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LA
NUEVA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL: ESTADOS UNIDOS SE DESNUDA (Y EL MUNDO TIRITA)
Andrés
Piqueras
Son
muchos los comentarios que en estas semanas se vienen produciendo desde la
publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) estadounidense (2025-National-Security-Strategy.pdf).
No todos ellos demasiado profundos ni puestos en contexto histórico
comparativo.
Si
algo bueno puede extraerse para el analista o la analista de esta fase
degenerativa del modo de producción capitalista y de su potencia hegemónica, es
que esta última se ve forzada a explicitar cada vez más lo que quiere, lo que
hace y por qué lo hace, sin tapujos, deshaciéndose más y más de los falsos
adornos diplomáticos y “políticamente correctos”. Aunque todavía se permite
algunos “camuflajes” como el del beneficio general y el desarrollo del planeta
(o al menos de lo que ellos llaman el “hemisferio occidental”), es de prever
que poco a poco, según avanza su decadencia belicista -o su belicismo
decadente-, también se los vaya quitando de encima.
Vamos
a ver si podemos analizar con concreción al menos algunos de los puntos más
significativos de esta nueva estrategia, que resultan de vital importancia para
el resto del mundo.
Antes
de ello una salvedad. Estados Unidos es la única potencia del Imperio
Occidental de 500 años que sigue manteniendo posibilidad de estrategia,
entendida como el propio documento indica en su primera página: “Una
«estrategia» es un plan concreto y realista que explica la conexión esencial
entre los fines y los medios: parte de una evaluación precisa de lo que se
desea y de las herramientas disponibles, o que se pueden crear de forma
realista, para lograr los resultados deseados. Una estrategia debe evaluar,
clasificar y priorizar”. El conjunto de antiguas potencias europeas ha
renunciado hace tiempo a la estrategia propia al subordinarse por completo y
sin compensación alguna al mando estadounidense. Si no entendemos esto
difícilmente podremos comprender que lo que hacen los “líderes” europeos no
responde a intereses estatales europeos (como el propio documento
estadounidense señala y hace casi chanza de ello), y ni siquiera ya fungen como
intereses idiosincrásicos de la clase capitalista, al socavar las bases de su
poderío económico industrial o productivo (hace tiempo que esas élites
comenzaron a priorizar la ganancia a través de la vía financiero-especulativa,
a remolque del capitalismo parasitario-ficticio desplegado desde Estados
Unidos, y por tanto, han quedado letalmente vinculadas a las dinámicas y
directrices del hegemón norteamericano. Eso quiere decir que la clase dominante
europea se hace más y más rentista, ligada a la especulación-ficción
financiera). En cambio EE.UU. lo dice sin ambages: “El objetivo de la política
exterior es la protección de los intereses nacionales fundamentales; ese es el
único objetivo de esta estrategia” (pg.1). “Estados Unidos primero”, repite el
documento al definir la estrategia en su pg.8, fiel a la consigna de la facción
continentalista-nacional que aúpa a Trump.

Pero
vamos con el análisis.
En la
primera parte, se hace un balance negativo de lo que ha sido la política
estratégica estadounidense desde el fin de la Tercera Guerra Mundial o Segunda
Guerra Mundial prolongada contra el Socialismo (que tontamente llamaron “Guerra
Fría). Lo más destacado de ello, a mi entender, es que lleva implícito también
qué se debe corregir:
“Las estrategias estadounidenses desde el
final de la Guerra Fría se han quedado cortas: han sido listas interminables de
deseos o resultados finales deseados; no han definido claramente lo que
queremos, sino que han expresado vaguedades y tópicos; y a menudo han juzgado
erróneamente lo que deberíamos querer” (pg.1).
“Sobreestimaron la capacidad de Estados
Unidos para financiar, simultáneamente, un enorme Estado asistencial, regulador
y administrativo, junto con un enorme complejo militar, diplomático, de
inteligencia y de ayuda exterior” (pg.1).
