martes, 1 de marzo de 2022



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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

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3. La Guerra Fría en América Latina


XI. SOCIALISTAS Y DEMOCRATACRISTIANOS EN AMÉRICA LATINA

 

En contraste con la privilegiada atención prestada al PCCh, durante la década de los años cuarenta era escasa y marginal la que el Departamento de Estado concedía a los socialistas. Apenas se halla en la documentación alguna breve alusión a personas o fracciones, en particular al ministro radical-socialista Juan Bautista Rossetti –vinculado a las operaciones de ACHA. A partir de 1952, con ocasión de la primera candidatura presidencial del doctor Allende, se observa un seguimiento más cercano. En especial después de la unificación del movimiento sindical en la Central Única de Trabajadores (CUT, 1955), seguida el 29 de febrero de 1956 por la alianza de los partidos Socialista y Comunista en el Frente de Acción Popular (FRAP) y la unificación, en julio de 1957, del Partido Socialista Popular (PSP) y el Partido Socialista de Chile (PSCh) del propio doctor Allende. William Belton, consejero de la Embajada de EEUU en Santiago, terminaba su informe comentando que en la unificación socialista se impuso la adopción de la alianza conocida como “frente de los trabajadores” –propiciada por la fracción procedente del PSP y contrapuesta a la auspiciada por el sector próximo al doctor Allende, partidario este último de una alianza sociopolítica más amplia que la de los solos partidos obreros:

 

La resolución política final del Congreso reafirma la tesis del PSP de “frente de los trabajadores” como el instrumento para la conquista del poder político, que repudia alianzas con los partidos burgueses no marxistas. El Partido Liberal, el Partido Conservador Unido, el Partido Agrario-Laborista y el Partido Nacional fueron caracterizados como partidos feudal-burgueses”. El Partido Falange Nacional y el Partido Radical recibieron la misma crítica, sus diferencias con los partidos más reaccionarios siendo descritas como una simple diferencia de grado. […] Es notable que la adopción por el congreso de la política de “frente de los trabajadores”, su intención de nombrar a un candidato Presidencial del Frente de Acción Popular (FRAP), y su rechazo a cualquier alianza con el Partido Radical, tiende a aislar a los propios socialistas tanto como a los radicales contra los que expresan su hostilidad.

 

Mientras que en la Embajada de EEUU preocupaban los esfuerzos del doctor Allende para impulsar un proyecto nacional abierto a los sectores del centro sociopolítico, sobre la base del núcleo conformado por la alianza PS-PC, apenas mostraban inquietud por el denominado “Frente de Trabajadores” sostenido por los ex PSP como Raúl Ampuero, Carlos Altamirano, Adonis Sepúlveda y otros.

El 15 de noviembre de 1957 el embajador de EEUU volvía a alarmarse por la dificultad que encontraba para controlar las libertades internas de Chile:

 

[…] según algunas indicaciones Ibáñez [del Campo] ahora está a favor de la elección del candidato Presidencial del FRAP [Allende] […]. El PCCh es uno de los más grandes y mejor organizados partidos comunistas en América Latina. Su influencia en la actividad laboral y en la política de la izquierda representa una amenaza durmiente a la seguridad de EEUU y podría representar una amenaza positiva, en particular para la unidad hemisférica, si las elecciones presidenciales o maniobras irresponsables de Ibáñez conducen al PCCh a una posición donde pueda influenciar la política gubernamental.

