martes, 6 de diciembre de 2022

 

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NUESTRO MARX

Néstor Kohan

 

[ 046 ]

 

 

SEGUNDA PARTE

¿EL RETORNO DE MARX?

 

 

 

 ¿Materialismo dialéctico o filosofía de la praxis?

 

En el comienzo fue la acción.

J. W. GOETHE

 

 

 

KARL MARX Y LA CENTRALIDAD DE LA PRAXIS

 

¿Cómo corroer la esclerosis dogmática? ¿De qué forma garantizar que la teoría crítica marxista no se petrifique ni se momifique en una apología encubierta del orden existente? ¿De qué modo recuperar la dimensión disruptiva achatada, vapuleada y puesta en sordina hasta el cansancio por la vulgata de los manuales stalinistas?

 

No hay salida del laberinto si se continúa apelando a la envoltura ontologizante con que se cubrió y maniató el martillo crítico de Marx. La negatividad de la dialéctica solo puede golpear con toda su magnitud contra el poder si se la desgaja de la cosmología naturalista. Aferrarla a la praxis colectiva de los miles de hombres y mujeres que luchan contra la explotación y la dominación. El capitalismo no caerá ni se derrumbará por mandato ineluctable de la transformación de las semillas en árboles ni del agua que hierve y pega un salto de cantidad en calidad. Seguramente esas pretendidas ejemplificaciones de la dialéctica quedarán en la historia de las ideas como primeros bosquejos un tanto pueriles pertenecientes a las fases iniciales del desarrollo del marxismo.

 

Se trata, entonces, de rescatar de su filtro ontologizante la médula profundamente crítica y revolucionaria que caracteriza y define a la obra de Marx, su método, su concepción del mundo y de la vida. Para acometer esa tarea hoy resulta absolutamente imprescindible destacar el opacado —y vilipendiado como "idealista subjetivo"— lugar central que en el pensamiento y la obra de Marx ocupa la categoría de praxis. Praxis que no significa nada más que la acción y la actividad práctica humana de transformación del mundo objetual. Si el marxismo no apostara todas sus fichas en función de la práctica dejaría de ser revolucionario y se transformaría en algo completamente distinto. Si acaso ello ocurriese, como solía repetir José Carlos Mariátegui, el marxismo ya no sería marxismo.

 

Si todos los problemas clásicos que aborda e intenta resolver la teoría crítica marxista solo pueden ser planteados y comprendidos a partir de su relación con la actividad práctica humana, entonces el marxismo puede ser considerado —a partir de la lectura política y epistemológica de Marx que sugiere Antonio Gramsci y nosotros suscribimos— como un humanismo. Humanismo que frente a toda tentación metafísica (incluyendo aquí tanto a las viejas metafísicas clásicas como a las nuevas metafísicas "post") implicará inexorable y contemporáneamente un historicismo:

 

"La filosofía de la praxis es el «historicismo» absoluto, la mundanización y terrenalidad absoluta del pensamiento, un humanismo absoluto de la historia. En esta línea hay que excavar el filón de la nueva concepción del mundo"

 

alertaba agudamente el pensador, combatiente y revolucionario italiano.

 

Hace largo tiempo que el althusserianismo afirmó que los sujetos sólo son "soportes de relaciones sociales", meros "portadores de ideología", simples mensajeros de un discurso que posee y goza de vida propia...

 

Pues bien, en las ciencias sociales las modas pasan, los furores se disipan... Dejando de lado aquellas modas efímeras, hoy debe reconocerse que los determinismos económicos, ideológicos, estructurales y discursivos, con su pretendida y autosuficiente lógica de hierro, no han logrado derribar al régimen capitalista. Disuelta ya la seguridad absoluta y autocomplaciente que otorgaban aquellas viejas doctrinas académicas de las ciencias sociales de los años '60 donde el sujeto humano se convertía apenas en un mero efecto de estructura / superestructura / lenguaje / formación discursiva / Poder, etc., y su comportamiento podía describirse como se analiza el mecanismo físico de un reloj o la causalidad en el software de una computadora, todo se ha convertido, siempre para los relatos de la Academia europea, exactamente en su contrario: azar puro, discontinuidad, irracionalidad y fragmentación. El estructuralismo dio pie, en su fracaso, al posestructuralismo y éste —¿para qué seguir creyendo en un centro estructural, que en definitiva sigue siendo SUJETO y continúa otorgando sentido?— al posmodernismo.