“Permitieron que los aliados y socios
descargaran el costo de su defensa sobre el pueblo estadounidense y, en
ocasiones, nos arrastraran a conflictos y controversias fundamentales para sus
intereses, pero periféricas o irrelevantes para los nuestros”
(pg.1).
Y aquí
lo más importante -porque se está explicitando lo que algunos venimos diciendo
desde tiempo atrás-: a Estados Unidos ya no le conviene la institucionalidad
mundial que él mismo creó o bien modeló en función de sus intereses tras la
Segunda Guerra Mundial, y por tanto está procediendo a desmantelarla, por una
parte, a remodelarla por otra, o, en su defecto y en última instancia, a
desconsiderarla o ignorarla. Así lo advierte el documento:
“Y
ataron la política estadounidense a una red de instituciones internacionales,
algunas de las cuales están impulsadas por un antiamericanismo descarado y
muchas por un transnacionalismo que busca explícitamente disolver la soberanía
de los Estados individuales” (pg. 2).
“Defendemos
los derechos soberanos de las naciones, nos oponemos a las incursiones de las
organizaciones transnacionales más intrusivas que socavan la soberanía, y
abogamos por la reforma de esas instituciones para que ayuden, en lugar de
obstaculizar, la soberanía individual y promuevan los intereses
estadounidenses” (pg.9).
Esto
como parte de las rectificaciones que respecto de la vieja política estratégica
ha llevado a cabo hasta ahora el actual representante de la facción
continentalista-nacional de USA, Donald Trump. A partir de ahí se nos dice qué
quiere Estados Unidos en y del mundo y de qué medios dispone para conseguirlo.
De nuevo es de agradecer la claridad meridiana. A mi entender, los puntos que
más pueden importarnos en términos geoestratégicos son:
“En
primer lugar, queremos la supervivencia y la seguridad continuadas de Estados
Unidos como república independiente y soberana cuyo Gobierno garantiza los
derechos naturales otorgados por Dios a sus ciudadanos y da prioridad a su
bienestar e intereses.
Queremos
proteger este país, su gente, su territorio, su economía y su forma de vida de
ataques militares e influencias extranjeras hostiles, ya sea espionaje,
prácticas comerciales depredadoras, tráfico de drogas y personas, propaganda
destructiva y operaciones de influencia, subversión cultural o cualquier otra
amenaza a nuestra nación” (pg.3).
Pura
teología política o visión teocéntrica del orden social, que entiende (como la
“doctrina del derecho divino” según la cual los reyes gobernaban por mandato de
algún dios) los derechos sociales como “naturales” y la soberanía recayendo a
la postre en cierto supuesto dios en vez de en el pueblo. Pero la Naturaleza no
da ningún derecho, los derechos civiles, sociales y políticos son conquistas
históricas de la humanidad, sujetas a la dialéctica de sus luchas. El texto de
la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) da a entender, además, que esos
“derechos” pueden ser cercenados en lo venidero, si se detectan amenazas de
“influencias externas”, es decir, siempre que la población no se comporte de
acuerdo a los intereses de su clase dominante y se rebele contra el capitalismo
salvaje que la impone. El régimen se endurecerá también en lo interno.
Sigue:
“Queremos
un mundo en el que la migración no sea simplemente «ordenada», sino uno en el
que los países soberanos colaboren para detener, en lugar de facilitar, los
flujos de población desestabilizadores, y tengan un control total sobre a quién
admiten y a quién no” (pg. 3).
Aquí
nos está anunciando el amurallamiento del mundo (sobre todo el de capitalismo
primigenio o avanzado) y las políticas de exclusión y apartheid global. Después
en la pg. 11 lo reitera:
“…la
migración masiva ha agotado los recursos nacionales, aumentado la violencia y
otros delitos, debilitado la cohesión social, distorsionado los mercados
laborales y socavado la seguridad nacional. La era de la migración masiva
debe terminar. La seguridad fronteriza es el elemento principal de la
seguridad nacional. Debemos proteger nuestro país de la invasión, no solo de la
migración descontrolada, sino también de amenazas transfronterizas como el
terrorismo, las drogas, el espionaje y la trata de personas”. (La cursiva negrita es mía).