 

El 14 de mayo de 1958 la Cámara de Diputados abrogó la legislación represiva de González Videla, y cuatro días después lo hacía el Senado. El embajador de EEUU insistía el 20 de mayo en que: «el presidente [Ibáñez] es impredecible en este terreno, lo que hace imposible prever qué salto vaya a dar en este momento». El embajador norteamericano no controlaba al Congreso chileno. Tampoco a la persona del entonces jefe del Estado, hasta el extremo de no estar seguro de si éste interpondría el veto a la nueva ley. Y así era en propiedad. En esas fechas, el ministro de Asuntos Exteriores, Osvaldo Saint-Marie, enfrentaba una acusación constitucional en el Senado. El presidente Ibáñez, a quien le faltaba un voto para evitar que la moción de censura prosperara, llamó a consulta al senador Allende y le solicitó que votara contra la destitución de su Ministro. El doctor Allende pidió al jefe del Estado que, a cambio, no vetara sino que promulgara tanto la nueva Ley electoral –que implantaba la cédula única para combatir el fraude– como la nueva Ley de Seguridad Interior del Estado –que reemplazaba a la de 1948. Ambos cumplieron el compromiso, y el PCCh recuperó sus derechos políticos.

 

La documentación del Departamento de Estado correspondiente al período Ibáñez del Campo (1952-1958) aún es en gran parte inaccesible, en particular los despachos de 24 de junio de 1955, 19 de diciembre de 1956 y tres de las fechas inmediatamente anteriores y posteriores a las elecciones presidenciales de 4 de septiembre de 1958. El candidato del Frente de Acción Popular (FRAP), doctor Allende, siempre estuvo convencido de haber ganado esa elección y de que en el escrutinio se cometió fraude durante las horas en que el suministro eléctrico fue interrumpido. Antes del apagón su candidatura iba en cabeza en el recuento de votos, restablecida la luz eléctrica la del conservador Jorge Alessandri apareció con ventaja de unos 30.000 sufragios. En los archivos de EEUU debiera estar encerrada la verdad de lo ocurrido aquella noche.

 

Hoy es analíticamente posible constatar que el control de un Estado de América Latina con una activa práctica de democracia representativa y un régimen de hegemonía presidencial, desde 1945 ha reposado para Washington en la cooptación o soborno de específicas individualidades, en especial la persona del jefe del Estado. En segundo lugar, la investigación del Senado norteamericano de 1975 ha documentado que contra las candidaturas de la coalición encabezada por el doctor Allende en 1952, 1958, 1964 y 1970, los servicios de EEUU intervinieron con toda la panoplia de sus medios –no sólo los de acción psicológica sino también los de sobornos, asesinatos, insurrecciones militares y terror sobre la población en masa. En tercer lugar, los métodos de intervención en Chile a lo largo de las décadas de guerra fría fueron un desarrollo de los ensayados en Italia para impedir que el Frente Democrático Popular (Socialista-Comunista) ganara las elecciones parlamentarias de 18 de abril de 1948, donde la Administración Truman dio instrucciones de recurrir a todos los expedientes –incluido el fraude en el escrutinio–, según revelan los documentos desclasificados en 1993. En cuarto lugar, cuatro meses antes de las elecciones presidenciales chilenas de 1958, la CIA formulaba una estimación desvinculando la candidatura del FRAP de su contexto endógeno y subordinándola –sin fundamento real, en mi opinión– a la dialéctica de la guerra fría con la URSS: «un éxito electoral de la coalición política de nacionalistas, dirigentes sindicales y comunistas locales […] sería un éxito para […] los objetivos políticos generales de Moscú en América Latina».

 

Después de las elecciones presidenciales de 1958 lo que más interés despertaba en los servicios de EEUU eran las líneas de fractura interna en el FRAP susceptibles de quebrarlo:

 

Aunque hay algunas divergencias de opinión dentro del Partido Socialista, por un lado al senador Salvador Allende, Presidente del FRAP, se le atribuye estar a favor de mantener estrechos lazos con los comunistas, por otro el senador Raúl Ampuero favorece una línea más independiente, pareciera que los socialistas van a continuar moviéndose en una dirección independiente de los comunistas, con el consiguiente resultado de debilitar el FRAP (Confidencial).