 

Un viaje de ida, un itinerario previsible, cuya estación de salida afincaba en la tramposa seguridad absoluta de haber borrado al sujeto de la racionalidad histórica. El punto de llegada —¿podía ser de otro modo?— condujo no sólo a eliminar teóricamente al sujeto sino también las estructuras, los centros y las determinaciones sobredeterminadas de las estructuras, e incluso a los grandes relatos totalizadores que pretendían aprehenderlas racionalmente.

 

La frialdad del estructuralismo marxista derivó en el calor sofocante y pegajoso de la renuncia a todo proyecto de emancipación. Un calor asfixiante que apesta y ahoga. La dureza metálica de una "historia sin sujeto", de un "sujeto sujetado" en los moldes de acero de las "personificaciones históricas", dejó su lugar ahora ocupado por una blandura gelatinosa y babeante de "pensamiento débil", la moral fláccida y el amor líquido.

 

¿Y la praxis? ¿Y la política? ¿Y las luchas anticoloniales, de liberación nacional, antimperialistas, anticapitalistas, socialistas? ¿Y la revolución que quitaba el sueño a Karl Marx cuando redactaba El Capital? ¿Sólo queda margen para las luchas fragmentarias, puntuales, corporativas, circunscriptas a los micromundos inmediatos de cada uno de los movimientos sociales? ¿No hay posibilidad de articular los múltiples sujetos en una totalidad integradora, tratando de que la riqueza de la diversidad no se convierta en fragmentación? A partir de estos interrogantes, arribamos a la pregunta central de este capítulo: ¿y la praxis?

 

Precisemos, entonces, cuál es la significación de los términos "envoltura ontologizante" —una feliz expresión acuñada por Adolfo Sánchez Vázquez— que hemos utilizado al caracterizar lo que constituyó la principal dirección filosófica del marxismo dogmático de la época stalinista. El referente de este concepto apunta hacia la principal tendencia que reviste la filosofía del marxismo si es entendida como un Materialismo dialéctico. Concebir el marxismo como tal implica continuar girando en torno del problema de los grados y las jerarquías ontológicas de lo real ("la materia") así como la relación del ser con el pensar, o el de la naturaleza objetiva con el ser humano. Problema que en la génesis histórica del DIAMAT, como ya hemos señalado, fue originariamente formulado por Engels.

 

Con el objetivo de superar definitivamente aquella tradición hermenéutica especulativa y las consecuencias políticas dogmáticas que de ella se derivaron cuando se aplicaron esquemas lógicos falsamente universales (en realidad de factura puramente eurocéntrica) al terreno sociohistórico latinoamericano, intentaremos reconstruir el pensamiento marxiano centrándonos en su dimensión praxiológica. En esta otra dirección de abordaje y concepción, la teoría crítica y la filosofía del marxismo ya no pueden ser concebidas como una cosmología universalista centrada en el Materialismo dialéctico, pues su problema fundamental no es y jamás ha sido ontológico (relación del ser con el pensamiento al margen de la práctica y de la historia).

 

En realidad la teoría crítica marxista está sustentada en una filosofía de la praxis que aborda los problemas fundamentales de la teoría social, la filosofía y la política — sobre todo los de la política revolucionaria que constituye la forma más radical de la praxis— siempre en relación con la actividad práctica humana.

 

En los principales fundamentos del marxismo, la praxis adquiere la primacía explicativa desde diversas dimensiones, ángulos y puntos de vista:

 

Antropológico: puesto que el hombre se constituye a partir de, en y por la praxis. 

 

Histórico: dado que la historia no es más que la historia de la praxis humana, resultado contingente de la lucha de clases y de la actividad que en ella desarrollan los seres humanos.

 

Gnoseológico: porque la práctica es el fundamento del comienzo, de los métodos y del fin del conocimiento, así como su criterio de verdad.