Pero
en todo ello deja entrever asimismo que las migraciones masivas pueden ser
utilizadas como armas de guerra contra otros, y si no que le hablen a Europa
del flujo masivo de refugiados/as que las guerras de Estados Unidos han causado
a su alrededor (Mediterráneo oriental, norte de África y Sahel, o la propia
Europa -Yugoslavia y Ucrania-).
Después,
otra declaración de agresividad:
“Queremos
reclutar, entrenar, equipar y desplegar el ejército más poderoso, letal y
tecnológicamente avanzado del mundo para proteger nuestros intereses, disuadir
guerras y, si es necesario, ganarlas de forma rápida y decisiva, con el menor
número posible de bajas entre nuestras fuerzas (…) Queremos la disuasión
nuclear más sólida, creíble y moderna del mundo, además” (pg.
3).
Poco
que añadir a esto, acorde con su deriva crecientemente militarista (lo cual
para hablar de Estados Unidos ya es mucho decir) y la reciente modificación del
nombre del Departamento de Defensa por Departamento de Guerra. Intenciones bien
claras, pues, pero aun así nuestros telediarios, nuestros opinadores y nuestras
elites políticas seguirán queriendo que consideremos a este régimen como
referente del “mundo libre”, una suerte de panacea de la libertad y democracia
capitalistas.
La
siguiente “declaración” reconoce abiertamente la inveterada dedicación empleada
en controlar la conciencia del mundo, construir la cosmovisión global y tener
la patente del Relato a través de toda suerte de dispositivos culturales,
mediáticos, cognitivos…
Sin
desperdicio:
“Queremos
mantener el «poder blando» sin igual de Estados Unidos, a través del cual
ejercemos una influencia positiva en todo el mundo que promueve nuestros
intereses. Al hacerlo, no nos disculparemos por el pasado y el presente de
nuestro país, al tiempo que respetaremos las diferentes religiones, culturas y
sistemas de gobierno de otros países” (pg. 4).
Agencias,
revistas, periódicos, certámenes, congresos, programas universitarios,
conferencias, intelectuales y periodistas, científicos sociales trabajando para
ello, como nos ilustraron Francis Stonors hablando de la “Guerra Fría
Cultural” y Gabriel Rockhill sobre aspectos concretos de ese “poder blando”
en las escuelas izquierdistas de pensamiento
(https://www.sinpermiso.info/textos/quien-pagaba-las-facturas-del-marxismo-occidental-gabriel-rockhill-entrevistado-por-michael-yates).
Seguidamente
el documento se pregunta cuáles son los intereses fundamentales de la política
exterior de Estados Unidos, “¿Qué queremos en y del mundo?”.
Las
líneas bélicas maestras de la ESN y la relegación de Europa
En el
primer punto ya marca que no consentirá la más mínima insubordinación en el
continente americano, el cual, como venimos insistiendo en muchos lugares, es
contemplado como su “isla-fortaleza”, a la que quiere libre de elementos
díscolos y mucho menos de “enemigos internos”. Malas noticias para el
progresismo en general y más aún para los procesos de soberanía y autonomía
(Cuba, Nicaragua y Venezuela).
“Queremos
garantizar que el hemisferio occidental siga siendo razonablemente estable y
esté lo suficientemente bien gobernado como para prevenir y desalentar la
migración masiva hacia los Estados Unidos; queremos un hemisferio cuyos
gobiernos cooperen con nosotros contra los narcoterroristas, los cárteles y otras
organizaciones criminales transnacionales; queremos un hemisferio que siga
libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de activos clave, y
que apoye las cadenas de suministro críticas; y queremos garantizar nuestro
acceso continuo a ubicaciones estratégicas clave. En otras palabras,
afirmaremos y aplicaremos un «corolario de Trump» a la Doctrina Monroe” (pg.5).