 

El despacho del agregado laboral de la Embajada en Santiago, de 9 de septiembre de 1959, describía la división sobre opciones estratégicas que polarizaría a los socialistas de Chile hasta 1973, y mucho más allá. Las sostenidas por el doctor Allende casi siempre fueron puestas en minoría por la fracción procedente del antiguo PSP (Altamirano, Ampuero, etc.):

 

El XVIII Congreso Nacional del Partido Socialista, señalado para el 26-30 de agosto, ha sido pospuesto indefinidamente. Un miembro del P.S., Gerardo Soto Sazo, inspector del trabajo de Talagante y militante del P.S. desde hace mucho tiempo, informa a este Oficial que el Congreso ha debido posponerse porque las dos facciones dentro del Partido no han sido capaces de reconciliar sus diferencias básicas. […] Las dos facciones más importantes son: a) la dirigida por el senador Raúl Ampuero, que procede del Partido Socialista Popular, y b) la del senador Salvador Allende, que viene del Partido Socialista de Chile. Según la fuente, que se identifica a sí mismo con la facción de Ampuero, el grupo Ampuero está a favor de un cambio revolucionario en el sistema económico y tiene una postura muy decidida y firme contra los comunistas. Según dice, la otra facción está formada por “socialistas vacilantes” que aceptan un cambio gradual en el sistema económico y que están indecisos en su posición hacia los comunistas […]. La fuente identifica a todos los representantes del P. Socialista en el Directorio Nacional de la CUT como miembros de la facción Allende. Indicaba que por esta razón la CUT estaba demasiado dominada por los comunistas y que él personalmente estaba en contra de la CUT a nivel nacional o provincial. Confidenciaba que ésta era la posición de la facción Ampuero del P.S. La fuente indica que en el Comité Central [del PS] la fracción Ampuero tiene 12 representantes y la de Allen­de 6. Aunque ambas fracciones participan en el FRAP, cada una lo hace con un sentido diferente de la naturaleza de la colaboración […]. La fuente afirma ser un amigo muy estrecho del senador Ampuero e indicó que Ampuero es muy anti-norteamericano. […] Hasta que las principales facciones dentro y fuera del Partido no encuentren un terreno común, habrá siempre mucha confusión sobre lo que “un socialista” propicia en Chile.

 

Tras la entrada en La Habana de los guerrilleros de Fidel Castro el 1 de enero de 1959, la tesis de alianza limitada al PCCh y al PSCh en el “Frente de Trabajadores” empezó a perder terreno entre quienes hasta entonces la apoyaban, algunos prefiriendo la mimesis de la Revolución cubana (Carlos Altamirano, Erik Schnake y otros). En el Congreso del PSCh de Chillán (1967) el senador Allende tuvo que emplearse a fondo para impedir que su partido no fuera arrastrado tras la tesis sostenida por la mayoría de los delegados, que propiciaba lanzar al PSCh por la vía de la insurrección armada.

 

El debate en torno de lo que significaba “socialismo” como proyecto social alternativo en una economía integrada en el sistema mundial como es la latinoamericana, o sobre los requisitos y elementos de los caminos de transición a otra organización del Estado y de las relaciones socioeconómicas, no se resolvió en 1967 en el PSCh con la expulsión de Raúl Ampuero –por haber cometido fraude en la elección de delegados al Congreso del Partido. El expulsado fundó entonces la Unión Socialista Popular (USP) y presentó candidaturas propias en las parlamentarias de marzo de 1969, Ampuero disputando en persona –sin éxito– al doctor Allende el escaño en el Senado por la circunscripción de Chiloé, Aysen y Magallanes. La investigación del Senado de EEUU revelaría, años después, que la CIA financió la campaña electoral de 1969 de la USP con el propósito de quitarle votos al doctor Allende. Y aunque fracasó en su intento de impedir que éste fuera reelegido senador, la CIA calcula que la operación USP de 1969 logró privar al Partido Socialista de al menos siete escaños en el Congreso…

 

(continuará)

 

 

[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]

 

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