 

Ontológico: pues el problema de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, entre el pensamiento y el ser, entre el sujeto y el objeto, no puede resolverse al margen de la praxis.

 

 

 

Socio-económico: en tanto la economía no constituye más que el ámbito de las relaciones sociales de producción, distribución, intercambio y consumo que los seres humanos establecen entre sí —en medio de relaciones de poder y de fuerzas— en el curso del desarrollo de su actividad histórica)

 

Político: pues la dominación y el poder se constituyen en el espacio social de las relaciones de fuerza entre los seres humanos y sus prácticas.

 

Lo que articula y otorga unidad a esta inmensa y voluminosa cantidad de problemáticas que recorren toda la obra de Marx —hoy abordadas por cada una de las disciplinas sociales— es la actividad humana.

 

El sujeto humano en actividad es núcleo de verdad histórica, a condición de que no quede reducido al sujeto entendido como un individuo aislado, egoísta y mezquinamente calculador (el Robinson Crusoe del cual se reía irónicamente Marx en la "Introducción" de los Grundrisse), cuya caricatura de racionalidad hoy han adoptado acríticamente los "marxistas" analíticos apelando al individualismo metodológico…

 

(continuará)

 

 

[ Fragmento de: Néstor KOHAN. “Nuestro Marx” ]

 

*


4 comentarios:

  1. "En el fondo, lo que pasaba era que se había juzgado a esa comunidad de hombres con los esquemas con que se juzgaban las relaciones de hombres y grupos dentro de la sociedad burguesa. Se había pensado que movilizando a un hombre influyente y poderoso se podría mover al resto de los hombres, a los que se juzgaba dependientes verticalmente del primero. No se comprendía, hasta ese momento, que los indios daban prioridad a los intereses de la colectividad sobre los intereses personales. No se comprendía que para ellos, como para sus antepasados, lo que no era bueno para todos no podía ser bueno para uno, y que, finalmente, como dice Rene Zavaleta Mercado, los indios se piensan primero como colectividad y después como individuos."

    TEORÍA Y PRACTICA DE UN CINE JUNTO AL PUEBLO
    - JORGE SANJINÉS / GRUPO UKAMAU

    https://drive.google.com/file/d/12oB8yiHR3CST9BCv7gzPDsCcnjTDQId1/view

    Salud y comunismo

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    1. Muy pertinente la cita que aportas:

      “No se comprendía que para ellos, como para sus antepasados, lo que no era bueno para todos no podía ser bueno para uno, y que, finalmente, como dice Rene Zavaleta Mercado, los indios se piensan primero como colectividad y después como individuos."



      En el lado opuesto, nuestros enemigos tienen claro sus valores e intereses: «el privilegiado y selecto jardín individual contra la paupérrima y hacinada jungla colectiva».

      Margaret Thatcher en su famosa sentencia decía sobre la sociedad: “no existe tal cosa, solo individuos”. O lo que es lo mismo: sólo debe existir el interés personal por encima de todo y a costa de lo que sea y por supuesto nada de anteponer intereses colectivos o de ‘inexistentes’ clases sociales. Acumular a costa de desposeer al otro. Triunfar sobre los fracasados. Someter, como heroicos jardineros civilizados, a los bárbaros que habitan las junglas del interior o del extranjero:


      “...En La Española los cristianos con sus caballos y espadas comienzan la matanza: desbarrigaban a las mujeres paridas y despedazaban a los niños y ancianos. Tomaban los niños de las tetas de la madre por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las rocas... otros bullían los cuerpos de niños en los ríos riendo y burlando... Hacían una horca larga que no juntasen los pies a la tierra, de trece en trece, para luego colocar leña a fuego lento y los quemaban vivos.”

      Bartolomé de las Casas (1484-1566)


      Salud y comunismo

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    2. Tremendo el relato de Bartolomé de las Casas. Aceradas bestias que destruyeron ese "nuevo mundo" antes de haberlo descubierto realmente.

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  2. El único 'descubrimiento' lo hicieron los indios: «el horror, el horror...»

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Gracias por comentar