¿Alguna
duda? No puede decirse más claro. Pero parece que el imperialismo descarnado
también es defendido por nuestros intelectuales y opináticos, más los medios de
difusión masiva de la oligarquía, como “democrático”.
Señala
el documento, a continuación, los puntos de guerra más nítidos.
USA
quiere el control de los pasos transoceánicos entre el Atlántico y el Pacífico,
desde Groenlandia a la punta austral del continente, así como el dominio del
Pacífico asiático, donde establecer un “anillo de seguridad” en torno a China:
“Queremos
detener y revertir el daño continuo que los actores extranjeros infligen a la
economía estadounidense, al tiempo que mantenemos el Indo-Pacífico libre y
abierto, preservamos la libertad de navegación en todas las rutas marítimas
cruciales y mantenemos cadenas de suministro seguras y fiables y el acceso a
materiales críticos” (pg.5).
Asia
occidental sigue siendo prioritaria, aunque se contempla como “bajo control” y
ya sin tanta necesidad de dedicación sobre el terreno, una vez favorecida la
expansión sionista y desarticulado el Eje de la Resistencia Antisionista (por
más que no se formule con esas palabras, claro):
“Queremos
evitar que una potencia adversaria domine Oriente Medio, sus suministros de
petróleo y gas y los puntos estratégicos por los que pasan, evitando al mismo
tiempo las «guerras eternas» que nos han empantanado en esa región con un gran
coste” (pg. 5).
“Pero
los días en los que Oriente Medio dominaba la política exterior estadounidense,
tanto en la planificación a largo plazo como en la ejecución diaria, han
terminado afortunadamente, no porque Oriente Medio haya dejado de ser
importante, sino porque ya no es la fuente constante de irritación y de
catástrofes inminentes que era antes” (pg.29).
A
Europa el documento le dedica la parte substancial de la admonición o
reconvención, en cuanto que se la ve integrada por “socios” ya incapaces de
valerse por sí mismos tras haber conseguido USA su sumisión o entrega más
plena. Conforme argumenta Alastair Crooke, “Europa lo ha apostado todo en la
guerra por poderes contra Rusia, ha sacrificado su legitimidad, su economía, su
seguridad y sus relaciones con Rusia, China [e incluso con el propio]
Estados Unidos” -lo que va entre corchetes es mío-).
(https://observatoriodetrabajad.com/2025/12/15/la-otan-declara-que-no-es-para-siempre-una-lectura-critica-de-la-nueva-estrategia-de-seguridad-nacional-de-los-estados-unidos-alastair-crooke/
)
Fijémonos
en las palabras que a Europa le dedica Estados Unidos:
“Europa
continental ha ido perdiendo cuota del PIB mundial —del 25 % en 1990 al 14 % en
la actualidad— debido, en parte, a las regulaciones nacionales y
transnacionales que socavan la creatividad y la laboriosidad. Pero este declive
económico se ve eclipsado por la perspectiva real y más cruda de la
desaparición de la civilización. Entre los problemas más importantes a los que
se enfrenta Europa se encuentran las actividades de la Unión Europea y otros
organismos transnacionales que socavan la libertad política y la soberanía, las
políticas migratorias que están transformando el continente y creando
conflictos, la censura de la libertad de expresión y la represión de la oposición
política, el desplome de las tasas de natalidad y la pérdida de las identidades
nacionales y la confianza en sí mismas. Si las tendencias actuales continúan,
el continente será irreconocible en 20 años o menos. Por lo tanto, no es nada
obvio que ciertos países europeos vayan a tener economías y ejércitos lo
suficientemente fuertes como para seguir siendo aliados fiables” (pg.
25).
Más
adelante insiste:
“La
Administración Trump se encuentra en desacuerdo con los funcionarios europeos
que tienen expectativas poco realistas sobre la guerra, apoyados en gobiernos
minoritarios inestables, muchos de los cuales pisotean los principios básicos
de la democracia para reprimir a la oposición. Una gran mayoría europea quiere
la paz, pero ese deseo no se traduce en políticas, en gran medida debido a la
subversión de los procesos democráticos por parte de esos gobiernos” (pg.
