sábado, 29 de enero de 2022

 

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Joan E. Garcés  /   “Soberanos e intervenidos”

  (...)

 

3. La Guerra Fría en América Latina

 

 

VIII. La desinformación

 

Una medida como la que deseaba el gobierno Truman no podía adoptarla en frío el presidente González Videla. Requería movilizar la opinión pública, preparar la de los partidos conservadores que controlaban el Congreso. De la campaña de intoxicación se responsabilizó, como en todas las operaciones contra la izquierda anteriores y posteriores, la empresa editora del diario El Mercurio, en cuya edición dominical de 22 de junio de 1947 irrumpía la campaña continental. Un «Manifiesto» pedía que el PCCh fuera declarado fuera de la ley. Entre sus patrocinadores emergían los de ACHA, el general Tovarias al frente. Su articulación con los postulados de Truman era tan explícita que recogía fragmentos literales de su alocución ante el Congreso de EEUU anunciando la intervención en Grecia y Turquía. El respaldo de Washington animaba al Partido Liberal de Francisco Bulnes a adherirse, y recordar «que en 1941 había propuesto al Congreso un proyecto  declarando fuera de la ley al Partido Comunista». El sector latinoamericano que en 1940-1941 se apoyaba en el dominio de la Alemania nazi sobre Europa, cinco años después lo hacía en la Doctrina Truman.

 

El 20 de agosto siguiente el State Departmentinformaba a su legación en Brasil, donde se celebraba la Conferencia en la que se estaba aprobando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que «el anuncio por el presidente de Chile de la destitución de los funcionarios comunistas indudablemente refleja su completa ruptura con los comunistas, tal como estaba anticipado». En efecto, el 22 de agosto de 1947 eran cesados diez gobernadores e intendentes. El de Santiago fue reemplazado por el general en retiro Ambrosio Viaux, su hijo Roberto encabezaría la insurrección militar de 1969 (frustrada) y, en 1970, el golpe de Estado promovido por la Administración Nixon (también frustrado) que culminaría con el asesinato del comandante en jefe del Ejército, René Schneider.

 

Las medidas adoptadas en Chile en 1947 eran reflejo de las que imponía la Administración Truman aquel mismo año dentro y fuera de EEUU. Mientras impulsaba la Ley Taft-Hartleydirigida a quebrar la fuerza de los sindicatos norteamericanos, en Francia había maniobrado hasta hacer salir del Gobierno al Partido Comunista. El líder de este último, Jacques Duclos, declaraba a El Siglo de Santiago de 31 de agosto de 1947 que «la política de EEUU de reconstruir la industria pesada de Alemania está ayudando a mantener el espíritu del Pangermanismo, con la consiguiente latente amenaza para Francia». Y el que fuera vicepresidente de Franklin D. Roosevelt, Henry Wallace, escribía en el mismo diario que «el peligro que emana de los actuales intentos de luchar contra el comunismo y el socialismo [dentro de EEUU] es que pueden desembocar eventualmente en un “estado policial”».

 

La campaña para ilegalizar el PCCh se intensificó una semana después que en Belgrado –Yugoslavia– se hubiera constituido el Comité de Información de los Partidos Comunistas. La escalada de la guerra fría en Europa repercutía de inmediato en América Latina. ¿Estaba González Videla enrolado personalmente en la guerra abierta por la Administración Truman? El embajador Bowers afirmaba que sí en su informe del 10 de octubre de 1947: «González Videla se ha alistado en la guerra, no cabe duda. Me preocupa un poco porque es impulsivo y precipitado, y por ello tengo siempre miedo de que cometa un error táctico. Espero, no obstante, que no». En el mismo despacho concretaba Bowers el argumento que la propaganda negra iba a esgrimir para legitimar la ilegalización del partido latinoamericano: «que los comunistas, cumpliendo órdenes del exterior, han programado una huelga insurreccional y que la huelga del carbón es una parte vital del plan subversivo […]». La campaña de propaganda señalaría como centro “exterior” a Yugoslavia. Sin embargo, hasta tal punto era un montaje propagandístico la historia del “compló yugoslavo” de 1947 que todavía en 1993 se mantenían clasificados –a instancias de la CIA– tres cables remitidos desde la Embajada en Santiago sobre este asunto. Al día siguiente del despacho de Bowers sobre el alistamiento de González Videla, Yugoslavia protestaba y rompía relaciones con Chile. González lo aprovechó para romper las de Chile con la URSS y Checoslovaquia el 21 de octubre. ¿Qué más podía aportar González Videla?

