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Joan E. Garcés / “Soberanos e intervenidos”
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3. La Guerra Fría en América Latina
“ V. Cómo ilegalizar a un partido en un sistema democrático
Las exportaciones de cobre y salitre cayeron en la segunda mitad de 1945 a niveles anteriores a los de la segunda guerra mundial. Su efecto negativo repercutió de inmediato en los asalariados. 1946 comenzó con una huelga en las minas de salitre (propiedad de capital norteamericano). El Gobierno reprimió a los sindicatos, pero la Confederación de Trabajadores convocó el paro nacional de 30 de enero que, en su éxito, persuadió a la Administración a levantar las sanciones y llegar a un acuerdo con los sindicatos. Ante este desenlace, los servicios de la Embajada de EEUU estudiaron la posibilidad de promover que el Congreso chileno aprobara privar de los derechos legales al Partido Comunista. El sondeo practicado les dio un resultado desfavorable, el obstáculo radicaba en los fundamentos democrático-representativo del sistema republicano. La postura de los líderes de partidos de la Coalición de Gobierno era recogida así en la Embajada de EEUU:
Astolfo Tapia, diputado socialista y miembro del Comité Central socialista: el Comité ni siquiera ha considerado la idea de un proyecto semejante y no sabe nada al respecto.
Dionisio Garrido, presidente de un sector del Partido Democrático: un intento de ilegalizar el comunismo sería una monstruosidad y él votaría en contra.
Jorge Rogers, vicepresidente del Partido de la Falange, también calificó de monstruosidad cualquier intento de ilegalizar el comunismo, y dijo que Falange estaría en contra porque la tolerancia plena está en la esencia de la personalidad del Partido.
Entre la oposición conservadora –mayoritaria en el Congreso–, la Embajada recogía las siguientes posiciones:
Víctor Santa Cruz, diputado del Partido Liberal, afirmó que los Liberales nunca respaldarían semejante idea dado su respeto a todas las creencias y doctrinas.
Un diputado del Partido Conservador, hablando al parecer en nombre del presidente del partido que se hallaba ausente de Santiago, afirmó que los Conservadores nunca apoyarían un proyecto dirigido a la persecución de ideas, pues los conservadores son demócratas y tolerantes. Sostuvo que él estaba convencido que el comunismo, aunque estaba del otro lado de la barrera, era una doctrina que sólo podría ser combatida elaborando otra superior, pues el comunismo surge de un sentimiento de clase.
El sondeo detectaba, sin embargo, que la ideología de la guerra fría ya era recogida por un político cuyo hijo, senador en 1970-1973, dirigiría desde el Parlamento el asalto contra las instituciones republicanas:
El presidente del Partido Liberal, Francisco Bulnes, afirmó que aunque él no sabía oficialmente nada de semejante proyecto, el Partido Liberal lo respaldaría porque la doctrina liberal rechaza toda forma de gobierno que no tenga como base fundamental la libertad plena y el respeto a la personalidad humana, mientras que el comunismo aspira a implantar un régimen totalitario, antidemocrático, por métodos revolucionarios.
Ante semejantes respuestas, para ilegalizar al partido latinoamericano la Administración de EEUU resolvió apoyarse en la persona del Presidente de Chile, en los medios subrepticios y encubiertos que describe la documentación accesible en los archivos…”
(continuará)
[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]
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