26).
Todo
esto en Europa ni se comenta. Los medios guardan un silencio aplastante sobre
este juego macabro que consiste en obligarte a ir a una guerra potencialmente
suicida y después llamarte idiota y poco democrático por obedecer, haciendo
como que es a quien te ha enviado a ello al que no le conviene la guerra.
También se quiere obligar a Rusia, así, a negociar con unos para que después los
otros le nieguen lo negociado y viceversa, en una diplomacia mareante que
pretende paralizarla.
Pero
una vez conseguido el objetivo de impedir la articulación geoestratégica,
geoeconómica y geoenergética de Eurasia, Estados Unidos se aplica a intentar dividir
a Europa y a los BRICS, proponiendo una especie de G5 (al cual Trump llama C5)
que incluya a Rusia -además de China, India y Japón-, si renuncia a terminar de
ganar la guerra a la OTAN en Ucrania
(https://asiatimes.com/2025/12/russia-us-detente-can-revolutionize-global-economic-architecture/; Pepe Escobar: La estrategia de seguridad de
Trump pretende dividir a los BRICS – ObservatorioCrisis). A Europa ya ni la
considera entre los grandes.
¿Hay
alguien en la clase dominante europea y sus representantes políticos que
todavía piense y tenga algo de antigua visión soberana y estratégica, que
reaccione al menos ante el menosprecio como vasalla a la que cada vez se la
necesita menos? Parece evidente que no (Von der Leyen lo dejó ya bien claro en
su arrastre ante las sanciones de Trump: las elites europeas seguirán haciendo
de felpudo sin rechistar).
Quizás
lo más desconcertante aún para el servilismo despreciado de los líderes
europeos es lo expresado en pg. 27:
“Acabar
con la percepción, y evitar la realidad, de que la OTAN es una alianza en
perpetua expansión”.
¡Casi
nada! Habrá que ver si en adelante reaccionan al menos ente esa (al menos
aparente) declaración de intenciones.
Sobre
África tampoco el bloque trumpista guarda el más mínimo disimulo. La ve como
una fuente de materias primas de la que quiere que no oponga resistencia alguna
a que Estados Unidos siga apropiándose de sus riquezas:
“Durante
demasiado tiempo, la política estadounidense en África se ha centrado en
proporcionar y, posteriormente, difundir la ideología liberal (…) Estados
Unidos debería pasar de una relación con África centrada en la ayuda a una
relación centrada en el comercio y la inversión, favoreciendo las asociaciones
con Estados capaces y fiables comprometidos con la apertura de sus mercados a
los bienes y servicios estadounidenses. Un área inmediata para la inversión
estadounidense en África, con perspectivas de un buen rendimiento de la
inversión, es el sector energético y el desarrollo de minerales críticos. El
desarrollo de tecnologías de energía nuclear, gas licuado de petróleo y gas
natural licuado respaldadas por Estados Unidos puede generar beneficios para
las empresas estadounidenses y ayudarnos en la competencia por minerales
críticos y otros recursos” (pg. 29).
Los
medios
Miremos
ahora los medios con los que dice contar Estados Unidos para conseguir esos
objetivos:
• “Una
geografía envidiable con abundantes recursos naturales, sin potencias rivales
que dominen físicamente nuestro hemisferio, sin fronteras en riesgo de invasión
militar y con otras grandes potencias separadas por vastos océanos” (pg.
6).
De
nuevo una declaración desnuda de que el continente americano, con todas sus
riquezas, es para ellos, y que además lo consideran su isla-fortaleza que les
protege y en la que ya no están dispuestos a dejar que otras potencias tengan
influencia. También una vez más una declaración de guerra a los procesos de
emancipación americanos.
Y
dentro de esos medios, otra vez su orgullo por controlar los de información,
formación y socialización de casi todo el planeta:
“Un «poder blando» y una influencia
cultural sin igual” (pg. 6).