 

 

En la documentación accesible emerge la evidencia del uso de la intoxicación para presentar la huelga de los mineros del carbón como “insurrección comunista”. Por cuatro razones. En primer lugar, como informaba el embajador Bowers el 24 de octubre, porque «el voto de los mineros a favor de entrar en huelga era legal y el país entero simpatizaba con los mineros que, por lo general, eran considerados como quienes estaban en las condiciones menos envidiables en la economía de Chile». En segundo lugar, porque el Partido Socialista aunque crítico con la política del PCCh, respaldó la huelga desde su comienzo hasta el final, sin que los cables de la Embajada –ni el gobierno de González Videla– imputaran por ello al PS sumarse a un plan insurreccional. En tercer lugar, porque la destrucción del PCCh era deseada por la Administración Truman por razones subordinadas al conflicto entre EEUU y la URSS, según resumía el embajador Bowers el 24 de octubre siguiente: «no cabe duda que el Gobierno de Chile está embarcado en un camino orientado a eliminar el cáncer del comunismo en Chile y a cooperar en la defensa de la seguridad continental en el caso de que pudiera presentarse cualquier emergencia internacional». En cuarto lugar, por la solidaridad con la huelga que el PCCh estaba buscando no en la Potencia europea sino dentro de… EEUU. Mientras la campaña de El Mercurio pintaba un PCCh lanzado al asalto del poder instigado por la Potencia europea, el senador comunista chileno Salvador Ocampo se hallaba en Nueva York pidiendo ayuda a los sindicatos norteamericanos para los huelguistas del carbón. Los cables del embajador Bowers insistían en que se impidiera a Ocampo hacerse oír en EEUU, que «se le someta a vigilancia y si se le encuentra interfiriendo en nuestros asuntos internos se le aplique alguna medida de las posibles». Y en esto hemos llegado a un punto en el que quiero detenerme un momento.

 

A quienes dirigían la operación para enrolar en la guerra fría al Presidente del país latinoamericano, les interesaba evitar que el líder de la izquierda del Partido Demócrata y vicepresidente de EEUU en 1941-1945, Henry Wallace, llegara a Chile en 1946 como embajador especial. Para septiembre de aquel año Wallace había quedado marginado de la Administración Truman. El embajador de EEUU en Buenos Aires, George S. Messersmith, escribía a Claude G. Bowers que «acontecimientos recientes han eliminado la posibilidad de que Henry Wallace llegue aquí abajo como Embajador especial […]. Le conozco muy bien y soy uno de los que está contento de que haya quedado fuera de nuestro Gobierno». La derrota de la izquierda política y sindical dentro de EEUU entre 1945 y 1948 tuvo, visto en esta perspectiva, consecuencias trágicas para las fuerzas partidarias del cambio social y la democracia de América Latina y el resto del Mundo. Estas últimas no encontraron interlocutor dentro del país líder de la guerra fría. Henry Wallace –candidato derrotado por Truman en las Presidenciales de 1948–, había temido que las políticas de este último conduciría a un «Estado policial». Anticipación correcta. Peor aún, el «Estado de Seguridad Nacional» surgido de la Doctrina Truman ha sido más eficaz que el policial en destruir valores democráticos y humanistas. Es digno de asombro que en tan desigual situación organizaciones democráticas y populares latinoamericanas hayan podido resistir, sobrevivir, a las embestidas sucesivas de las conservadoras o fascistizantes criollas –incluidas la de los soldados de la guerra fría– en circunstancias que ningún otra Potencia podía actuar en América Latina en contrapeso de las formas y medios usados por EEUU en sus intervenciones.

