales necesarias y suficientes para la realización del impulso de voluntad colectiva, pero está claro que de esta premisa "material", calculable cuantitativamente, no puede ser separado un cierto nivel de cultura, es decir, un complejo de actos intelectuales y de éstos (como su producto y consecuencia) un cierto complejo de pasiones y sentimientos imperiosos, o sea que tengan la fuerza de inducir a la acción "a toda costa".
Como se ha dicho, sólo por esta vía es posible llegar a una concepción historicista (y no especulativa-abstracta) de la "racionalidad" en la historia (y en consecuencia de la "irracionalidad").
Conceptos de "providencia" y de "fortuna" en el sentido en que son empleados (especulativamente) por los filósofos idealistas italianos y especialmente por Croce; habrá que ver el libro de Croce sobre G. B. Vico, en el que el concepto de "providencia" es traducido en términos especulativos y en el que se da principio a la interpretación idealista de la filosofía de Vico. Para el significado de "fortuna" en Maquiavelo debe verse Luigi Russo (nota en la p. 23 de la edición del Príncipe). Según Russo, para Maquiavelo "fortuna" tiene un doble significado, objetivo y subjetivo. La "fortuna" es la fuerza natural de las cosas (o sea el nexo causal), la concurrencia propicia de los acontecimientos, la que será la Providencia de Vico, o bien es aquella potencia trascendente con la que fantaseaba la vieja doctrina medieval —o sea dios— y para Maquiavelo esto no es en definitiva más que la virtud misma del individuo y su potencia tiene raíces en la misma voluntad del hombre. La virtud de Maquiavelo, como dice Russo, no es ya la virtud de los escolásticos, la cual tiene un carácter ético y deriva su fuerza del cielo, y tampoco la de Tito Livio, que sirve para significar principalmente el valor militar, sino la virtud del hombre del Renacimiento, que es capacidad, habilidad, industria, potencia individual, sensibilidad, olfato para las oportunidades y medida de las propias posibilidades.
Russo fluctúa a continuación en su análisis. Para él el concepto de "fortuna" como fuerza de las cosas, que en Maquiavelo como en los humanistas conserva aún un carácter naturalista y mecánico hallará su verificación y profundización histórica sólo en la Providencia racional de Vico y de Hegel. Pero es preciso advertir que tales conceptos, en Maquiavelo, no tienen nunca un carácter metafísico como en los auténticos filósofos del humanismo, sino que son simples y o dice Russo, no es ya la virtud de los escolásticos, la cual tiene un carácter ético y deriva su fuerza del cielo, y tampoco la de Tito Livio, que sirve para significar principalmente el valor militar, sino la virtud del hombre del Renacimiento, que es capacidad, habilidad, industria, potencia individual, sensibilidad, olfato para las oportunidades y medida de las propias posibilidades.
Russo fluctúa a continuación en su análisis. Para él el concepto de "fortuna" como fuerza de las cosas, que en Maquiavelo como en los humanistas conserva aún un carácter naturalista y mecánico hallará su verificación y profundización histórica sólo en la Providencia racional de Vico y de Hegel. Pero es preciso advertir que tales conceptos, en Maquiavelo, no tienen nunca un carácter metafísico como en los auténticos filósofos del humanismo, sino que son simples y profundas intuiciones (¡¡por lo tanto, filosofía!!) de la vida, y como símbolos de sentimiento son entendidos y explicados.
Sobre la lenta formación metafísica de estos conceptos, para el periodo premaquiavélico, Russo remite a Gentile, Giordano Bruno e il pensiero del Rinascimento (cap. “Il concetto dell'uomo nel Rinascimento" y el "Appendice"), Florencia, Vallecchi. (Sobre los mismos conceptos de Maquiavelo cfr[…]…”
(continuará)
[Fragmento de: A. GRAMSCI. “Cuadernos de la cárcel. Tomo 4”]
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