Después
el documento defiende medidas ultraliberales que acompañen la necesaria
reindustrialización estadounidense, entre otras cosas para poder mantener el
poderío militar con nuevas tecnologías de muerte.
Entre
los que ellos mismos llaman “principios básicos” para acoplar medios y fines lo
que más destaca es, otra vez, su abierta proclamación de la fuerza bruta:
“Paz a
través de la fuerza: la fuerza es el mejor elemento disuasorio” (pg.
8).
Y
sobre su proyecto de intensificar y ampliar su Guerra Mundo (o Guerra Total de
largo plazo y escala creciente) contra las potencias emergentes y muy en
concreto contra China, dos joyas testimoniales para quien quiera verlas:
“Estados Unidos protegerá sin complejos su propia soberanía. Esto incluye
impedir su erosión por parte de organizaciones transnacionales e
internacionales, los intentos de potencias o entidades extranjeras de censurar
nuestro discurso o restringir los derechos de libertad de expresión de nuestros
ciudadanos, las operaciones de presión e influencia que tratan de dirigir
nuestras políticas o involucrarnos en conflictos extranjeros, y la manipulación
cínica de nuestro sistema de inmigración para crear bloques de votantes leales
a intereses extranjeros dentro de nuestro país” (pg.10).
“Estados Unidos no puede permitir que
ninguna nación adquiera un dominio tal que pueda amenazar nuestros intereses (sic;
cursiva negrita mía). Trabajaremos con
nuestros aliados y socios para mantener el equilibrio de poder a nivel mundial
y regional, con el fin de evitar la aparición de adversarios dominantes” (pg.
10).
Y una
tercera perla que nos habla de que esa Guerra Mundo está pensada también muy
especialmente en el plano económico:
“Ya no toleraremos, ni podemos permitirnos,
el parasitismo, los desequilibrios comerciales, las prácticas económicas
depredadoras y otras imposiciones que perjudican la buena voluntad histórica de
nuestra nación que perjudican nuestros intereses (…) En particular, esperamos
que nuestros aliados dediquen una parte mucho mayor de su producto interior
bruto (PIB) a su propia defensa, para empezar a compensar los enormes
desequilibrios acumulados durante décadas de gasto mucho mayor por parte de
Estados Unidos” (pg. 10).
Punto
este último -el de pasar la factura a sus subordinados- en el que insistirá:
“…los
días en que Estados Unidos sostenía todo el orden mundial como Atlas han
terminado (…), Estados Unidos organizará una red de reparto de cargas, con
nuestro Gobierno como coordinador y patrocinador” (pg.
12).
Los
europeos y europeas ya saben desde hace tiempo lo que ello significa: pagar a
EE.UU. para que ocupe su territorio, persiga sus propios intereses
geoestratégicos a costa de Europa y además comprarle las armas con las que les
obliga a atacar a Rusia.
El
documento se atreve incluso a dar claras pistas de por dónde irá la vertiente
económica de su Guerra Mundo contra todos:
“…
restaurar el dominio energético estadounidense (en petróleo, gas, carbón y energía
nuclear) y repatriar los componentes energéticos clave necesarios es una
prioridad estratégica fundamental. Una energía barata y abundante generará
puestos de trabajo bien remunerados en Estados Unidos, reducirá los costes para
los consumidores y las empresas estadounidenses, impulsará la
reindustrialización y ayudará a mantener nuestra ventaja en tecnologías
punteras como la inteligencia artificial. La expansión de nuestras
exportaciones netas de energía también profundizará las relaciones con nuestros
aliados, al tiempo que reducirá la influencia de nuestros adversarios,
protegerá nuestra capacidad para defender nuestras costas y, cuando y donde sea
necesario, nos permitirá proyectar nuestro poder.
Rechazamos
las desastrosas ideologías del «cambio climático» y del «cero neto», que han
perjudicado enormemente a Europa, amenazan a Estados Unidos y subvencionan a
nuestros adversarios.
