martes, 27 de mayo de 2025


1345

 

 

LA LUCHA DE CLASES

 

Domenico Losurdo

 

(41)

 

 

 

 

V

 

 

Multiplicidad de las luchas por el reconocimiento

y conflicto de libertades

 

 

 


 

MOVIMIENTO OBRERO Y «SOCIALISMO IMPERIAL»

 

Era urgente llamar la atención sobre la cuestión nacional (y colonial) para hacer frente a la irrupción masiva de la ideología colonial en los propios partidos obreros, que se mostraban cada vez más incapaces de expresar solidaridad y respaldo a los pueblos coloniales en su lucha de clases contra la «explotación de una nación por otra». Ya en 1858 Engels no solo reconoce amargamente que «el proletariado inglés se aburguesa cada vez más», sino que añade: «En realidad, esto es en cierto modo comprensible en una nación que explota al mundo entero» (MEW). Cinco años después Engels va aún más lejos, cuando dice del proletariado inglés: «su energía revolucionaria se ha evaporado casi por completo, y está totalmente de acuerdo con el dominio de la burguesía» (MEW).

 

 

He citado dos cartas a Marx, que llega a las mismas conclusiones: lejos de solidarizarse con el obrero irlandés —observa Marx en 1870—, «el obrero inglés común [...] se siente miembro de la nación dominante [...]. Su actitud es muy parecida a la de los blancos pobres frente a los negros en los viejos estados esclavistas de Estados Unidos» (MEW). Por tanto, estamos en presencia de una involución ideológica que desemboca no solo en el chovinismo sino también en el racismo.

 

 

Marx no se equivoca al denunciar que «la prensa, el púlpito, las revistas cómicas, en pocas palabras, todos los medios a disposición de las clases dirigentes» mantienen artificialmente viva la tendencia del obrero inglés a ver al irlandés como una especie de «sucio negro», de nigger (MEW). Sea como fuere, la campaña tiene éxito tanto en Inglaterra como en el Sur de Estados Unidos donde, siempre por observación de Marx, los blancos en condiciones modestas abrazan la causa de los dueños de esclavos y a menudo constituyen la base social masiva para la exportación de la esclavitud a Centroamérica. En todo caso, ya no es posible seguir abrigando la ilusión creada por la lectura binaria del conflicto y la creencia en la evidencia sensible inmediata de la explotación, una ilusión que se advierte sobre todo en el joven Engels, para quien el proletario es ajeno a los «prejuicios nacionales» de las clases dominantes.

 

 

Muy distinto de las esperanzas iniciales es el panorama descrito por el mismo Engels en una carta a Kautsky del 12 de septiembre de 1882. El gobierno de Londres y las clases dominantes son partidarios de cooptar a los colonos blancos de ultramar: «Todos los territorios ocupados por población europea, Canadá, El Cabo, Australia, serán independientes», no así los territorios habitados por los «indígenas», que seguirán oprimidos y explotados. Pues bien, lamentablemente esta política cuanta con el respaldo de los obreros ingleses, que «también se benefician del monopolio de Inglaterra en las colonias y en el mercado mundial» y no están por la labor de criticar el colonialismo. La única ayuda que pueden esperar los pueblos de color, además de su propia lucha, es la de un proletariado que sepa resistir las lisonjas del expansionismo colonial. ¿Cuál ha de ser concretamente su actitud?

 

 

La India quizás haga la revolución, es incluso probable, y como el proletariado que se emancipa no puede mantener guerras coloniales, habrá que aceptarlo, aunque naturalmente esto no sucederá sin destrucciones, que son inseparables de toda revolución. Lo mismo puede ocurrir en otros sitios, como Argelia y Egipto, lo cual, por cierto, sería lo mejor para nosotros.

 

 

Sí, con respecto a Occidente las colonias o excolonias se encuentran en una fase de desarrollo más atrasada, son «semicivilizadas», pero sería insensato pretender exportarles la civilización o la revolución:

 

 

El proletariado victorioso no puede imponer ninguna felicidad a ningún pueblo extranjero sin comprometer con ello su propia victoria. Aunque esto no excluye, por supuesto, las guerras defensivas de todo tipo (MEW).

 

 


Es una advertencia que no consigue detener la propagación del «socialismo imperial» en las filas de la clase obrera. La respuesta a esta grave mutilación de la lucha de clases es el reto que se propone Lenin…

 

(continuará)

 

 

 

 

[ Fragmento de: Domenico Losurdo. “La lucha de clases” ]

 

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