 

Hay una razón adicional para desvelar la espiral que alimentaba la represión del presidente González Videla contra la izquierda: la petición de intervención que ACHA había dirigido al gobierno de EEUU en noviembre de 1946, que desembocaría en las acciones de guerra interna de González de septiembre-octubre de 1947. Las otras acciones represivas que se adoptaron en 1948 fueron precedidas, también, por la petición del mismo sector político-social a EEUU para que interviniera. Pero esta segunda vez la documentación disponible muestra que la derecha latinoamericana instó la intervención directamente a las FF AA de EEUU.

 

En efecto, el 29 de septiembre de 1947 la organización ACHA, y probablemente el grupo homólogo “Por Chile”, se sirvieron del general retirado Arturo Espinosa M., ex comandante en jefe del Ejército, para presentar a las FF AA de EEUU un plan dirigido a privar de sus derechos políticos al PCCh. El general Espinosa entregó el 15 de octubre siguiente al agregado militar de EEUU un escrito, con membrete «Ejército de Chile», con la maquinación secreta y destinado al general George G. Marshall, secretario de Estado. El 17 de diciembre de 1947 el general Marshall daba luz verde, y designaba al embajador Bowers como interlocutor para su puesta en práctica. La lectura del plan confirma que:

 

a.En el papel de “enemigo” el Partido Comunista había reemplazado al nazialemán: «tal como EEUU e Inglaterra se encuentran empeñadas en la desnazificación de Alemania, así es indispensable y mucho más urgente que esas poderosas naciones empleen sus mejores medios para obtener […] la extirpación del comunismo internacional al servicio del totalitarismo ruso».

 

b. La petición de intervención invocaba una situación bélica externa a América Latina: ante «una posible tercera guerra mundial, los diferentes partidos comunistas bajo la directiva de Rusia son simples “quintas columnas del Ejército Rojo”». Desde Washington, el general Marshall saludaba a su vez el plan de ACHA como «muy interesante para la defensa contra la penetración comunista».

 

c.La representatividad social del PCCh era magnificada hasta convertirla en el equivalente local del arma atómica: «por lo que he podido observar en Chile, donde el control de las masas obreras por el Partido Comunista es cada día más efectivo […] un arma tanto o más poderosa que la bomba atómica».

 

d.La derecha latinoamericana pedía a EEUU que la operación contra el partido político fuera dirigida desde Washington y sus servicios de acción externa: «creo conveniente invitar a Washington al autor del proyecto […] que podría ayudarles en forma muy eficaz […] habría que buscar un pretexto muy diferente y discreto […]».

 

e.Y ello porque «la única manera de hacerlo prosperar [el plan] será mediante el discreto y eficaz apoyo que preste a esas ideas la hábil diplomacia norteamericana».

 

f.Utilizaba «los convenios interamericanos celebrados para la defensa del hemisferio» como cobertura para pretender «que una actuación de esa naturaleza, por parte de las embajadas y legaciones norteamericanas [no] podría considerarse como una intervención molesta en la política interna de otros países», y

 

g.Hacía un uso anfibológico de los conceptos culturalmente dominantes, como “democracia” y “libertades”, reconvirtiéndolos en fundamento del plan liberticida.

 

La propuesta al gobierno de EEUU era elevada a modelo para «cualquier país de América, Europa o del resto del mundo». ¿Megalomanía? Dado que los recursos y horizontes del río Mapocho no son los del Potomac, la vocación universalista podría también indicar que la inspiración primera del secreto plan se hallaba menos en un rincón de América Latina que en círculos habituados a pensar en términos “globales” para, de este modo, hacerse rogar su intervención, mejor encubrirla y adaptarla a las circunstancias locales.