Preservar
y aumentar el dominio del sector financiero estadounidense: Estados Unidos
cuenta con los principales mercados financieros y de capitales del mundo, que
son pilares de la influencia estadounidense y proporcionan a los responsables
políticos una influencia y herramientas significativas para promover las
prioridades de seguridad nacional de Estados Unidos” (pgs.
14-15).
En las
páginas 20 a 23 desarrolla lo que significa la guerra económica que piensa
librar. Conviene leerlas con detalle.
Los
puntos nodales de la Guerra Mundo
Pero,
resumamos e insistamos, dos son los puntos nodales de su estrategia bélica
global:
América para los estaodunidenses. No se
permitirán opciones díscolas y se combatirá la influencia extranjera en el
continente.
Estados
Unidos necesita las manos libres para su guerra global contra el Mundo
Emergente (una Guerra en grande de alcance planetario, que cada vez estará más
compuesta por guerras híbridas, proxys, de diferente intensidad, con el menor
coste posible para el propio país -al menos hasta su imaginado enfrentamiento
definitivo con China-).
“Tras
años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para
restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental y proteger
nuestra patria y nuestro acceso a zonas geográficas clave en toda la región.
Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas
u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos
estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio. Este «corolario de Trump» a la
Doctrina Monroe es una restauración sensata y potente del poder y las
prioridades estadounidenses, coherente con los intereses de seguridad de
Estados” (pg. 15)
Reconocimiento
explícito de injerencia y manipulación de procesos democráticos en el
continente americano:
“Recompensaremos
y alentaremos a los gobiernos, partidos políticos y movimientos de la región
que estén ampliamente alineados con nuestros principios y estrategia” (pg.
16)
También
advertencia de que Estados Unidos está dispuesto a cualquier tipo de medida
bélica:
“Despliegues específicos para asegurar la
frontera y derrotar a los cárteles, incluyendo, cuando sea necesario, el uso de
la fuerza letal para sustituir la estrategia fallida de las últimas décadas
basada únicamente en la aplicación de la ley.
•
Establecer o ampliar el acceso en lugares de importancia estratégica” (pg.16)
2. El
sureste asiático, con el Mar de China y Taiwán como claras prioridades:
“…el
Indo-Pacífico ya es y seguirá siendo uno de los principales campos de batalla
económicos y geopolíticos del próximo siglo. Para prosperar en nuestro país,
debemos competir con éxito allí, y lo estamos haciendo” (pg.
19).
Y como
en el caso de Europa, USA también obligará a sus “aliados” allí a hacer el
esfuerzo económico-bélico:
“Los
esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos deben centrarse en presionar a
nuestros aliados y socios de la primera cadena de islas para que permitan al
ejército estadounidense un mayor acceso a sus puertos y otras instalaciones,
gasten más en su propia defensa y, lo que es más importante, inviertan en
capacidades destinadas a disuadir la agresión (…) Un reto de seguridad
relacionado es la posibilidad de que cualquier competidor controle el mar de la
China Meridional. Esto podría permitir que una potencia potencialmente hostil
impusiera un sistema de peajes en una de las rutas comerciales más importantes
del mundo o, lo que es peor, la cerrara y reabriera a su antojo. Cualquiera de
estos dos resultados sería perjudicial para la economía estadounidense y los
intereses generales de Estados Unidos. Es necesario desarrollar medidas
enérgicas, junto con la disuasión necesaria para mantener esas rutas abiertas,
libres de «peajes» y no sujetas al cierre arbitrario por parte de un país” (pg.
24).
Las
claves de una potencia en decadencia que se niega a ser relevada pacíficamente
llevan a esa Guerra Mundo como una proyectada Guerra Total de largo plazo y
dimensión creciente, de la que venimos hablando reiteradamente en diferentes
lugares. Otra cosa es que Estados Unidos y sus servidores de la OTAN tengan
real capacidad de llevar a cabo sus planes, pues el Mundo Emergente al que se
enfrentan puede ya o en breve, por primera vez en la historia del Imperio
Occidental de 500 años, superarles en todos los órdenes (las reacciones de las
sociedades en todo el mundo tendrán también, sin duda, mucho que decir al
respecto).
Algunas
conclusiones elementales
Viendo
por primera vez desde su paso a hegemón perder su capacidad de dominar el mundo
en su completitud, Estados Unidos quiere asegurarse para sí el «hemisferio
occidental», haciendo más rígido el mando sobre sus subordinados en él y la
disciplina del conjunto de formaciones estatales. No permitirá disidencias
aquí.
Su
intento desesperado es con todo ese bloque bajo control, poder rematar una gran
ofensiva en todos los ámbitos contra el Mundo Emergente.
Los
BRICS se verán sometidos a crecientes presiones para dividirles, especialmente
Trump pretende una política de atracción de Rusia a cambio de concesiones en su
enfrentamiento contra la OTAN en Ucrania, pero como lo que puede ofrecer
Estados Unidos es en su mayoría humo o palo (ya no tanto “palo o zanahoria”),
habrá que ver cómo los afectados resuelven esas presiones. La cohesión política no es, desde luego, su
fuerte, pero sí pueden serlo los intereses económicos y energéticos mutuos.
Si las
sociedades europeas no reaccionan (sus líderes ya las están llevando al
suicidio económico-energético), los Estados Unidos de Trump tienen proyectada
una renazificación parcial (mientras no se necesite ir más lejos) del
pseudocontinente, con apoyo explicitado en el documento ESN a las opciones
nazis en cada formación estatal. Las políticas de USA junto a las de la UE
pueden conducir también a la debacle total, es decir, podríamos incluso hablar
de destrucción masiva. En cualquier caso, para Estados Unidos en lo venidero el
papel de Europa queda cada vez más relegado a la insignificancia, como posible
agente proxy de sus políticas.
África
y Asia son objeto de la continuación del saqueo, y de guerra donde haya
oposición al mismo. Además, son los continentes donde Estados Unidos pretende
trazar su “Línea Maginot” contra China, especialmente en Asia, claro está. La
inteligencia de los movimientos de China y Rusia en ambos continentes, y
también de Irán sobre todo en el caso de Asia, serán vitales para determinar el
curso de los acontecimientos en el futuro cercano.
En el
Pacífico Estados Unidos pretende directamente el cerco y asedio del gigante
asiático. China ya busca alternativas marítimas a un posible bloqueo del Mar de
China. También la Nueva Ruta de la Seda tiene esa intención por tierra (aunque
buena parte del trayecto ha sido destruido por las agresiones bélicas o golpes
de Estado -de colores- de EE.UU.). La fortaleza de China es, sin embargo, bien
conocida y así lo reconoce el propio documento ESN. Más aún con el serio
entrelazamiento que ha conseguido en bloques económicos de interés mutuo.
Para
Nuestraamérica USA tiene pensada la explotación más indisimulada, libre de
disidencia política, por lo que viene recurriendo a golpes de Estado de
diferentes tipos, manipulación de elecciones y apoyo a líderes de extrema
derecha imitadores de Trump. Ahora también a la amenaza de invasión directa.
Resulta por tanto imprescindible establecer vínculos regionales bolivarianos
antiimperilialistas entre todas las fuerzas populares americanas si quieren
preservar la posibilidad de existencia política (e incluso física). En lo inmediato concitar el apoyo y la
solidaridad internacionalista con Venezuela deviene vital para el
subcontinente.
En
general, el internacionalismo antiimperialista, la consecución de un frente
antiimperialista mundial y por la PAZ, puede ser la última oportunidad de la
humanidad ante tanta arrogancia, locura y peligrosidad de un hegemón en
podredumbre dispuesto a morir matando.
En
este documento no deja lugar a ninguna duda sobre ello.
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Fuente:
https://andrespiqueras.com/2025/12/16/la-nueva-estrategia-de-seguridad-nacional-estados-unidos-de-desnuda/
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