 

Los servicios de la propia Embajada de EEUU tampoco creían que el PCCh tuviera la idea de lanzar una insurrección para tomar el poder. El 5 de mayo de 1948 informaban al secretario de Estado que «la Embajada cree que la oportunidad para una acción revolucionaria comunista exitosa, en el caso de que hubiere existido alguna vez, ha pasado. […] La Embajada, por consiguiente, es de la opinión que si tuviera lugar cualquier intento de revuelta […] fracasará». Pero la eficacia de la propaganda se mide en el grado en que hace verosímil lo irreal. La campaña de desinformación había provocado tal psicosis que militares como el general Andrés Poblete B., jefe de la Zona de Emergencia de Antofagasta, autorizaban el reparto de armas entre los empleados de las empresas norteamericanas Shell-Mex, Chile Ltd., Duncan, Fox and Cia. Ltda., Chile Exploration Co., FCAB. Y en el barrio residencial de Santiago, ACHA había distribuido armas entre sus escuadrones, algunas proporcionadas por el propio Gobierno con el conocimiento del Alto Mando de las FF AA. El vicealmirante Merino y el general Carrasco (Ejército) sostenían que el gobierno González Videla debía ser reemplazado por una dictadura militar encargada de reprimir a las izquierdas.

 

En 1948, la mayoría conservadora del Congreso aprobaba, y el presidente González promulgaba en septiembre, las medidas privando al PCCh de sus derechos legales y cívicos. Eran parecidas a las del plan secreto propuesto en octubre de 1947 por ACHA al gobierno de EEUU. El 8 de abril de 1948 había caído asesinado en Bogotá el líder popular Jorge Eliécer Gaitán –virtual presidente–, cuya autoría última nunca se aclaró. Cables diplomáticos relativos a este crimen continúan clasificados. El día 18 del mismo mes de 1948, en Italia, la intervención de los servicios de EEUU permitía al Partido Demócrata Cristiano ganar las elecciones parlamentarias y marginar del Gobierno a la coalición del Partido Socialista con el Partido Comunista –Frente Democrático Popular (FDP). La previsible mayoría absoluta de este último en las elecciones parlamentarias había sido anticipada en las municipales parciales de Pescara, en febrero de 1947. Fue la señal de toque a rebato. El viceprimer ministro, Lombardo, viajó a Washington en mayo a pedir préstamos. En el mismo día de su llegada, De Gasperi (democristiano) pagaba prenda excluyendo de su coalición de Gobierno a socialistas y comunistas. Desde diciembre de 1947 la intervención para derrotar a la coalición de izquierdas fue masiva, abierta y sin reservas. La CIA admite haber entregado la entonces enorme suma de un millón de dólares a hombres del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Sindicatos de EEUU pagaron 50.000 dólares a sindicalistas italianos en campaña contra los de la coalición PS-PC. Más de diez millones de cartas salieron de EEUU hacia electores de Italia, advirtiendo que la catástrofe les venía encima si votaban a la izquierda. Películas de Hollywood y emisiones de radio por onda corta apoyaban la campaña de terror psicológico. El editorial de la revista Time decía: «EEUU debe dejar claro que si es preciso hará uso de la fuerza para prevenir que en Italia ganen los comunistas». La campaña alcanzó su objetivo: el PDC italiano obtuvo el 48% de los votos y el Frente Democrático Popular el 31%. La intervención en Chile había sido una adaptación de los métodos aplicados por EEUU en la Europa bajo su influencia…”

 

(continuará)

 

 

[Fragmento de: Joan E. Garcés. “Soberanos e intervenidos”]

 

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3 comentarios:

  1. Nueva página web de Luis Britto con libros disponibles para descargar.

    http://www.desdelpatio.org/britto

    Salud

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  2. Gracias, tomo nota. Por cierto Loam, te agradezco el enlace ‘ilustrado’ de ‘Praktika’ que incluyes en tu blog. Una deferencia inmerecida que espero no defraudar.

    Un abrazo fraternal

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    1. Gracias a ti, Luis, por tus cuantiosas y sustanciales aportaciones, tanto en mi página como en las tuyas. He aprendido mucho –en el sentido más dialéctico del verbo– de tus aportaciones y comentarios. Para que sea o pueda llegar a ser revolucionario, hay que saber nutrir debidamente al pensamiento, algo que, como todo en la vida, no es posible sin la fundamental participación de EL OTRO.

      La destacada inclusión de PRAKTIKA honra a mi blog y fortalece su bitácora, de modo que soy yo quien ha de esperar y espera no defraudar.

      Un abrazo, camarada.


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Gracias por comentar